Durante el año pasado, con motivo del centenario de la Revolución de 
Octubre en Rusia, se han difundido muchas informaciones, verdaderas y 
falsas, así como muchas opiniones, favorables y contrarias. Las 
opiniones aparentemente positivas llegan, sin embargo,  a conclusiones 
opuestas. Por una parte, están los marxistas-leninistas que estiman 
correcta la política aplicada por la dirección revolucionaria 
bolchevique hasta varios decenios después. Por la otra, están los 
trotskistas que la consideran equivocada, sobre todo tras la muerte de 
Lenin en 1924. Entre medias, hay quienes que se muestran confusos sobre 
esta controversia y sobre la defensa de la experiencia socialista 
soviética frente a sus detractores. En su legítimo afán de unir fuerzas,
 pasan por alto que la unidad de las masas obreras y populares sólo 
puede alcanzarse luchando contra quienes las engañan y las dividen. Su 
confusión se ha visto acrecentada porque la explicación dominante sobre 
la sorprendente derrota final de la URSS es la que ofrecen los 
capitalistas y los trotskistas. Pero, ¿será verdad esa explicación por 
el mero hecho de que nos la impongan? Es sabido que los capitalistas 
están mucho menos interesados por la verdad que por seguir lucrándose de
 la explotación del trabajo asalariado. ¿Y los trotskistas?
Las diferencias entre el marxismo-leninismo y el trotskismo atañen a 
la conducta de los revolucionarios tanto después como antes de que éstos
 conquisten el Poder político. No sólo se refieren a objetivos todavía 
lejanos, sino también a los pasos inmediatos hacia ellos. Por este 
motivo, arrojar luz sobre ellas es una necesidad urgente. La Asociación 
de Amistad Hispano-Soviética inicia a continuación la publicación de 
artículos aclaratorios sobre esta polémica, los primeros de ellos 
extraídos del libro de Harpal Brar ¿Trotskismo o leninismo?
               
            
Por Harpar Brar
El partido de vanguardia de la clase obrera y la teoría leninista de la revoluciónen contra de la teoría trotskista de la “revolución permanente”
El proletariado no tiene otra arma en su lucha por el poder que la organización.
(Lenin, Un paso adelante, dos pasos hacia atrás)
Sin teoría revolucionaria, no hay movimiento revolucionario.
(Lenin, ¿Qué hacer?)
El trotskismo es una ideología burguesa en las filas de la clase obrera.
Mientras no esté enterrado, y no sea expulsado del movimiento obrero,
 seguirá causando gran confusión y mucho daño y, por este motivo, 
perturbará gravemente la organización del proletariado con vistas a una 
revolución proletaria. De ahí la necesidad de superar el trotskismo. De 
ahí la necesidad de enterrarlo para siempre como tendencia ideológica.
En Gran Bretaña, actualmente, el trotskismo no es más que una 
corriente ideológica antileninista y anticomunista burguesa y engañosa 
dentro del movimiento obrero. Busca a sus seguidores sobre la base de 
una plataforma antileninista y anticomunista, a pesar de que su 
antileninismo y su anticomunismo se camuflan bajo la llamada a luchar 
contra el “estalinismo” o la “burocracia estalinista”. Es la naturaleza 
antileninista de su programa la que hace que los intelectuales 
pequeñoburgueses y las personas con tendencias individualistas, 
especialmente los jóvenes de las universidades y colegios, encuentren 
tanto atractivo en el trotskismo. De ahí la composición mayoritariamente
 pequeñoburguesa de la mayoría de las organizaciones trotskistas en Gran
 Bretaña. Pero a pesar de esta característica, es innegable que el 
trotskismo continúa disfrutando de algo de apoyo entre algunos sectores 
de la clase obrera.
¿Por qué? Debido a que, tras la bancarrota del Partido Comunista 
revisionista de Gran Bretaña (CPGB), el trotskismo ha sido capaz de 
ofrecerse como una alternativa “militante de izquierda” al revisionismo;
 porque el movimiento marxista-leninista de este país es muy débil, de 
hecho; y porque todavía no existe un genuino Partido revolucionario 
marxista-leninista del proletariado.
