10 de octubre de 2014

Novosvetlovka o el pequeño Stalingrado

Por Eloy Fontan, desde Lugansk.

Una parte ya ha salido en el periodico "Diagonal", aunque se ha remitido a muchos medios de comunicación. 



Les adelanto que los combates siguen, y aunque el frente esta ya lejos de Lugansk, estamos lejos de haber restablecido la luz, el agua y las conexiones inalambricas. No hay calefacción en casi ningún sitio. En Novosvetlovka y Khriashchevatoe esta casi todo destrozado. Por las noches ya hiela.

Novosvetlovka, una población a 13 kilómetros de Lugansk, es el paradigma de la operación antiterrorista lanzada por la junta de Kiev contra las repúblicas de Lugansk y Donetsk. La población relata fusilamientos, torturas, violaciones y robos.
Novosvetlovka es el paradigma de la operación antiterrorista lanzada por la junta de Kiev contra las repúblicas de Lugansk y Donetsk. En esta población, a escasos 13 kilómetros de Lugansk, confluyeron a mediados de agosto varias formaciones de Kiev. El objetivo lógico era cortar la principal carretera que une Rusia con el territorio rebelde. Se practicó todo de lo que se acusa al enemigo: fusilamientos, torturas, violaciones, robos y utilizar a la población como escudos humanos. 70% de los edificios quedaron afectados, 70 inmuebles fueron destruidos el balance provisional de víctimas es de 126 civiles muertos sobre una población de 5.000. Muchos siguen en los jardines enterrados de mala manera. Una caravana de ayuda humanitaria de Rusia tuvo que dar un pequeño rodeo para llegar a Lugansk.
“Vinieron muy deprisa, no nos dio tiempo a irnos”, comenta una anciana que pasó dos semanas en su sótano. “No nos dejaban salir a la calle. Después nos llevaron a la iglesia, nos quitaron los documentos y nos tuvieron allí dos días de rodillas. Mientras tanto, desvalijaron nuestras casas”, añade.
El día 13 de agosto se encontraron aquí una columna que vino desde el aeropuerto y otra de Lutúgina para cerrar el cerco a Lugansk. Obligaron a la población a hacer trincheras para los tanques, fusilaron a algunos, torturaron a otros. “Así que eres separatuja”, acusaron a un refugiado de Lugansk que vivía en casa de una amigo, cuya cinta de San Jorge adornaba el coche que se encontraba en ese momento en el garaje, “le golpearon, le tuvieron colgado de un brazo, le dispararon en un pie, le apuñalaron un costado...”. Ahora se recupera en el hospital de Krasnodón. Los torturadores eran miembros del batallón Aydar, supuestamente mercenarios del presidente del partido radical Oleg Liashkó, al que Cruz Roja ya ha señalado por sus actividades represivas y parapoliciales.
“Ahora vivimos como animales, no tenemos ni luz, ni agua, ni gas... y muchos ni casa. Los niños tienen miedo de todo, al mínimo ruido, mi hijo se va gateando al sótano”, cuenta una madre angustiada. “Muchas gracias a Vladimir Vladimirovich (Putin)”, dice una segunda mujer en referencia a la ayuda humanitaria. 
“Los chicos del Ejército regular eran muy jóvenes, decían que no querían guerrear, que les obligaron con amenazas, algunos rezaban con nosotros en la iglesia. Uno me cambiaba las vendas del brazo cuando los de Aydar no me dajaban ir al hospital. Después murió en un bombardeo. A mí me hirieron en uno de los primeros bombardeos con un cohete que tiraba como pelotas (bomba de racimo), tenía que salir a darles agua a mis vacas... Esos chicos intentaron rendirse a las milicias, pero los de Aydar les cortaban el paso”, explica una habitante de la ciudad.
“Aquí estamos reconstruyendo. Esto es el fascismo, y si no para aquí, llegará a vuestro país”, dice Igor, quien añade que “quería un fusil, pero tengo seis dioptrías en cada ojo, se me rompieron las gafas en un bombardeo y llevo éstas que no son las mías... El comandante me dijo: 'Igor, anda, tú sigue trabajando... a ver si le vas a dar a uno de los nuestros'. Así que me pasé estos días en los sótanos con las mujeres. No nos dejaban salir, tuvimos que enterrar a algunos muertos en los jardines. Una noche, cuando el bombardeo se hizo insoportable, decidimos irnos. Llegamos al primer control de los de Aydar y dijeron que nos iban a fusilar, pero nos enviaron a otro control, donde también nos dijeron que nos iban a fusilar, pero pensaron algo mejor: nos enviaron hacia las milicias. No sabíamos nada, uno de Aydar nos escoltaba y de repente desapareció... comprendió que ya estábamos a tiro de las milicias. Pero los milicianos no nos dispararon, ya conocían ese juego. Evacuaron a mucha gente”.
Para las milicias también el ataque fue por sorpresa, dos de sus tanques fueron abatidos sin previo aviso cuando patrullaban. En uno de ellos, unas flores y una cruz recuerdan los nombres del comandante y el artillero; el conductor se salvó, como los milicianos del segundo tanque.
Los ucranianos dispusieron sus blindados entre las casas, por lo que para las milicias era difícil desalojarlos sin destruir el pueblo. Sin embargo, el fuego de apoyo que recibían los ucranianos desde el aeropuerto cada día provocaba nuevas víctimas civiles y estaba reduciendo el pueblo a escombros. Eso y la evacuación progresiva de gran parte de la población decidió el asalto de las milicias: la casa de la cultura y algunos edificios aledaños fueron arrasados por fuego de mortero; dos blindados y un camión cargado de explosivos fueron destruidos por impactos directos. Al mismo tiempo, una maniobra envolvente por el norte provocó el pánico entre los ucranianos: los de Aydar se hicieron con coches y huyeron con lo que habían saqueado, destrozando los blindados que abandonaban. “Joder, se llevaron hasta mi Volga, de más de 20 años", cuenta un labrador. Quienes intentaron retirarse de forma ordenada con el material militar fueron alcanzados y abatidos por las milicias. Muchos soldados de reemplazo cayeron prisioneros; como de costumbre, se llamó a sus padres por teléfono: “¿Que vaya a buscar a mi hijo a Lugansk? Si está haciendo la mili en Jarkov”.

