31 de julio de 2015

Ernesto Che Guevara: "Juntos construiremos la nueva vida"

Por Yoani Sánchez

El Che Guevara es el argentino más universal de este tiempo. Fue un líder corajudo y valiente con una honestidad a toda prueba.  Para el Che la política siempre debía ir acompañada de la ética para evitar la perversión, la deformación y la corrupción de los principios y valores, garantizando el buen camino que debe recorrer el proceso revolucionario. 

El Che Guevara no solo pasa a la historia y se convierte en un héroe universal por su participación en la guerrilla cubana que hace posible el triunfo de la gesta revolucionaria en Cuba. 



Su acción revolucionaria se proyectará mucho más allá de su actuar en Cuba. 

Su teoría política siempre se conjugó con los principios éticos expresión de su praxis revolucionaria, no solo en su hacer sino en la difusión para servir de guía a los líderes de cualquier país que se atrevieran a levantar la bandera de la lucha para alcanzar la libertad en un mundo injusto, falso, hipócrita y corrupto donde los principios políticos, no son más que ideas superficiales y demagógicas para ser negociados con el mejor postor. 

Dentro de su concepción ético-político el Che Guevara se convierte en el padre del idealismo político internacional. Esta filosofía es enarbolada hoy por muchos líderes-dirigentes convencidos de la razón de su ejemplo, que es posible rescatar y ejercer la política con principios éticos inquebrantables, capaces de posibilitar con la verdad de los hechos la comprensión y apoyo total de los pueblos en la permanente lucha de hacer realidad, sin traumas ni traiciones, las transformaciones revolucionarias necesarias en sociedades plagadas de vicios que se hundirán en el abismo de la miseria y el caos sino surge un proceso revolucionario de hombres libres. 

El pensamiento guevarista tiene absoluta vigencia en esta hora menguada de la deformación política, sumergida en la más profunda e interminable noche oscura, producto de sus desviaciones e interpretación acomodaticia de sus lineamientos filosóficos, desprovistos de contenidos éticos. La lógica de la política por circunstancias e intereses oportunistas, más no estratégicos, se aparta de los principios y fundamentos éticos, originando resultados no acordes con el proceso revolucionario en marcha, surgiendo de esta manera el peligroso flagelo de la contrarrevolución.

