7 de diciembre de 2017

Al-Quds (Jerusalén): EEUU rompe con las decisiones de las Naciones Unidas

El gobierno de Estados Unidos ha tomado una decisión que vulnera los principios de los Derechos Humanos, declarando la capitalidad de la sociedad teológica israelí en Al-Quds (Jerusalén). 

El genocidio del pueblo palestino, desde 1948 sigue en marcha. La pasividad del imperialismo durante estos 80 años, ha propiciado un estado beligerante, profundamente religioso, a cuyos gobernantes solamente les interesa amasar fortunas con el trabajo, casi esclavo, de los árabes de su territorio. La represión en las fronteras israelíes es cotidiana (muros alrededor de las ciudadelas palestinas, registros, detenciones, expulsiones de sus tierras, nuevas colonias sionistas, encarcelamiento de la sociedad civil hebrea propensa al entendimiento entre culturas, anexión del territorio a grandes empresas multinacionales judías con sede en EEUU, macabros asesinatos en las cárceles judías, hacinamiento y exterminio de la población como en Gaza, etc..). 

Terrorismo de Estado, que expande la guerra fuera de sus fronteras diariamente (contra Siria, Irán, Egipto..), que apoya a Arabia Saudita y el imperialismo yanqui a fin de prolongar sus últimas aventuras guerreras por el mundo. Cuba, Rusia y China han denunciado este nuevo ataque, (como ocurrió en Afganistán, Líbano, Irak, Libia, Siria, etc.) a los principios de coexistencia pacífica proclamados por las Naciones Unidas.

Por TeleSur.
 
El Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas condenó en 1980 la anexión de Jerusalén oriental por parte de Israel, por considerarla una violación al derecho internacional.
 
 
Los intereses de Estados Unidos en la región se suman a la presión del lobby sionista en Washington para darle reconocimiento a Jerusalén como capital de Israel | Foto: Reuters

El conflicto israelí-palestino se ha prolongado desde principios de siglo XX hasta la actualidad. El cambio de la embajada estadounidense de Tel Aviv a Jerusalén que pretende realizar el Gobierno de Donald Trump implica el desconocimiento a las reivindicaciones de los palestinos, para privilegiar los intereses de Israel.

Durante más de 100 años, Palestina ha sido sometida a un ataque constante sobre su población, la reducción de su territorio, el desplazamiento forzado de sus habitantes, la ocupación militar y la colonización de sus territorios.

A esto se suma el conflicto que genera el estatus que se le otorgue a la ciudad de Jerusalén, lo que representa un vínculo histórico en lo cultural y religioso para el pueblo palestino.

La alianza de Estados Unidos con Israel data de 1967, los estadounidenses han promovido políticas de apoyo al sionismo, tanto por los intereses que tiene en Medio Oriente, como por la presión del lobby sionista en los altos cargos del Gobierno estadounidense. Esto se ha reflejado en los diferentes diálogos de paz que se han realizado con EE.UU. como “intermediario”, en los cuales se pretendía que Palestina renunciara a algunas de sus reivindicaciones históricas.

La ciudad de Jerusalén ha sido uno de los puntos de mayor importancia en los diálogos de paz que buscan darle fin al conflicto. El debate sobre el tema es sensible porque es una ciudad estrechamente relacionada tanto con el imaginario espiritual y  religioso de musulmanes como con el de los judíos. La Organización de Naciones Unidas ha votado en varias ocasiones sobre las medidas que se deben adoptar respecto a la ciudad.

La resolución 181 de la Asamblea General de Naciones Unidas, dispuso en 1947 la administración de la ciudad bajo un  régimen especial internacional, administrado a su vez por las Naciones Unidas. Esto no se pudo concretar, apenas seis meses después inició la primera guerra árabe-israelí.

La resolución 194 estableció que en concordancia con la asociación de la ciudad con tres religiones universales, se debía dirimir el estatus de la ciudad de manera especial y separada respecto al resto del territorio, por lo cual se dispuso que la ciudad estuviera bajo el control efectivo de las Naciones Unidas.

Sin embargo, como resultado de la primera guerra árabe-israelí, la ciudad quedó dividida en dos: Israel tomó posesión de la parte occidental, y Jordania anexó la parte oriental de la ciudad. Posteriormente, en 1967 Israel tomó control de la ciudad y terminó de anexarla de manera unilateral como territorio israelí en 1980, dándole la categoría de “capital eterna del Estado”.

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Desde el 2010 hasta la actualidad, ha disminuído el territorio palestino, con muros de separación entre las ciudades, y de expulsión de la población árabe de Al-Quds (Jerusalen).

Desde 1980 Israel ha desconocido abiertamente las reivindicaciones de Palestina sobre el estatus de la ciudad, imponiendo continuamente su posición sobre que la ciudad es innegociable.

La anexión no fue reconocida ni aceptada por la mayoría de países del mundo, es por ello que ninguna embajada se encuentra allí sino en Tel Aviv.

La decisión de Trump daría soberanía a Israel sobre uno de los lugares más importantes para los árabes por el carácter sagrado que tiene la ciudad.

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