15 de abril de 2011

Aleka Papariga: Se necesita un movimiento obrero que luche por el cambio de la correlación de fuerzas y el derrocamiento del poder de los monopolios


Extraído del 16º Congreso de la FSM: discurso de Aleka Papariga (PC de Grecia)



El día 7 de abril, los más de 800 delegados del 16º Congreso de la Federación Sindical Mundial (FSM), que se lleva a cabo estos días en Atenas, visitaron la sede del CC del KKE.
Un gran evento internacionalista se celebró en el aula de congresos del CC del partido que fue sacudida por los sonidos de las canciones obreras revolucionarias de todo el mundo. La Secretaria General del CC del KKE se dirigió a los delegados y dijo entre otras cosas que:
“Consideramos que en condiciones de crisis, tanto el Partido Comunista como el movimiento obrero sindical deben llevar a cabo una lucha muy compleja. Por un lado, deben crear focos y condiciones de agrupación en base a los problemas cotidianos agudizados por la crisis a fin de atraer a la acción a amplias masas obreras, sobre todo jóvenes que son relativamente inmaduros y se han educado en condiciones de retroceso del movimiento obrero revolucionario mundial, y al mismo tiempo reunir los frentes según centro de trabajo y sector en un movimiento unificado que luche por el cambio de la correlación de fuerzas, el derrocamiento del poder de los monopolios, hacia la perspectiva del socialismo.”
El texto entero del saludo de Aleka Papariga a los delegados extranjeros:

