12 de junio de 2016

Cuando los fantasmas sustituyen a los hechos

Por Iroel Sánchez Espinosa, en su blog "La pupila insomne". 


Cuando en 2015 Washington adaptó a su nueva política hacia Cuba, la lista unilateral que cada año emite el Departamento de Estado sobre países “patrocinadores del terrorismo” hizo evidente las motivaciones con las que se elabora esa relación. Hasta un  medio de comunicación como el diario español El País, nada cercano al gobierno cubano, lo reconoció diciendo entonces que “lo cierto es que Cuba ha permanecido en esta lista más por cuestiones políticas que por un riesgo evidente para la seguridad de EEUU o el mundo” (las negritas son de El País).

Un año después, el State Department, vuelve a emitir su lista y aunque ya Cuba no aparece en ella, el Country Reports on Terrorism continúa siendo para muchos un instrumento de Washington contra gobiernos adversarios como Siria e Irán, mientras él mismo y aliados como Israel no han descontinuado la práctica del terrorismo de estado ni han renunciado a entrenar y financiar organizaciones que utilizan métodos terroristas.

Luego de que cuatro científicos iraníes vinculados al programa nuclear pacífico de se país  fueran asesinados en atentados terroristas, Masud Ali Mohamadi (enero de 2010), Mayid Shahriari (noviembre de 2010), Dariush Rezaineyad (julio de 2011) y Mostafa Ahmadi Roshan (11 de enero de 2012),  el ministro de asuntos militares de Israel, Moshe Yaalon, reconocería implícitamente la responsabilidad del gobierno israelí en esos asesinatos con bomba en una entrevista al semanario alemán Der Speigel:

Yaloon: “…está muy claro, de una manera u otra (…) el programa nuclear iraní tiene que ser frenado”
Periodista: ¿Así que vamos a ver más muertes de científicos nucleares iraníes o ataques ataques de software malicioso o comprometedoras redes de ordenadores iraníes?
Yaloon: Debemos estar preparados para defendernos. No soy responsable de las vidas de los científicos iraníes

¿Apareció esta acción de Israel en el Country Reports on Terrorism? Ni pensarlo, las palabras de Yaloon se parecen demasiado a la respuesta de Obama cuando le preguntaron en Argentina  si haría alguna autocrítica “sobre el papel de los Estados Unidos durante las dictaduras que padeció la región”, en referencia a las décadas de terrorismo de estado patrocinado desde Washington que costaron a los pueblos latinoamericanos decenas de miles de muertes y desapariciones:

“Es verdad que en los ‘70 el reconocimiento de los derechos humanos, cómo encaramos la política exterior y cómo encaramos la diplomacia, fue tan importante como la pelea contra el comunismo”.

Por otra parte, la confesión de Hillary Clinton a la revista The Atlantic,“Financiamos mal a los rebeldes sirios y surgió el Estado Islámico”, es la de un Doctor Frankeinstein que reconoce cómo su monstruosa creación se le escapó de las manos y merecería que el gobierno norteamericano encabezara sus propios informes sobre patrocinadores del terrorismo pero es precisamente la víctima, Siria, y no el victimario, Estados Unidos, quien está en ese listado.

La Señora Clinton, que es ya la segura candidata a disputar la presidencia de EEUU por el Partido Demócrata, tiene además  el mérito de haberse divertido en cámara con la ejecución extrajudicial del ex gobernate libio Muamar el Gadafi cuando en una entrevista con la cadena de noticias CBS conoció que este había sido asesinado.


"La cara de un ser criminal, no pertenece a la especie humana"

“Fuimos, vimos, murió”, afirmó , entre risas, la entonces Secretaria de Estado del Presidente Barack Obama quien acababa de regresar de Trípoli  tras reunirse con los dirigentes del antigubernamental Consejo Nacional de Transición de Libia (CNT). Después, se desató un caos que llega hasta hoy  y ha convertido el Mar Mediterráneo en un cementerio para miles de personas que huyen de la guerra y la barbarie terrorista en el Norte de África pero a juzgar por los reportes del State Department ese desastre criminal no tuvo patrocinadores.

Europa, que recibe también la ola migratoria de quienes huyen por tierra de la guerra en Siria, y ha acompañado a Washington en sus guerras mediorientales se ha vuelto escenario para los atentados del Estado Islámico que cobra vidas inocentes y alienta el ascenso de la ultraderecha xenófoba. 

En consecuencia, tanto allí como en la principal potencia económica  militar del planeta, crecen las barreras fronterizas, la vigilancia masiva ilegal, el negocio de las empresas de seguridad y los discursos extremistas de demagogos como Donal Trump en Estados Unidos, Jean Marie Le Pen en Francia o Norbert Hofer en Austria; ellos como George W. Bush, Dick Cheney, o Donald Rumsfeld -iniciadores, culpables y grandes beneficiarios económicos en esta historia- nunca aparecerán en el listado de patrocinadores del terrorismo del State Department, donde “más por cuestiones políticas que por un riesgo evidente para la seguridad de EEUU o el mundo” -gobierne quien gobierne- los fantasmas suelen sustituir a los hechos.

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