Sin embargo, dado que el movimiento marxista-leninista se desarrolla 
constantemente y que el trotskismo se debilita proporcionalmente, este 
último dejará de ser una corriente más -antileninista, anticomunista, 
engañosa, pero una corriente a fin de cuentas-, y en palabras de Stalin,
 será empujado a convertirse en “una banda de saboteadores frenéticos y 
sin principios, agentes de distracción y asesinos que actúan bajo las 
órdenes de los servicios de espionaje de los Estados extranjeros” 
(Stalin 3- 3-1937, p. 67), es decir, en un destacamento avanzado de la 
burguesía. Así lo fue de hecho en la década de 1930. El trotskismo se 
alió con el fascismo; hizo todo lo posible para lograr el derrocamiento 
del primer Estado de la clase obrera – la U.R.S.S. – y no hay duda en 
nuestras mentes de que, si surgiera la necesidad de nuevo, el trotskismo
 llegaría a las posiciones que ocupó en la década de 1930. De tendencia 
burguesa del movimiento obrero, se convertiría en un destacamento 
avanzado de la burguesía.
Es por eso que debemos emprender un estudio del contenido del 
trotskismo y de las causas de su degeneración. 
Denunciar al trotskismo 
como una ideología contrarrevolucionaria, antileninista además, que, de 
ser seguida por los trabajadores, solo puede conducir a su propia 
esclavización, es de extrema importancia desde el punto de vista del 
desarrollo del movimiento revolucionario de este país. A veces, los 
camaradas afirman que “el trotskismo es contrarrevolucionario, que no 
necesitamos perder el tiempo en el tema y que todos saben que es 
contrarrevolucionario”. Este enfoque no es correcto. Hay personas que no
 saben que el trotskismo es contrarrevolucionario. Ejerce una influencia
 considerable y, como tal, es nuestro deber revelar de una manera 
científica la esencia interna contrarrevolucionaria del trotskismo, para
 arrancar la máscara “ultraizquierdista” que esconde su rostro y 
denunciar su verdadera esencia de derecha. Y debemos hacerlo apoyándonos
 en la verdad histórica, en la documentación cierta y no en el 
chismorreo vulgar, el método favorito de los trotskistas.
Es nuestro deber no tomar el trotskismo a la ligera (aunque con 
razón, tratemos a ciertos trotskistas como vulgares farsantes), sino 
como una ideología que causa graves daños en el movimiento obrero. 
Debemos refutar esta ideología burguesa de forma científica y demostrar a
 los trabajadores (y no a nosotros mismos) que el trotskismo es una 
ideología contrarrevolucionaria burguesa, anticomunista y antileninista,
 aunque, por sus conveniencias y engaños, ella prefiera operar bajo la 
etiqueta de “marxismo-leninismo”.
Lenin libró una lucha constante y despiadada contra el trotskismo, y 
el trotskismo fue derrotado, arrojado a la basura, su biotopo natural, 
durante los acontecimientos que desembocaron en la Revolución de 
Octubre. El hecho de que unas semanas antes de que la Revolución de 
Octubre, Trotski fuera forzado por los acontecimientos – es decir, por 
la realidad – a salir de su antigua posición, de sumarse al Partido 
bolchevique y de aceptar su programa, demuestra suficientemente que el 
trotskismo había sido  desacreditado y refutado completamente.
Después de la muerte de Lenin, el trotskismo hizo otro intento por 
regresar a la escena y tomar el lugar del leninismo. Experimentó un 
desastre completo, como se verá en los capítulos dedicados al juicio de 
Moscú, y fue derrotado.
Desde mediados de la década de 1950, el trotskismo ha hecho otro 
intento de sustituir al leninismo y, admitámoslo, con cierto éxito. 
