Por Pablo Rovetta
El próximo 1 de Julio se cumplen cien años de la fundación del Partido Comunista de China.
Es algo indiscutible, y reconocido de forma general, que la China de hoy es una de las principales potencias económicas, comerciales, industriales y científicas del mundo, y va camino de convertirse en la número uno en todos esos campos, y muchos más. Nadie lo niega, independientemente de su posición política, y los principales organismos internacionales lo corroboran.
Pero
independientemente de las frías cifras económicas –que en muchos casos
no reflejan la realidad social de un país- hay aspectos muy importantes
que cualquier visitante de China, o quien haya estado en el país años
atrás y hoy regrese a él, podrá comprobar con facilidad. Y me estoy
refiriendo al espectacular incremento del nivel de vida de su población,
a la transformación industrial y tecnológica que está llegando hasta
los últimos rincones del país, y a una red de modernas infraestructuras
que han contribuido y lo siguen haciendo, a ese desarrollo económico y a
la mejora en la calidad de vida de los habitantes del país más poblado
del mundo.
Y en el fondo, todos esos logros de la República Popular, son en definitiva logros del Partido Comunista de China.
Esta
debería ser una conclusión sencilla y lógica; pero muchas veces, a
algunos “se les olvida” y no lo mencionan. Es más, cuando una parte de
la prensa internacional habla de esos éxitos no menciona al Partido
Comunista; sin embargo, al criticar algún aspecto del país, entonces sí
hablan despectivamente de “las autoridades chinas” o “las autoridades
comunistas”
Si
China ha tenido ese gran desarrollo y ha obtenido todos esos logros
habría que recordar que esto se ha debido y se debe a que es el Partido
Comunista quien está al frente de la vida política y económica del país.
Estas no son opiniones, sino que son hechos.
Estas no son opiniones, sino que son hechos.
Y
también es un hecho que esta China que estamos viendo hoy es
consecuencia directa de una revolución emprendida por el Partido
Comunista desde su fundación un siglo atrás, revolución que llevó a la
fundación de la República Popular China el 1 de Octubre de 1949. Este
acontecimiento puso fin a más de un siglo de humillaciones, agresiones y
desprecios por parte de potencias extranjeras que la llamaban
despectivamente “el enfermo de Asia”, y de guerras civiles en un
territorio que se disputaban los “señores de la guerra” para desgracia
de su empobrecida población.
No todo han sido éxitos en este largo recorrido de un siglo, durante el cual el Partido Comunista ha pasado por muchas dificultades y ha cometido errores –algunos de ellos reconocidos de forma pública por el mismo Partido-. Sin embargo, el balance general es el país que estamos viendo hoy: un Estado fuerte, un territorio donde ya no quedan colonias extranjeras, una población que ya no vive en la pobreza extrema y que tiene cada vez mayores posibilidades para mejorar su calidad de vida y desarrollarse personal y profesionalmente.
Ni durante la revolución, ni en las primeras décadas desde el establecimiento de la República Popular, ni tras el comienzo del período de reformas después de 1978, el Partido Comunista tuvo un “modelo” a seguir que se adaptara exitosamente a la situación práctica (histórica, cultural, geográfica, demográfica, económica, y un largo etc.) de su país. Por eso, tuvo que ir buscando su propio camino –muchas veces después de haber pagado un alto precio por los errores cometidos-, y ese fue el de combinar los principios básicos del marxismo a la realidad concreta de China. Ya lo planteó Mao Zedong en la fase de la revolución al lanzar la consigna de “rodear las ciudades con el campo” y es lo que los dirigentes del país llaman desde hace tiempo “el socialismo con características chinas”.
Desde que llegué a China en el año 1975 no he dejado de escuchar los pronósticos más pesimistas sobre la República Popular, en muchos casos refiriéndose al posible estallido de guerras civiles o incluso a la desintegración del país.
Sólo por poner unos pocos ejemplos, lo vi en 1976 tras la muerte de Mao, entre 1989 y 1991 después de la desintegración del llamado bloque socialista de Europa del Este y de la URSS, o cuando la crisis financiera originada en el sudeste asiático en 1997.
También leí y escuché los pronósticos más pesimistas cuando la crisis del SARS estalló en el 2002 y más recientemente con la pandemia del COVID.
