4 de marzo de 2012

La Coubre en el recuerdo


Vapor la Coubre después del sabotaje

Por Eduardo. Extraído de La Joven Cuba.

Desde hace algunos días, mi amigo Tatu, cada vez que se acerca alguna fecha de recordación Patria me solicita un post. Quizás por aquello de que he vivido el doble del tiempo que la mayoría de ellos, y que a pesar de mi condición de ingeniero, he dedicado mucho tiempo al estudio de la historia. Y tal es el caso que a primera hora de la mañana me sugirió realizar un breve recuento de uno de los primeros y más brutales actos de terrorismo realizados contra el pueblo cubano, la voladura en el puerto de la Habana, del vapor francés la Coubre.

A las pocas horas de llegar Fidel a la Habana, se personó en el entonces Palacio Presidencial, el agregado militar de la Embajada de EEUU, y solicitó una audiencia. Al recibirlo Fidel le preguntó acerca del motivo de su visita, a lo que el yanqui respondió, – Comandante, el Gobierno de mi país, me ha comisionado para que en esta nueva etapa, nos pongamos de acuerdo acerca de cómo debemos abordar la asesoría militar a su gobierno. Cuentan testigos presenciales, que Fidel mordiscando su tabaco le respondió, – Mire señor, al ejército que ustedes asesoraban, acaba de ser derrotado por el nuestro. Y agregó señalándole la salida, – Así que ustedes no tienen nada que enseñarnos. Según los historiadores, ese fue el primer encontronazo registrado históricamente entre el comandante en Jefe y el Gobierno Yanqui.

Ahora bien, la Dirección de la Revolución sabía, que todos los esfuerzos dirigidos a garantizar el cumplimiento del programa contenido en “La Historia me Absolverá”, conduciría a un enfrentamiento directo con la oligarquía criolla, y afectaría seriamente los intereses norteamericanos en la isla. Si hasta pocas horas antes de su precipitada huída, el gobierno norteamericano, había apoyado con suministro militar abundante a la dictadura de Batista, con el triunfo de la Revolución, usando el pretexto de los Juicios Revolucionarios, y la aplicación de la justicia popular a los esbirros de la dictadura, cortó de plano la posibilidad de compra de suministros bélicos en territorio norteamericano al entonces incipiente Gobierno Revolucionario.

La necesidad de defender el territorio cubano, en los días iniciales de 1959, no partía solamente del hecho de que una agresión a la soberanía cubana proviniese de un ataque directo del Ejército de los EEUU. En el mes de Agosto de 1959, fue derrotada la llamada “conspiración trujillista”, que se proponía invadir nuestro territorio con fuerzas mercenarias reclutadas y organizadas por el tirano dominicano Rafael Leónidas Trujillo.

La posibilidad real, de que Cuba recibiera una agresión armada directa, desde el exterior y la necesidad de armar al pueblo revolucionario, agrupados en las Milicias trajo consigo que la Dirección de la Revolución comenzara a realizar gestiones para la adquisición en el exterior para la compra de armas y municiones.

A pesar de que aún no se habían roto las relaciones diplomáticas con Cuba, y que engendros jurídicos como el Bloqueo, no habían aparecido todavía; el Gobierno de Estados Unidos, torpedeó sistemáticamente las negociaciones cubanas para la adquisición de armas en los países de Europa Occidental, signatarios casi todos, de la Organización del Tratado del Atlántico Norte, y supeditados en política exterior a los designios de Washington. Téngase en cuenta, que en aquel momento histórico, los contactos entre el Gobierno Revolucionario Cubano, y la URSS, eran prácticamente inexistentes, por tanto, la política de tratar de destruir la capacidad defensiva de la Revolución Cubana, comenzó, cuando ni siquiera el primer soviético había posado sus plantas en la Habana.

Uno de los casos más significativos fue el boicot norteamericano, a la gestión de los diplomáticos cubanos en el Reino Unido, de adquirir piezas de repuesto para los anticuados Sea Fury de las Fuerzas Aéreas Revolucionarias, y la posible sustitución de sus aviones de combate por otros más modernos. No obstante, por mucho que se esforzaron el cónsul y otros diplomáticos yanquis en presionar al Ministerio de Relaciones Exteriores de Bélgica, se firmó un importante contrato que permitió la compra en ese país, de los modernos Fusiles FAL, superiores en aquel entonces a todos los que empleaba la infantería norteamericana. Cumpliendo ese contrato, en octubre de 1959, partió hacia la Habana un envío de armas, embarcado en el vapor francés La Coubre.

El 4 de marzo de 1960, después de la llegada del barco a la Habana, los obreros portuarios se dedicaban a la descarga. Muchos de ellos, pertenecientes a los diversos juegos Abakuá de Jesús María, Belén, Cayo Hueso, Atarés, y otros barrios humildes de la Habana, habían hecho el pacto de silencio ñáñigo de que “Lo que usted vea aquí, lo que usted haga aquí, lo que usted oiga aquí, cuando usted se vaya de aquí, déjelo que se quede aquí”. Para esos hombres, la indiscreción en cuanto a lo que se descargaba de ese barco, no solo era una traición a sus sagrados preceptos de religión, era sobre todo traición a la Patria, y un verdadero Abakuá, no traiciona, su condición de hombre, ni traiciona la tierra donde nació.