Milicianas del Batallón de Mujeres del Donbass

Orgullo entre los milicianos

“Mira, encontré este Mosin Nagant, lo restauré y con él disparo, como nuestros abuelos”, dice un miliciano. Otro de 65 años explica: "Yo combatí en Egipto en el 61, con este mismo AK 47, con Nasser... Luego vino ese traidor de Al-Sadat”. Otros son más cautos: “En este cruce cayeron siete de los nuestros”o “aquel blindado de la entrada era nuestro”. Algunos explican que “la gente estaba traumatizada, tenía miedo de salir de los sótanos, bajábamos y nos tenían miedo... las armas, los uniformes... Les convencíamos, les ayudábamos a salir... les temblaban las manos”. También una mujer recuerda: “No sólo las mujeres y los niños tenían miedo, para muchos hombres esto también fue insoportable”.
“Tengo 13 años, pasé mucho miedo. ¿Por qué no nos fuimos? No nos dio tiempo, y no podíamos imaginar que esto sería como Stalingrado”, cuenta un niño de la ciudad. La escuela, el hospital, una pequeña fábrica y la hacienda, que era el antiguo koljoz, han resultado totalmente destruidas. “Se ve que tenían orden de arrasarlo todo antes de irse”, cuenta un chico, “pero no importa: si nos dejan en paz, volveremos a ser la región más próspera de Ucrania”.
Día 10.10.

Lugansk, miserias de la guerra


Krasnodón es un centro administrativo en la provincia de Lugansk. Se sitúa en la carretera que une Lugansk con Rusia, por eso ha sido el lugar más atacado y mejor defendido. La guerra se ha dejado sentir  en el hospital. Durante agosto a Krasnodón veníamos a descansar, ducharnos, disfrutar de la electricidad y la conexión a internet. También aquí se concentraron los heridos cuando los bombardeos obligaron a cerrar los centros médicos de los aledaños Molodogvardiesky y Suxodoslk. En Molodogvardiesky cayó un obús en el hospital ya abandonado, pero mato a dos conductores de ambulancia del ambulatorio.
En el hospital nos cuentan que quedaron solo 3 cirujanos de los 11, “los jóvenes se fueron, tienen hijos y necesitan dinero, aquí  hace tres meses que no vemos un duro”.  En esa situación estaban el 6 de agosto cuando llegaron 73 heridos del Sujodolsk, cuando bombardearon con racimo “¡fue horrible! ¡hasta 12 impactos en un cuerpo vivo! ¡atraviesan el abdomen, el diafragma y el estomago con mucha facilidad!” 11 fallecieron en el hospital, más 12 en el mismo Sujodolsk.También llegan milicianos y soldados enemigos. A todos los curan. Igor. L lleva un mes en el hospital, fue torturado durante dos días por la guardia nacional en Novosvetlovska, “cuando las milicias avanzaron me soltaron, tenía fiebre, temblaba y no sabía a donde iba. Me encontraron los milicianos y me trajeron aquí”. Está casi recuperado, una tercera operación y a casa. “No estábamos preparados para esto”, dice un médico, “nadie esperaba la guerra, nos ha desbordado”. Aunque el frente está más lejos, sigue habiendo un goteo de heridos por las piezas que quedan por los campos. El 5 de septiembre un labriego murió y otro resultó herido al manipular una pieza.

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