22 de abril de 2021

Cada 22 de abril reaviva Lenin, una estrella roja

 Por Colectivo Republicano Tercer Milenio.

Es necesario que los intelectuales repitan menos lo que ya sabemos nosotros mismos y nos den más de lo que todavía no sabemos, de lo que jamás podremos saber por nosotros mismos a través de nuestra experiencia fabril y “económica”, o sea, conocimientos políticos.


Lenin, ¿Qué hacer?, Caracas, Ministerio del Poder

 Popular, 2010, cap. III, pf. 3, p. 109.


Eh, tú, qué esperas este 22 de abril para leer a Lenin,

este día que se sale de todos los calendarios

para encenderse en la memoria de los pueblos despiertos,

un día que empuja al mar hacia los cielos

y a la tierra la encumbra sobre el horizonte de la historia,

porque entonces alcanzó sentido la democracia.

 


Eh, tú, contempla en el camino revolucionario,

las Tesis de abril, verifica que es una herencia gigante

cada vez más joven porque es más necesaria,

brillando como una estrella roja en el firmamento

para anunciar al mundo la hora de su liberación, 

porque la encendió Lenin contra los enemigos del pueblo.


Eh, tú, sigue sus pasos en la vanguardia abierta

por las naciones en esta primavera necesaria,

júntate a los campesinos, obreros y pescadores

para cambiar el mundo quitándoselo a sus amos,

sólo existe una patria común en la que entramos todos,

que es la revolución con rostro amigo para siempre.


Eh, tú, empuja contra el falso equilibrio decadente  

sobre el que se organizó una mentira coronada,

todas las monarquías son siempre tiranías,

el pueblo que quiere libertad ha de ganarla

multiplicando su estatura y ambiciones por el aire

con laureles y luchas y alegría.


Eh, tú, a qué esperas alzado contra el tiempo

para seguir la animación liberadora

mientras luce la estrella entre las armas,

igual que la bandera roja llama a los trabajadores,

todos los días deben ser la fiesta de Lenin

hasta que el mundo se convierta en paraíso.   


Arturo del Villar,

poeta republicano.

El propósito de la educación. Y sobre la democracia burguesa (A. S. Makárenko)

 

Por Anton Semiónovich Makárenko. Publicado en stalinline.ru. Traducción Nestor Guadaño y Marina Svetlova.

El objetivo de la educación [1] 

En la teoría pedagógica, curiosamente, el objetivo del trabajo educativo se ha convertido en una categoría casi olvidada. En la última reunión científica de toda Rusia sobre ciencias pedagógicas, no se mencionó el objetivo de la educación. Hasta se podría pensar que la pedagogía científica no tiene nada que ver con este tema. 

En los contextos pedagógicos especiales, es inadmisible hablar solo del ideal de la educación, cuando se quiere realizarlo solamente con enunciados filosóficos. Se requiere que el maestro teórico no tenga la intención de resolver el problema con un ideal, sino que resuelva el problema por caminos que lleven hacia ese ideal. Esto significa que la pedagogía debe resolver la cuestiones más complejas, con el objetivo de la educación y un método para abordarlo. 

Del mismo modo, no podemos hablar solamente de la formación profesional de la nueva generación. También debemos pensar, en fomentar este tipo de comportamientos a nuestros jóvenes paladines, para que logren obtener esas cualidades personales, que son necesarias para el estado soviético en la era de la dictadura de la clase obrera, en el momento de la formación de una sociedad sin clases. 

Entonces, ¿cómo abordamos este problema? 

Al comienzo de la revolución, nuestros escritores y oradores pedagógicos, habían acelerado sobre los trampolines pedagógicos de Europa occidental, saltaron muy alto, y fácilmente “aceptaron” ideales tales como la “personalidad armoniosa”. Luego reemplazaron la personalidad armoniosa por el "hombre comunista", aquietando en el fondo de sus corazones, con un razonamiento empresarial "todo es lo mismo". Un año después, ampliaron ese ideal y proclamaron que hay que formar "un luchador lleno de iniciativa". 

Desde el principio, estuvo igualmente claro que para estos predicadores, los alumnos y los espectadores externos, recibían una formulación tan abstracta, de esa concepto "ideal", que nunca nadie podría controlar ese trabajo pedagógico y, por lo tanto, esa predicación de esos ideales como absolutamente seguros. 

La arena pedagógica se fue convirtiendo cada vez más, en propiedad de la pedología (Ciencia que se ocupa de todo lo relacionado con la educación de la infancia. N.T), y en 1936 los profesores se iban constriñendo a las "áreas" más insignificantes, que no iban más allá de los límites de sus métodos particulares. 

La pedología casi no ocultó su indiferencia hacia nuestros objetivos. ¿Y qué objetivos podrían derivarse del "medio ambiente y la herencia", salvo la fatal adhesión del profesor a los caprichos biológicos y genéticos? 

Los pedólogos lograron preservar una expresión cuanto más sacerdotal, durante tales manipulaciones, y nosotros, azuzando los oídos, escuchábamos e incluso nos sorprendimos un poco: ¿de dónde obtuvieron estas personas un aprendizaje tan profundo? 

Por ejemplo, enseñaban que "el sistema de ordenación del material pedológico, está sujeto no a "metas", "temas", "preguntas" tomados de manera abstracta, sino para el desarrollo y la educación de los niños de cierta edad". 

Si la edad era el único principio rector de la pedagogía, entonces, por supuesto, la palabra meta puede tomarse entre comillas irónicas. Pero entonces tenemos el derecho a interesarnos: ¿por qué de repente, en nuestro país, la enseñanza de la generación joven se ha convertido en un juguete de la edad, de las simpatías biológicas, psicológicas y de otro tipo? ¿Por qué este desprecio por la idea misma de la determinación? 

Estas preguntas se pueden responder de diferentes formas. ¿Quizás estos razonamientos, partan de una simple indiferencia hacia nuestras vidas y nuestros objetivos? Pues bien, si se trata de una intencionalidad para desmoronar nuestra labor educativa, de convertirla en un entrenamiento indiferente y vacío para el desarrollo de la personalidad, dentro de los límites de las posibilidades que se abren por su capacidad: una persona es capaz de aprender a leer bien, pues déjelo que prosiga su inclinación; muestra un gusto por los deportes, tampoco está mal; no muestra ningún apego por ninguna materia, ya esta situación debería ser el trabajo de un pedólogo, pues para ellos es una persona "difícil", y puede experimentar a su antojo. 

Es difícil contar las heridas que inflige la pedología, a la causa de la construcción socialista en su sector más importante: la educación de los jóvenes. 

Se trata de una enfermedad de la teoría, y ni siquiera de la teoría, sino de los teóricos, tan cegados por la pedología que han perdido la capacidad de ver, las verdaderas fuentes de esa teoría. En este sentido, la enfermedad parece bastante poco comprensiva. La esencia de esta enfermedad, no está solo en la cantidad de posiciones pedológicas que han sobrevivido hasta el día de hoy, no solo en algún vacío que se ha formado en el sitio del Olimpo pedológico, la esencia está en el envenenamiento de nuestro propio pensamiento. El pensamiento científico, incluso en su crítica sincera de los enunciados pedológicos, todavía contiene vestigios pedológicos. 