En horas de la mañana se descargaron del buque los “Rompetroncos”, los FAL, que después batieron el cobre en la Limpia del Escambray y en las arenas de Playa Girón. Quedaban por descargar 44 toneladas de granadas y 31 de municiones. Alrededor de las 3:10 p.m., una explosión sacudió el puerto. Destrozó la popa del barco, y arrancó de cuajo los techos de los almacenes.

Cuando soldados rebeldes, policías, bomberos, y el pueblo en general, acudieron a prestar ayuda, una segunda explosión se ensañó con aquellos que, en desafío al peligro arriesgaban su vida por salvar a sus hermanos. Según se ha sabido posteriormente, la segunda explosión contaba, que de acuerdo a la costumbre del Comandante en Jefe de afrontar los peligros en primera línea, al personarse este u otros altos dirigentes del Gobierno Revolucionario, el fogonazo salvaje acabara con sus vidas. El saldo doloroso resultó en, un centenar de muertos, que incluyeron 34 desaparecidos, y aproximadamente 400 heridos o lesionados. Alguno de esos heridos, quedaron incapacitados de por vida. Dentro de la tragedia, decenas de mujeres cubanas quedaron viudas y más de 80 niños, perdieron sus padres.

Al momento de la explosión el Che, quien trabajaba en el edificio del Instituto Nacional de Reforma Agraria, al sentir la detonación y apreciar las columnas de humo y polvo ascendiendo sobre el cielo habanero, acudió de inmediato hasta el lugar del atentado terrorista. Pasó las horas siguientes, prestando atención médica a los heridos. De manera rápida se personaron también en el lugar de los hechos nuestro Comandante en Jefe Fidel Castro, Raúl Castro, Juan Almeida, Ramiro Valdés y Efigenio Ameijeiras, el entonces presidente Osvaldo Dorticós, entre otros dirigentes revolucionarios.

Todo parece indicar, de acuerdo a las investigaciones realizadas por los entonces incipientes órganos de la Seguridad del Estado, que el salvaje ataque terrorista estuvo organizado por la CIA, quien puso al mando, del macabro plan a su oficial de operaciones encubiertas, William Alexander Morgan. Durante la investigación, se identificó que la explosión inicial tuvo lugar en el interior del compartimiento superior de la bodega número 6, donde se descargaban las cajas de granadas. Se demostró asimismo que el lanzamiento en caída libre de una caja de granadas desde alturas considerables, no provocaba la explosión de las mismas. Se llegaron a efectuar lanzamientos de los embalajes de granadas desde una aeronave en vuelo, sin que esto provocara el más mínimo accidente. Quedaba descartada de esa forma la hipótesis de un error por mala manipulación de las cajas de granadas. Se trataba de un alevoso plan, un sabotaje criminal preparado fuera de Cuba.

El hecho histórico, adquirió al día siguiente una relevancia adicional para la historia cubana. El Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz en el sepelio de las víctimas, pronunció por primera vez nuestra inmortal consigna de ¡Patria o Muerte! En este acto además, fue tomada por el fotógrafo Alberto Korda la célebre foto al Comandante Che Guevara que ha recorrido el mundo.

A pesar de los grandes destrozos que el sabotaje le causara, el vapor La Coubre, fue conducido a un dique seco, para ser reparado. Regresó a servicio activo con la compañía francesa Compagnie Générale Transatlantique hasta 1972, cuando fue vendido a una compañía naviera en Chipre siendo rebautizado Barbara. El dossier completo de la investigación de la armadora francesa CGT, sobre el atentado terrorista al vapor La Coubre, se encuentra clasificado como secreto absoluto, en la caja fuerte de una fundación marítima francesa, con prohibición de comunicar, fijada en 150 años, por los servicios jurídicos de los últimos dueños del buque.

Es difícil resumir en apenas tres páginas todo el dolor y la tragedia que se encierran en este hecho doloroso de la historia de Cuba, solo comparable por su criminalidad con la voladura del avión de Cubana, por Posada Carriles y sus secuaces en Barbados. Pero decía el Apóstol que “honrar, honra”, y con estas breves líneas pretendemos que el recuerdo de nuestros hermanos a quienes se les arrancó la existencia de manera brutal, no quede en el olvido. Tampoco deben quedar en el olvido la memoria de los marineros franceses que perecieron en el atentado. Para aquellos humildes portuarios abakuá, que con su sangre regaron el camino por el que hoy transitamos, y el resto de los compatriotas sacrificados en esa tarde luctuosa, lleguen las palabras del Maestro:

“Del semillero de las tumbas levántase impalpable, como los vahos del amanecer, la virtud inmortal, orea la tierra tímida, azota los rostros viles, empapa el aire, entra triunfante en los corazones de los vivos: la muerte da jefes, la muerte da lecciones y ejemplos, la muerte nos lleva el dedo por sobre el libro de la vida: ¡así, de esos enlaces continuos invisibles, se va tejiendo el alma de la patria!”

El Guerrillero Heroico. Foto original de Korda, tomada en el entierro de las víctimas de la Coubre

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