Justicia popular para
Mussolini, su amante y cómplices.
Por Arturo del Villar.
CONTINUÓ
el esperpento este 24 de octubre de 2019, con el traslado de tumba de la momia
que fue en vida dictadorísimo, de la pirámide faraónica que se hizo construir
para su eterna gloria a un mausoleo más sencillo. Hubo en Europa tres grandes
criminales enemigos del pueblo, con finales muy diferentes: Adolf Hitler,
Führer de Alemania, se suicidó en el búnker berlinés y su cadáver fue quemado el
30 de abril de 1945. Benito Mussolini, Duce de Italia, fue ejecutado por los partisanos
el 28 de abril de 1945, y su cadáver colgado de una gasolinera en Milán junto a
los de su amante y tres cómplices.
Francisco Franco, Caudillo de España,
protegido por los otros dos, implantó una dictadura personal durante 36 años en
los que estuvo firmando penas de muerte contra patriotas, y a su cadáver se le
han rendido los mayores honores póstumos por las autoridades civiles, militares
y eclesiásticas, con profusión de agua bendita y coronas de flores rojigualdas.
También ha sido muy distinta la suerte de
sus cómplices. Los de Hitler fueron juzgados en Nuremberg por tribunales de
Justicia designados por los aliados vencedores de la guerra, entre el 20 de
noviembre de 1945 y el 1 de octubre de 1946, con penas de muerte en la horca o
cárcel, y el nazismo quedó fuera de la Ley en la República Alemana. Los de
Mussolini fueron ejecutados por partisanos o encarcelados, se celebró un
plebiscito el 2 de junio de 1946 sobre la forma que debía tener el Estado, y al
triunfar la República abdicó y se exilió el rey Humberto II, porque la dinastía
de Saboya impulsó al Duce. Los de Franco siguieron en sus cargos, con la
proclamación del designado por él sucesor a título de rey para perpetuar su
régimen genocida contra el pueblo español, sin juzgar a nadie y sin permitir la
celebración de un plebiscito para decidir la forma de Estado preferida.
Sigue estando vivo
Hemos visto en los telediarios a centenares
de fascistas reunidos ante su nueva tumba, en un día laborable, mientras curas
fascistas rezaban misas por su alma maldita, entre banderas y símbolos
fascistas. Parecía una más de las concentraciones en la Plaza de Oriente en
apoyo de la dictadura. En algunas pancartas se leía “Franco vive”, y es cierto,
porque si su cuerpo está momificado su régimen perdura con un cambio de
nombres. Trasladan de sepulcro a la momia, pero no se rechazan sus
instrucciones gubernativas.
Ahora mismo hay una jauría mediática
ladrando desde radios y periódicos a favor del dictadorísimo y su régimen. No
sólo continúa actuando impunemente el partido que lideró, Falange Española,
sino que se permite la actividad de otros partidos fascistas, por ejemplo Vox,
que convoca a una manifestación autorizada el domingo próximo en Madrid. La
dictadura solamente permitió la existencia del partido falangista único y del
sindicato vertical único y de la religión catolicorromana única, que mantienen
sus prerrogativas. Los magistrados, jueces, fiscales, carceleros, mandos militares,
guardias civiles, jerarcas eclesiásticos y demás enemigos del pueblo no fueron
juzgados como cómplices del dictadorísimo, porque habría que empezar por
hacerlo con el designado por él sucesor a título de rey después de jurarle lealtad
a su persona y fidelidad a sus leyes el 23 de julio de 1969, y por asombroso
que parezca es la primera vez que un Borbón ha cumplido un juramento y se lo
hace cumplir a su sucesor a título de espermatozoide.
El régimen actual, heredero del dictatorial,
permite que se organicen manifestaciones de exaltación fascista, que se rindan
homenajes a notorios fascistas, que estén autorizadas organizaciones
eminentemente fascistas y de exaltación de la rebelión fascista, que en las
calles existan monumentos a la gloria de los fascistas destacados, que las
calles continúen llevando sus nombres o los de acontecimientos fascistas, que
el Vaticano declare beatos o santos a los que llama “mártires de la Cruzada”
con asistencia de ministros en la ceremonia, que los curas prediquen contra las
leyes aprobadas por el Parlamento cuando no les gustan, que en las escuelas
públicas existan símbolos religiosos lo mismo que durante la dictadura fascista
y se enseñen teorías fascistas, que los libros de texto aprobados por el
Ministerio adulteren la historia sobre el sistema fascista y su heredero
actual, y tantísimos otros motivos que demuestran cómo el dictadorísimo estuvo
acertado en su mensaje de fin del año 1969, al anunciar que “Todo ha quedado
atado y bien atado”. Es la única vez en su vida que no mintió.
Estamos en plena transición
Los revisionistas del pasado nos dicen que
la guerra organizada por los militares monárquicos sublevados contra la
República está superada, y que se ha hecho una transición modélica desde la
dictadura al régimen monárquico dictatorial impuesto por la voluntad omnímoda
del dictadorísimo. Ayer mismo se lo contó su majestad el rey católico nuestro
señor Felipe VI, heredero de la monarquía fascista, al presidente de la
República de Corea del Sur, al asegurarle que los dos países han superado una
transición de la dictadura a la democracia. No hay democracia en esa colonia de
los Estados Unidos, ni en este reino instaurado por el dictadorísimo.
La verdad es que aquí nos hallamos ahora en
plena transición, en el paso de la dictadura fascista y su sucesora la
monarquía fascista hacia la recuperación de la legalidad constitucional rota
con la sublevación de los militares monárquicos. Las Cortes Constituyentes de la
República, legal y legítimamente estatuidas, aprobaron el 20 de noviembre de
1931 un dictamen que consideraba culpable de alta traición al exrey Alfonso de
Borbón, y en consecuencia le declaraba fuera de la Ley, degradado de todas sus
dignidades, derechos y títulos, sin que pudiera reivindicarlos jamás ni para él
ni para sus sucesores, y asimismo ordenaba que el Estado se incautase de todos sus
bienes, derechos y acciones que se encontrasen en territorio nacional, disponiendo
el uso conveniente que se les debiera dar.
Esta sentencia fue publicada en la Gaceta de Madrid el 28 de noviembre de
1931, página 1250; quedó fijada en todos los ayuntamientos españoles, y remitida a la Sociedad de Naciones. No ha
sido legalmente derogada, porque no es aceptable tomar en cuenta un decreto de
anulación firmado el 15 de diciembre de 1938 por el general rebelde convertido
en dictadorísimo por sus cómplices de traición a la República, al Ejército y a
su palabra. En consecuencia los borbones están incapacitados legalmente para reinar,
y no es válida la instauración dinástica propuesta por el dictadorísimo a su
caricatura de Cortes, puesto que él estaba fuera de la Ley.
No se deben tolerar las manifestaciones
fascistas, ni en las calles ni en los medios de comunicación. Debemos aspirar a
recuperar la legalidad suprimida, que es la republicana, y por eso tenemos que
defendernos contra quienes se empeñan en perpetuar el fascismo. Estuvo acertado
Saint—Just al proclamar: Pas de liberté
pour les enemis de la liberté! La libertad que les concedamos la utilizarán
para mantenernos privados de libertad a quienes rechazamos el fascismo, como se
hace en todos los países democráticos. La dinastía instaurada por el
dictadorísimo no es democrática, sino fascista, y por eso los fascistas dominan
el reino. Hoy lo han demostrado.
ARTURO DEL VILLAR
PRESIDENTE DEL COLECTIVO REPUBLICANO TERCER MILENIO
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