11 de mayo de 2018

El trotskismo contra el leninismo y la revolución

Durante el año pasado, con motivo del centenario de la Revolución de Octubre en Rusia, se han difundido muchas informaciones, verdaderas y falsas, así como muchas opiniones, favorables y contrarias. Las opiniones aparentemente positivas llegan, sin embargo,  a conclusiones opuestas. Por una parte, están los marxistas-leninistas que estiman correcta la política aplicada por la dirección revolucionaria bolchevique hasta varios decenios después. Por la otra, están los trotskistas que la consideran equivocada, sobre todo tras la muerte de Lenin en 1924. Entre medias, hay quienes que se muestran confusos sobre esta controversia y sobre la defensa de la experiencia socialista soviética frente a sus detractores. En su legítimo afán de unir fuerzas, pasan por alto que la unidad de las masas obreras y populares sólo puede alcanzarse luchando contra quienes las engañan y las dividen. Su confusión se ha visto acrecentada porque la explicación dominante sobre la sorprendente derrota final de la URSS es la que ofrecen los capitalistas y los trotskistas. Pero, ¿será verdad esa explicación por el mero hecho de que nos la impongan? Es sabido que los capitalistas están mucho menos interesados por la verdad que por seguir lucrándose de la explotación del trabajo asalariado. ¿Y los trotskistas?

Las diferencias entre el marxismo-leninismo y el trotskismo atañen a la conducta de los revolucionarios tanto después como antes de que éstos conquisten el Poder político. No sólo se refieren a objetivos todavía lejanos, sino también a los pasos inmediatos hacia ellos. Por este motivo, arrojar luz sobre ellas es una necesidad urgente. La Asociación de Amistad Hispano-Soviética inicia a continuación la publicación de artículos aclaratorios sobre esta polémica, los primeros de ellos extraídos del libro de Harpal Brar ¿Trotskismo o leninismo?



Por Harpar Brar

El partido de vanguardia de la clase obrera y la teoría leninista de la revoluciónen contra de la teoría trotskista de la “revolución permanente”
El proletariado no tiene otra arma en su lucha por el poder que la organización.
(Lenin, Un paso adelante, dos pasos hacia atrás)
Sin teoría revolucionaria, no hay movimiento revolucionario.
(Lenin, ¿Qué hacer?)

El trotskismo es una ideología burguesa en las filas de la clase obrera.

Mientras no esté enterrado, y no sea expulsado del movimiento obrero, seguirá causando gran confusión y mucho daño y, por este motivo, perturbará gravemente la organización del proletariado con vistas a una revolución proletaria. De ahí la necesidad de superar el trotskismo. De ahí la necesidad de enterrarlo para siempre como tendencia ideológica.

En Gran Bretaña, actualmente, el trotskismo no es más que una corriente ideológica antileninista y anticomunista burguesa y engañosa dentro del movimiento obrero. Busca a sus seguidores sobre la base de una plataforma antileninista y anticomunista, a pesar de que su antileninismo y su anticomunismo se camuflan bajo la llamada a luchar contra el “estalinismo” o la “burocracia estalinista”. Es la naturaleza antileninista de su programa la que hace que los intelectuales pequeñoburgueses y las personas con tendencias individualistas, especialmente los jóvenes de las universidades y colegios, encuentren tanto atractivo en el trotskismo. De ahí la composición mayoritariamente pequeñoburguesa de la mayoría de las organizaciones trotskistas en Gran Bretaña. Pero a pesar de esta característica, es innegable que el trotskismo continúa disfrutando de algo de apoyo entre algunos sectores de la clase obrera.

¿Por qué? Debido a que, tras la bancarrota del Partido Comunista revisionista de Gran Bretaña (CPGB), el trotskismo ha sido capaz de ofrecerse como una alternativa “militante de izquierda” al revisionismo; porque el movimiento marxista-leninista de este país es muy débil, de hecho; y porque todavía no existe un genuino Partido revolucionario marxista-leninista del proletariado.