La infección es bastante profunda. La infección comenzó incluso antes de la revolución en los nidos de la pedagogía experimental [2], que se caracterizó por una brecha entre el estudio del niño y su crianza. La pedagogía burguesa de principios del siglo XX, desgarrada por numerosas escuelas e "innovadores", sufrió fluctuaciones interminables, desde el individualismo extremo al biologismo informe y no creativo, podría parecer que era una ciencia revolucionaria, porque actuó bajo la bandera de la lucha contra los ejercicios de las escuelas estatales y oficiales, en sus hipócratas manuales. Pero para un oído sensible, incluso entonces había motivos para sospechar que muchos de sus postulados al someter a crítica a esta "ciencia", primordialmente carecían de una base científica real. Incluso entonces, se pudo ver en ella una propensión muy dudosa por las excursiones biológicas, que en esencia representaban un claro intento de revisar el concepto marxista del ser humano.

Las tendencias biológicas de la pedagogía experimental y luego de la pedología, repelen a todo maestro marxista. Y es un vano intento pensar, que nuestros profesores se confunden con la pedología. Si alguien está confundido, no está enseñando. 

Somos capaces de cumplir con el llamado del partido a "restaurar la pedagogía y los maestros en todos sus derechos", solamente con una condición: rompiendo decisivamente con la indiferencia hacia nuestros objetivos políticos, estatales y públicos. 

En la conferencia de toda Rusia sobre ciencias pedagógicas en abril de 1937, se entregó un informe especial: "Principios metodológicos del trabajo educativo". ¿Qué dice este informe sobre los objetivos de la educación, y cómo se aplica un método concreto para lograr estos objetivos? 

En el informe, parece que los objetivos de la educación son bien conocidos por el autor y los oyentes desde hace mucho tiempo, solamente es necesario hablar sobre los métodos, sobre los medios para lograrlos. Solo para el final solemnemente, separado del resto de la presentación por un guión, el orador proclama: 

"Sus (principios) se basan en el objetivo de la orientación comunista, que es el principio dialéctico rector general de la educación, ya que determina el contenido, los métodos y la organización de todo el trabajo educativo". 

Y al final: 

“Este principio requiere del docente, una actitud partidista en el trabajo, la vigilancia política, un profundo conocimiento de los fines, medios y condiciones de la educación”. 

Tales finales se han observado antes en bastantes escritos pedagógicos. Siempre se requirió de una gran perfección del profesor, a nuestro teórico siempre le gusta decir dos palabras: “un maestro debe”. ¿Y cuál es el deber del propio teórico, tener el "conocimiento más profundo de los fines, medios y condiciones"? Quizás sí, pero ¿por qué, en este caso, el teórico mantiene en secreto sus riquezas, por qué no revela a la audiencia la profundidad de sus conocimientos? ¿Por qué sólo "bajo una cortina" a veces se permite proclamar algo sobre sus metas y condiciones, por qué no puede verse y sentirse en la realización misma de esas metas? Y, finalmente, ¿hasta cuándo nuestro teórico reiterará machaconamente la afirmación, de que nuestra educación debería ser comunista? 

Cuando protesté en mi libro "Poema pedagógico" (4) contra la debilidad de nuestra ciencia pedagógica, fui acusado en todas las instancias, de falta de respeto por la teoría, de artesanía, de la negación de la ciencia y del desprecio por la herencia cultural. Pero aquí tengo ante mí un informe especial sobre los métodos de educación, propuesto en una reunión científica especial. El informe no menciona ningún nombre científico, no hay referencia a ninguna posición científica, no se intenta aplicar ninguna lógica científica. El informe, en esencia, es un razonamiento familiar ordinario, una ganancia promedio de sabiduría mundana y buenos deseos. Sólo en algunos lugares se ven rastros del famoso maestro alemán Herbart, quien, por cierto, fue venerado por la pedagogía oficial zarista como el autor de la llamada "educación para la crianza" [3]. 

Al comienzo del informe anterior, se dice que aunque hemos mejorado, también tenemos evidentes desventajas. Las desventajas son las siguientes: 

a) No existe un sistema confiable y coherente en la organización de la labor educativa del docente.

b) El trabajo educativo difiere de un caso a otro, principalmente en relación con la mala conducta individual de los estudiantes. 

c) Existe un vacío en la formación, de la organización del trabajo educativo. 

d) Existe una brecha entre la educación con la enseñanza y orientación de los niños, llegando a abordarlo desde una perspectiva indefendible.  

Estas carencias, modestamente hablando, adquieren una forma muy expresiva si les añadimos una más: la ambigüedad de la pregunta, hacía que objetivo, débilmente a que dirección "caminamos" nuestra obra educativa, que no tienen un sistema y unas secuencias prácticas, que van desarrollándose de vez en cuando, decorado con diferentes “Paradas” y “no situando enfoques insensibles”. 
 
El autor admite que “la labor educativa tiene esencialmente un efecto protector, y se reduce a combatir las manifestaciones negativas en el comportamiento de los estudiantes, es decir, una de las tesis de la teoría pequeñoburguesa de la “educación gratuita” se implementa en la práctica: “La influencia educativa de los maestros comienza en tales casos, solo cuando después de que los discípulos obraron mal". 
 
Por tanto, solo podemos actuar cuando los niños han cometido una infracción. Entonces, los estamos malcriando. El autor no parece dudar de que están siendo educados correctamente. Me gustaría saber pues, para que se forman, cuáles son los objetivos de esta educación. En cuanto a los niños que no tienen mala conducta, su educación "procede" de nadie sabe dónde. Después de haber dedicado las tres cuartas partes del informe, a las deficiencias, el orador continúa con su credo positivo. Parece un credo muy virtuoso:  
 
"Criar a los hijos significa inculcarles cualidades positivas (honestidad, veracidad, escrupulosidad, responsabilidad, disciplina, amor por el aprendizaje, actitud socialista hacia el trabajo, patriotismo soviético, etc.) y sobre esta base corregir sus defectos". 
 
En este dulce listado "científico", indica que está encantado, con todo, todo le gusta "etc." Dado que esta "cualidad positiva" está precedida por "patriotismo soviético", se puede esperar que siga con ese  "etc.", que tampoco está mal. Y qué sutileza en los conceptos: por un lado, la honestidad, por el otro, la conciencia, y entre ellos, rodeados de virtudes, como el algodón, está la veracidad. ¡La vista es extraordinariamente agradable! Qué lector no llora cuando escucha que el amor no se olvida, por primera vez, claro, para estudiar. ¡Y mira con qué diligencia está escrita la palabra "disciplina"! Y esto es grave, porque se enfrenta a una "responsabilidad". 
 
Pero la declaración es una cosa y el trabajo diario es otra. Aquí está el departamento de "consulta" Nº 3 de la "Educación comunista" durante el último año. La respuesta al camarada Nemchenko: 
 
“Cuando tienes que tener una conversación con un niño o adolescente sobre su violación de las normas internas de la escuela, sobre su comisión en un acto que es inaceptable para un estudiante, necesitas conducir esta conversación en un tono tranquilo y uniforme. El niño debe sentir que el maestro, incluso cuando aplica medidas de influencia, no lo hace por enojo, no lo considera como un acto de venganza, sino únicamente como un deber que el maestro realiza en interés del niño". 
 
¿Cuál es el propósito de tal consejo? ¿Por qué un maestro debería actuar como un mentor desapasionado, hablando con una voz "plana"? ¿Quién no sabe que precisamente esos maestros, que no tienen nada detrás de su alma, excepto los "deberes", disgustan a los niños y precisamente su "voz tranquila" causa la impresión más repulsiva? ¿Qué rasgos de personalidad positivos deben nutrir ese desapego recomendado? 
 
