29 de abril de 2019

Historia Ilustrada: Abril de 1917, rumbo a la revolución socialista



Abril de 1917: Rumbo hacia la revolución socialista

El 3 de abril, día en que Lenin regre­só a la patria, fue una verdadera fiesta de la Rusia revolucionaria. Cuando se supo la noticia de su llegada a Petrogra­do, el CC del partido y el Comité petro­gradense tomaron medidas urgentes pa­ra avisar a todos los distritos, empresas, unidades militares de la capital, a Kronstadt, y los arrabales.

Era día de Pascua. Las empresas no trabajaban, no salían los diarios. En los distritos capitalinos de Víborg, Moscú, Narva, Vasilevski Ostrov, Petrogrado y Lituano (nacional), se celebraron reuniones de los bolcheviques comunicán­dose la próxima llegada de Lenin. Los bolcheviques del distrito de Víborg recorrieron las calles con la pancarta: 

“¡Hoy llega Lenin!” En Vasílevski Os­trov se pegaron octavillas indicando la hora y el lugar de reunión para dirigirse a la Estación de Finlandia. En el distrito de Narva se visitaron los domicilios de los obreros. Los bolcheviques del distri­to de Moscú convocaron urgentemente un mitin dedicado a la inminente llega­da de Lenin.

Por la tarde, como escribió el perió­dico Pravda, acudieron a la Estación de Finlandia decenas de miles de personas, fundamentalmente obreros, para recibir a Lenin. La muchedumbre, endominga­da, se agrupaba en torno a las banderas de sus empresas. Kronstadt envió un destacamento para recibir solemnemen­te y proteger al fundador del Partido Bolchevique. Junto con la milicia obre­ra y los guardias rojos había también soldados.

Al frente de la muchedumbre se en­contraban delegaciones del CC, del Co­mité petrogradense del partido y de la redacción del Pravda.

En el informe noticioso sobre el en­cuentro en la Estación de Finlandia, se comunicó: “A las 23.10 llegó el tren. Lenin salió y fue saludado por sus ami­gos y camaradas del antiguo trabajo partidario. Bajo las banderas del parti­do, avanzó por la estación… Avanzó an­te las tropas formadas en la estación que le presentaban armas, y ante la milicia obrera. Por doquier era recibido con entusiasmo".

En la estación le esperaban miembros del CC, del Comité petrogradense, diri­gentes de las organizaciones distritales de los bolcheviques y una delegación del Soviet de Petrogrado. Chjeídze le pre­sentó un saludo en nombre del Soviet de la capital. La aparición de ese líder de los mencheviques y presidente del mayor Soviet del país, que entonces de­sempeñaba el papel de centro de los So­viets de toda Rusia, era una muestra de que los conciliadores se veían obligados a contemplar la influencia cada vez más creciente del partido político más gran­de del país y no podían rehusar el en­cuentro con su guía. Lenin escuchó a Chjeídze, pero dirigió su discurso a los bolcheviques petrogradenses, a los re­presentantes de las fábricas y unidades militares; a continuación salió a la plaza frente a la Estación. Como se había reu­nido tanta gente y todos deseaban verle, el automóvil que debería servir de tribuna para su intervención fue sustituido por un vehículo blin­dado.

Ante la enorme multitud, pronunció un discurso en el que saludó al proleta­riado revolucionario ruso y al ejército revolucionario que habían logrado no sólo liberar a Rusia del despotismo za­rista, sino también iniciar la revolución social a nivel internacional. Lenin ter­minó su intervención con las palabras “¡Viva la revolución socialista!” Miles de personas le hicieron eco. El soldado M. S. Oganián condujo lentamente el vehículo a través de un mar de personas. Durante el trayecto, Lenin se dirigió varias veces a las columnas de obreros, soldados y marineros.

