28 de octubre de 2014

¿Quiénes son los rusos que están en el Donbass?

 Por Eloy Fontán desde Lugansk

Si bien ya dijimos en su día que las milicias están formadas por gente sencilla; y no snobs, como confirmó María Antonia Sánchez en El País semanal;  hoy añadimos que entre ellos hay representantes de profesiones liberales que hablan inglés mejor que cualquier alcalde-esa de Madrid y abordamos el grupo  más controvertido: los rusos.

Son voluntarios, vinieron aquí por el mismo motivo que los que aquí se quedaron: enfrentar al fascismo. Muchos no son soldados y no tenían ninguna experiencia militar, ni siquiera hicieron la mili. “Uno llegó en agosto con su camiseta y nada más. Otro perdió su tarjeta de crédito, tuvo que vender su Iphone para poder volver a casa. Sus padres pensaban que estaban en Sochi”, nos cuenta una secretaria del centro de reclutamiento.
Hoy ha sido enterrado Sergey, del batallón Rus (antiguo nombre de Rusia). Sobrevivió a los grad, los morteros, las ametralladoras y murió la semana pasada al estallarle una bomba de racimo que intentó desactivar en el poblado de Poselok (Lugansk). Los lugareños le avisaron de que “eso” llevaba un mes ahí sin explotar. Sergey sin ser zapador, intentó ayudar. Es algo que ocurre y ocurrirá durante los siguientes años. Junto a Sergey cayeron dos milicianos más (serán repatriados y enterrados en Rusia) y otros dos resultaron heridos.



También en Poselok  un niño de 7 años perdió  parte de las manos por la explosión de una mina antipersonal sembrada por  las fuerzas de Kiev.  Dada la situación material y de recursos humanos de Novorossia, el niños se curará (hasta donde la medicina permita)  en Rusia y a costa del presupuesto ruso, como se curan todos los heridos que requieren tratamiento complejo, sean civiles, milicianos o soldados del ejército ucraniano, se curan en Rusia, la pérfida.

No negaré que al combate han acudido aventuristas, ultrancionalistas rusos y de otros países, e incluso bandidos a enriquecerse con el hambre y el dolor ajeno, y oportunistas de cuello blanco. Pero la guerra conserva un fuerte trasfondo de clase y está cobrando un carácter anticapitalista. Los que han sostenido el peso de los combates no han sido los que querían probarse en la guerra, “muchos de ellos se fueron después del primer ataque aéreo”, sostiene una chica de Krasnodón, sino la gente cuya moral no ha permitido abandonar a los suyos a su suerte, o la de los forasteros que no pueden observar indiferentes el dolor y la mentira tan grande que alimenta esta guerra. Sergey ya tenía 41 años.

Repelido ataque a Lugansk por el batallón Aydar de Liashko desde Schastie, los ucranianos han perdido varios blindados.

Donbass, testimonios esclarecedores

Kriashchevatoe es una aldea pegada a Novosvetlovska, y la batalla de Novosvetlovka también pegó en Kriashchevatoe. Allí la destrucción fue incluso mayor y el miedo a hablar sigue anclado profundo.

“Disparaban de todos lados” coinciden los abuelos. Un mes después dela batalla siguen viviendo en el sótano de la escuela. “Aquí no fue tan duro, los ucranianos no se portaron tan mal como en Novosvetlovska. Los jóvenes no quería pelear, y los de Aydar se los llevaban a la fuerza, montaron algún espectáculo”.  Como en Novosvetlovska, restos de blindados esperan al chatarrero entre las casas: “su casa nos va bien” le dijeron,” así que en la puerta atrincheraron el blindado y a ella se la llevaron a Lutuguino, yo también estuve allí prisionero un par de días. Ahora intentamos poner un poco de orden con un camión y un tractor con pala que nos ha proporcionado la milicia”.

“¿Pero quién pudo dejar el pueblo así?” pregunto. “Disparaban de todos lados... nos falta comida, medicamentos... mi hermano tenía más de 70 años y se alistó a la milicia (¡por fin se posicionan!) lo mataron en Georgievka. Es nuestra segunda guerra... gloria a Khrushchev, que hizo hincapié en el trigo y los búnqueres.

Una mujer borracha nos acompaña a la carretera “ Mi piso está en esa casa partida por la mitad... mi hija ya está estudiando en Lugansk... la guardia nacional nos ofreció un camión militar para irnos en dirección Novosvetlovka, pero nos advirtió de que la carretera ya estaba siendo batida. Mi hija quería irse, harta del sótano y de salir a cocinar bajo las balas; yo le dije que nos quedábamos, que el camión no era seguro. Dios nos salvó, los 17 que se fueron en el camión murieron”. Las milicias sostienen que los mismos ucranianos volaron el camión, un vehículo militar. Se pone nerviosa y mira a los lados “aquí lo peor llegó justo después de que los ucranianos se fueran en dirección a Novosvetlovka, esos dos últimos días no se pudo salir a la calle, fue cuando lo bombardearon todo parejo.”

Parece que se le queda en la boca la afirmación de que los ucranianos lo arrasaron todo en su huida... se va corriendo antes de acabar, con una perra adoptada, a su sótano. Un mes después todavía hay miedo.


El diputado comunista Yuri Jojlov nos acompañó a la escuela destruida, sin más escolta que su Kalashnikov: los lugareños nos indicaron que los abuelos que allí quedaban ya habían encontrado un techo y compañía. “La electricidad, el agua y el gas llegarán pronto, trabajamos en ello”.

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