Saludo de la Secretaria General del CC del KKE Aleka Papariga en el encuentro con representantes del Congreso de la Federación Sindical Mundial
Con gran placer les damos la bienvenida en la sede del CC del KKE. Esperamos las decisiones finales de su Congreso con gran interés y expectativas, en un período en que los pueblos necesitan un apoyo firme, sólido e inquebrantable, una fuerza de inspiración y confianza en sí mismos en su lucha difícil y ardua.
La crisis económica capitalista está en pleno desarrollo. Como suele ocurrir ha empezado en un país -y en este caso concreto en los EE.UU.- y a continuación ha ido golpeando muchos países de la UE y otros.
Varios institutos científicos del imperialismo y los analistas más serios concluyen que cuando venga la recuperación, sucesivamente en un país tras otro se acompañará de alto y creciente desempleo e inflación. Nosotros añadimos algo que se reconoce tácitamente o sea que el antagonismo interimperialista en condiciones de liberalización del movimiento de capitales, es posible que traiga significativos cambios en la pirámide imperialista que abarcarán los niveles medios y tal vez los inferiores. Así pues, tanto en el período de crisis como en el de recuperación, en varios países se producirá inestabilidad política y graves conflictos militares sobre el nuevo reparto del botín.
La guerra contra Libia es un síntoma característico y por cierto no es el último puesto que en varios países árabes se notan desarrollos similares mientras que África se está convirtiendo en un gran escenario de antagonismos interimperialistas.
Según nuestra opinión, hoy en día inevitablemente se plantea en primer lugar la especificación de la estrategia y de la táctica del movimiento obrero para soportar la presión en período crisis, pasar en fase de contraataque, garantizar un paso importante hacia delante, un salto pequeño o grande para que inicie el proceso de cuenta atrás de la correlación de fuerzas negativa que se ha desarrollado durante los últimos 20 años.
Nosotros como partido hablamos de especificación porque al estallar la crisis fuimos ideológica y políticamente preparados, con un nuevo programa y una estrategia elaborada en base a las condiciones contemporáneas y con amplios lazos con la clase obrera y las capas populares pobres del país.
Lo que según nuestra opinión nos ayudó a estar mejor preparados fue las elaboraciones acerca del desarrollo del capitalismo griego en condiciones de incorporación en la UE, la política de alianzas que hemos elaborado que se basa en los cambios en la estructura social y de clases del país, así como los estudios que hemos llevado a cabo durante 18 años para sacar conclusiones científicas sobre la construcción socialista en el siglo XX y las causas de la victoria de la contrarrevolución, en particular las causas internas que tienen que ver principalmente con el partido.
Consideramos que en condiciones de crisis, tanto el Partido Comunista como el movimiento obrero sindical deben llevar a cabo una lucha muy compleja. Por un lado, deben crear focos y condiciones de agrupación en base a los problemas cotidianos agudizados por la crisis a fin de atraer a la acción a amplias masas obreras, sobre todo jóvenes que son relativamente inmaduros y se han educado en condiciones de retroceso del movimiento obrero revolucionario mundial, y al mismo tiempo reunir los frentes según centro de trabajo y sector en un movimiento unificado que luche por el cambio de la correlación de fuerzas, el derrocamiento del poder de los monopolios, hacia la perspectiva del socialismo.
Por supuesto no es una tarea fácil porque en condiciones de crisis el radicalismo que puede desarrollarse se enfrenta no sólo a la violencia estatal y la intimidación ideológica sino también a la difusión sistemática de puntos de vista reformistas y oportunistas que crean confusión a la conciencia, debilitan, fragmentan y asimilan.
Sin embargo, la única opción es la estrategia de ruptura y derrocamiento.
Lo que hoy está claro y constituye un elemento relativamente nuevo es que el sistema capitalista a escala nacional, regional e internacional tiene límites muy estrechos en cuanto a la gestión de la crisis en comparación con el pasado lo cual se debe a los antagonismos, a la mayor anarquía en las condiciones de liberalización del movimiento de capitales, al incremento de los centros imperialistas que demandan un nuevo reparto de los mercados etc.
Los límites históricos del sistema capitalista se han vuelto más visibles hoy que durante la crisis de 1922-23 o incluso durante la década de los 70.
Las luchas que se limitan a demandas parciales, cuyo objetivo es mitigar las consecuencias, no traen resultados; los gobiernos muestran resistencia, corren riesgos pero no hacen las concesiones que hacían en el pasado.
Esto no significa que ponemos límites de antemano en la lucha de clases. Sin embargo, la realidad ha demostrado que un movimiento puede cansarse fácilmente, asimilarse y quebrantarse cuando limita estratégicamente su lucha en demandas defensivas, en un período en que se eliminan logros conquistados o cedidos. De este modo el movimiento sindical está en peligro de conducirse al desprecio absoluto y al descrédito, de perder su carácter reivindicatorio y degenerarse completamente, como ha sucedido lamentablemente en los EE.UU. Existe el riesgo de que se asimile plenamente y que se desarme tal como ha sucedido en varios países europeos. La cuestión del poder político a favor de la clase obrera y de sus aliados debe plantearse al movimiento obrero no como una consigna y de manera voluntarista sino de modo planificado tomando en cuenta la experiencia de las masas. Es cierto que la clase obrera, la mayor parte posible, debe convencerse de su propia experiencia. Sin embargo, para transformar esta experiencia en madurez política hace falta tener estrategia y táctica revolucionarias correctas. Si no, la experiencia de las masas se formará no sólo en base a sus problemas sino también a la basura ideológica de la ideología burguesa y del reformismo y el oportunismo. El sistema capitalista no se puede reformar o modernizar a favor de los trabajadores. Ninguna versión alternativa de gestión del sistema no puede borrar la barbarie de la explotación de clase. El sistema capitalista tiene varias reservas para formar gobiernos de alianzas con fuerzas reformistas y oportunistas, con formaciones ecológicas pero esto no cambia el hecho que el pueblo se enfrenta a un gobierno burgués que apoya el sistema capitalista firme y constantemente.
Un asunto de suma importancia es la postura del movimiento comunista y obrero ante la guerra imperialista y cualquier forma de intervención.
Hoy en día sigue siendo plenamente vigente la separación de guerras en justas e injustas. No es cuestión de elegir. Es un asunto objetivo porque el imperialismo y la guerra son absolutamente compatibles.
Nosotros hemos dicho NO a la guerra imperialista en los Balcanes, en el Oriente Medio, en África, en Asia desde el primer momento, independientemente de nuestra oposición con los regímenes y gobiernos en los diferentes países. El No a la guerra en Irak no significaba tolerancia a Saddam, ni el NO a la guerra en Libia significaba tolerancia y apoyo a Gaddafi.
En cada país, el pueblo tiene la primera responsabilidad, encabezado por la clase obrera, de imponer el cambio de la correlación de fuerzas y dar una solución radical sin protección e intervención imperialista. Es otra cosa la necesidad de solidaridad obrera internacionalista unida y activa hacia los pueblos que sufren.
Somos de la opinión que la amplia iluminación de los pueblos debe realizarse de modo más abierto y audaz, que se necesitan acciones prácticas para fortalecer la posición que ningún pueblo debe alinearse con la burguesía de su país en el antagonismo interimperialista en su intento de lograr parte del botín que deriva de la explotación clasista y de la represión imperialista.
La guerra imperialista es de carácter objetivo. Con la actual correlación de fuerzas es difícil de evitar, sin embargo esto no significa que no debe haber un esfuerzo sistemático del pueblo para detenerlo. Es posible tener resultados en algún lugar, incluso en las condiciones actuales. Sin embargo, objetivamente, cuando se estalla una guerra imperialista se plantea la cuestión tanto al movimiento comunista como al movimiento obrero sindical, en la medida en que ha mantenido o que ha desarrollado una orientación de clase, de transformar la lucha contra la ocupación o la participación en la guerra en una lucha por el poder, en la medida que existirán las condiciones previas para la transición inmediata al socialismo. En todo caso, el movimiento contra la guerra no puede limitarse en una lucha humanitaria o más aún en una lucha que temporalmente deja de lado la lucha de clases en nombre de poner fin a la guerra. Se ha demostrado desde hace tiempo que la burguesía frente al levantamiento popular prefiere la protección política de su aliado imperialista y la cooperación con el agresor en lugar de salvaguardar la integridad y los derechos soberanos de su país.
Creemos que es nuestra obligación, especialmente junto con los comunistas elegidos en los órganos de la FSM y de los sindicatos, luchar con los que comparten los principios de la lucha de clase, contribuir en el fortalecimiento de la organización a través de nuevas organizaciones, en nuevos países para que se convierta en una fuerza global de lucha y esperanza.

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