Sin embargo, dado que el movimiento marxista-leninista se desarrolla constantemente y que el trotskismo se debilita proporcionalmente, este último dejará de ser una corriente más -antileninista, anticomunista, engañosa, pero una corriente a fin de cuentas-, y en palabras de Stalin, será empujado a convertirse en “una banda de saboteadores frenéticos y sin principios, agentes de distracción y asesinos que actúan bajo las órdenes de los servicios de espionaje de los Estados extranjeros” (Stalin 3- 3-1937, p. 67), es decir, en un destacamento avanzado de la burguesía. Así lo fue de hecho en la década de 1930. El trotskismo se alió con el fascismo; hizo todo lo posible para lograr el derrocamiento del primer Estado de la clase obrera – la U.R.S.S. – y no hay duda en nuestras mentes de que, si surgiera la necesidad de nuevo, el trotskismo llegaría a las posiciones que ocupó en la década de 1930. De tendencia burguesa del movimiento obrero, se convertiría en un destacamento avanzado de la burguesía.

Es por eso que debemos emprender un estudio del contenido del trotskismo y de las causas de su degeneración. 

Denunciar al trotskismo como una ideología contrarrevolucionaria, antileninista además, que, de ser seguida por los trabajadores, solo puede conducir a su propia esclavización, es de extrema importancia desde el punto de vista del desarrollo del movimiento revolucionario de este país. A veces, los camaradas afirman que “el trotskismo es contrarrevolucionario, que no necesitamos perder el tiempo en el tema y que todos saben que es contrarrevolucionario”. Este enfoque no es correcto. Hay personas que no saben que el trotskismo es contrarrevolucionario. Ejerce una influencia considerable y, como tal, es nuestro deber revelar de una manera científica la esencia interna contrarrevolucionaria del trotskismo, para arrancar la máscara “ultraizquierdista” que esconde su rostro y denunciar su verdadera esencia de derecha. Y debemos hacerlo apoyándonos en la verdad histórica, en la documentación cierta y no en el chismorreo vulgar, el método favorito de los trotskistas.

Es nuestro deber no tomar el trotskismo a la ligera (aunque con razón, tratemos a ciertos trotskistas como vulgares farsantes), sino como una ideología que causa graves daños en el movimiento obrero. Debemos refutar esta ideología burguesa de forma científica y demostrar a los trabajadores (y no a nosotros mismos) que el trotskismo es una ideología contrarrevolucionaria burguesa, anticomunista y antileninista, aunque, por sus conveniencias y engaños, ella prefiera operar bajo la etiqueta de “marxismo-leninismo”.

Lenin libró una lucha constante y despiadada contra el trotskismo, y el trotskismo fue derrotado, arrojado a la basura, su biotopo natural, durante los acontecimientos que desembocaron en la Revolución de Octubre. El hecho de que unas semanas antes de que la Revolución de Octubre, Trotski fuera forzado por los acontecimientos – es decir, por la realidad – a salir de su antigua posición, de sumarse al Partido bolchevique y de aceptar su programa, demuestra suficientemente que el trotskismo había sido  desacreditado y refutado completamente.

Después de la muerte de Lenin, el trotskismo hizo otro intento por regresar a la escena y tomar el lugar del leninismo. Experimentó un desastre completo, como se verá en los capítulos dedicados al juicio de Moscú, y fue derrotado.

Desde mediados de la década de 1950, el trotskismo ha hecho otro intento de sustituir al leninismo y, admitámoslo, con cierto éxito. 

Esto se debe a que el troskismo fue resucitado y recibió un rayo de vida gracias a la traición al marxismo-leninismo por parte de la camarilla de renegados revisionistas que dirigía la Unión Soviética. En los tiempos del 20º Congreso del Partido Comunista de la Unión Soviética (P.C.U.S.), hubo un verdadero golpe de Estado, que llevó al poder a la misma camarilla de renegados y amarillistas, dirigidos por N. S. Jruschov. Su objetivo principal era restaurar el capitalismo en la Unión Soviética. Sin embargo, no podían hacerlo sin desacreditar los logros de la construcción socialista durante los treinta años anteriores al 20º Congreso del Partido y sin desacreditar, al mismo tiempo, al hombre bajo cuyo liderazgo estas conquistas del socialismo fueron realizadas. Es por este camino que debemos entender los ataques contra el camarada Stalin. 

Los revolucionarios de todo el mundo tienen un enorme respeto y afecto por este gran marxista-leninista que ha mantenido muy alto el estandarte del marxismo-leninismo, el estandarte de la revolución proletaria. Con una obstinación y un valor incomparables, Stalin defendió la dictadura del proletariado en la Unión Soviética contra los enemigos de la clase obrera tanto dentro como fuera del movimiento obrero. 