Esto
 se debe a que el troskismo fue resucitado y recibió un rayo de vida 
gracias a la traición al marxismo-leninismo por parte de la camarilla de
 renegados revisionistas que dirigía la Unión Soviética. En los tiempos 
del 20º Congreso del Partido Comunista de la Unión Soviética (P.C.U.S.),
 hubo un verdadero golpe de Estado, que llevó al poder a la misma 
camarilla de renegados y amarillistas, dirigidos por N. S. Jruschov. Su 
objetivo principal era restaurar el capitalismo en la Unión Soviética. 
Sin embargo, no podían hacerlo sin desacreditar los logros de la 
construcción socialista durante los treinta años anteriores al 20º
Congreso del Partido y sin desacreditar, al mismo tiempo, al hombre bajo
 cuyo liderazgo estas conquistas del socialismo fueron realizadas. Es por este camino que debemos entender los ataques contra el 
camarada Stalin. 
Los revolucionarios de todo el mundo tienen un enorme 
respeto y afecto por este gran marxista-leninista que ha mantenido muy 
alto el estandarte del marxismo-leninismo, el estandarte de la 
revolución proletaria. Con una obstinación y un valor incomparables, 
Stalin defendió la dictadura del proletariado en la Unión Soviética 
contra los enemigos de la clase obrera tanto dentro como fuera del 
movimiento obrero. 
Mao Zedong, el gran dirigente de la revolución china,
 le dedicó estas palabras en el 60° cumpleaños de Stalin:
“Stalin es el gran dirigente de la revolución mundial. Esto es de 
suma importancia. Es de importancia capital que la humanidad tenga la 
oportunidad de tener a Stalin. Desde que lo tenemos, las cosas van bien.
 Como todos saben, Marx está muerto, al igual que Engels y Lenin. Si no 
hubiera estado Stalin, ¿quién hubiera estado allí para dar 
instrucciones? Pero, lo tenemos, y es realmente una gran suerte. Hoy en 
día, existe una Unión Soviética, un Partido Comunista y un Stalin en el 
mundo. Por esto, los asuntos mundiales pueden ir muy bien.”
Esto realmente resume los sentimientos del pueblo revolucionario en 
todo el mundo sobre Stalin. Fue precisamente por esta razón que se había
 vuelto de suma importancia para los enemigos de la clase 
obrera, atacar al camarada Stalin antes de que pudieran derrotar al 
leninismo en el propio país de Lenin, antes de que pudieran apoderarse 
de la fortaleza desde el interior y preparar el camino para la 
restauración del capitalismo. El ataque de la camarilla de renegados 
revisionistas no fue un ataque a Stalin como individuo. 
      
               
            
                
            
          
Fue un ataque 
contra Partido Bolchevique, un ataque contra sus métodos y formas de 
organización, un ataque contra la construcción socialista llevada a cabo
 bajo la dirección del Partido Bolchevique dirigido por el camarada 
Stalin, un ataque contra la victoria de la Unión Soviética bajo la 
dirección del Partido bolchevique y Stalin durante la guerra 
antifascista. Sólo porque Stalin, durante esta lucha, se presentó como 
el portavoz más representativo del Partido Bolchevique, centró el odio 
de todos los reaccionarios. Y es en esta oposición y su ataque contra el
 partido bolchevique y contra la dictadura del proletariado que los 
revisionistas renegados en el poder en la Unión Soviética se pueden 
meter en el mismo saco que los trotskistas.
¿Debemos extrañarnos, en este caso, de que “la loca campaña de la 
dirección del P.C.U.S. contra Stalin hiciera que los trotskistas, que 
durante mucho tiempo no eran más que cadáveres políticos, se reanimaran y
 proclamaran que Trotski debía ser ‘rehabilitado’?” (Renmin Ribao y Hongqi 13-9-1963)
Así que, después del 20º Congreso del Partido, el trotskismo, por 
mucho tiempo desacreditado y enterrado por los pueblos del mundo, fue 
exhumado para causar confusión en las filas del proletariado.
