Al caracterizar la situación política en el país después de las jornadas de julio, Lenin señaló:
“La
lucha de clases entre la burguesía y el proletariado se ha exacerbado
hasta límites extremos: tanto el 20 y 21 de abril como los días 3, 4 y 5
de julio, el país estuvo a un paso de la guerra civil… La burguesía
echa chispas contra los Soviets, pero es todavía impotente para disolverlos de golpe, y los Soviets, prostituidos por los señores Tsereteli, Chernov y Cía, son ya impotentes para oponer una seria resistencia a la burguesía.
Caricatura de V. Deni “El primer ministro independiente”, 1935
Los
terratenientes y los campesinos también viven en una situación de
vísperas de guerra civil: los campesinos exigen tierra y libertad…
Agreguen
a esto el momento de las derrotas militares provocadas por la aventura
de la ofensiva, en el que están singularmente en boga las frases sobre
la salvación de la patria (que encubren el deseo de salvar el programa
imperialista de la burguesía)…”
Lenin llamaba “filisteísmo
obtuso” las ilusiones respecto a que: la nueva composición del Gobierno
Provisional estaría, tal vez, más a la izquierda que los anteriores; la
crítica benévola de los Soviets podría corregir los errores del
Gobierno; fueron contadas las detenciones arbitrarias y los cierres de
los periódicos; era de esperar que no se repitieran, y un largo
etcétera. “No —subrayaba Lenin—, para combatir a la contrarrevolución
burguesa son imprescindibles cordura y capacidad de ver y decir lo que
existe en realidad”.
El VI Congreso del Partido Bolchevique demostró esta cordura y capacidad para ver y decir lo que existe.
Bolcheviques
delegados al VI Congreso: Félix Dzerzhinski, participante activo en el
movimiento revolucionario polaco y ruso, miembro del partido desde 1895;
Nikolái Skripnik, miembro del partido desde 1897; Alexandr Shlíjter,
miembro del partido desde 1891; Vasili Kuráev, miembro del partido desde
1914 y miembro del Comité Ejecutivo Central de los Soviets de la
primera legislatura
Respecto a la comparecencia de Lenin ante los
tribunales, una de las primeras cuestiones discutidas, el congreso
señaló : “Considerando que los procedimientos empleados en las
persecuciones policíacas y la actividad de la fiscalía restablecen —como
lo reconoció también el Comité Ejecutivo Central de los Soviets de
Diputados Obreros y Soldados— las costumbres del régimen
scheglovitiano[1];
considerando que en tales condiciones no hay garantía alguna, del
procedimiento judicial imparcial, ni de la seguridad elemental de los
enjuiciados, el Congreso del POSD(b)R expresa su tajante protesta
contra el indignante acosamiento fiscal-delatador-policíaco a los guías
del proletariado revolucionario…”
Ordzhonikidze presentó el
informe y demostró la imposibilidad de que Lenin compareciera ante los
tribunales debido a la ausencia total de garantías de seguridad. Le
apoyaron F. Dzerzhinski, N. Skrípnik, N. Bujarin, A. Shlíjter y otros.
“… ¿Tiene derecho el partido a privarse de las indicaciones de sus
principales guías? —preguntaba Shlíjter en su intervención—. En este
Congreso no está presente el camarada Lenin y no hay esperanzas de que
situación se aclare plenamente. Está mal que nos encontremos tan
atados, pero es un hecho… Es necesario que Lenin, aun viviendo en
clandestinidad, dé sus indicaciones. En la resolución debemos señalar
que rechazamos con desprecio las calumnias y comunicamos —no como
pancistas temerosos de las represiones—que no entregaremos a Lenin. Como
representantes del proletariado, no lo entregamos porque lo
necesitamos, porque la revolución no ha terminado”.
El Congreso envió un mensaje a Lenin y le eligió su presidente de honor.
Kuráiev,
miembro del partido desde 1914 y delegado del grupo bolchevique en el
Comité Ejecutivo Central de los Soviets, dijo en la primera sesión:
“Presento un saludo en nombre del grupo bolchevique en el Comité
Ejecutivo Central de los Soviets de Diputados Obreros y Soldados. Como
nadie, sentimos los golpes que se dan a nuestro partido. Los
acontecimientos eran tan serios que nos obligaban a meditar sobre el
cambio de táctica, y por ello esperábamos con tanta impaciencia el
Congreso que deberá trazar las nuevas consignas. A pesar de los
inmensos sufrimientos y de que se han arrancado a unas de las mejores
personas, con un trabajo cohesionado tenemos la posibilidad de conducir
nuestra causa hasta el final”.
El Congreso determinó:
“Conducir la causa hasta el final” significa combatir la presente
contrarrevolución y la traición de los Soviets actuales; la transición
y el desarrollo pacíficos del poder a los Soviets son imposibles. Esta
conclusión se apoyaba en el profundo análisis del alineamiento de las
fuerzas de clase en el país, hecho por Lenin en varios artículos
escritos en la clandestinidad. Ellos ayudaron al partido A dar una
apreciación justa de la situación creada después de las jornadas de
julio, a determinar las formas de trabajo partidario y las vías de
lucha por el triunfo de la revolución.
Emilián
Yaroslavski, miembro del partido desde 1898; Prokofi Dzhaparidze,
miembro del partido desde 1898; y Boris Shumiatski, miembro del partido
desde 1903.
Sólo de forma condicional se puede decir que el Congreso
transcurría sin la presencia de Lenin, señaló E. Yaroslavski
(representante de la Organización Militar del POSD(b)R de Moscú, miembro
del partido desde 1898); en realidad, “él dirigía el Congreso,
participaba en sus labores; los documentos más importantes se
elaboraban con su participación y conocimiento”.
