9 de mayo de 2019

"Obras Maestras del Cine Soviético", "Moscú no cree en lágrimas".

Obra imprescindible en la cinematografía soviética. 

Dirigida por Valeri Menshov. 
 
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"Moscú no cree en lágrimas" en ruso "Москва слезам не верит", consiguió el Oscar a la mejor película extranjera, además de varios premios internacionales.

Analisis de la película "Moscú no cree en lágrimas"

Por Nestor Guadaño.


En los años 60 y 70, la filmografía soviética fue realizando continuos avances cinematográficos desconocidos en occidente. 

Junto a dramas, ciencia ficción y comedias, se realizaron insólitos esfuerzos de recreación de novelas clásicas universales, inclusive españolas como El perro del hortelano, atestiguan la vitalidad del teatro soviético, cuyos mejores intérpretes recalaron en el cine, algunas de sus interpretaciones fueron llevadas a la televisión. En las obras cinematográficas su aporte a la calidad de las producciones es innegable.

Nuevas películas de gran calidad fueron proyectándose como La infancia de Ivan de Andréi Tarkovski, El fascismo cotidiano de Mijaíl Romm, Liberación de Yuri Ozerov, Guerra y Paz de Sergei Bondarchuk, Los gitanos se van al cielo de Emil Loteanu, La estrella cautivante de la felicidad, de Vladimir Motyl, Alas de Larisa Shepitko, Siberiada de Andréi Konchalovski, etc.

Decenas de obras maestras del cine mundial fueron realizadas en la URSS, pero han sido sistemáticamente ocultadas por los distribuidores de las multinacionales cinematográficas y escasamente proyectadas en Occidente. Podemos decir que son absolutamente desconocidas en el Reino de España, solamente las han visto una ínfima minoría de espectadores.

La película

Moscú no cree en lágrimas (Moskva slezam ne verit) está realizada en 1979. Está película está considerada como la obra cumbre de los filmes de la década de los años 70.

Un muy sencillo argumento, pero con sus vivencias diferentes, de ambiciones y pérdidas, pero en un ambiente de claro optimismo, en claro contraste al de las producciones de Hollywood de aquellos años que influenciaron a los demás países occidentales, películas de gánsteres, asesinatos o del género de catástrofes.

Por el contrario  “Moscú no cree en lágrimas” emana esperanza. En una vida plena de oportunidades, nada artificial sino profundamente humanista, con varias historias paralelas. En una sociedad en evolución, no todas positivas, se aprecian actitudes que chocan entre las diferentes generaciones, muestra las corrientes de la sociedad en general junto con la introducción de valores ostentativos que los guionistas tratan de minimizar.

La calidad cinematográfica es incuestionable. 

Con su elaborado guión, las canciones melódicas acompañan durante toda la proyección para ir entrelazando un mosaico de vivencias de una luchadora. Es un canto a la liberación social de la trabajadora, de apoyo al esfuerzo de una madre soltera que va rompiendo moldes impuestos y adaptándose al encuentro de la felicidad personal.

Heredera del inconmensurable legado del teatro soviético, todas las escenas son plasmadas con una inusitada sencillez de medios y diálogos. Pero son aquellas vivencias las que van atrapando la atención: la cadencia de los pensamientos contradictorios, los infortunios recibidos sin renunciar a las ilusiones, la búsqueda de una pareja acorde, la insatisfacción que aún en los momentos más peligrosos encuentra asideros de ayuda, etc. 

Es una plasmación pormenorizada de una sociedad en transición, más libre que los arquetipos occidentales sobre la propiedad, heredera del realismo soviético en el arte, donde los personajes son muy cercanos, pues los diálogos concretos tienen la finalidad de exponerlos con una estudiada conciliación de actitudes, que los hacen conectar con el espectador.

Aparte de los premios internacionales como el “Oso de Oro del Festival de Berlín”, obtuvo el Premio Estatal a la mejor película de la URSS, su protagonista Vera Alentova, el Premio a la mejor actriz soviética de aquel año, así como el Oscar a la mejor película extranjera. 

A nivel internacional fue vista por millones de espectadores, excepto algunos países de férrea censura como en España. Aún en los años 80 cuando se proyectó en este país sufrió una mutilación de 45 minutos que se aprecia en el metraje original.

 

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