El mitin se reanudó frente al Palacio de Kshesínskaia, sede del CC y del Co­mité petrogradense del POSD(b)R. Desde el balcón Lenin hizo uso de la pa­labra reiteradas veces. Se reunieron sus amigos y camaradas, miembros del CC y del Comité petrogradense de los bol­cheviques, funcionarios activos de la or­ganización partidaria de Petrogrado. Ante ellos pronunció un discurso de ho­ra y media, basado en el borrador de las tesis escritas durante el viaje. Se trataba de la primera de las famosas Tesis de Abril. La profundidad del análisis y nuevo planteamiento de las cuestiones desconcertaron a muchos. La reunión concluyó muy entrada la noche.

Lenin se alojó en el tranquilo aparta­mento Nº 24 de la casa 48/9, en la calle Shirókaia, donde vivía su hermana Ana Uliánova-Elizárova. Llegó por la maña­na temprano y pronto se marchó. Junto con sus familiares visitó las tumbas de su-madre y de su hermana Olga en el ce­menterio Vólkov. A continuación, co­mo si no hubiera pasado una noche en vela, comenzó su primera jornada de trabajo en Rusia después de una larga ausencia forzosa.

El proletariado petrogradense con­memoraba ese día el quinto aniversario de los acontecimientos del Lena (el fusi­lamiento de los obreros de las minas del Lena en 1912). En muchas fábricas se celebraban mítines y manifestaciones. En el Campo de Marte, frente a las tumbas de los mártires de la Revolución de Febrero, hicieron uso de la palabra ora­dores obreros. Se entonaron canciones revolucionarias.

A eso de las 12 del día, Lenin se pre­sentó en el Palacio de Táurida, donde se celebraba una reunión de los bolchevi­ques participantes en la Conferencia de los Soviets de Diputados Obreros y Sol­dados de toda Rusia. Allí planteó con plena firmeza sus tesis, en las que daba una apreciación clara de la situación, in­dicaba los objetivos hacia los que había que orientarse y las vías por las que se debía avanzar.


Lenin pronunciando las Tesis de Abril en el Palacio de Táurida en Petrogrado

Del Artículo del Lenin Las tareas del proletariado en la presente revolución: Publico estas tesis personales acom­pañadas únicamente de brevísimas notas explicativas, que en mi informe fue­ron desarrolladas con mucha mayor amplitud.
  1. En nuestra actitud ante la guerra, que por parte de Rusia sigue siendo in­discutiblemente una guerra imperialista, de rapiña, también bajo el nuevo Go­bierno de Lvov y Cía, en virtud del carácter capitalista de este Gobier­no, es intolerable la más pequeña concesión al “defensismo revolucio­nario”.
El proletariado consciente sólo puede aprobar una guerra revolucionaria, que justifique verdaderamente el defensismo revolucionario, bajo las siguientes con­diciones: a) paso del poder a manos del proletariado y de los sectores más po­bres del campesinado a él adheridos; b) renuncia de hecho, y no de palabra, a todas las anexiones; e) ruptura com­pleta de hecho con todos los intereses del capital.

Dada la indudable buena fe de gran­des sectores de defensistas revoluciona­rios de filas, que admiten la guerra sólo como una necesidad y no para fines de conquista, y dado el engaño por la bur­guesía, es preciso aclararles su error de un modo singularmente minucioso, pa­ciente y perseverante; explicarles la ligazón indisoluble del capital con la guerra imperialista y demostrarles que sin derrocar el capital es impo­sible poner fin a la guerra con una paz verdaderamente democrática y no con una paz impuesta por la vio­lencia.

Organizar la propaganda más amplia de este punto de vista en el ejército de operaciones.
Confraternización en el frente.
  1. La peculiaridad del momento ac­tual en Rusia consiste en el paso de la primera etapa de la revolución, que ha dado el poder a la burguesía por carecer el proletariado del grado necesario de conciencia y de organización, a su se­gunda etapa, que debe poner el poder en manos del proletariado y de las capas pobres del campesinado.
Este tránsito se caracteriza, de una parte, por el máximo de legalidad (Ru­sia es hoy el más libre de todos los países beligerantes); de otra parte, por la ausencia de violencia contra las masas y, finalmente, por la confianza inconsciente de éstas en el Gobierno de los capita­listas, Ios peores enemigos de la paz y del socialismo.