Dzhaparidze,
N. Podvoiski y Ya. Rovinski recordaban que Lenin envió sus tesis al
Congreso. Shotman escribió que en el Congreso se ponían a votación
resoluciones escritas por Lenin. Lamentablemente, no se ha encontrado
el original del texto de Lenin. Hace poco, A. Sovókin, colaborador del
Instituto de Marxismo-Leninismo adjunto al CC del PCUS e investigador de
la historia de Octubre, logró revelar estas “ideas básicas” o tesis
del informe sobre la situación politica, que fueron la base de la
resolución del Congreso. Las descubrió en el periódico Krasnoyarski Rabochi (“El
Obrero de Krasnoyarsk”), del 8 de agosto de 1917, en la
correspondencia enviada desde Petrogrado por B. Z. Shumiatski,
representante de las organizaciones partidarias de Siberia Central en el
VI Congreso. Los mensajes fueron escritos el 29 de julio, es decir,
por lo menos un día antes de que el Congreso escuchara el propio
informe.
Al efectuar un análisis comparativo de dichas tesis
con el proyecto de resolución del VI Congreso sobre la situación
política, que los bolcheviques de Kiev publicaron en su periódico Golos Sotsial-Demokrata (“La
Voz del Socialdemócrata”), del 13 de agosto (ellos no tenían todavía
el texto definitivo de la resolución aprobada por el Congreso) y al
releer distintas partes de las actas del Congreso y descifrar con sus
camaradas algunos apuntes, desconocidos hasta entonces, de los
delegados, Sovókin demostró que la correspondencia de Shumiatski
contenía el texto de las tesis leninistas. Las publicó en su trabajo En el umbral de Octubre (Moscú, 1973).
De las tesis Ideas básicas del informe sobre la situación política, presentado al VI Congreso del POSD(b)R
…
6) En virtud del desarrollo actual de los acontecimientos, el poder
estatal en las cuestiones decisivas, a saber, en el frente y en
Petrogrado, se encontró de hecho en manos de la burguesía
contrarrevolucionaria, apoyada por la camarilla militar del personal
de mando del ejército. Es esta dictadura la que ha adoptado y adopta las
medidas enumeradas para destruir las libertades políticas,
aplicar la violencia contra las masas y perseguir implacablemente al
proletariado internacionalista, siendo total la desintegración, la
impotencia y la falta de actividad del Gobierno, así como del Comité
Ejecutivo Central, órgano central de los. Soviets.
7)
Los demócratas constitucionalistas juegan con los eseristas y los
mencheviques igual que el gato con el ratón; salen del Gobierno,
reanudan el regateo para entrar en él, organizan al mismo tiempo y de
prisa a la contrarrevolución de la burguesía y disparan con las
acusaciones más repugnantes: hoy contra los bolcheviques, después
contra Chernov, incluso contra el hipócrita… de Tsereteli y otros.
Los
guías de los eseristas y mencheviques pierden la cabeza, se degradan
hasta expresar confianza, e incluso los mejores elementos provinciales
de estos partidos que menos se han aproximado a la contrarrevolución, temen aprobar la pena de muerte, pero temen aún más reprobarla, para no divorciarse de “sus” ministros.
8)
Mientras tanto, el país sufre la agonía dolorosa y detestable de los
Soviets, que se descomponen en vida debido a que no tomaron a su
tiempo el poder estatal en sus manos.
9)
La consigna de entregar el poder a los Soviets, que propagaba nuestro
partido, era la consigna del desarrollo pacífico de la revolución, la
transición pacífica del poder de la burguesía a los obreros y
campesinos pobres, la superación pacífica de las ilusiones de la
pequeña burguesía.
Ahora, son ya imposibles el desarrollo pacífico de la revolución y el paso sosegado del poder a los Soviets, pues el poder ya está
en manos de la dictadura militar, apoyada e inspirada por la burguesía y
encabezada por el partido de los demócratas constitucionalistas.
La consigna del momento actual no puede ser sino la liquidación total de la dictadura de la burguesía contrarrevolucionaria. Sólo
el proletariado revolucionario, siempre y cuando le apoyen los
campesinos pobres, está en condiciones de cumplir esta tarea, tarea de
turno de la nueva revolución en Rusia.
10) El éxito de la nueva revolución depende de si la mayoría del pueblo toma conciencia con bastante rapidez y firmeza de lo
desastrosas que son las esperanzas de conciliación con la burguesía,
expresadas y apoyadas por los partidos de los eseristas y los
mencheviques.
El desarrollo de los acontecimientos refuta estas esperanzas de una manera categórica.
11)
La tarea primordial del partido de los bolcheviques en este momento,
consiste, por lo tanto, en no ceder ante las provocaciones de la
contrarrevolución (que con gran deseo y todo el tiempo aspirará a
ello) a desafiar al proletariado —precisamente ahora— a que inicie un
combate prematuro, que traería consecuencias irreparables para él.
Consiste sí en orientar todos los esfuerzos a fin de organizar y
preparar las fuerzas para el combate decisivo, cuando la crisis
nacional y el profundo auge de las masas creen las condiciones
propicias para ello y atraer a los pobres de la ciudad y del campo al lado de los obreros, contra la burguesía.
12)
En beneficio del proletariado, ahora sería más importante prepararlo de
manera sistemática y prolongada para la nueva revolución, con el fin
de que la experiencia propia de las masas las haga comprender su
necesidad y se desenmascare por completo a la dictadura militar,
respecto a la cual el Gobierno de coalición formado hace poco no es más
que un encubridor.
Pero tampoco se
puede olvidar que la crisis militar y alimentaria, así como otras
condiciones, pueden provocar una catástrofe enorme, de extraordinaria
fuerza.