Es muy frecuente que después de cada cifra positiva que las autoridades anuncian sobre la economía china, parte de los analistas y de la prensa internacional pongan un “pero”. Las exportaciones han crecido, “pero…”; el PIB se ha incrementado, “pero…”. A veces la gente se olvida que estamos hablando del país más poblado de la tierra y que gestionarlo bien, hacer que “funcione” no es una tarea fácil. Y sino, veamos cuál es la situación en aquellos países que demográficamente pueden ser parecidos a China.
Se van a cumplir cien años desde la fundación del Partido Comunista, y ya han pasado más de setenta desde la fundación de la República Popular y, a pesar de todas las dificultades, de los defectos que se puedan encontrar, la realidad es que China está más fuerte que nunca y que su desarrollo es imparable.
A medida que China ha ido desarrollándose y fortaleciéndose, han ido creciendo las críticas y actitudes negativas y contrarias hacia el país asiático, por parte de algunos gobiernos y medios de prensa occidentales. Muchas de esas críticas que se hacen ahora son sobre aspectos que ya existían en el país en las últimas más de cuatro décadas, por acotar el tiempo al período que comienza en la etapa de las reformas y apertura al exterior. En este largo período de tiempo, y al igual que ahora, el país estaba gobernado también por el Partido Comunista, pero esos que ahora la critican no decían nada entonces ya que podían aprovecharse de los beneficios y oportunidades económicas que les ofrecía ese gigantesco mercado. En esos años China “no era mala”.
No todo han sido éxitos en este largo recorrido de un siglo, durante el cual el Partido Comunista ha pasado por muchas dificultades y ha cometido errores –algunos de ellos reconocidos de forma pública por el mismo Partido-. Sin embargo, el balance general es el país que estamos viendo hoy: un Estado fuerte, un territorio donde ya no quedan colonias extranjeras, una población que ya no vive en la pobreza extrema y que tiene cada vez mayores posibilidades para mejorar su calidad de vida y desarrollarse personal y profesionalmente.
Ni durante la revolución, ni en las primeras décadas desde el establecimiento de la República Popular, ni tras el comienzo del período de reformas después de 1978, el Partido Comunista tuvo un “modelo” a seguir que se adaptara exitosamente a la situación práctica (histórica, cultural, geográfica, demográfica, económica, y un largo etc.) de su país. Por eso, tuvo que ir buscando su propio camino –muchas veces después de haber pagado un alto precio por los errores cometidos-, y ese fue el de combinar los principios básicos del marxismo a la realidad concreta de China. Ya lo planteó Mao Zedong en la fase de la revolución al lanzar la consigna de “rodear las ciudades con el campo” y es lo que los dirigentes del país llaman desde hace tiempo “el socialismo con características chinas”.
Desde que llegué a China en el año 1975 no he dejado de escuchar los pronósticos más pesimistas sobre la República Popular, en muchos casos refiriéndose al posible estallido de guerras civiles o incluso a la desintegración del país.
Sólo por poner unos pocos ejemplos, lo vi en 1976 tras la muerte de Mao, entre 1989 y 1991 después de la desintegración del llamado bloque socialista de Europa del Este y de la URSS, o cuando la crisis financiera originada en el sudeste asiático en 1997.
También leí y escuché los pronósticos más pesimistas cuando la crisis del SARS estalló en el 2002 y más recientemente con la pandemia del COVID.
Es muy frecuente que después de cada cifra positiva que las autoridades anuncian sobre la economía china, parte de los analistas y de la prensa internacional pongan un “pero”. Las exportaciones han crecido, “pero…”; el PIB se ha incrementado, “pero…”. A veces la gente se olvida que estamos hablando del país más poblado de la tierra y que gestionarlo bien, hacer que “funcione” no es una tarea fácil. Y sino, veamos cuál es la situación en aquellos países que demográficamente pueden ser parecidos a China.
Se van a cumplir cien años desde la fundación del Partido Comunista, y ya han pasado más de setenta desde la fundación de la República Popular y, a pesar de todas las dificultades, de los defectos que se puedan encontrar, la realidad es que China está más fuerte que nunca y que su desarrollo es imparable.