Esta peculiaridad exige de nosotros habilidad para adaptarnos a las condiciones especiales de la labor de partido entre masas inusitadamente amplias del proletariado, que acaban de despertar a la vida política.
  1. Ningún apoyo al Gobierno Provi­sional; explicar la completa falsedad de sus promesas, sobre todo de la renuncia a las anexiones. Desenmascarar a este Gobierno, que es un Gobierno de capitalistas, en vez de propugnar la inadmi­sible e ilusoria “exigencia” de que deje de ser
  2. Reconocer que, en la mayor parte de los Soviets de Diputados Obreros, nuestro partido está en minoría y, por el momento, en una minoría reducida, frente al bloque de todos los elementos pequeñoburgueses y oportunistas, so­metidos a la influencia de la burguesía y que llevan dicha influencia al seno del proletariado…
Explicar a las masas que los Soviets de Diputados Obreros son la única forma posible de Gobierno revolucionario y que, por ello, mientras este Gobierno se someta a la influencia de la burguesía, nuestra unión sólo puede consistir en explicar los errores de su táctica de un modo paciente, sistemático, tenaz y adaptado especialmente a las necesidades prácticas de las masas.

Mientras estemos en minoría, de­sarrollaremos una labor de crítica y es­clarecimiento de los errores, propug­nando al mismo tiempo la necesidad de que todo el poder del Estado pase a los Soviets de Diputados Obreros, a fin de que, sobre la base de la experiencia, las masas corrijan sus errores.
  1. No una república parlamentaria -volver a ella desde los Soviets de Dipu­tados Obreros sería dar un paso atrás sino una república de los Soviets de Di­putados Obreros, Braceros y Cam­pesinos en todo el país, de abajo arriba…
  2. En el programa agrario, trasladar el centro de gravedad a los Soviets de Diputados Braceros.
Confiscación de todas las tierras de los latifundistas.

Nacionalización de todas las tierras del país. De ellas dispondrán los Soviets locales de Diputados Braceros y Cam­pesinos. Creación de Sovietsde Diputa­dos de los Campesinos Pobres. Hacer de cada gran finca (con una extensión de unas 100 a 300 desiatinas*, según las condiciones locales y de otro género y a juicio de las instituciones locales) una hacienda modelo bajo el control del So­viet de Diputados Braceros y sobre ba­ses colectivas.
  1. Fusión inmediata de todos los bancos del país en un Banco Nacional único, sometido al control de los Soviets de Diputados Obreros.
  2. No implantar el socialismo, como nuestra tarea inmediata, sino pasar úni­camente a la instauración inmediata del control de la producción social y de la distribución de los productos por los Soviets de Diputados Obreros…

Ese mismo día, Lenin volvió a pro­nunciar su informe en la sala semicircu­lar del Palacio de Táurida, donde se habían reunido los bolcheviques, men­cheviques y socialdemócratas indepen­dientes participantes en la Conferencia de los Soviets de toda Rusia, represen­tantes de los centros partidarios, de las organizaciones petrogradenses y nacio­nales, del Comité Ejecutivo del Soviet de Petrogrado, de los periódicos socialdemócratas y antiguos miembros del grupo socialdemócrata en la Duma. Le­nin enfatizó, ante todo, en la tesis dedi­cada a la guerra, destacando tres aspectos fundamentales: 1) conservación del carácter imperialista de la guerra por parte de Rusia, incluso después de de­rrocar a la autocracia ; 2) imposibilidad de terminarla con una paz verdadera­mente democrática, no violenta, sin de­rribar al capital ; 3) necesidad de comba­tir al defensismo revolucionario.