El deber del proletariado, particularmente en la capital, será entonces tensar todas las fuerzas para tomar en sus manos el poder estatal y orientarlo, en alianza con el proletariado revolucionario de los países avanzados, hacia la paz y la reorganización socialista de la sociedad.
Iosif
Stalin, miembro del partido desde 1898, participante en la revolución
de 1905-1907. Fue detenido y deportado reiteradas veces. En 1912-1913,
fue cooptado en ausencia al CC y al Buró Ruso del CC del partido.
Después de la Revolución de Febrero, regresó del destierro a Petrogrado,
fue introducido al Buró del CC y a la redacción del Pravda. En el VI
Congreso del partido, presentó el Informe político del CC y un informe
sobre la situación política.
Por encargo del Comité Central, el
informe sobre la situación política (así como el informe político del
CC) lo presentó J. Stalin. Sobre la base de los artículos y tesis de
Lenin, expuso una característica precisa de las fuerzas motrices de la
revolución y su desarrollo desde el derrocamiento de la monarquía;
reveló las direcciones fundamentales en la actividad del Comité Central.
Al detenerse en los sucesos de junio y julio, Stalin subrayó: “Nuestro
partido marchaba siempre con las masas”. Contestando a los reproches
hechos por los conciliadores y aparecidos en la prensa
eserista-menchevique, respecto a que los bolcheviques se inmiscuían en
el movimiento masivo en julio, y de que esto condujo al derramamiento
de sangre, el informante dijo: “¡Qué partido de masas es ese que pasa
por alto el movimiento de las masas!.. Tsereteli y otros, que nos
acusan de habernos inmiscuido en el movimiento, firman así su sentencia
de muerte. Hablan del derramamiento de sangre, pero éste habría sido
aún más terrible si el partido no hubiera desempeñado el papel de
regulador”.
En el informe se destacaba que si hasta el 3 de julio
eran posibles la victoria y el paso pacífico del poder a los Soviets,
esta posibilidad dejó de existir cuando la contrarrevolución se
organizó. “La etapa pacífica de la revolución ha terminado, comenzó la
etapa no pacifica, la etapa de refriegas y explosiones…”.
Se retiró la
consigna de “¡Todo el poder a los Soviets!” (por cuanto se trataba de la
entrega de todo el poder al Comité Ejecutivo Central conciliador).
“Pero
si nosotros proponemos retirar la consigna de “¡Todo el poder a los
Soviets!”, de aquí no se desprende “¡Abajo los Soviets!” —dijo Stalin
respondiendo a las preguntas de los delegados—. Y nosotros, que
retiramos esta consigna, no abandonamos siquiera el Comité Ejecutivo
Central, a pesar del lamentable papel que desempeñó en los últimos
tiempos… La anulación de la consigna de la entrega del poder a los
Soviets no significa “¡Abajo los Soviets!”… Nuestra actitud respecto a
los Soviets donde estamos en mayoría es la más positiva. ¡Pues que vivan
y se consoliden semejantes Soviets! Pero la fuerza no está
ya en los Soviets. Antes, el Gobierno Provisional promulgaba un decreto y
el Comité Ejecutivo, un contra-decreto, y este último tenía fuerza de
ley. Recuerden la historia de la Orden Nº 1. Pero ahora el Gobierno
Provisional no tiene en cuenta al Comité Ejecutivo Central. La
participación de dicho Comité de los Soviets en la comisión para
investigar los sucesos del 3-5 de julio no fue anulada por el Comité
Ejecutivo Central de los Soviets; no se cumplió por orden de Kerenski.
El asunto ahora consiste no en conquistar la mayoría en los Soviets,
hecho de por sí muy importante, sino en eliminar a la
contrarrevolución”.
La resolución del Congreso planteó como tarea
inmediata luchar a fin de abolir la dictadura de la burguesía
contrarrevolucionaria y que el proletariado en alianza con el
campesinado pobre, mediante la insurrección conquistara el poder. Se
necesitaba no sólo preparar de manera detallada y multilateral a las
fuerzas para la lucha armada, sino también determinar con precisión el
momento cuando el auge de la revolución creara las condiciones
propicias para ello. La táctica del partido se orientaba a propiciar
estas condiciones, paralizar con habilidad y frustrar cualesquiera
intentos de la contrarrevolución de excitar a la clase obrera a la
acción armada antes de que esto fuese dictado por las posibilidades
reales.
El Congreso se dirigió con un manifiesto a los
trabajadores, a los obreros, soldados y campesinos de Rusia,
exhortándolos a prepararse —bajo las banderas del Partido Bolchevique—
para el combate decisivo que liquidaría la contrarrevolución. Este
documento decía: “Nuestro partido va a ese combate con las banderas
desplegadas. Él las ha mantenido firmemente en sus manos. No las ha
rendido ante los violadores y sucios calumniadores, ante los traidores
de la revolución y los servidores del capital. En lo sucesivo las
mantendrá en alto, luchando por el socialismo, por la fraternidad entre
los pueblos. Pues sabe que estallará un movimiento nuevo y al mundo
caduco le llegará su última hora”.
Yákov
Sverdlov, miembro del partido desde 1901, participante en la revolución
de 1905-1907; en 1912 fue cooptado a miembro del CC y del Buró Ruso del
CC. Pasó más de doce años en las cárceles y el destierro; era miembro
de la redacción del Pravda. Después de la Conferencia de Abril,
secretario del CC, dirigente del Buró Organizativo para celebrar el VI
Congreso del partido.
En el informe sobre la actividad organizativa
del Comité Central, Yakov Sverdlov señaló que la victoria temporal de la
contrarrevolución después de las jornadas de julio no detuvo en medida
alguna el crecimiento del partido, y por el contrario, promovió el
ingreso de nuevos miembros obreros y campesinos. Desde abril de 1917
aumentó en tres veces el número de miembros del partido y en más de dos
veces el de organizaciones bolcheviques en las localidades.
