Por Un Vallecano en Rumanía.
Sin embargo, cuando le dejamos frente al muro, su actitud fue sorprendentemente digna. En voz alta, gritó "Viva la República Socialista de Rumania y la independencia! !Muerte a los traidores! !La historia nos vengará!", después de lo cual comenzó a cantar un fragmento de "La Internacional".
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| Imágenes de la ejecución sumarísima de los Ceausescu | 
A pesar de que no se puede olvidar la responsabilidad del propio 
Ceausescu durante su gobierno, pues era el máximo responsable del 
Partido Comunista de Rumania, en la restauración del capitalismo con 
este golpe de estado contra la clase trabajadora rumana, tras de un 
proceso de reformismo y abandono de los principios marxistas a partir 
del XX Congreso de la URSS y la sustitución de la República Popular 
Rumana por la República Socialista Rumana en 1965 ("la república de todo
 el pueblo", según su propia definición constitucional, aparcándose ya 
la lucha de clases o la dictadura del proletariado), lo cierto es que en
 sus últimos años destacó frente a líderes de otros paises por oponerse 
con determinación a las reformas impuestas desde Moscú; hay que 
subrayar, por ejemplo, la decisión de reparar el error de endeudarse con
 el FMI en los años 80, devolviéndose la deuda en los últimos años del 
socialismo rumano a marchas forzadas, lo que hizo que los rumanos 
tuvieran que apretarse el cinturón, aunque en ningún caso se pudiera 
hablar de pobreza, hambre o desempleo, algo que es habitual, sin 
embargo, en todo régimen capitalista (tal y como pueden comprobar hoy en
 sus propias carnes los rumanos después de 28 años de dictadura del 
capital).
La necesidad de eliminar por la vía rápida a los Ceausescu surgió de esa
 "cabezonería" del presidente rumano en defender el socialismo (por muy 
desviado que estuviera del marxismo-leninismo o sui generis que 
este fuera) frente a los que intentaban, como en Rusia, restaurarlo con 
la complicidad del propio Partido Comunista; la élite del PCR, que ya 
vivía desde los años 60 una vida privilegiada, aunque ceñida con el 
corsé de la economía y legislación socialista, estaba encantada con la 
idea de romper las limitaciones y poder enriquecerse sin obstáculo 
alguno, así que veían al líder rumano como una piedra en el camino; una 
piedra demasiado grande, pues el pueblo rumano, o al menos gran parte de
 él, los trabajadores, le hubieran apoyado si este hubiera aparecido 
ante ellos como defensor del socialismo y negándose a aceptar los 
cambios impuestos por el imperialismo, Rusia y la élite del partido 
rumano.
El testimonio de los soldados que cumplieron las ordenes de ejecutar a los Ceausescu deja claro que, en ningún momento, el presidente rumano perdió la dignidad ni abandonó sus principios:
"Nuestro camino hacia el paredón hizo que ellos (Nicolae y Elena Ceausescu) perdieran a veces las fuerzas, en tramos fueron llevados en volandas por mis compañeros. En un principio, ellos creían que les llevábamos al helicóptero, hasta que han comprendido la situación. Entonces vi a Nicolae Ceausescu como un hombre, no como al presidente, y sus ojos estaban humedecidos por las lágrimas. Sin embargo, cuando le dejamos frente al muro, su actitud fue sorprendentemente digna. En voz alta, gritó "Viva la República Socialista de Rumania y la independencia! !Muerte a los traidores! !La historia nos vengará!", después de lo cual comenzó a cantar un fragmento de "La Internacional".
En el anterior testimonio, Dorin Cârlan, soldado del pelotón de ejecución, cuenta también como la ejecución fue sin contemplaciones, prácticamente a bocajarro, y que el capitán Boierul Ionel y el sargento mayor Gheorghiu Octavian dispararon sin aviso previo, a una distancia de un metro, un metro y medio, y el resto de los soldados les siguieron: "No me di cuenta, pero en los pantalones y en las botas tenía al terminar huellas de huesos y sangre".
El testimonio de los soldados que cumplieron las ordenes de ejecutar a los Ceausescu deja claro que, en ningún momento, el presidente rumano perdió la dignidad ni abandonó sus principios:
"Nuestro camino hacia el paredón hizo que ellos (Nicolae y Elena Ceausescu) perdieran a veces las fuerzas, en tramos fueron llevados en volandas por mis compañeros. En un principio, ellos creían que les llevábamos al helicóptero, hasta que han comprendido la situación. Entonces vi a Nicolae Ceausescu como un hombre, no como al presidente, y sus ojos estaban humedecidos por las lágrimas. Sin embargo, cuando le dejamos frente al muro, su actitud fue sorprendentemente digna. En voz alta, gritó "Viva la República Socialista de Rumania y la independencia! !Muerte a los traidores! !La historia nos vengará!", después de lo cual comenzó a cantar un fragmento de "La Internacional".
En el anterior testimonio, Dorin Cârlan, soldado del pelotón de ejecución, cuenta también como la ejecución fue sin contemplaciones, prácticamente a bocajarro, y que el capitán Boierul Ionel y el sargento mayor Gheorghiu Octavian dispararon sin aviso previo, a una distancia de un metro, un metro y medio, y el resto de los soldados les siguieron: "No me di cuenta, pero en los pantalones y en las botas tenía al terminar huellas de huesos y sangre".
Previamente, antes de la ejecución, durante la farsa de juicio que se les preparó a los Ceausescu en la Base Militar de Tirgoviste, el que hizo de fiscal preguntó a Nicolae Ceausescu: "Debería decirnos por qué no responde a nuestras preguntas. ¿Qué le impide hacerlo?". Y Ceausescu respondió, con total claridad: "Responderé
 a cualquier pregunta, pero sólo en la Gran Asamblea Nacional, ante los 
representantes de la clase obrera. Digan al pueblo que responderé todas 
sus preguntas. Todo el mundo debe saber lo que está pasando aquí. Sólo 
reconozco a la clase obrera y a la Gran Asamblea Nacional, a nadie más".
Precisamente eso era lo que pretendían los traidores golpistas: que nadie supiera lo que estaba pasando allí, evitar que Ceausescu siguiera negándose, como era claro que iba a hacer, a la restauración del capitalismo de mercado.
28 años después aquel crimen sigue impune, la élite del PCR que apoyó el golpe de estado hoy conforma la gran burguesía nacional y dirige todos los partidos políticos (los partidos comunistas están prohibidos) y la clase trabajadora has ido condenada a la emigración (3 millones de rumanos han huido del país para poder ganarse la vida), a la pobreza (el 50% de los trabajadores vive con menos de 250 euros al mes) y un 25% de los rumanos sobreviven en los límites de la miseria.
No es de extrañar que en todas las encuestas
 realizadas en estos casi treinta años los rumanos confirmen que 
prefieren el sistema socialista al capitalista, y que vivían mejor antes
 del golpe de estado de diciembre de 1989 que con el desastre y saqueo 
generalizado sufrido por la clase trabajadora en los 28 años siguientes 
de dictadura del capital; algo que en los últimos años también se puede 
decir de los más jóvenes,
 que han vivido siempre bajo un sistema de explotación y desigualdad y a
 los que sus abuelos y padres cuentan con nostalgia cómo vivían los 
trabajadores en la Rumania Socialista.
 

 
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