No es casual que la cuestión de la guerra y el defensismo fuera la primera que se planteó, pues era precisa­mente ésta la que mostraba con mayor claridad la diferencia entre los reformis­tas y los revolucionarios.

“Todo el que se contenta con ‘exigir’ de los gobiernos burgueses que concier­ten la paz o que ‘expresen la voluntad de paz de los pueblos’, etc. —escribió Lenin varios días después de pronunciar su discurso en el Palacio de Táurida—, se desliza en realidad al campo de las re­formas. Porque, objetivamente conside­rado, el problema de la guerra sólo se plantea de modo revolucionario”. Y más adelante subrayó: “Para acabar con la guerra, para conseguir una paz demo­crática y no una paz impuesta por la violencia, para liberar a los pueblos del tributo esclavizador que suponen los in­tereses de miles de millones pagados a los señores capitalistas enriquecidos en la ‘guerra’, no hay más salida que la re­volución del proletariado”.

La peculiaridad del momento, como la determinó Lenin en la segunda tesis, consistía precisamente “en el paso de la primera etapa de la revolución, que ha dado el poder a la burguesía por carecer el proletariado del grado necesario de conciencia y de organización, a su se­gunda etapa, que debe poner el poder en manos del proletariado y de las capas pobres del campesinado”.

Al desarrollar estos conceptos en sus trabajos ulteriores, Lenin aclaró: “La dictadura democrática revolucionaria del proletariado y de los campesinos se ha realizado ya… Ha resultado un entre­lazamiento… en. forma extraordinaria­mente original, nueva e inaudita. Exis­ten paralelamente, juntos, simultánea­mente, tanto el dominio de la burguesía (Gobierno de Lvov y Guchkov) como la dictadura democrática revolucionaria del proletariado y de los campesinos, que voluntariamente entrega el poder a la burguesía, convirtiéndose voluntariamente en apéndice suyo”. De ahí que, al indicar las mayores peculiaridades del período de transición —máxima legali­dad en Rusia, ausencia de violencia con­tra las masas y la confianza inconsciente de éstas en el Gobierno de la burgue­sía—, Lenin exigiera la renuncia a todo apoyo al Gobierno Provisional, el desenmascaramiento de la falsedad to­tal de sus promesas, la explicación a las masas de que los Soviets eran la única forma posible del Gobierno revolucio­nario.

La consigna “¡Todo el poder a los Soviets!” abría la posibilidad de liqui­dar por vía pacífica la dualidad de pode­res existente. La crítica de los errores de los Soviets y el cambio de su composi­ción mediante reelecciones conducirían poco a poco también al cambio de su política y su esencia como órganos de poder. Dejarían de ser órganos de la dictadura revolucionario-democrática del proletariado y el campesinado, y se convertirían en órganos de la dictadura del proletariado y los campesinos po­bres, en únicos organismos de poder ab­soluto en el país, que materializarían las reivindicaciones de los trabajadores. El Gobierno Provisional, privado del apoyo de las masas, cedería el poder al nuevo Gobierno revolucionario de los Soviets.

Lenin rechazaba los reproches de al­gunos dogmáticos respecto a que los bolcheviques, al promover esta consig­na, habían renunciado a su propia rei­vindicación —la transformación de la guerra imperialista en guerra civil—, e indicaba: “Pero en Rusia ha terminado la primera guerra civil y pasamos ahora a la segunda guerra : entre el imperialis­mo y el pueblo en armas. Y en este pe­riodo de transición, mientras la fuerza armada se encuentre en manos de los soldados, mientras Miliukov y Guch­kov no recurran a la violencia, esta guerra civil se convierte para nosotros en una labor de propaganda clasista pacífi­ca, larga y paciente…” Y más adelante : “Hay que saber situarse en el punto de vista del marxismo, el cual nos dice que esta transformación de la guerra impe­rialista en guerra civil se basa en condi­ciones objetivas y no en condiciones subjetivas. Nosotros renunciamos de momento a esta consigna, pero sólo de momento. Las armas están ahora en manos de los soldados y de los obreros, y no en manos de los capitalistas. Mientras el Gobierno no rompa las hos­tilidades, predicamos pacíficamente”.
  1. Plejánov escribió en su periódico Edinstvo que las tesis de Lenin eran un “delirio”. I. Tsereteli, uno de los líderes de los mencheviques, miembro del Co­mité Ejecutivo del Soviet de Petrogra­do, defensista y partidario de la coali­ción con la burguesía, expresó con altanería la esperanza de que la vida pronto enseñaría a Lenin la antigua ver­dad marxista: “los individuos pueden equivocarse; las clases, jamás”. La vida no llegó a enseñarle nada al propio Tsereteli.
Pero los acontecimientos de los días siguientes mostraron que Lenin tenía razón tanto en la apreciación de la polí­tica del Gobierno Provisional y el carác­ter de la guerra, como en la determina­ción de las tareas del proletariado revolucionario ante las circunstancias.