Apuntes acerca de los delegados al VI Congreso
Por Elizaveta Drábkina
…
Yo trabajaba en el distrito de Víborg, y Sverdlov me propuso ayudar a
los camaradas que organizaban el Congreso. El único documento que se
conservó de las labores del foro es un breve apunte de la secretaria: el
partido no disponía de medios para mantener taquígrafas y, además, no
se podía permitir la presencia de personas ajenas en este Congreso
semilegal.
Dicho apunte indica que el Congreso lo inauguró M.
Olminski, como el delegado más antiguo, quien pronunció el discurso de
salutación. Después se escucharon palabras de obreros petrogradenses,
se eligió la presidencia y se aprobaron el orden del día y el
reglamento.
En efecto, todo transcurrió así. Pero este apunte
parco no transmite la profunda emoción que sentían los reunidos en esa
indigente sala con las paredes mal blanqueadas. No narra los encuentros
entre delegados, sus atentas y penetrantes miradas, a veces sin
reconocer de repente al antiguo camarada de celda; ni sus recuerdos
—como si se tratara de algo habitual— de los acontecimientos trágicos
vividos, los fracasos, las detenciones, los años en el calabozo, los
motines en la prisión, las palizas, los trabajos forzados, las
evasiones; ni el intercambio de noticias acerca de la lucha que
llevaban a cabo hoy en aras de la victoria del socialismo.
Se me
encargó entregar los cuestionarios a los delegados al Congreso, después
recoger los ya respondidos y hacer un resumen. En estas hojas de papel
gris, áspero, estaba escrito un poema de las mejores personas de nuestro
partido, de nuestro pueblo.
Llenaron sus cuestionarios 171
delegados al Congreso. En total, habían trabajado 1.721 años en el
movimiento revolucionario. Fueron detenidos 549 veces, o sea, un
promedio de tres veces cada uno; cerca de 500 años estuvieron
encarcelados, desterrados, cumpliendo trabajos forzados. La mitad de
ellos tenía enseñanza superior o media; la otra mitad sólo enseñanza
primaria; algunos —y no pocos— calificaron su enseñanza como
“carcelaria”. Unos meses antes de celebrarse el Congreso, muchos de los
que ahora bromeaban y me entregaban los cuestionarios respondidos, se
encontraban entre rejas o hacían sonar sus grillos “en la profundidad
de las minas siberianas”.
Eran personas muy diferentes debido a la edad, apariencia, hábitos,
manera de comportarse, de hablar, de bromear, de sonreír. Pero sobre
estas diferencias predominaba algo general: una expresión particular,
difícil de transmitir con palabras, en la que se fusionaba en un todo la
firme decisión de marchar hasta el final, la jovialidad incontenible y
las huellas de una vida llena de dificultades; el animado arrojo y la
energía combativa; la agudeza de la mirada, acostumbrada a ver la
verdad cara a cara, por muy amarga que fuera, y la indudable fe en el
futuro. Todo esto era común para estas personas, igual que la palabra
que decían cuando les preguntaban su pertenencia partidaria:
¡bolchevique!
Ante la nueva situación, los
bolcheviques se convirtieron en núcleo en torno al cual se agrupaban
todos quienes se pronunciaban —aunque fuera con timidez e
inconsecuencia— contra el oportunismo y el nacionalismo en el
movimiento obrero.
En el VI Congreso se concedió el ingreso en
el POSD(b)R a la “Organización interregional de los socialdemócratas”,
que contaba con unos 4.000 miembros. Se había constituido en 1913 y,
oficialmente, no tenía carácter fraccionista. Respecto a la guerra, los
de la “interregional” mantenían una posición internacionalista, cercana
a la de los bolcheviques. Entre quienes el Congreso aceptó en las filas
del partido se encontraban V. Volodarski, A. loffe, A. Lunacharski,
D. Manuilski, L. Trotski, M. Uritski, K. Yurénev y otros.
Se intentó también la unificación con el grupo de mencheviques-internacionalis tas
encabezados por L. Mártov, quien envió a la atención del VI Congreso su
saludo. En nombre del Buró Central de los mencheviques- internacionalistas, escribió:
—
Saludamos al congreso de su partido que se reunió en un tiempo tan
difícil para él, en el fragor de persecuciones y acosamientos, a los que
se somete la corriente que él representa en el socialismo ruso. No
dudamos de que esas persecuciones y acosamientos no podrán quebrantar
la influencia de las ideas del internacionalismo en la parte del
proletariado ruso organizado bajo la bandera de su partido y
aprovechamos la ocasión para expresar una vez más nuestra profunda
indignación con motivo de la campaña calumniadora que trata de presentar
a toda una corriente en la socialdemocracia rusa como a agentes del
Gobierno alemán…
Lamentablemente, la unión no llegó a alcanzarse
por culpa de los líderes de este grupo de los mencheviques, quienes
presentaron varias condiciones inaceptables.
El VI Congreso prestó
gran atención a las cuestiones de la organización de la juventud. M.
Jaritónov, delegado al congreso por la organización de Petrogrado,
miembro del partido desde 1905, alegaba ante todo en su informe el
ejemplo de las organizaciones juveniles de Suecia y Alemania.