Mao Zedong, el gran dirigente de la revolución china, le dedicó estas palabras en el 60° cumpleaños de Stalin:
“Stalin es el gran dirigente de la revolución mundial. Esto es de suma importancia. Es de importancia capital que la humanidad tenga la oportunidad de tener a Stalin. Desde que lo tenemos, las cosas van bien. Como todos saben, Marx está muerto, al igual que Engels y Lenin. Si no hubiera estado Stalin, ¿quién hubiera estado allí para dar instrucciones? Pero, lo tenemos, y es realmente una gran suerte. Hoy en día, existe una Unión Soviética, un Partido Comunista y un Stalin en el mundo. Por esto, los asuntos mundiales pueden ir muy bien.”

Esto realmente resume los sentimientos del pueblo revolucionario en todo el mundo sobre Stalin. Fue precisamente por esta razón que se había vuelto de suma importancia para los enemigos de la clase obrera, atacar al camarada Stalin antes de que pudieran derrotar al leninismo en el propio país de Lenin, antes de que pudieran apoderarse de la fortaleza desde el interior y preparar el camino para la restauración del capitalismo. El ataque de la camarilla de renegados revisionistas no fue un ataque a Stalin como individuo. 


Fue un ataque contra Partido Bolchevique, un ataque contra sus métodos y formas de organización, un ataque contra la construcción socialista llevada a cabo bajo la dirección del Partido Bolchevique dirigido por el camarada Stalin, un ataque contra la victoria de la Unión Soviética bajo la dirección del Partido bolchevique y Stalin durante la guerra antifascista. Sólo porque Stalin, durante esta lucha, se presentó como el portavoz más representativo del Partido Bolchevique, centró el odio de todos los reaccionarios. Y es en esta oposición y su ataque contra el partido bolchevique y contra la dictadura del proletariado que los revisionistas renegados en el poder en la Unión Soviética se pueden meter en el mismo saco que los trotskistas.

¿Debemos extrañarnos, en este caso, de que “la loca campaña de la dirección del P.C.U.S. contra Stalin hiciera que los trotskistas, que durante mucho tiempo no eran más que cadáveres políticos, se reanimaran y proclamaran que Trotski debía ser ‘rehabilitado’?” (Renmin Ribao y Hongqi 13-9-1963)

Así que, después del 20º Congreso del Partido, el trotskismo, por mucho tiempo desacreditado y enterrado por los pueblos del mundo, fue exhumado para causar confusión en las filas del proletariado.

En un país como Gran Bretaña, donde los trotskistas están más enraizados que en cualquier otro país avanzado de Europa occidental, están relativamente bien posicionados para engañar a la clase obrera y a las masas militantes.

Teniendo en cuenta lo que se ha dicho, se convierte en el deber de todo marxista-leninista revolucionario llevar a cabo una lucha sin cuartel y sin piedad contra el trotskismo, que no es sino una influencia ideológica de la burguesía en las filas es de la clase obrera.

Pero para dirigir la lucha contra el trotskismo, primero debemos conocer la naturaleza del trotskismo, los métodos que adopta y las formas que adquiere para hacer su horrible aparición, de vez en cuando.

La esencia del trotskismo radica en el hecho de que es una ideología burguesa, no proletaria, irreductiblemente opuesta al leninismo, es decir, al bolchevismo revolucionario. 

Esta verdad es necesario que los revolucionarios y los proletarios de todo el mundo la entiendan por completo. El trotskismo se opone al leninismo en cuestiones tan importantes como la naturaleza y el papel del Partido, la teoría de la revolución y el papel de la dirección. Desde 1903 hasta la Revolución de Octubre, el trotskismo como ideología se enfrascó en una amarga lucha contra el leninismo y el bolchevismo. De hecho, el trotskismo nunca ha dejado de librar esta violenta lucha contra el leninismo. 

Mientras que antes de la Revolución de Octubre el trotskismo estaba involucrado en un ataque frontal abierto contra el leninismo, durante y después de la Revolución de Octubre, adoptó una política de socavamiento insidioso del leninismo, haciéndolo cada vez bajo el disfraz de “alabar” a Lenin y al leninismo, por supuesto, y esto, porque el trotskismo había sido debilitado e inutilizado por  las tres revoluciones rusas – la de 1905, la de febrero de 1917 y la gran revolución socialista de Octubre de 1917. El leninismo, por su parte, había salido victorioso y había demostrado sus méritos después de haber pasado la prueba de tres revoluciones. Así es como el camarada Stalin describía la debilidad del trotskismo, como consecuencia de la Revolución de Octubre:
“El nuevo trotskismo ya no es una simple repetición del antiguo; ha perdido sus plumas y está bastante fangoso; es incomparablemente más dulce de espíritu y más moderado en su forma que el antiguo trotskismo; pero, en esencia, indudablemente conserva todas las características del antiguo trotskismo. El nuevo trotskismo no se atreve a afirmarse como una fuerza militante contra el leninismo; prefiere operar bajo la bandera común del leninismo, bajo el lema de la interpretación y la mejora del leninismo. Esto es porque es débil. No se puede culpar al azar de que la aparición del nuevo trotskismo coincidiera con la muerte de Lenin. Durante la vida de Lenin, no se habría atrevido a dar ese arriesgado paso.” (Stalin. Cuestiones del leninismo)