Aún más interesante es la respuesta al camarada Pozdnyakov. Describe con colores bastante suaves, un caso en el que un maestro descubrió a un ladrón que le había robado tres rublos a un compañero. El maestro no le contó a nadie sobre su descubrimiento, pero habló con el que robó, en privado. “Ninguno de los estudiantes de la clase descubrió quién lo había robado, incluida la niña a la que le habían robado el dinero”. Según la "consulta", el alumno que cometió este acto se ha vuelto más diligente en su estudio y con excelente disciplina. 
 
El consultor está encantado:

“Te acercaste a él con sensibilidad, no lo deshonraste frente a toda la clase, no le dijiste a su padre, y el niño agradeció esta sensibilidad ... Después de todo, no había necesidad de educar a los alumnos de tu clase sobre el acto de un chico que robaba dinero, ya a este chico le infligirías una herida interna difícil de evaluar". 

Vale la pena detenerse en este caso "Dadivoso", para descubrir cuán grande es su distancia con la educación comunista. En primer lugar, observemos que tal habilidad "sensible" es posible en cualquier escuela burguesa, cuando no tendría que haber nada nuestro, fundamentalmente cercano, a ella. Este es un caso común de moralización emparejada, cuando tanto el maestro como el alumno están en la posición de tete-a-tete. El consultor está seguro de que aquí se ha producido un acto parental positivo. Quizás, pero vuelvo a preguntar ¿bajo qué tipo de educación? 

Echemos un vistazo más de cerca al niño, quien cuyo acto estaba oculto al colectivo. Según el consejero, es muy importante que el niño "aprecie esta sensibilidad". ¿No lo es? El niño se mantuvo consciente de su independencia de la opinión pública dentro de un colectivo, para él, el perdón cristiano del maestro fue decisivo. No sobrevivió a su responsabilidad con el equipo, su moralidad comienza a tomar forma, como en las granjas koljosianas, como hizo el maestro. Ésta no es nuestra ética. En su vida, el niño se encontrará con muchas personas. ¿Construirá su moral personal en combinación aleatoria con sus puntos de vista? Y si se encuentra con un trotskista, ¿qué métodos de resistencia pudiera desarrollar en tal encuentro? La enseñanza en su individual conciencia es, en el mejor de los casos, la impronta de que es una persona "buena", y en la mayor parte de sus acciones, actuará con un doble rasero social. 

Pero no es sólo el niño. También hay una clase, es decir, un colectivo, uno de cuyos miembros cometió robo. Según el consultor, "no había necesidad de educar a los alumnos de la clase sobre las acciones de un niño". Es extraño. ¿Por qué no es necesario? 

Hubo un robo en la clase, y el educador considera posible prescindir de la movilización de la opinión popular sobre este tema. Deja que la clase piense cualquier cosa, sospeche del robo a cualquiera de los alumnos, en última instancia, fomenta en la clase una total indiferencia ante tales casos. La pregunta al contrario es ¿dónde obtendrá nuestra población la experiencia de luchar contra los enemigos del colectivo, desde dónde les llegará la experiencia por su defensa y vigilancia, cómo aprenderá el colectivo a controlar al individuo? 

Ahora bien, si el docente debate el caso del robo a la consideración del colectivo -yo propongo aún más, a la decisión del colectivo- entonces cada alumno se enfrentaría a la necesidad de participar activamente en la lucha social, entonces el docente tendría la oportunidad para desplegar algún tipo de imagen ética frente a la clase, implicar en los niños los rasgos positivos de hacer lo correcto. Y todo estudiante que experimenta la emoción de tal decisión, y su condenación consiguiente, se sentiría atraído por esta vida basada una experiencia ética justa. Solamente dentro de tal ambiente colectivo, es posible una verdadera educación comunista. Solamente en este caso, tanto la clase al completo como en cada estudiante se llega a sentir la fuerza del equipo, la confianza en su corrección, a enorgullecerse de su disciplina y su honestidad. No hace falta decir que para llevar a cabo este tipo de operación requiere un gran tacto, y una gran habilidad por parte del educador. 

Con el análisis superficial de cada paso, podemos estar convencidos de que nuestro movimiento pedagógico en un caso particular, no está en la dirección de edificar una educación comunista, sino en cambio alternativo. Por tanto, en la formación de la personalidad, las pautas personales de conducta de cada ser, debemos estar sumamente atentos, y tener un sensible habilidad ideológica. Tiene que ser esta sensibilidad, el primer sello distintivo de nuestras calificaciones docentes. 

Además, siempre debemos recordar una circunstancia más, que es sumamente importante. No importa cuál integral nos parezca una persona, con una gran proyección. Los miembros siguen siendo un material educativo muy diverso, y el “producto” que consigamos también será diverso. Los rasgos de las personalidades, de forma colectiva e individual de nuestros objetivos educativos, forman un nexo muy anudado. 

El momento más peligroso es el miedo a esta complejidad, y a esta variedad de objetivos. Este miedo se puede manifestar de dos formas: la primera consiste en el deseo de diseñar a todos por el mismo patrón, comprimir a cada persona en una plantilla estándar, encuadrándoles en una serie estrecha de tipos humanos. La segunda forma de miedo, es el seguimiento pasivo de cada miembro, un intento desesperado de hacer frente a los millones de alumnos, con la ayuda del enfoque disperso de "que cada persona es individualmente diferente". Ésta es la hipertrofia del enfoque "individual". 

Ambos miedos no son de origen soviético, y la pedagogía, guiada por estos miedos, no es un nicho para nuestra educación soviética: en el primer caso, se acercará a las antiguas normas estatales de la burguesía, en el segundo caso, a la pedología. 

Una tarea organizativa digna de nuestra era y de nuestra revolución, sólo puede ser la creación de un método que, siendo general y unificado, permita a la vez que cada individuo desarrolle sus propias características, para preservar su individualidad. Tal tarea sería absolutamente insoportable para la pedagogía si no fuera por el marxismo, que hace mucho tiempo resolvió el problema de lo individual y lo colectivo. 

Es bastante obvio que, comenzando a resolver nuestro particular problema pedagógico, no debemos filosofar con picardía. Solo necesitamos comprender bien la posición de la nueva persona en la nueva sociedad. La sociedad socialista se basa en el principio de la colectividad. No tendríamos personalidades solitarias, ahora bastante comunes en forma de granos, pero luego se convertirán en polvo al borde de la carretera, cuando vayan convirtiéndose en miembros del colectivo socialista. 

En la Unión Soviética no puede haber personalidades fuera del colectivo y, por tanto, no puede haber un destino personal aislado, y un camino, una felicidad personales, opuestos al destino y a la felicidad del colectivo. 

Hay muchos colectivos de este tipo en la sociedad socialista: el amplio público soviético está integrado enteramente en tales colectivos, pero esto no significa en absoluto que el maestro esté exento del deber de buscar, y encontrar formas colectivas perfectas en su trabajo. El colectivo escolar, célula de la sociedad infantil soviética, debe convertirse en primer lugar en el objeto del trabajo educativo. Al educar a un individuo, debemos pensar en educar a todo el equipo. En la práctica, estas dos tareas se resolverán solo de manera conjunta, y así crear una impronta primordial. En cada momento que impactemos en la conciencia personal de cada uno, estaremos impactando necesariamente en el colectivo. 

Y, a la inversa, toda nuestra labor con el colectivo será necesariamente imbuída en la educación de cada miembro que forma parte del colectivo. En general, estas disposiciones se conocen en esencia. Pero en nuestra literatura, no han ido acompañados de textos de estudio precisos, del paso primordial a lo colectivo. Se necesita una investigación especial en este campo. 