Una de las dimensiones de la revolución cubana que más preocupa a sus enemigos es la identificación que logra y mantiene el proceso cubano con los pueblos de todo el mundo, pese a la ya cincuentenaria campaña de descrédito que pagan el imperialismo y las oligarquías.  Entre las muchas razones que avalan este criterio está el absoluto respeto por la vida humana que ha caracterizado a la revolución cubana desde la lucha insurreccional contra la tiranía de Fulgencio Batista hasta nuestros días. Por eso, indigna que, en el Sur de la Florida, los herederos de aquellos torturadores y asesinos que huyeron a Estados Unidos en 1958 con hasta el último de los 400 millones de dólares que había en la tesorería nacional, osen calificar de dictadura al gobierno cubano de hoy.
La identificación del Che Guevara con las masas populares conscientes del continente, y de muchas otras partes del mundo, se patentiza en el hecho de que, no obstante los recursos invertidos por el imperio y la reacción intentado desprestigiarlo mediante la vulgarización de su imagen cual objeto comercializable, no han podido evitar que ésta siga acompañando a cuanta acción justa de rebeldía promovida por los más diversos segmentos populares tiene lugar en el mundo.
El Che es hoy estandarte de lucha de millones de jóvenes
Estudiantes, mujeres, obreros, campesinos, huelguistas, indignados y ocupantes de espacios públicos en todas partes, sin que las mentiras fabricadas en Miami, y pagadas por Washington, mellen su prestigio y la capacidad movilizadora de su ejemplo, y sus ideas enraizadas en la revolución cubana.
Che estuvo vinculado a una de las más significativas acciones humanitarias de la revolución cubana cuando, ejerciendo la jefatura del Castillo de la Cabaña, en La Habana, garantizó que el principal tribunal creado para enjuiciar los crímenes de guerra de la tiranía derrotada realizara un trabajo ejemplar por su organización, limpio desarrollo y respeto a los veredictos de los jueces. Cuando se acercaba la victoria, el líder de la revolución y jefe del Ejercito Rebelde, Comandante Fidel Castro, llamó a la población a que no se tomara la justicia por mano propia y prometió que todos los acusados de crímenes serían juzgados con todas las garantías que dan las leyes y sancionados conforme a la gravedad de sus delitos. Con ello, la revolución cubana evitó que se repitiera lo ocurrido a la caída del tirano Gerardo Machado en 1933, cuando centenares de acusados vinculados a la cruenta dictadura fueron muertos y sus cuerpos arrastrados por las calles por la ira popular sin oportunidad de defenderse ante un tribunal, porque faltó una autoridad que garantizara al pueblo, como ocurrió esta vez, que se haría justicia.
Se conoce que el tratamiento al vencido con humanidad resultó una de las armas más poderosas que tuvo el Ejercito Rebelde en su combate contra las fuerzas de la tiranía de Batista. Mientras las fuerzas de la tiranía mataban, torturaban y cometían toda clase de abusos contra los detenidos sospechosos de ser revolucionarios, los combatientes rebeldes respetaban los derechos humanos de los militares que hacían prisioneros. Esta conducta provocó en las fuerzas gubernamentales una marcada disposición a rendirse a los combatientes revolucionarios cuando eran conminados a ello, lo que contrastaba con la actitud de los rebeldes de resistir siempre hasta la muerte.
El propio Che Guevara, que era médico, se vio muchas veces en situación de atender heridos del enemigo hechos prisioneros antes que a los propios. Como dirigente administrativo y como jefe militar destacó por su exigencia en el cumplimiento de los deberes por sus subalternos, que lo acataban más por la excepcional fuerza moral que le confería su ejemplar auto exigencia que por la autoridad de que estaba ungido por su jefatura.
La dimensión humana en la personalidad política de Guevara y su pensamiento crítico y polémico acerca de la construcción del socialismo dejaron una huella trascendental que se aprecia hoy en cada momento y en cada estrategia cubana. Arremeter con infundios contra la conducta ejemplar del Che, tanto en su vida privada como pública, retrata a sus detractores.

El Che fue un hombre que "actuaba como pensaba". 

Por su honradez de principios fue perseguido por los norteamericanos, un privilegio que solo ostentan aquellos que son consecuentes con sus ideas hasta el final de su vida. Las máximas de José Martí "El hombre que oculta lo que siente y no se atreve a decir lo que piensa no es un hombre honrado", constituyeron la guía del camino que enseñaba construir a favor de los abandonados de la tierra. 

Su valor para decirle al mundo lo que pensaba de los EE.UU. lo puso de manifiesto el 11 de diciembre de 1.964 en la ONU. Ante el gigantesco anfiteatro de ese organismo mundial, colmado en su capacidad, el comandante guerrillero tomó la palabra y expresó: "¿Cómo es posible que el país que asesina a sus propios hijos y los discrimina diariamente debido a su color de piel, un país que deja en libertad a los asesinos de los negros y castiga a las víctimas por exigir el respeto a sus derechos legítimos como seres humanos, se considere guardián de la libertad"?

En este momento la Franja de Gaza es escenario dramático de la invasión genocida sostenida del gobierno de Israel que asesina inocentes, por el solo hecho de reivindicar Palestina derechos sobre su territorio. 

El discurso del Che en la ONU en esa fecha revolvió la herida sin piedad sobre la impostura estadounidense. 

Así era el comandante Che Guevara, quien tiene la peligrosa costumbre de seguir naciendo. 

Odiado, amado, insultado, manipulado es el más nacedor de todos los seres porque "decía lo que pensaba y hacía lo que decía"

Por eso sigue siendo tan extraordinario en un mundo donde las palabras y los hechos no se reconocen.

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