Ahora es necesario añadir algo a esta profunda declaración del camarada Stalin acerca de las características del nuevo trotskismo, en el sentido de que el trotskismo no se atrevería a lanzar más ataques directos, abiertos o subrepticios, contra el leninismo. Por el contrario,  perseguía desde ese momento el mismo viejo objetivo de atacar al leninismo y de tomar su lugar por un método indirecto, envolvente y, por lo tanto, incomparablemente más peligroso y dañino, que consistía en tomar por objetivo todas las bases de leninismo atacando a Stalin y al “estalinismo”, y esto, siempre en nombre de la “defensa” del leninismo, naturalmente.

El verdadero carácter del trotskismo reside en el uso de expresiones de “izquierda” con la intención de enmascarar una falta de fe en la clase obrera y en las masas importantes del pueblo y de enmascarar, igualmente, una voluntad de rendirse al capitalismo. La esencia del trotskismo no se revela en su fraseología ultra-“izquierdista”, sino en sus actividades, mucho más alejadas de la izquierda: “una fraseología ultraizquierdista para ocultar acciones extremadamente contrarrevolucionarias”, tal es la naturaleza del trotskismo.

Muchas personas que crecieron con las leyendas y las mentiras trotsko-burguesas llegan a decir: “Trotski era un cercano camarada de lucha de Lenin; Trotski nunca dijo nada malo de Lenin; Trotski era un bolchevique que se había comprometido a defender al leninismo en la lucha de este mismo leninismo contra el estalinismo”, etc. Pero tal visión es errónea y denota una falta total de lucidez, así como una completa ignorancia de la verdad histórica. 

Que Trotski luchó ferozmente contra el leninismo revolucionario y el bolchevismo y que Lenin, durante un largo período (de 1903 a 1917, antes de la revolución de octubre, y después también), condujo una lucha sin cuartel contra el trotskismo contrarrevolucionario, son hechos históricos bien conocidos que “han escapado a la atención” de los trotskistas, ya sea porque no quieren saber la verdad o porque son, en la terminología de Lenin, completos “ignorantes”, “hombres sin pantalones” que nunca han aprendido o incluso leído ninguna historia del bolchevismo revolucionario, pero que han ido a parar tontamente en círculos trotskistas, donde “andar desnudo se considera lo último” en relación al conocimiento del bolchevismo y todo lo que representa. Que Trotski haya lanzado ataques virulentos contra Lenin y el leninismo no es una “invención” de Stalin, como generalmente afirman los trotskistas, sino que se puede demostrar en los siguientes pasajes de una carta de Trotski a Chjeidze en 1913:
“En una palabra, todo el leninismo en este momento se basa en la mentira y la falsificación y lleva en sí el germen de su propia descomposición.”

Un poco antes, en la misma carta, Trotski describe a Lenin como “explotador profesional de la rutina del movimiento obrero ruso.”

Aquí, de la fuente más segura, tenemos en forma inalterada la verdadera opinión que tiene el trotskismo del leninismo: considera que “todo el leninismo” ha sido “basado la mentira y la falsificación” y considera a Lenin “un explotador profesional de la rutina del movimiento obrero ruso”.

Sin embargo, esto no impidió a Trotski, después de la muerte de Lenin, pretender que él era el mayor leninista en lucha contra la “burocracia estalinista”. Tampoco impide que los trotskistas de hoy, en su incesante lucha contra el leninismo, también pretendan ser los defensores incansables del leninismo en contra de la “burocracia estalinista”, usar el mismo nombre del gran Lenin y pronunciar falsas verdades tan descaradas como la afirmación de que Trotski era el hermano de armas de Lenin, así como un gran leninista.

La verdad es que el trotskismo está tan alejado del leninismo como la tierra del cielo. La verdad es que el trotskismo luchó contra el leninismo en el pasado y todavía lucha contra él hoy en día. Antes de la Revolución de Octubre, combatió abiertamente contra el leninismo; desde la Revolución de Octubre no lo ha hecho tan abiertamente.