El colectivo, que debe ser el primer objetivo de nuestra educación, debe tener cualidades completamente definidas, claramente derivadas de su carácter socialista. En un artículo breve, puede ser que sea muy dificil enumerar todas estas cualidades, así pues señalaré las principales. 

A. El colectivo une a las personas no solo en un objetivo común y en un trabajo común, sino también en la organización colectiva general de cada trabajo. El objetivo general, no es una coincidencia accidental de actos dispersos, como ir en un tranvía o a un teatro, sino precisamente un objetivo de todo el colectivo. La relación entre el objetivo general y el particular, no es una relación de opuestos, sino sólo la relación de lo general (y por lo tanto de lo mío) con lo personal, que, si bien sigue siendo propia, resumirá especialmente la identificación con lo general. 

Cada acción de un estudiante individual, cada uno de sus éxitos o fracasos debe considerarse como aciertos y fracasos dentro del contexto de una causa común, en beneficio de unos objetivos comunes. Esta lógica pedagógica debería impregnar literalmente todos los días escolares, en todas la experiencias del colectivo.

B. El colectivo es una parte de la sociedad soviética, vinculado orgánicamente con todos los demás colectivos. Él tiene la primera responsabilidad con la sociedad, tiene el primer derecho con todo el país, solo a través del colectivo cada uno de sus miembros aporta a la sociedad. De ahí, se desarrolla la disciplina soviética. Y en este caso específico, cada alumno comprenderá los intereses del colectivo, los conceptos de la lealtad y el honor. Sólo con tales instrumentos, es posible combinar la armonía de los intereses personales y los comunes, nutrir de ese sentido del honor, que de ninguna manera se asemeja a la vieja ambición del arrogante violento. 

C. Lograr las metas del colectivo, el trabajo común, ser leales y defender el equipo, no puede convertirse en un juego de caprichos aleatorios de individuos. El colectivo no es una multitud. El colectivo es un organismo social, por tanto, cuenta con órganos de gobierno y coordinación autorizados, en primer lugar, a representar los intereses del colectivo y de la sociedad. 

La experiencia de la vida colectiva, no es solo la experiencia de estar cerca de otras personas, es una experiencia muy compleja de movimientos colectivos con propósitos determinados, entre los cuales el lugar más destacado lo ocupan los principios de orden, discusión, sumisión a la mayoría, subordinación. de camarada a camarada, responsabilidad y coherencia. Así se abren perspectivas amplias y brillantes para el trabajo docente en las escuelas soviéticas. 

El docente está llamado a crear esta organización ejemplar, preservarla, mejorarla, trasladarla al nuevo profesorado. No instruyendo de una forma moralizante, sino con liderazgo discreto y sabio, por el crecimiento correcto del método colectivo: esta es su vocación.  

D. La idea colectiva soviética de la vida, es la posición de principio de la unidad mundial de la clase trabajadora. Esta no es solo una asociación corriente entre personas, es parte fundamental del frente de lucha de la humanidad por la revolución mundial. Todas las declaraciones anteriores colectivas no serán oídas, si un seguidismo distante en la lucha histórica que vivimos, no se imbrica en la vida de cada compañero. Por esta idea, todas las demás cualidades del colectivo se unen y se cultivan. El colectivo debe tener siempre, literalmente a cada paso, las imágenes de nuestra lucha, debe sentir siempre las enseñanzas de vanguardia del Partido Comunista, llevándonos a la verdadera felicidad. 

Todos los pequeños detalles del desarrollo de cada carácter personal, derivan de su apoyo al colectivo. 

Egresaremos de nuestras escuelas, miembros enérgicos e ideológicos por la sociedad socialista, que sean capaces de encontrar el criterio correcto para la acción personal en cada momento de sus vidas sin dudarlo, y capaces al mismo tiempo de exigir un comportamiento correcto a los demás. Nuestro alumno, quienquiera que sea, nunca puede aparecer en la vida como portador de algún tipo de perfección personal, solamente, como un miembro honrado y cumplidor. Actuar siempre, en primer lugar, como miembro de su colectivo, como miembro de nuestra sociedad, responsable de las acciones propias, sino también de sus compañeros. 

Particularmente importante es el área de disciplina, en la que los educadores más hemos errado. Hasta ahora, tenemos una visión de la disciplina como uno de los muchos atributos para un educando, y a veces solo como un método, a veces solo como una forma. En una sociedad socialista, libre de cualquier fundamento moral de otro mundo, la disciplina no se convierte en una categoría técnica, sino necesariamente ética. Por tanto, la disciplina inhibidora es absolutamente ajena a nuestro colectivo, que ahora, por algún malentendido, se ha convertido en el alfa y omega de la sabiduría educativa de muchos maestros. La disciplina, expresada solo en normas prohibitivas, es la peor tipo de educación dirigista en la escuela soviética. 

Nuestra sociedad escolar tiene que aprender la disciplina que hay en nuestro partido, y en toda nuestra sociedad, la disciplina de avanzar y superar los obstáculos, especialmente los que hay en las personas dirigentes. En un sólo artículo de periódico, es bastante difícil presentar la imagen pormenorizada de los contrastes de la educación de cada alumno, pues esto requiere un estudio especial. 

Obviamente, nuestra sociedad y nuestra revolución, proporcionan continuamente los datos más completos para dicha investigación. Nuestra pedagogía llegará necesaria y rápidamente a la formulación de metas, en cuanto abandone la inercia en relación con la influencia adquirida de la pedología. 

Y en nuestra práctica, en el trabajo diario del aprecio de nuestros maestros por el trabajo bien realizado, incluso ahora, a pesar de todos los eructos pedológicos, la idea de publicitar sus hechos ejemplares, se defiende activamente. 

Todo buen pedagogo, todo profesor honesto, ve ante sí mismo un gran objetivo político de educación de clase para cada trabajador, y lucha duro para lograrlo. Esto por sí, explica el éxito verdaderamente mundial de nuestro trabajo social y educativo, que ha creado una generación tan maravillosa: nuestra juventud. 

Tendrá que ser más avanzado el pensamiento ideológico, para que vaya aportando su huella tras estos exitos.

Agosto de 1937 

 

Notas:

1. El artículo fue escrito en agosto de 1937, publicado en el periódico "Izvestia" el 28 de agosto de 1937. La cuestión de los objetivos de la educación fue considerada en detalle por A. S. Makarenko también en los materiales del libro "Experiencia de métodos de organización del proceso educativo" (colección de A. S. Makarenko, Obras pedagógicas, publicado por APN RSFSR, 1948.) 

2. Estamos hablando de una de las áreas influyentes de la pedagogía burguesa, que comenzó a desarrollarse en los años 80, del siglo XIX. Los representantes de esta tendencia afirmaron que están fuera de la política y utilizan datos aleatorios (experimentales) estrictamente científicos. De hecho, los líderes de la pedagogía experimental pusieron el método experimental al servicio de la burguesía imperialista. En particular, hicieron pasar por ciencia la teoría difamatoria de que los hijos de la burguesía son más dotados que los hijos de los trabajadores. La pedagogía "experimental" fue la base de la pseudociencia de la pedología.

3. Herbart Johann Friedrich (1776-1841) desarrolló una teoría de la educación que era marcadamente reaccionaria. Apoyándose en la psicología idealista, Herbart argumentó que la enseñanza resuelve todos los problemas de la educación. La pedagogía soviética combina la educación educativa genuina con otras formas de educación (trabajo social, participación en la vida del colectivo, actividades extracurriculares).  