 Manifestación del 1 de Mayo en Petrogrado

El 18 de abril (1 de mayo por el nuevo calendario), el pueblo revolucionario celebró por primera vez abiertamente la Jornada Internacional de Solidaridad Proletaria. Numerosos manifestantes, que salieron a las calles de las ciudades de Rusia, llevaban pancartas con las consignas “¡Viva la fraternidad de los pueblos!”, “¡Paz sin anexiones ni con­tribuciones!”, “¡Proletarios de todos los países, uníos!” En el Campo de Marte de la capital, Lenin pronunció un discurso ante los manifestantes, dedica­do al significado del 1 de Mayo y a las tareas de la revolución rusa.

Ese mismo día hizo uso de la palabra en el mitin de los obreros de las fábricas de pólvora de Ojta, celebrado con moti­vo del 1 de Mayo, en la Plaza del Pala­cio. Se realizaron manifestaciones mul­titudinarias en Kronstadt. Rével, Riga, Ivánovo-Voznesensk. Nizhni Nóvgo­rod, Kiev, Járkov, Ekaterinburgo, Tula, Vladimir, Oriol, Penza, Vítebsk, Mo­guiliov, Bakú, Nikoláiev. Gomel, Tsarítsin, Minsk, Viatka, Samara, Sim­ferópol, Feodosia, Zhitómir, Sebasto­pol, Smolensk, Rostov del Don, Odesa, Tashkent, Krasnoyarsk, Tiflís, Poltava, Vorónezh, Blagovéschensk, Tambov, Kutais, Kishiniov, así como en el Don­bás y en muchas otras zonas de Rusia. Mientras que la consigna fundamental de los manifestantes era “¡Paz sin ane­xiones ni contribuciones!”, Miliukov, ministro de Asuntos Exteriores, ordenó a los embajadores rusos, acreditados an­te los Gobiernos de los Estados aliados, confirmarles que el Gobierno Provisio­nal “se apresura a unir su voz a la voz de los aliados” y tiene “plena seguridad en la terminación victoriosa de la guerra actual”.

Cuando la nota de Miliukov apareció en la prensa (el 20 de abril), en las fábri­cas y cuarteles de la capital comenzaron a convocarse mítines de protesta contra la política exterior del Gobierno Provi­sional. Surgió espontáneamente una manifestación multitudinaria de solda­dos, y luego también salieron a las calles los obreros.


1 de Mayo en Petrogrado

Entre las tres y las cuatro de la tarde, frente al Palacio Mariíriski, sede del Gobierno Provisional, se congregaron unos 15.000 manifestantes. Para tran­quilizar a los reunidos, el Comité Ejecu­tivo del Soviet de Petrogrado envió al eserista Gots y al menchevique Skóbe­lev, pero sus intervenciones no tuvieron éxito. Los soldados (en la manifestación participaban soldados de los regimien­tos Finlandski y Granaderos Moskovs­ki, 1 Regimiento de Ametralladoras, 180 Regimiento de Infantería de Reserva, Grupo Acorazado y otras uni­dades militares, así como marinos de la Flota del Báltico) emitieron un comunicado mediante el cual se exigía la dimisión inmediata de Miliukov.

