1 de mayo de 2017

Primero de Mayo en Cuba

Por Carlos Aznarez, publicado en Resumen Latinoamericano.


Una ola imparable de banderas y fotos de Fidel y Raúl, bajando por la avenida habanera de Paseo hacia la Plaza de todas las victorias. Un primero de mayo en Cuba es algo inenarrable, puede calificarse sin exageración como un acontecimiento único en Latinoamérica y en casi todo el mundo. Mucho más ahora, en los complejos momentos que se viven en el continente.
El pueblo, el verdadero, ese que no necesita ser convencido para movilizarse porque ya sabe de qué se trata, empezó a ganar la calle de madrugada y muchos ni durmieron con tal de esperar esta fecha tan especial para las trabajadoras y trabajadores.

A las 3, cuando por supuesto la oscuridad de la noche caía a plomo , el bullicio empezó a crepitar en cada barrio habanero y largas columnas de revolucionarios y revolucionarias, y también un puñado aguerrido de militantes solidarios con la Revolución,llegados de todas partes del planeta,  empezaron a aproximarse a los puntos de encuentro. A pie, por supuesto, ya que este era un día donde todo se paraliza, hasta el transporte público. Paseo ya era un enjambre una hora después y allí se podían encontrar obreros y obreras de una gran fábrica junto con otro bloque de estudiantes universitarios de la FEU o los niños y niñas pioneros de algunas escuelas.


Los jóvenes, unos 30 mil, esta vez abrían la marcha para demostrar que casi seis décadas después que los barbudos bajaron de Sierra Maestra y le dieron una patada en el trasero al dictador Fulgencio Batista, lo que no le falta  al proceso revolucionario es juventud rebelde, estudiosa, y decidida a recomenzar la lucha las veces que haga falta.

Sin que nadie diera la orden un grupo de afrocubanos empezó a hacer oír sus tambores y la conga tradicional estalló en bullicio como fórmula de urgencia para aguantar el tiempo que aún restaba para el inicio de la marcha, Bailarinas de caoba se balanceaban de un lado al otro agitando sus manos hacia el cielo e improvisando el nuevo grito de batalla: “Yo soy Cuba, yo soy Fidel”, mientras el Comandante en Jefe sonreía junto con Hugo Chávez desde una pancarta. Asintiendo, sí, ustedes son Fidel.


Con un orden y una disciplina ejemplar, las columnas se fueron formando una tras otra hasta llenar la avenida de una punta a la otra mostrando a quien no se haya enterado que el Primero de Mayo es desde hace décadas un desafío, en el cual los seguidores de la Revolución se cuentan entre ellos, se dan ánimos, elevan la autoestima y a la vez ratifican el apoyo a quienes más le han dado poder al pueblo a lo largo de los siglos.



A las 6 de la mañana ya era imposible caminar por ciertos sectores y la muchedumbre seguía generando un colorido ramillete de cánticos y agitar de banderas entre la muchedumbre. Ya faltaba poco para que se diera la orden de largada y eso se palpitaba en la ansiedad de los presentes, ya que comenzaban a hacer aparecer sobre la superficie, una serie de consignas escritas a mano sobre cartones o papeles tipo afiche. La “unidad”, era uno de los temas más reclamados en esta ocasión, junto con el continuo y merecido homenaje a Fidel, el más aplaudido, el más venerado. “Al que más se lo extraña”, al decir de una enfermera del Hospital Hermanos Ameijeiras.

Y llegó la hora señalada, ya son las 7,30: la Plaza de la Revolución está como en sus mejores fechas, el sol ya empieza a hacerse sentir y las estrofas del Himno cubano son coreadas por cientos de miles de voces convirtiéndolo en ese marco multitudinario en un escudo contra los agresores de esta Isla a la que le sobra dignidad. Minutos después el secretario general de la Central de Trabajadores Cubanos, Ulises Guilarte de Nacimiento, saludaba la fecha y aprovechaba para reiterar la lealtad de los trabajadores a la Revolución, y a la vez comprometer el apoyo de todo el movimiento sindical al pueblo y gobierno de Venezuela agredido por el imperialismo norteamericano.


Comenzada la marcha, la alegría contenida se esparce masivamente. Pueblo que ríe, pueblo que lucha y resiste a toda la maldad de sus enemigos externos. Allí están ahora manifestándose los médicos solidarios con el pueblo cubano y todos los pueblos donde les toca ir en misión. Más tarde le toca el turno a los hombres y mujeres de las Fuerzas Armadas Revolucionarias, desfilando victoriosos mientras al taconear con fuerza sobre el cemento, repiten al unísono: “Yo soy Fidel”. Más atrás el bloque de los trabajadores de la Construcción, las integrantes de la Federación de Mujeres o los pobladores del Barrio Chino, portando uno de esos típicos dragones de sus grandes fiestas.




También se hizo ver la solidaridad internacionalista con Cuba, a través de banderas palestinas, venezolanas, saharauis, turcas,  bolivianas, de Ecuador, Argentina, Uruguay y del País Vasco además de las tricolores de la república española.

De a miles fueron ingresando a la Plaza hasta sumar casi un millón de personas. A esa altura el griterío se hace ensodecedor y se mezcla con el retumbe de tambores y trompetas. En un imponente escenario presidido por José Martí y flanqueado por el Che y Camilo Cienfuegos, el presidente cubano y máximo jefe de las Fuerzas Armadas, Raúl Castro Ruz saludaba a todo ese pueblo que no se cansa de demostrar lealtad a quienes desde 1959 vienen ejerciendo un liderazgo natural y de excelencia.

Es Primero de Mayo en Cuba, la patria del socialismo latinoamericano, el territorio de la mayor solidaridad con todos los pueblos del mundo.



Hace pocos meses se hacía difícil imaginar como sería esta fecha sin Fidel, pero ya se terminó la incertidumbre: el máximo creador de esta ideología revolucionaria que exhala por todos sus poros el pueblo cubano marchó ellos y ellas precisamente. Por donde se mirara, su rostro barbado asomaba casi con picardía y despojado de toda solemnidad. Para desgracia de sus enemigos, sigue viviendo entre los suyos, alentándolos a superar adversidades, incitándolos a recoger su legado y llevarlo como bandera a nuevas victorias.

Nota:
Fotos realizadas por Hector Planes.

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