En un país como Gran Bretaña, donde los trotskistas están más 
enraizados que en cualquier otro país avanzado de Europa occidental, 
están relativamente bien posicionados para engañar a la clase obrera y a
 las masas militantes.
Teniendo en cuenta lo que se ha dicho, se convierte en el deber de 
todo marxista-leninista revolucionario llevar a cabo una lucha sin 
cuartel y sin piedad contra el trotskismo, que no es sino una influencia
 ideológica de la burguesía en las filas es de la clase obrera.
Pero para dirigir la lucha contra el trotskismo, primero debemos 
conocer la naturaleza del trotskismo, los métodos que adopta y las 
formas que adquiere para hacer su horrible aparición, de vez en cuando.
La esencia del trotskismo radica en el hecho de que es una ideología 
burguesa, no proletaria, irreductiblemente opuesta al leninismo, es 
decir, al bolchevismo revolucionario. 
Esta verdad es necesario que los 
revolucionarios y los proletarios de todo el mundo la entiendan por 
completo. El trotskismo se opone al leninismo en cuestiones tan 
importantes como la naturaleza y el papel del Partido, la teoría de la 
revolución y el papel de la dirección. Desde 1903 hasta la Revolución de
 Octubre, el trotskismo como ideología se enfrascó en una amarga lucha 
contra el leninismo y el bolchevismo. De hecho, el trotskismo nunca ha 
dejado de librar esta violenta lucha contra el leninismo. 
Mientras que 
antes de la Revolución de Octubre el trotskismo estaba involucrado en un
 ataque frontal abierto contra el leninismo, durante y después de la 
Revolución de Octubre, adoptó una política de socavamiento insidioso del
 leninismo, haciéndolo cada vez bajo el disfraz de “alabar” a Lenin y al
 leninismo, por supuesto, y esto, porque el trotskismo había sido 
debilitado e inutilizado por  las tres revoluciones rusas – la de 1905, 
la de febrero de 1917 y la gran revolución socialista de Octubre de 
1917. El leninismo, por su parte, había salido victorioso y había 
demostrado sus méritos después de haber pasado la prueba de tres 
revoluciones. Así es como el camarada Stalin describía la debilidad del 
trotskismo, como consecuencia de la Revolución de Octubre:
“El nuevo trotskismo ya no es una simple repetición del antiguo; ha 
perdido sus plumas y está bastante fangoso; es incomparablemente más 
dulce de espíritu y más moderado en su forma que el antiguo trotskismo; 
pero, en esencia, indudablemente conserva todas las características del 
antiguo trotskismo. El nuevo trotskismo no se atreve a afirmarse como 
una fuerza militante contra el leninismo; prefiere operar bajo la 
bandera común del leninismo, bajo el lema de la interpretación y la 
mejora del leninismo. Esto es porque es débil. No se puede culpar al 
azar de que la aparición del nuevo trotskismo coincidiera con la muerte 
de Lenin. Durante la vida de Lenin, no se habría atrevido a dar ese 
arriesgado paso.” (Stalin. Cuestiones del leninismo)
Ahora es necesario añadir algo a esta profunda declaración del 
camarada Stalin acerca de las características del nuevo trotskismo, en 
el sentido de que el trotskismo no se atrevería a lanzar más ataques 
directos, abiertos o subrepticios, contra el leninismo. Por el 
contrario,  perseguía desde ese momento el mismo viejo objetivo de 
atacar al leninismo y de tomar su lugar por un método indirecto, 
envolvente y, por lo tanto, incomparablemente más peligroso y dañino, 
que consistía en tomar por objetivo todas las bases de leninismo 
atacando a Stalin y al “estalinismo”, y esto, siempre en nombre de la 
“defensa” del leninismo, naturalmente.