Salieron a las calles de la ciudad gran­des columnas de obreros de las fábricas más grandes de Petrogrado. Lenin escri­bió luego sobre las manifestaciones: “El 20 y el 21 de abril, Petrogrado era un hervidero. Las calles estaban llenas de gente; día y noche se formaban por do­quier grupos pequeños y grandes y se celebraban mítines de variadas proporciones; no cesaban las manifestaciones y demostraciones de masas…

Las manifestaciones empezaron co­mo manifestaciones de soldados con una consigna contradictoria, incons­ciente e incapaz de conducir aparte al­guna: “¡Abajo Miliukov!…”

La burguesía ocupa la Avenida Nevs­ki (la avenida “Miliukov”, como dijo un periódico) y los barrios adyacentes del Petrogrado rico, del Petrogrado de los capitalistas y los funcionarios. Ofí­ciales, estudiantes y “clases medias” se manifiestan a favor del Gobierno Pro­visional y, entre las consignas, se encuentra con frecuencia en las banderas una inscripción: “¡Abajo Lenin!”

El proletariado se lanza a la calle des­de sus centros, los suburbios obreros, organizado en torno a los llamamientos y las consignas del Comité Central de nuestro partido. El 20 y 21, el Comité Central adopta resoluciones que el apa­rato de la organización hace llegar in­mediatamente a las masas del proleta­riado. Las manifestaciones obreras inundan los barrios no ricos y menos céntricos de la ciudad; y, después, pene­tran por partes en la Nevski. Las mani­festaciones de los proletarios se distin­guen a todas luces de las de la burguesía porque abarcan a mayores masas y es­tán más unidas. En sus banderas se lee entre otras inscripciones: “¡Todo el poder al Soviet de Diputados Obreros y Soldados!”
En la Nevski se producen choques.

Resolución del CC del POSD(b)R del 20 de abril (3 de mayo) de 1917 sobre la crisis del Gobierno Provisional del 18 de abril (1 de mayo de 1917)

Teniendo en cuenta lo que antecede, el CC considera;
  1. Que cualquier cambio en la com­posición de este Gobierno (dimisión de Miliukov, revocación de Kerenski, etc.) no sería más que una imitación de los peores procedimientos del republicanis­mo parlamentario burgués, que susti­tuye la lucha de clases por la rivalidad entre camarillas y por los cambios de personas.
  2. Que la única salvación para la ma­sa de población pequeñoburguesa, que pendula entre los capitalistas y la clase obrera, es el paso sin reserva de esta ma­sa al lado del proletariado revoluciona­rio, la única clase capaz de romper real­mente las cadenas del capital financiero y de la política anexionista. Sólo cuando -con el apoyo de la mayoría del pue­blo- el proletariado revolucionario haya tomado todo el poder estatal en sus manos, creará, junto con los solda­dos revolucionarios, bajo la forma de Soviet de Diputados Obreros y Solda­dos, un Gobierno que tendrá la confian­za de los obreros de todos los países y que será el único capaz de poner fin rápidamente a la guerra por medio de una paz verdaderamente democrá­tica.


Manifestación de unidades revolucionarias de la guarnición de Petrogrado del 21 de abril de 1917

En la noche y el día del 21 de abril, en Petrogrado tuvieron lugar, casi sin ce­sar, mítines multitudinarios de soldados y manifestaciones de obreros. El movi­miento de protesta comenzó a extender­se a las provincias y al ejército. Al mis­mo tiempo, los partidarios del Gobier­no Provisional organizaban sus mani­festaciones. Según el periódico Nóvaia Zhizn (“Vida Nueva”), ante los reuni­dos frente a la embajada inglesa intervi­no George Buchanan, el embajador, ex­hortando a apoyar al Gobierno Provi­sional, “sincero defensor de los intereses populares”. Y este “defensor”, que en sus declaraciones juraba que no se emplearían las armas contra el pueblo, en realidad deseaba dispersar la “turba”, como él denominaba a los manifestan­tes, con la fuerza de las armas, pero no pudo. Kornilov mandó emplazar piezas de artillería en la Plaza del Palacio, pero los cadetes de la Escuela de Artillería Mijáilovski se negaron a cumplir la or­ den, declarando que no tenía validez porque no había sido acordada junto con el Soviet de Diputados Obreros y Soldados.