4. "Poema Pedagógico" en PDF. 

file:///C:/Users/usuario/AppData/Local/Temp/poema-pedagogico.pdf  

Y su continuación "Banderas en las torres":

https://marxists.architexturez.net/espanol/makarenko/1939/0001.pdf

 

"Vale la pena leer la historia de cualquier democracia europea, para ver toda la profundidad desesperada del fraude, que todavía se llama sufragio universal e igualitario en Occidente. Al mismo tiempo, no es necesario enumerar todos los trucos y tantas excepciones particulares, que hacen que este derecho no sea ni universal ni igualitario. Su ideario político, esa lucha parlamentaria de los partidos, está tan estructurada en Occidente, que ninguna legislación revolucionaria, ninguna reforma social cardinal, pueda hacerse posible en esa sociedad". ...

Makarenko sobre la democracia burguesa (1)

Por Anton Semiónovich Makárenko. Publicado en stalinline.ru. Traducción Nestor Guadaño y Marina Svetlova.

Anton Semenovich Makarenko (13 de marzo de 1888-1 de abril de 1939): fue un eminente educador e innovador soviético, que en sus muchos años de experiencia rastreó el proceso de educar a una nueva persona en un colectivo de trabajo, el desarrollo de nuevas normas de comportamiento en la sociedad soviética, hacia un proceso de acumulación de nuevas experiencias y hábitos éticos colectivos.

Recogido de su artículo: "Derecho de decisión de los trabajadores" .

"Esta refinada pose europea vacía, este traje democrático del imperialismo depredador, sedujo especialmente a los mencheviques y socialistas revolucionarios. No en vano, tras el derrocamiento de la autocracia, iniciaron un flirteo cordial con la Entente. La Gran Revolución Socialista de Octubre salvó al pueblo soviético, de este tipo de explotación práctica tan refinada, santurrona y depravada. 

Vale la pena leer la historia de cualquier democracia europea, para ver toda la profundidad desesperada del fraude, que todavía se llama sufragio universal e igualitario en Occidente. Al mismo tiempo, no es necesario enumerar todos los trucos y tantas excepciones particulares, que hacen que este derecho no sea ni universal ni igualitario. Su ideario político, esa lucha parlamentaria de los partidos, está tan estructurada en Occidente, que ninguna legislación revolucionaria, ninguna reforma social cardinal, pueda hacerse posible en esa sociedad

Y por eso, hasta ahora, que las elecciones más democráticas en los estados burgueses no pueden detener esos complicados y astutos chantajes políticos, que ellos llaman lucha parlamentaria. En su poder de clase sobre la sociedad, en su liderazgo para mantener ese Estado de dominación de su clase, la burguesía ha desarrollado métodos de intrigas parlamentarias inusualmente complejas y sutiles. 

Entre estas técnicas, el lugar principal lo ocupa engañar a los votantes con programas y promesas, una agitación que llega al nivel de aventurerismo, de astutos sistemas de bloqueos a los contrarios y compromisos, jugando con los intereses inmediatos de hoy, incitando a la ira del día de hoy, con limosnas, sobornos, y finalmente, sensacionales declaraciones explosivas y de autobombos. 

La Gran Revolución Socialista liberó a nuestro país de ese artificioso sistema de fraude y engaño hacia los trabajadores. Nos liberó de la esperpéntica política desmoralizadora de la reconciliación y el compromiso, nos liberó de la cobarde adhesión al dicho: “No me prometas cien pájaros volando, que un pájaro en la mano". 

El gobierno zarista ruso incluso se opuso a que volase cualquier pájaro, de la manera más contundente, con las expresiones más beligerantes: "No ahorréis las balas"

Y por lo tanto, bajo el zar, realmente no había ningún derecho en las manos de los trabajadores, pero por otro lado, estas manos trabajadoras en el momento adecuado, cuando quisieron ser libres, tomaron las armas....."

1937.

Nota:  

1.- El artículo fue escrito por Antón Semiónovich Makarendo en un artículo llamado "Derecho de elección de los trabajadores", págs. 46-47. Publicado en las Obras Completas de Makarenko, volúmen 7. (1952). En ruso

 А.С. Макаренко, том 7 (1952 г.), “Выборное право трудящихся”, Стр. 46-47. 

http://az.lib.ru/m/makarenko_a_s/text_1937_vybornoe_pravo.shtml 

 

Enlaces originales:

El objetivo de la educación:

https://stalinline.ru/2021/03/04/цель-воспитания-а-с-макаренко/

Makarenko sobre la democracia burguesa:

https://stalinline.ru/2021/04/14/макаренко-о-буржуазной-демократии/

 

20 de abril de 2021

La restauración del capitalismo en la URSS (3)

 

Tercera y última parte del trabajo de la AAHS sobre el proceso de restauración del capitalismo en la Unión Soviética. Esta tercera parte estudia el período de Mijail Gorbachov, en el cual se da el golpe definitivo al socialismo en la URSS.

3º La destrucción de la URSS, desde Gorbachov.

Con la llegada de Gorbachov, se ponen en marcha las reformas posteriores a 1986. Éstas tienen un fin muy concreto: pasar de la propiedad socialista a un gradual control del sector capitalista, ya incrustado en las relaciones económico-políticas a todos los niveles. Manifestaban la consecución de los intereses de los elementos, que dentro de la sociedad soviética, abogaban por la empresa privada y el libre mercado. Este sector estaba compuesto por empresarios y sus especuladores ocultos en todos los estamentos del estado desde hacía treinta años.

Una de las primeras medidas en el terreno ideológico fue apoyar como Jruschov, las teorías de defensa del comercio privado defendidas por Nikolai Bujarin. Bujarin y la “oposición de derecha” fueron derrotados en el XVº Congreso del Partido en 1927, cuando se aprobó la política de colectivización de la agricultura. Sesenta años después, Gorbachov leyó una biografía de Bujarin escrita por el historiador Stephen F. Cohen. Según su cercano consejero, Anatoli Cherniáyev, fue entonces que Gorbachov decidió rehabilitar a Bujarin y el proceso “abrió las puertas para reevaluar toda nuestra ideología”.

Las falsas reformas

En 1985, Gorbachov asumió el poder en un país que se enfrentaba a problemas largamente acumulados. Para implementar el paso fraudulento al poder, de los dirigentes que defendían la propiedad privada la economía ilegal y “el mercado negro”, tenía que hacerlo con consignas moralizantes como instaurar un socialismo eficiente, productivo y democrático. 

Ya en 1984, en un discurso ante el grupo de trabajo ideológico del Comité Central del Partido, Gorbachov planteó la necesidad de una apertura y publicidad (glásnost), y de la reestructuración del sistema económico (perestroika). Había sido promovido por Andrópov al ser ambos oriundos de la misma región, Stavrópol. Parecía por su juventud una renovación del C.C. y le gustaba trabajar en equipo. Pero él mismo no tenía la capacidad y conciencia de clase que su mentor.

Tenía unas deficiencias ideológicas y personales peligrosas. Le gustaba citar constantemente a Lenin, pero carecía de un conocimiento profundo del marxismo-leninismo y de la historia de la Unión Soviética, y usaba ambas fuentes de forma distorsionada para cumplir con sus propias intenciones y propósitos. Antes de ser nombrado como secretario general, había viajado más por países de Europa Occidental y Canadá que por las propias repúblicas que formaban parte de la URSS. Al contrario que Andrópov, una peculiaridad de su forma de vida era rodearse de artículos de lujo. Le gustaban los buenos vinos, la buena comida y un estilo de despilfarro y apariencia acomodada a su alrededor.