El verdadero carácter del trotskismo reside en el uso de expresiones 
de “izquierda” con la intención de enmascarar una falta de fe en la 
clase obrera y en las masas importantes del pueblo y de enmascarar, 
igualmente, una voluntad de rendirse al capitalismo. La esencia del 
trotskismo no se revela en su fraseología ultra-“izquierdista”, sino en 
sus actividades, mucho más alejadas de la izquierda: “una fraseología 
ultraizquierdista para ocultar acciones extremadamente 
contrarrevolucionarias”, tal es la naturaleza del trotskismo.
Muchas personas que crecieron con las leyendas y las mentiras 
trotsko-burguesas llegan a decir: “Trotski era un cercano camarada de 
lucha de Lenin; Trotski nunca dijo nada malo de Lenin; Trotski era un 
bolchevique que se había comprometido a defender al leninismo en la 
lucha de este mismo leninismo contra el estalinismo”, etc. Pero tal 
visión es errónea y denota una falta total de lucidez, así como una 
completa ignorancia de la verdad histórica. 
Que Trotski luchó ferozmente
 contra el leninismo revolucionario y el bolchevismo y que Lenin, 
durante un largo período (de 1903 a 1917, antes de la revolución de 
octubre, y después también), condujo una lucha sin cuartel contra el 
trotskismo contrarrevolucionario, son hechos históricos bien conocidos 
que “han escapado a la atención” de los trotskistas, ya sea porque no 
quieren saber la verdad o porque son, en la terminología de Lenin, 
completos “ignorantes”, “hombres sin pantalones” que nunca han aprendido
 o incluso leído ninguna historia del bolchevismo revolucionario, pero 
que han ido a parar tontamente en círculos trotskistas, donde “andar 
desnudo se considera lo último” en relación al conocimiento del 
bolchevismo y todo lo que representa. Que Trotski haya lanzado ataques 
virulentos contra Lenin y el leninismo no es una “invención” de Stalin, 
como generalmente afirman los trotskistas, sino que se puede demostrar 
en los siguientes pasajes de una carta de Trotski a Chjeidze en 1913:
“En una palabra, todo el leninismo en este momento se basa en la 
mentira y la falsificación y lleva en sí el germen de su propia 
descomposición.”
Un poco antes, en la misma carta, Trotski describe a Lenin como 
“explotador profesional de la rutina del movimiento obrero ruso.”
Aquí, de la fuente más segura, tenemos en forma inalterada la 
verdadera opinión que tiene el trotskismo del leninismo: considera que 
“todo el leninismo” ha sido “basado la mentira y la falsificación” y 
considera a Lenin “un explotador profesional de la rutina del movimiento
 obrero ruso”.
Sin embargo, esto no impidió a Trotski, después de la muerte de 
Lenin, pretender que él era el mayor leninista en lucha contra la 
“burocracia estalinista”. Tampoco impide que los trotskistas de hoy, en 
su incesante lucha contra el leninismo, también pretendan ser los 
defensores incansables del leninismo en contra de la “burocracia 
estalinista”, usar el mismo nombre del gran Lenin y pronunciar falsas 
verdades tan descaradas como la afirmación de que Trotski era el hermano
 de armas de Lenin, así como un gran leninista.
La verdad es que el trotskismo está tan alejado del leninismo como la
 tierra del cielo. La verdad es que el trotskismo luchó contra el 
leninismo en el pasado y todavía lucha contra él hoy en día. Antes de la
 Revolución de Octubre, combatió abiertamente contra el leninismo; desde
 la Revolución de Octubre no lo ha hecho tan abiertamente.
      
               
            
         
Hoy, combate indirectamente contra el leninismo al lanzar ataques 
virulentos contra Stalin y el “estalinismo”. ¿Por qué? Porque la 
denuncia de Stalin es una precondición necesaria para la denuncia del 
leninismo y del bolchevismo, de la dictadura del proletariado y de la 
construcción del socialismo en la U.R.S.S., en la época de Lenin y de 
Stalin. 