Recordó
que la unión socialdemócrata de la juventud de Suecia, que dirigía
Zeth Höglund, había surgido ya en 1903 y era la organización más
revolucionaria de la socialdemocracia sueca, en torno a la cual se
agrupaban todos los elementos oposicionistas de izquierda en el Partido
Socialdemócrata de Suecia. Durante la I Guerra Mundial, el trabajo de
la unión estaba dirigido a luchar contra el militarismo. En 1916, cuando
en el país había adquirido amplias dimensiones la propaganda de los
llamados “activistas”, que se pronunciaba por el ingreso de Suecia en
la guerra al lado de Alemania, fue precisamente la unión de la juventud
la que convocó el congreso de los adversarios de la contienda, a pesar
de que había sido prohibido por el Partido Socialdemócrata. Este
congreso se celebró el 18-19 de marzo de 1916, en el que 265 delegados
representaban a cerca de 40.000 obreros de más de 100 organizaciones
partidarias, sindicales y juveniles. El congreso promulgó el manifiesto
Paz a toda costa, mostrando qué fuerza podía ser la juventud socialista organizada.
También trabajaban activamente las organizaciones juveniles oposicionistas de Alemania, dirigidas por Carlos Liebknecht.
Jaritónov dijo en su informe:
— También deben ser organizaciones libres e independientes nuestras uniones de la juventud.
En la resolución de la cuestión “Sobre las Uniones de la Juventud”, el VI Congreso del partido señaló:
—
… En la actualidad, cuando la brega de la clase obrera pasa a la fase
de lucha directa por el socialismo, el congreso considera que la
contribución a crear organizaciones socialistas clasistas de la juventud
obrera es una de las tareas apremiantes de la actualidad e impone a las
organizaciones partidarias la obligación de prestar a este trabajo la
máxima atención posible…
Después de discutir la cuestión “Sobre
el movimiento sindical”, ...el VI Congreso del partido de los
bolcheviques sometió a una crítica acerba la teoría de la neutralidad
de los sindicatos e indicó que ellos, interesados profundamente en
conducir la revolución proletaria hasta el final victorioso, podrán
cumplir las tareas planteadas ante la clase obrera de Rusia sólo en caso
de que sigan siendo organizaciones combativas de clase, que reconozcan
la dirección política del partido.
El congreso, clausurado el 3 de
agosto, centró toda su atención en la tarea fundamental: preparar a
las masas para el triunfo de la revolución socialista.
El emperador abdicado, arrestado en Tsarskoe Seló.
Pero
la contrarrevolución no dormitaba. Comenzó una movilización abierta
de todas las fuerzas antiproletarias, antirrevolucionarias, para asestar
un golpe más a los bolcheviques. Esto se lo dijo confidencialmente
Kerenski al antiguo emperador cuando lo visitó en Tsárskoe Seló en las
postrimerías de mayo. Al comunicarle a Nicolás II la decisión del
Gobierno Provisional de trasladar a su familia a Tobolsk, el Primer
Ministro le explicó que eso se debía a las inminentes medidas más
enérgicas contra los bolcheviques. Según Kerenski, serían inevitables
los enfrentamientos armados, en los que la familia del zar podría ser
la primera víctima, y él consideraba un deber suyo protegerla de
cualesquiera eventualidades posibles.
No es casual que se hubiera
elegido Tobolsk. En primer lugar, esta ciudad, situada bastante lejos de
las capitales revolucionarias y de los centros proletarios, se
consideraba el lugar tradicional de destierro y era dudoso de que
suscitara la protesta de las amplias masas; en segundo lugar, desde
allí sería más fácil sacar al extranjero —a través de Japón y EE.UU. — a
la familia imperial.
En la mañana del 1 de agosto, la familia
real llegó en automóviles, custodiada por dragones del 3 Regimiento del
Báltico, a la estación Alexándrovskaia, donde esperaban dos trenes con
bandera japonesa. En los lujosos vagones había un letrero: “Misión
japonesa de la Cruz Roja”.
Los trenes llegaron a Tiumén el 4 de
agosto por la tarde. En el desembarcadero esperaban a la familia
Románov tres barcos: dos grandes —Rus (“Rusia”) y Kormilets (“Bienhechor”)—
y un pequeño, el remolcador. Es dudoso de que alguien hubiera escogido
especialmente los barcos con esos nombres, pero por ironía del destino
recordaban con amargura a quien hasta no hacía mucho se denominaba
“dueño de la tierra rusa”; que Rusia y su bienhechor —el mujik— le
habían indicado ese camino a Siberia.
A las 5 de la mañana del 5
de agosto, los barcos zarparon río abajo. Pasaban frente al pueblo de
Pokróvskoe, donde nació Rasputín. Su casa, la más grande y bonita, se
divisaba desde la cubierta.
— Recordamos a nuestro amigo”, escribió Nicolás en su diario. El 6 de agosto, los Románov llegaron a Tobolsk[2].
Sesión privada de la Duma de Estado.
En
esos días se comenzaron a preparar las “medidas más enérgicas contra
los bolcheviques”, prometidas por Kerenski. En el ejército se formaban
unidades de choque, “batallones de la muerte”,
uniones de los caballeros de la Cruz de San Jorge, etc. En la “capital
intranquila” surgieron el Centro Republicano, la Liga Militar, la Unión
del Deber Militar, la Unión para la Salvación de Rusia, la Unión del
Honor y la Patria y otras organizaciones contrarrevolucionarias. Las
unía el deseo de liquidar a los Soviets, de aplastar la revolución,
estableciendo, como escribió periódico Utro Rossii, del 12 de
agosto, un poder fuerte, firme, inmutable. “Debe comenzar por el
ejército —se subrayaba francamente en ese artículo— y extenderse a
todo el país”. La contrarrevolución trataba de materializar sus sueños
respecto a un poder fuerte. El ídolo de las fuerzas reaccionarias era el
general Kornílov.
Al comunicar el 7 de julio al Gobierno
Provisional la huida de las tropas en retroceso, Kornílov exigía la
implantación inmediata de la pena de muerte y la institución de
tribunales militares de campaña. “Este desastre —indicaba el general,
teniendo en cuenta la descomposición del ejército—, o será superado por
el Gobierno revolucionario o, si no lo logra, serán promovidas otras
personas de acuerdo con el desarrollo inevitable de la historia”.