A medida que China ha ido desarrollándose y fortaleciéndose, han ido creciendo las críticas y actitudes negativas y contrarias hacia el país asiático, por parte de algunos gobiernos y medios de prensa occidentales. Muchas de esas críticas que se hacen ahora son sobre aspectos que ya existían en el país en las últimas más de cuatro décadas, por acotar el tiempo al período que comienza en la etapa de las reformas y apertura al exterior. En este largo período de tiempo, y al igual que ahora, el país estaba gobernado también por el Partido Comunista, pero esos que ahora la critican no decían nada entonces ya que podían aprovecharse de los beneficios y oportunidades económicas que les ofrecía ese gigantesco mercado. En esos años China “no era mala”.
Por decirlo de una manera coloquial, China se convirtió
“en la mala de la película” cuando su capacidad económica, industrial y
científica, entre otros aspectos, la fueron convirtiendo en el país
poderoso que es hoy.
Muchas de las cosas que se critican ahora de China, o ante las cuales se lanzan llamados de alerta, son exactamente las mismas que décadas atrás aplicaban esos países para entrar en el mercado chino: ventajas financieras, apoyo a empresas -no sólo públicas sino también privadas- o el respaldo institucional a sus empresarios.
Se mencionan con frecuencia las frases “China contra el mundo” o “reacción contra China en la comunidad internacional”. Para empezar, los que las dicen tienen una visión muy limitada de lo que es “el mundo” o “la comunidad internacional”. Y además no se tiene en cuenta que, en la práctica, en muchas ocasiones es ese “mundo” el que está actuando contra China, alertando de “la amenaza” y “el peligro” de la República Popular.
Leyendo algunos artículos da la impresión de que antes de la llegada de Xi Jinping a la secretaria del Partido Comunista a finales del 2012, ese Partido no era el que estaba al frente del gobierno desde 1949. Y se pasa por alto que China y el mundo en los últimos diez años no son lo mismo que en la década de los ochenta o noventa del siglo pasado.
Muchas de las cosas que se critican ahora de China, o ante las cuales se lanzan llamados de alerta, son exactamente las mismas que décadas atrás aplicaban esos países para entrar en el mercado chino: ventajas financieras, apoyo a empresas -no sólo públicas sino también privadas- o el respaldo institucional a sus empresarios.
Se mencionan con frecuencia las frases “China contra el mundo” o “reacción contra China en la comunidad internacional”. Para empezar, los que las dicen tienen una visión muy limitada de lo que es “el mundo” o “la comunidad internacional”. Y además no se tiene en cuenta que, en la práctica, en muchas ocasiones es ese “mundo” el que está actuando contra China, alertando de “la amenaza” y “el peligro” de la República Popular.
Leyendo algunos artículos da la impresión de que antes de la llegada de Xi Jinping a la secretaria del Partido Comunista a finales del 2012, ese Partido no era el que estaba al frente del gobierno desde 1949. Y se pasa por alto que China y el mundo en los últimos diez años no son lo mismo que en la década de los ochenta o noventa del siglo pasado.
¿Podemos
comparar el mundo de entonces con el de los últimos diez años?
Sinceramente, creo que no. Y al igual que no se puede usar de forma
simple esta comparación cuando hablamos de China, tampoco la podemos
usar cuando hablamos de otros países.
En todo caso, aunque a algunos no les guste, habrá que acostumbrarse y adaptarse a un mundo multipolar, en el cual China ya juega y seguirá jugando un papel cada vez más importante.
En todo caso, aunque a algunos no les guste, habrá que acostumbrarse y adaptarse a un mundo multipolar, en el cual China ya juega y seguirá jugando un papel cada vez más importante.
Los
cien años del Partido Comunista darían para muchas reflexiones de todo
tipo (históricas, ideológicas, geopolíticas, económicas, culturales y un
largo etc.) pero para eso no sirven las sencillas entradas de esta
página.
Y por eso termino destacando que, como en el siglo pasado se decía “sin el Partido Comunista no existiría la nueva China”, hoy podemos decir que “sin el Partido Comunista no existiría la China próspera y fuerte de la actualidad”.
Y por eso termino destacando que, como en el siglo pasado se decía “sin el Partido Comunista no existiría la nueva China”, hoy podemos decir que “sin el Partido Comunista no existiría la China próspera y fuerte de la actualidad”.
Enlace:
https://baserrigorri.blogspot.com/2021/06/algunas-reflexiones-sobre-el-centenario.html
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