Stalin fue un gran marxista-leninista que durante tres décadas 
aplicó con éxito el leninismo a las condiciones existentes en la 
U.R.S.S., y en el mundo. Fue bajo la dirección de Lenin y bajo la 
hostilidad de la oposición trotskista, que el pueblo soviético construyó
 el socialismo en la U.R.S.S. y guió a los pueblos del mundo en la 
guerra contra el fascismo. En efecto,hubo gloriosas realizaciones. Si 
uno niega estos logros y tres décadas de la aplicación más brillante del
 leninismo, ¿qué queda en este caso del leninismo? ¿No está claro para 
todos, entonces, que este ataque contra el “estalinismo” es de hecho un 
ataque contra el leninismo, que representa otra -¡una más!- tentativa de
 los trotskistas de sustituir el leninismo por el trotskismo. Así es 
como el trotskista usa el “leninismo” para luchar contra el leninismo.
Que el trotskismo luche contra el leninismo abiertamente o no, es una
 cuestión de detalle técnico que pertenece al campo de la metodología. 
Pero no cambia nada la realidad desnuda de que el trotskismo sigue 
atacando al leninismo (ciertamente, de manera más sofisticada que antes 
de 1917, pero aún así continúa combatiendo al leninismo).
En resumen, trotskismo es sinónimo de antilenismo, de anti-bolchevismo. El trotskismo es contrarrevolucionario.
El leninismo, por otro lado, es el bolchevismo revolucionario:
“El leninismo es el marxismo de la era del imperialismo y de la 
revolución proletaria. Más exactamente, el leninismo es la teoría y la 
táctica de la revolución proletaria en general, la teoría y la táctica 
de la dictadura del proletariado en particular.” (Stalin, Los fundamentos del leninismo)
Estas dos ideologías, el trotskismo por un lado y el leninismo por el
 otro, son enemigos irreconciliables. No se puede aceptar una de estas 
dos ideologías sin, al mismo tiempo, rechazar la otra. No se puede ser 
leninista sin rechazar el trotskismo. Del mismo modo, uno no puede ser 
trotskista sin rechazar el leninismo. Es lo uno o lo otro: el trotskismo
 o el leninismo.
Ahora conviene justificar estas afirmaciones. Para este propósito, es
 decir, con el fin de revelar la verdadera naturaleza del trotskismo, de
 revelarla en su forma realmente oportunista, contrarrevolucionaria, 
aligerándolo de toda su fraseología “ultraizquierdista”, es 
obligatoriamente necesario hacer referencia, aunque sea brevemente, a la
 teoría y la práctica de Trotski y sus seguidores, es decir, al punto de
 vista teórico y práctico del trotskismo sobre los problemas y 
movimientos más importantes durante un período que abarca un buen medio 
siglo. 
 
¿Cuál fue, por ejemplo, la posición de Trotski sobre el Partido 
Bolchevique, y cuáles fueron su estrategia y táctica para la revolución 
rusa? Sería necesario examinar cuidadosamente la posición tomada por 
Trotski y sus seguidores a propósito de la controversia que hizo 
estragos sobre el problema de construir el socialismo en un país y luego
 pasar al examen crítico la reacción de Trotski y sus discípulos tras la
 derrota de su política de oposición a la construcción del socialismo en
 un país: ¿Trotski y sus seguidores, por ejemplo, recurrieron a 
actividades contra el Partido, al terror y al asesinato, a la 
destrucción y al sabotaje para lograr lo que no habían podido hacer, 
debido a la intervención de una abrumadora mayoría del proletariado 
soviético? ¿Se unieron, sí o no, con los fascistas con el propósito de 
atacar al Estado de los trabajadores, hacia el cual su odio era tan 
grande que estaban dispuestos a firmar una alianza con los nazis? 
¿Intentaron o no sabotear los movimientos de Frente Popular en todo el 
mundo antes de la Segunda Guerra Mundial? ¿Consiguieron, sí o no, 
sabotear con éxito el Frente Popular en España y, al hacerlo, contribuir
 a la victoria de los fascistas liderados por Franco en este país? 
Examinaremos igualmente el punto de vista de Trotski y del resto de la 
oposición en lo que concierne a la revolución china.