Al principio siguió las medidas propuestas por Yuri Andrópov de perfeccionar los métodos de dirección, mejorar la disciplina laboral y luchar contra la corrupción. Creó una comisión para evaluar la calidad de la producción que salía de las fábricas y las granjas colectivas: “gospriemka”. También concentró su ataque en la igualdad de salarios, una práctica que había reducido el diferencial entre los especialistas industriales y un trabajador común de un 146 % en 1965, a un 110 % en 1986. Según el nuevo sistema, el salario de los especialistas industriales y de los investigadores en educación, desarrollo y el sistema de salud, sería incrementado más que el salario de otros trabajadores.

Con esas medidas se avanzó en la economía: en 1985 y 1986, la producción y el consumo crecieron. El crecimiento económico se elevó uno o dos puntos de porcentaje en el comienzo mismo de las reformas. La productividad creció de un 2 %-3 % a un 4,5 %. Solo en la industria de máquinas herramientas en 1986, la inversión de capital creció 30 %, más que durante el quinquenio precedente. Ese mismo año, la producción agrícola creció 5 %. El consumo de bienes y servicios incrementó un 10 % en 1985 y 1986, casi una vez y media superior que los años precedentes. El mejoramiento de la calidad en las atenciones de salud y otras áreas, incrementó la expectativa de vida por primera vez en 20 años y disminuyó la mortalidad infantil.

Otras iniciativas fueron un gran fracaso como su campaña contra el alcohol, que intensificó el contrabando y el “mercado negro”, al actuar solo de manera administrativa. No se quiso atajar el problema en su raíz, a la manera obrera, basada sobre los impuestos para el consumo, la educación, la terapia social y la rehabilitación a los alcohólicos, lo cual habría dado mejores resultados.

Con la almohada de las mejoras conseguidas, vino un ataque profundo al sistema socialista. Sustituyó el concepto de Andrópov “de aceleración de los cambios científicos y tecnológicos”, por el más vago, difuso y potencialmente problemático concepto de “aceleración del desarrollo económico y social”. 

Parte de los comunistas que creían, que sus reformas tendían rápidamente a que se convirtieran en un espejismo cuando en sus discursos Gorbachov insistía, que él no las limitaba al campo económico, sino que vislumbraba cambios en los métodos de trabajo, y en las instituciones políticas e ideológicas. Fue en este instante cuando comenzó a reemplazar la palabra aceleración (uskorenie) por la palabra reestructuración (perestroika) y apertura (glásnost), a la vez que les infundía a estos viejos términos, significados nuevos. En abril de 1987 afirmó que perestroika significaba cambio total. En junio, que era el cambio de toda la sociedad. En julio, que significaba revolución. 

Esta ampliación sucesiva de nuevos conceptos dejó de resultar atractiva para la mayoría de trabajadores, porque intuyeron una maniobra y tomaron conciencia del real peligro. Vieron que esas reformas se dictaban contra las bases socialistas de la sociedad. El término “perestroika” se tornó destructivo: reestructurar por reestructurar, un círculo vicioso, cambiar por cambiar.

Gorbachov, además, varió sutilmente el significado de la palabra glasnost. Durante su primer año en el cargo, la usó en el mismo sentido que Andrópov, una mayor apertura y publicidad en el Partido, el Gobierno, el Estado y otras organizaciones públicas, y un nivel más alto de denuncia de la corrupción y de la ineficiencia. Pronto, transformó el significado de apertura y transparencia de la nueva política en el Partido y otros organismos y lo convirtió en críticas al Partido y a su historia. En junio se reunió con los funcionarios de los medios de comunicación e intelectuales, y los llamó a apoyar las reformas mediante la crítica abierta, específica, al Partido y su historia. Puso los medios de información en manos de personalidades hostiles al Partido y al socialismo. 

Gorbachov y sus defensores alegaban que habían heredado un país en crisis. Totalmente falso. En 1985, sus problemas económicos ni se acercaban a los niveles de inflación y de inestabilidad de la Alemania de los años veinte, ni a la depresión de los Estados Unidos en los años treinta. El ritmo económico había seguido siendo positivo entre 1975 y 1985, a pesar de que el promedio de crecimiento se debilitó en términos de ingreso nacional, ingreso real per cápita, inversiones productivas de capital, cantidad de trabajadores en la producción y productividad del trabajo, lo que llevaba hacia un estancamiento profundo de la economía soviética.

El ascenso de la mentalidad capitalista

En una alusión a las fuentes privadas de los ingresos de la población, el propio Brézhnev afirmó: “Nadie vive solo de su salario”. Durante su mandato la economía escondida, desde luego, no eran los robos de poca monta o las compras de algunos bienes en el “mercado negro”, sino el surgimiento de capas sociales completas que dependían de la actividad económica privada para todos sus ingresos, o por lo menos para una parte sustancial de sus ingresos. Hubo una cierta cantidad de personas, en cada lugar, en cada ciudad, que llegaron a ser conocidas como “los nuevos ricos de Brézhnev” y que abogaban por un cambio legislativo para que sus redes delictivas se instituyeran como legales.

Querían el ascenso al poder del crimen organizado. Para ello contaban con el apoyo de los servicios de propaganda de los medios de comunicación occidentales, que apoyaban a todas aquellas personas, entre artistas, intelectuales, nacionalistas y religiosos, que dentro de la Unión Soviética, propugnaban el modo de vida capitalista, llamándolos disidentes. Llenaban las páginas de slóganes antisociales: “Libertad de culto religioso, libertad para emigrar, libertad para no trabajar, libertad para hacer dinero, libertad para explotar a otros, libertad para escribir y publicar cuanto se quisiera”. 

En los años ochenta, decenas de cientos de asociaciones existían en la URSS, sin reconocimiento legal, que extendían la idea de que la propiedad privada y el lucro eran beneficiosos para la población. Atacaban en sus publicaciones las consignas de la lucha de clases, la propiedad social de los medios de producción y la lucha por el comunismo. Sus escritos alentaban el consumo de productos, el individualismo, y a la abolición de los artículos de la constitución soviética que prohibían “el mercado privado” (artículo 153 del Código Penal Soviético que declaraba ilegal la actividad empresarial privada).

Toda esta atmósfera prooccidental, donde la ilegalidad y las formas privadas de obtención de riquezas, no eran perseguidas por el Estado, alentaba la creación de potentes grupos mafiosos burgueses con lazos internacionales de transacciones mercantiles, que minaban fuertemente la legitimidad del socialismo. Por otro lado, la economía subterránea sirvió como un polígono de entrenamiento para los empresarios, conformando un estado de conciencia favorable a las relaciones de mercado y ayudando a crear un consenso sobre la necesidad de ampliar las relaciones monetario-mercantiles.

Ya a finales de los años ochenta apareció en diferentes órganos del Partido Comunista una especie de “Crisis de desmoralización”. La notable influencia de las actividades ilegales, la estafa, el derroche de tiempo-trabajo estatalmente remunerado, el soborno y la corrupción como blasón omnipresente de la economía de favores, y las desigualdades crecientes, minaron la confianza de muchos habitantes en la viabilidad de la URSS como estado socialista.