Hoy, combate indirectamente contra el leninismo al lanzar ataques virulentos contra Stalin y el “estalinismo”. ¿Por qué? Porque la denuncia de Stalin es una precondición necesaria para la denuncia del leninismo y del bolchevismo, de la dictadura del proletariado y de la construcción del socialismo en la U.R.S.S., en la época de Lenin y de Stalin. 

Stalin fue un gran marxista-leninista que durante tres décadas aplicó con éxito el leninismo a las condiciones existentes en la U.R.S.S., y en el mundo. Fue bajo la dirección de Lenin y bajo la hostilidad de la oposición trotskista, que el pueblo soviético construyó el socialismo en la U.R.S.S. y guió a los pueblos del mundo en la guerra contra el fascismo. En efecto,hubo gloriosas realizaciones. Si uno niega estos logros y tres décadas de la aplicación más brillante del leninismo, ¿qué queda en este caso del leninismo? ¿No está claro para todos, entonces, que este ataque contra el “estalinismo” es de hecho un ataque contra el leninismo, que representa otra -¡una más!- tentativa de los trotskistas de sustituir el leninismo por el trotskismo. Así es como el trotskista usa el “leninismo” para luchar contra el leninismo.

Que el trotskismo luche contra el leninismo abiertamente o no, es una cuestión de detalle técnico que pertenece al campo de la metodología. Pero no cambia nada la realidad desnuda de que el trotskismo sigue atacando al leninismo (ciertamente, de manera más sofisticada que antes de 1917, pero aún así continúa combatiendo al leninismo).

En resumen, trotskismo es sinónimo de antilenismo, de anti-bolchevismo. El trotskismo es contrarrevolucionario.

El leninismo, por otro lado, es el bolchevismo revolucionario:
“El leninismo es el marxismo de la era del imperialismo y de la revolución proletaria. Más exactamente, el leninismo es la teoría y la táctica de la revolución proletaria en general, la teoría y la táctica de la dictadura del proletariado en particular.” (Stalin, Los fundamentos del leninismo)

Estas dos ideologías, el trotskismo por un lado y el leninismo por el otro, son enemigos irreconciliables. No se puede aceptar una de estas dos ideologías sin, al mismo tiempo, rechazar la otra. No se puede ser leninista sin rechazar el trotskismo. Del mismo modo, uno no puede ser trotskista sin rechazar el leninismo. Es lo uno o lo otro: el trotskismo o el leninismo.

Ahora conviene justificar estas afirmaciones. Para este propósito, es decir, con el fin de revelar la verdadera naturaleza del trotskismo, de revelarla en su forma realmente oportunista, contrarrevolucionaria, aligerándolo de toda su fraseología “ultraizquierdista”, es obligatoriamente necesario hacer referencia, aunque sea brevemente, a la teoría y la práctica de Trotski y sus seguidores, es decir, al punto de vista teórico y práctico del trotskismo sobre los problemas y movimientos más importantes durante un período que abarca un buen medio siglo. 
 
¿Cuál fue, por ejemplo, la posición de Trotski sobre el Partido Bolchevique, y cuáles fueron su estrategia y táctica para la revolución rusa? Sería necesario examinar cuidadosamente la posición tomada por Trotski y sus seguidores a propósito de la controversia que hizo estragos sobre el problema de construir el socialismo en un país y luego pasar al examen crítico la reacción de Trotski y sus discípulos tras la derrota de su política de oposición a la construcción del socialismo en un país: ¿Trotski y sus seguidores, por ejemplo, recurrieron a actividades contra el Partido, al terror y al asesinato, a la destrucción y al sabotaje para lograr lo que no habían podido hacer, debido a la intervención de una abrumadora mayoría del proletariado soviético? ¿Se unieron, sí o no, con los fascistas con el propósito de atacar al Estado de los trabajadores, hacia el cual su odio era tan grande que estaban dispuestos a firmar una alianza con los nazis? ¿Intentaron o no sabotear los movimientos de Frente Popular en todo el mundo antes de la Segunda Guerra Mundial? ¿Consiguieron, sí o no, sabotear con éxito el Frente Popular en España y, al hacerlo, contribuir a la victoria de los fascistas liderados por Franco en este país? Examinaremos igualmente el punto de vista de Trotski y del resto de la oposición en lo que concierne a la revolución china.

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