Recibimiento del general Kornílov a su llegada a la Asamblea de Estado en Moscú.
En
estas “otras personas” —decisivas, firmes, que no temían ensuciarse con
sangre— se veía a sí mismo. Así lo consideraba también la burguesía
rusa. No por casualidad el llamamiento dirigido a Kornílov por el
denominado congreso de “personalidades sociales”, convocado por el
millonario moscovita P. Riabushinski, presidente del Congreso de la
Unión Comercial-Industrial de toda Rusia, decía: “… En la terrible hora
de duras pruebas, toda la Rusia pensante (léase: burguesa-terrateniente.
A. N.) le mira con fe y esperanza”.
Kornílov,
designado comandante en jefe el 19 de julio, elaboró un verdadero
programa de “pacificación” de Rusia, como resultado de esfuerzos
conjuntos, que incluía medidas para “prohibir la política en el
ejército” (previendo la implantación de la pena de muerte y la creación
de campos de concentración para los desobedientes), así como para
aplastar el movimiento obrero.
Encuentro de Kerenski en la Estación de Moscú.
La
burguesía vinculaba el establecimiento de la dictadura militar con la
esperanza de liquidar a las fuerzas revolucionarias por vía armada,
“proteger a Rusia frente al peligro del bolchevismo que se aproximaba”.
Se planeaba realizar el golpe de Estado entre el 12 y el 14 de agosto,
días cuando sesionaría en Moscú la Asamblea de Estado. Al determinar el
lugar, la contrarrevolución partía de que, a primera vista, los
acontecimientos ocurridos en julio, en la capital, no habían encontrado
amplia repercusión en Moscú. Por ello, no esperaba encontrar una
seria actitud revolucionaria. Sin embargo, la realidad dispersó estas
esperanzas. La enorme labor organizativa de los bolcheviques entre las
masas y el fortalecimiento de su conciencia revolucionaria en el país
después de los acontecimientos de julio, hicieron que Moscú, así como
otros centros industriales, alcanzara a Petrogrado en un plazo corto y
ocupara uno de los primeros lugares en el movimiento revolucionario.
Bolcheviques lanzando octavillas en las calles de Moscú en los días cuando sesionaba la Asamblea de Estado.
En
la Asamblea de Estado, la contrarrevolución anunció abiertamente su
programa: abolir todos los Soviets, así como los comités en el ejército;
entregar las funciones administrativas, “usurpadas por los Soviets”, a
los organismos municipales; conducir la guerra “hasta la victoria final
en plena unión con nuestros aliados”; renunciar a cualesquiera
“reformas y experimentos sociales”; continuar la lucha enérgica contra
el Partido Bolchevique, declararlo fuera de la ley y efectuar
represiones en masa contra sus miembros. Este programa coincidía por
completo con la composición de la Asamblea de Estado.
Comunicado del periódico Noticias del Comité Ejecutivo Central y del Soviet de Diputados Obreros y Soldados de Petrogrado sobre la composición de la Asamblea de Estado, convocada en Moscú el 12 y 13 de agosto de 1917
15 de agosto de 1917
La
municipalidad de Moscú hizo el siguiente resumen aproximado sobre los
delegados, por grupos, que acudieron a la asamblea : 488 representantes
de las cuatro Dumas de Estado, 100 campesinos, 129 representantes de
los Soviets y comités ejecutivos de organizaciones sociales, 147 de las
ciudades, 18 de las uniones del zemstvo y urbana, 118 de los zemstvos,
150 de los círculos comercial-industriales y los bancos, 99 de las
organizaciones científicas, 83 de la intelectualidad trabajadora, 117
del ejército y la flota, 24 del clero y las organizaciones
eclesiásticas, 58 de las organizaciones nacionales, 90 de los comités
de abastos, 51 de las sociedades agropecuarias, 313 de las
cooperativas, 176 de los sindicatos, 33 de los comisarios
gubernamentales, 16 del departamento militar, 4 de las instituciones
estamentales, 15 de los miembros del Gobierno y representantes de los
ministros.
El 13 de agosto se agregaron
más de 100 miembros, incluidos el obispo Evlogi, el general Kornílov,
los ministros Skóbelev y Yurénev.
En total, fueron más de 2.500 delegados.
En
la tarde del 13 de agosto se determinó el número de oradores de los
distintos grupos, distribuidos sobre la base de un acuerdo entre sus
representantes. Como el número de ponentes era tan elevado, se decidió
prolongar la asamblea hasta el 15 de agosto. Durante dos días se
escucharon las declaraciones, celebrándose dos sesiones diarias.
El
Primer Ministro socialista, presente en la asamblea, juraba que el
Gobierno luchaba contra los bolcheviques “en la medida de sus fuerzas”.
Mientras tanto, los líderes conciliadores del Comité Ejecutivo Central
de los Soviets, que no se decidían a replicar contra el oscurantismo
abierto, afirmaban con timidez que al poder burgués le convenía
conservar por el momento a los Soviets, pues ellos, utilizando el
reconocimiento popular, apoyaban al Gobierno Provisional. El monárquico
Shulguín constataba con satisfacción: “Hace cinco meses,
despedazarían a todo el que se atreviera a decir algo contra la
revolución”. Ahora, añadió, ha cambiado su actitud.
Pero
Shulguín se equivocaba. Consideró como cambio de actitud la
capitulación de los líderes eseristas y mencheviques del Comité
Ejecutivo Central, sin tener en cuenta la verdadera posición de las
masas.
El 9 de agosto, en la reunión de
la directiva de 41 sindicatos de Moscú, celebrada junto con el Buró
Central de los Sindicatos, se escuchó el informe de I. I.