Como la glasnost eliminó las interrupciones al espectro radioeléctrico, Radio Libertad alcanzó una audiencia mensual de 22 millones de soviéticos. Esta emisora fomentaba el nacionalismo, alentaba el malestar en torno al desastre de Chernóbil, estimulaba la oposición a la guerra de los soviéticos en Afganistán, dotó de una plataforma de comunicación a los que abogaban por el libre mercado, como Yeltsin, y difundió campañas de descrédito contra los líderes del Partido, entre ellos Ígor Ligachov que denunciaba las reformas y políticas del gobierno hacia el libre mercado.

El punto de viraje se desarrolló en 18 meses, desde enero de 1987 hasta junio de 1988, cuando las reformas políticas y económicas esenciales convirtieron definitivamente la perestroika en un programa potencialmente destructivo: un proyecto demoledor que destruyó la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas.

Las nuevas políticas debilitaron y desmantelaron el sistema de planificación centralizada y lo sustituyeron por las leyes del mercado; promovieron la propiedad privada y abandonaron la solidaridad internacional. Se aceptaron las propuestas estadounidenses de desarme militar, se abandonó Afganistán y se rompieron los vínculos ideológicos con los demás partidos comunistas. 

En los dos años posteriores de 1989 a 1991, llegó la desintegración: la secesión de las nacionalidades en Estados independientes, los conflictos étnicos, las protestas masivas contra la ocupación de las fábricas por los nuevos empresarios, las largas colas para conseguir la alimentación básica, las huelgas de obreros, mineros, estibadores, metalúrgicos, contra las leyes que desmantelaban la propiedad colectiva socialista.

La liquidación del Partido Comunista.

Dentro del PCUS, las ideas sobre el socialismo eran contradictorias. Mientras una mayoría defendía el marxismo-leninismo, una muy fuerte minoría alentada por los cargos en el gobierno veían que el futuro de la organización admitiría otras propuestas ideológicas burguesas-capitalistas. Estas ideas introducidas desde Jruschov, aupaban a los segmentos corruptos del Partido y del Estado, que favorecían el capitalismo, el libre mercado, la propiedad privada, y el desarrollo de las ideas burguesas occidentales.

La Gran Guerra Patria (Segunda Guerra Mundial) había privado al Partido de millones de cuadros que entregaron sus vidas por la defensa del socialismo. Jruschov debilitó el Partido al abrir las puertas al ingreso masivo de no obreros, a la vez que cambiaba las normas y requisitos de ingreso. La política de estabilidad de los cuadros implantada por Brézhnev, convirtió los cargos en el Partido en prebendas y posibilitó que los funcionarios se amarraran a los cargos, aún después de haber perdido las condiciones para desempeñarlos cualesquiera que fueran las causas. Privó al Partido de sangre e ideas nuevas.

Las reuniones del Partido se convirtieron en una rutina desde el nivel más alto hasta el más bajo. La ideología devino en simples fórmulas, e ingresaron más intelectuales y miembros del Partido con escasa conciencia de clase, apoyando a los que hacían las reuniones con actitud mecánica. 

Pero el aislamiento del partido entre la población se desarrolló también por fases. De nuevo se inició una virulenta campaña de desestalinización. Personalmente en dos ocasiones, a inicios de 1987 y en 1988, Gorbachov y Yákovlev incitaron a los medios de comunicación a revisar la historia del Partido. Jruschov fue el pionero de estas prácticas contra los que se le oponían en 1956 y en 1961. Posteriormente el ataque contra el stalinismo le permitió a Gorbachov crear una coalición contra las fuerzas trabajadoras socialistas honestas, responsables y defensoras de los logros del socialismo.

En 1987, el control anticomunista de los medios de comunicación comenzó a tener otras consecuencias que propugnaban la desintegración social. Por ejemplo, cuando el Buró Político estuvo discutiendo una propuesta de alto riesgo hecha por Gorbachov y su grupo, de reducir la demanda estatal al 50 % y obligar a las empresas a vender el resto libremente en el mercado, los seguidores de Yákovlev en los medios de comunicación iniciaron una campaña contra los que se oponían dentro del Partido a la proposición, con acusaciones amenazadoras y ominosas de conservadurismo, desaceleración y retorno al estancamiento.

Después de 1987, ninguna persona, excluyendo al propio Gorbachov, tenía tanta influencia en las políticas soviéticas como Yákovlev, particularmente sobre aquellos que minaron el partido comunista soviético, y cedieron el poder a los intelectuales antipartidistas y procapitalistas. Yákovlev, así como otros asesores importantes de Gorbachov, se reconocían como socialdemócratas. Georgi Shajnazárov se refería a sí mismo como un socialdemócrata desde los años sesenta. Anatoli Cherniáev como un pensador político liberal de larga experiencia. Gorbachov presentó a Cherniáev como “mi alter ego” a Felipe González, el primer ministro español socialdemócrata.

Bajo el tutelaje de Yákovlev el concepto político de la perestroika asumió un nuevo significado: el pluralismo socialista se convirtió en pluralismo de opinión, y finalmente en pluralismo político.

La frase de Gorbachov “varias formas de realización de la propiedad socialista”, pronto perdió la palabra realización, después socialista y quedó solamente en varias formas de propiedad. El Estado socialista de derecho se convirtió en Estado basado sobre lo establecido por la ley. El apoyo a los mercados socialistas evolucionó hacia socialismo de mercado hasta llegar a la economía regulada de mercado. Mientras las repúblicas no rusas sucumbían en el nacionalismo separatista, los medios de comunicación bajo la dirección de Yákovlev evitaban las palabras nacionalismo y separatismo. 

Gorbachov desató una secuencia de sucesos que atacaron y silenciaron la importancia del Partido. Es más, rompió en los hechos con la autoridad y legitimidad del Partido Comunista de la Unión Soviética. Enarbolando la consigna de democratización y descentralización, el proceso que desató en 1988-1989, en nombre del Partido Comunista y de sus líderes, se volvió rápidamente un proceso irreversible y fuera de control. Se dividió el Partido en secciones nacionales, portadoras de reivindicaciones socialdemócratas o abiertamente antisocialistas.

En esencia, se sustituyó un partido marxista-leninista con 70 años de lucha contra el imperialismo, en unas organizaciones de rendición y sometimiento a la mafia establecida en el Estado. El movimiento revolucionario así sometido, se acomoda con el capitalismo y expande sus normas de actuación al interior y al exterior de sus fronteras.

Situación de los trabajadores soviéticos tras la liquidación de la URSS.

Desde los años cincuenta, una burguesía soterrada, ascendente fue imponiéndose a todos los niveles en la Unión Soviética, a raíz de que Jruschov detuvo la lucha de clases contra la propiedad privada y las ideas procapitalistas. La corrupción fue ascendiendo a todos los niveles en las décadas siguientes. 

Pero la clase obrera contrarrestaba esta tendencia con luchas desde el komsomol, las publicaciones partidarias y sindicales, contra esos especuladores que se estaban alimentando del trabajo realizado por la mayoría de los trabajadores, dentro del socialismo.

Gorbachov no tuvo que crear de la nada, tenía amplio bagaje de conocimientos, sabía el camino que conducía hacia el capitalismo. Por eso pudo diseñar un ataque tan profundo al sistema social soviético, utilizando las consignas revolucionarias de reformas y campañas de rectificación. Heredó las ideas políticas que habían surgido en el Comité Central y en la Unión Soviética durante décadas, tras el XXº Congreso. 

Durante el último año de la perestroika, los “nuevos ricos” (“vorys” ladrones) demandaron legitimidad y poder. El “mercado negro” y el gangsterismo (los “tenevikí” grupos mafiosos) se multiplicaron por todas las repúblicas, como parásitos. Las empresas privadas —con el ropaje legal de falsas cooperativas—, crecieron. Los codiciosos seguidores de Yeltsin presionaron por avanzar radicalmente hacia la economía de mercado. Si el mercado reemplazaba el plan y Yeltsin privatizaba la economía rusa, los altos funcionarios, los directores de empresas y los administradores y gerentes, utilizaron esas leyes para su beneficio, separando a los trabajadores de cualquier control o derechos. Estos elementos comenzaron a robar las posesiones estatales como su propiedad privada.

La carne y los productos lácteos descendieron a una cuarta parte de su dimensión, y los salarios a menos de la mitad. El tifus, el cólera y otras enfermedades alcanzaban proporciones de epidemia. Millones de niños sufrían malnutrición. Las expectativas de vida de los hombres se redujeron en Rusia a 60 años, como a finales del siglo XIX. 

En 1990, millones de trabajadores en toda Rusia se pusieron en huelga indefinida, pero ya sin el apoyo del Partido, por lo que las plataformas reivindicativas eran muy diversas. La desorganización, la desorientación y la pérdida de poder limitaron la respuesta y la resistencia de la clase obrera. A pesar de todos estos factores, en marzo de 1991, los trabajadores soviéticos votaron en su inmensa mayoría por la preservación de la Unión Soviética. Preocupados con las dificultades de la vida diaria, los cuadros y trabajadores no se manifestaron mucho más allá de las demandas económicas, pero estaban mal dirigidos, o sin dirección alguna.

Tras 1991 con la caída de la URSS, en un informe de las Naciones Unidas de 1998 se afirmaba: “Ninguna otra nación del mundo ha sufrido tal retroceso en los años noventa, como los países de la extinta Unión Soviética y de Europa del Este”. La pobreza aumentó en más de 150 millones de personas, una cifra mayor que la población total combinada de Francia, el Reino Unido, los Países Bajos y Escandinavia. 

Lecciones de la época revisionista en la Unión Soviética.

La historia del socialismo soviético nos demuestra que la lucha de clases, y por abolir las clases, no termina con la toma del poder del Estado, ni después de casi setenta años de construcción del socialismo. En cuanto hubo un secretario general del partido (Jruschov) que paralizó esta importante medida del socialismo, que aspira el empoderamiento de la clase obrera hacia el comunismo, los enemigos de la clase -imperialismo, burguesía y pequeña burguesía- actuaron para quitar el poder a la clase obrera.

Hubo etapas en la Construcción del Socialismo, como en 1928-1929, cuando el Estado soviético desarrolló un proceso acelerado de colectivización e industrialización, donde más se intensificó la lucha de clases. Y a pesar, del atraso secular de la conciencia de los campesinos de las diferentes repúblicas en los años 30 y 40, la influencia beneficiosa del marxismo-leninismo en las relaciones sociales, sobre los objetivos a alcanzar por toda población, era nítida y revolucionariamente consecuente.

Pero tras la Gran Guerra Patria (Segunda Guerra Mundial) nuevos afiliados al partido, con menos preparación ideológica, relajaron la lucha de clase tanto en el campo como en las ciudades. No hubo una consecuente adecuación de los parámetros en la defensa de la línea proletaria frente a las ideas de otras formas de entender el socialismo, como en época de Zhdánov.

Así tras la muerte de Stalin, afloraron diversas diferentes visiones en el Comité Central, que dieron paso a que un revisionista como Jruschov instalara un discurso, que desdibujó el camino que tenía que haber hollado el proletariado para su liberación y empoderamiento.

La construcción del socialismo es particularmente difícil. Porque después de que los trabajadores han demostrado que con una revolución socialista se puede tomar y mantener el poder, defenderse del imperialismo, apoyar la lucha antimperialista en el exterior, industrializarse y elevar la capacidad de organización y trabajo de la mayoría de las obreras y obreros, satisfacer sus necesidades básicas, no solamente alimenticias sino educativas y culturales, es necesario emprender un salto superior en la lucha de clases.

La clase obrera necesita realizar las políticas que conducen a su liberación del Estado, profundizando para ello la lucha de clases; todo lo contrario de lo que sucedió en las épocas de Jruschov, Brezhnev y Gorbachov. 

¿Es posible para el socialismo aceptar y cumplir reto semejante? Sí es posible, porque avanzando en el desarrollo del marxismo-leninismo entre las nuevas generaciones de jóvenes, impide que las clases enemigas del proletariado detengan el progreso hacia la auténtica libertad de laborar según las necesidades de cada ser humano.

También se debe consignar el fracaso de la tercera vía, del revisionismo soviético, que al fin y al cabo es de la socialdemocracia. Como ideología, la socialdemocracia permanece como un competidor —insidioso e influyente— del marxismo-leninismo en el movimiento de la clase obrera. La lucha ideológica incesante en su contra debe desarrollarse, junto a la labor incansable de lucha contra el aventurerismo izquierdista. 

Al introducir las relaciones mercantiles dentro de un socialismo avanzado, los revisionistas giraron hacia las reformas que sustentan las leyes del mercado. Este fue un desastroso retroceso, por el cual socavaron la economía y la confianza de la mayoría de la población en el Partido Comunista.

El centralismo democrático se había deteriorado. Los lazos entre el Partido y los trabadores por medio de los sindicatos y de los sóviets se habían osificado. La crítica y la autocrítica languidecieron. El liderazgo colectivo se debilitó. La unidad dentro del Partido, como expresión de la defensa de la línea proletaria en la consecución de los objetivos se desvaneció. 

La introducción de las ideas de la burguesía, su constante poder y corrupción, las leyes y decretos con consignas socialistas que llevaban al afianzamiento de otras clases dentro del Partido y del Estado, fueron las causas principales de que el desarrollo del socialismo en la Unión Soviética fuera truncado.

Lenin dijo: “La Comuna de París le dejó como lección al proletariado europeo plantearse concretamente las tareas de la revolución socialista”. Donde el socialismo del siglo XX ha sobrevivido: China, Cuba, Corea del Norte y Viet Nam, el desarrollo de las contradicciones nacionales y de clase que condujeron a la revolución ayudará como sostén de la apuesta por el socialismo.

Que el imperialismo siga invocando la “democracia” y el fantasma del “stalinismo” a cada paso, es una evidencia de que su principal enemigo son las ideas comunistas, y sobre todo, la construcción del socialismo en tiempos de Stalin. Si la palabra “democracia” significa la toma del poder por el pueblo trabajador, la Unión Soviética tuvo unas características democráticas que sobrepasan a cualquier sociedad capitalista.

La explotación de la clase obrera sigue creciendo, y esta clase intentará nuevas ofensivas por su emancipación. Aprender las lecciones del desmembramiento de la Unión Soviética es la mejor forma de honrar su memoria, para nutrir a nuestra clase de herramientas para un próximo resurgimiento de la conciencia proletaria.

Obras y enlaces consultados:

Notas: 

– Todas las citas: XXIIIº Congreso del PCUS, ed. Agencia Novosti, 1966.
– Todas las citas: XXIVº Congreso del PCUS, ed. Agencia Novosti, 1971
– Todas las citas: XXVº Congreso del PCUS, Moscú, 1976, ed. Agencia Novosti.
– Todas las citas: XXVIº y XXVIIº Congresos del PCUS; ed. Agencia Novosti, Moscú, 1981 y 1986.