Skvortsov-Stepánov, representante del Comité moscovita de los
bolcheviques, se discutió la actitud ante la Asamblea de Estado en
Moscú y se decidió convocar el 12 de agosto una huelga de un día y
mítines de protesta.
El comité de huelga del sindicato de curtidores durante el paro en Moscú.
De
la resolución conjunta adoptada por el Buró Central de los Sindicatos y
representantes de la directiva de la Unión, sobre la convocatoria de
una huelga de protesta contra la Asamblea de Estado en Moscú
9 de agosto de 1917
…
En la reunión se ha considerado que el proletariado de Rusia, en primer
lugar los obreros moscovitas, debe organizar una campaña de protesta
contra la Asamblea de Moscú que celebrará el Gobierno Provisional. Para
este fin, es imprescindible organizar mítines multitudinarios de
protesta. Además, se ha considerado necesario realizar una huelga de un
día, que deberán sancionar los partidos políticos de los socialistas
revolucionarios y los socialdemócratas.
El día cuando se inauguró
la Asamblea de Estado, en Moscú y sus alrededores se declararon en
huelga cerca de 400.000 personas. Dejaron de circular los tranvías, se
cerraron restaurantes y cafeterías. La zona adyacente al Teatro Bolshói,
donde sesionaba la asamblea, estaba acorralada por un cerco triple de
soldados y cadetes. A pesar de las medidas, frente al edificio se
conglomeraron más de 10.000 personas en el momento de inaugurarse la
Asamblea.
Marineros de Kronstadt y Víborg que llegaron a Petrogrado el 29 de agosto de 1917 para combatir el motín de Kornílov.
El
12 de agosto se realizaron huelgas de un día, manifestaciones y mítines
de protesta en Gus-Jrustalni, Kostromá, Kiev, Tula, Nizhni Nóvgorod,
Samara y otras ciudades. En las fábricas de Petrogrado también se
celebraron mítines multitudinarios de protesta contra la Asamblea de
Estado. La reunión de los obreros del taller de turbinas de los
astilleros Putílov exigió la reelección del Comité Ejecutivo del Soviet
de Diputados Obreros y Soldados de Petrogrado, pues éste, sin
convocar la reunión general del Soviet, decidió asistir a la Asamblea de
Estado en Moscú.
La reunión general de la 2ª Compañía del
Batallón de Zapadores de la Fortaleza Naval Pedro el Grande exigió la
derogación inmediata de la pena de muerte, la excarcelación de los
revolucionarios, la dispersión de la Duma y el Consejo de Estado, la
detención de los líderes de los partidos de derecha, la más rápida
convocatoria de la Asamblea Constituyente. Los soldados protestaron
contra el cierre de los periódicos revolucionarios y la desarticulación
de las organizaciones sociales, así como contra la convocatoria de la
Asamblea de Estado en Moscú. Declararon que estaban dispuestos a
defender la revolución con las armas a la primera llamada del Comité
Ejecutivo del Soviet de Diputados Obreros y Militares de Réval. La
contrarrevolución también se preparaba.
El 12 de agosto, Kornílov
ordenó formar regimientos de infantería de reserva, integrados por
los caballeros de la Cruz de San Jorge, en Pskov, Minsk, Kiev y Odesa.
Precisamente a sus cruces blancas hacía alusión el periódico Utro Rossii cuando
afirmaba: “¿Quién otro se necesitará ahora tan imperantemente para
defender la causa, para trabajar en aras de salvar al ejército que
perece y, junto con él, a la patria, como no sean los héroes populares
militares, embellecidos con cruces blancas?”
Fraternización de los soldados de la “división salvaje” con los delegados del Comité Revolucionario de Petrogrado.
El
24 de agosto se celebró en Moguiliov un encuentro de V. N. Lvov,
miembro de la Duma, con el comandante en jefe. En nombre de Kerenski,
Lvov pidió a Kornílov que le comunicase su opinión respecto a la
formación de un amplio Gabinete “popular”. Kornílov le propuso continuar
esta conversación al día siguiente. A la pregunta de si las tropas
apoyarían al Gobierno Provisional en caso de que los bolcheviques
actuaran, Kornílov le aseguró que las tropas “cumplirán su deber” y
apoyarán a Kerenski. Al día siguiente, durante el segundo encuentro,
Kornílov declaró a Lvov que para salvar a la patria era indispensable
que le entregaran a él, a Kornílov, “el poder militar y civil”. El 26 de
agosto se transmitió al primer ministro el ultimátum de Kornílov. Al
mismo tiempo, se pusieron en movimiento las unidades con las que
Kornílov se proponía realizar el golpe de Estado.
Kerenski, que temía
perder el sillón de primer ministro y ser liquidado por las masas junto
con el general sedicioso, decidió declararle abiertamente la guerra a
Kornílov. En la sesión extraordinaria del Gobierno, celebrada por la
tarde, Kerenski declaró la ruptura con Kornílov y exigió para sí poderes
dictatoriales. Los ministros demócratas constitucionalistas, que
pensaban entrar en el próximo Gobierno de Kornílov, dimitieron. El 27
de agosto, tanto Kerenski como Kornílov se declararon, uno al otro,
enemigos del pueblo, empleando las mismas expresiones. Por orden del
comandante en jefe faccioso, avanzó hacia Petrogrado el 3º Cuerpo de
Caballería; hacia Tsárskoe Seló, la División de Caballería (“salvaje”)
del Cáucaso; hacia Gátchina, la 1ª División de Cosacos del Don del 3º
Cuerpo de Caballería.
Pero los contemporáneos llegaron a la conclusión, expresada por el periódico reaccionario Obschee Dielo, que, en rigor, no existía la “conspiración de Kornílov”, sino la fracasada “componenda de Kerenski con Kornílov”.
El pueblo, en nombre del cual actuaban y al que ellos apelaban, no apoyaba a ninguno.
El
peligro que pendía sobre la revolución conmovió a las masas populares,
encabezadas por el Partido Bolchevique. El llamamiento del partido a
los obreros y soldados de tomar en sus manos la defensa de la
revolución, encontró amplia repercusión. Los bolcheviques lograron que
la lucha contra Kornílov adquiriera no sólo un carácter popular, sino
que también desenmascarara por completo a Kerenski cómo korniloviano
oculto, que aplicaba el mismo programa contrarrevolucionario, aunque
con otros medios. El Comité Central del partido exhortó a los obreros y
soldados a demostrar que ellos eran más fuertes que cualquier intento
de la contrarrevolución burguesa de cambiar el curso de los
acontecimientos.
Del llamamiento A todos los trabajadores, obreros y soldados de Petrogrado, emitido
por el Comité Central y el Comité petrogradense del POSD(b)R, la
Organización Militar adjunta al CC del POSD(b)R, el Consejo Central de
Comités de Fábrica, el grupo bolchevique en el Soviet de Petrogrado y
en el Comité Ejecutivo Central de los Soviets de Diputados Obreros y
Soldados, exhortando a combatir la contrarrevolución
27 de agosto de 1917
… Población de Petrogrado:
¡La llamamos a combatir más resueltamente a la contrarrevolución! ¡Tras Petrogrado se encuentra toda la Rusia revolucionaria!
En
unión fraternal, forjada con la sangre derramada en las jornadas de
febrero, mostrar a los Kornílov que no serán ellos quienes aplasten a
la revolución, sino que la revolución aplastará y barrerá de la tierra
las intentonas de la contrarrevolución burguesa.
En
aras de los intereses de la revolución, en aras del poder del
proletariado y del campesinado en la Rusia libre y en todo el mundo,
¡recibir como una familia unida, en filas cohesionadas, tomados de la
mano y todos como uno, al enemigo del pueblo, al traidor de la
revolución, al asesino de la libertad!
Ustedes
han derrocado al zarismo: demuestren que no podrán soportar la
dominación de Kornílov, testaferro de los terratenientes y la
burguesía.
Bolcheviques,
organizadores de la lucha contra la korniloviada: Stanislav Kosior,
miembro del partido desde 1907; después de la Revolución de Febrero fue
miembro del comité del distrito Narvsko-Petergofski y del comité
petrogradense del partido; delegado al VI Congreso del partido. Serguéi
Kírov, miembro del partido desde 1904, participante en la revolución de
1905-1907; en los años de la guerra encabezaba la organización
bolchevique en la ciudad de Vladikavkaz (Cáucaso del Norte). Mijaíl
Frunze, miembro del partido desde 1904, uno de los dirigentes de los
obreros de Ivánovo-Voznesensk durante la revolución de 1905-1907; dos
veces fue condenado a muerte; pasó varios años en cárceles, en trabajos
forzados y en el destierro. Después de la Revolución de Febrero, realizó
trabajo partidario en Minsk (Bielorrusia) y en agosto fue designado
jefe del Estado Mayor de las tropas revolucionarias de la región de
Minsk; encabezó la lucha contra la korniloviada en el Frente Occidental.
En la reunión extraordinaria del Comité petrogradense del partido,
presidida por S. Kosior, en la que presentó el informe A. Búbnov, se
trazaron las medidas concretas para movilizar a las masas. A este
trabajo se incorporó la Organización Militar adjunta al CC del
POSD(b) Y. Sverdlov, secretario del Comité Central, se reunió con
representantes de las células bolcheviques en los regimientos de
reserva de la capital. Petrogrado concedió hasta 60.000 guardias rojos,
soldados y marineros para defender la revolución. En los frentes los
kornilovianos también recibieron una réplica resuelta. Los comités de
ejército establecían su control en los estados mayores, formaban
destacamentos mixtos para combatir el motín. En este sentido es
interesante recordar las acciones decisivas del Comité Militar
Revolucionario y el Estado Mayor .de las tropas revolucionarias de la
zona de Minsk, dirigidos por M. Frunze, quienes aislaron a las fuerzas
de choque de la contrarrevolución, enviadas por el Cuartel General
contra la capital.
Desarme de tropas del general Kornílov.
La conspiración korniloviana fracasó por completo antes de que sonara el primer disparo. En realidad, sonó uno: se suicidó el general Krimov, a quien Kornílov había puesto al mando de los destacamentos que marchaban contra Petrogrado. Con este disparo confirmó su impotencia el “hombre de hierro”, uno de los principales participantes en la intentona palaciega en los días anteriores a febrero, quien en las jornadas de febrero prometía “despejar Petrogrado en dos días”, participante activo en los complots contrarrevolucionarios clandestinos.
Unos cuantos días de lucha contra los kornilovianos aceleraron de forma considerable la educación política de amplios sectores populares.
Notas:
[1] Siendo en 1906-1915 Ministro de Justicia I. Scheglovitov se ganó la fama por su burda injerencia en los procesos judiciales después de ser aplastada la primera revolución rusa. Al régimen de presión abierta sobre las investigaciones comenzaron a llamarle “scheglovitiano”.
[2] Los monárquicos se preparaban activamente para liberar a la familia real. En la primavera de 1918, después de triunfar la Gran Revolución Socialista de Octubre, el Comité Ejecutivo Central de toda Rusia acordó trasladar a los Románov a la ciudad de Ekaterinburgo, bajo la custodia de los obreros uralenses. En la noche del 17 de julio, cuando los guardias blancos se encontraban en las puertas de la ciudad, el Soviet de la región de los Urales acordó fusilar a los Románov. El Presidium del Comité Ejecutivo Central de toda Rusia aprobó la decisión el 18 de julio.
15 comentarios:
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