Comunicado del periódico Pravda sobre la orden de L. Kornilov de emplazar pie­zas de artillería en la Plaza del Palacio para aplastar las acciones revoluciona­rias de los obreros y los soldados el 21 de abril

Cerca de las cinco de la tarde, en la Escuela de Artillería Mijáilovski se reci­bió un telefonema del teniente general Kornilov, jefe de la Región Militar de Petrogrado, sobre el envío de dos bate­rías de la escuela a la Plaza del Palacio.

Después de conocer el mensaje, la reunión de oficiales y soldados de la es­cuela dispuso por unanimidad : no cum­plir la orden del general Kornilov y no enviar cañones a la Plaza del Palacio.

Se decidió enviar delegados para con­firmar si el general Kornilov actuaba con el consentimiento del Soviet. Se su­po que la orden se había dado sin la san­ción del Comité Ejecutivo del Soviet de Diputados Obreros y Soldados. El Co­mité anunció que sus órdenes se darían sólo por escrito, con la firma de uno de sus miembros.

Dos horas más tarde, en la escuela se recibió una nueva orden por escrito del general Kornilov, que anulaba la prime­ra.

A las 11, la Avenida Nevski adquirió su aspecto habitual>>.

Resolución del Soviet de Diputados Obreros y Soldados del distrito de Víborg con la exigencia de investigar las acciones contrarrevolucionarias del general L. Kornílov

Después de examinar la orden del ge­neral Kornílov de enviar cañones de la Escuela de Artillería Mijáilovski a la Plaza del Palacio el 21 de abril, el Soviet de Diputados Obreros y Soldados del distrito de. Víborg reconoció que el en­vío de artillería podía suscitar conse­cuencias nefastas en las calles de Petro­grado. Por esta razón, exigimos que la Comisión Ejecutiva del Soviet de Dipu­tados Obreros y Soldados designe una comisión para investigar este hecho que inquieta a todos los obreros. Por su par­te, el Soviet de Diputados Obreros y Soldados del distrito de Víborg felicita a la Escuela de Artillería Mijáilovski por no haber cumplido la orden provocado­ra, orientada a aplastar a las masas re­volucionarias de obreros y soldados>>.

El 20 y 21 de abril, el Soviet de Petro­grado tenía todas las posibilidades para llegar al poder por vía pacífica. Pero la mayoría menchevique-eserista en el So­viet temió la dimisión colectiva del Go­bierno. El Comité Ejecutivo del Soviet de Petrogrado quedó satisfecho con una “aclaración” vaga del Gobierno Provi­sional e hizo todo lo posible para extin­guir el movimiento de protesta en la ca­pital y en el país.

Del llamamiento A todos los ciudadanos, emitido por el Comité Ejecutivo del So­viet de Diputados Obreros y Soldados de Petrogrado

Ciudadanos:

En los instantes cuando se deciden los destinos del país, cada paso imprudente constituye una peligrosa amenaza. Las manifestaciones con motivo de la nota del Gobierno respecto a la política exte­rior condujeron a enfrentamientos en las calles. Hay muertos y heridos.
En aras de salvar la revolución frente a las discordias que la amenazan, nos dirigimos a ustedes con este caluroso llamamiento: ¡Mantener tranquilidad, orden y disciplina!

El Soviet de Diputados Obreros y Soldados examina la situación. Créannos, el Soviet hallará las vías para cum­plir la voluntad de ustedes. Mientras tanto, que nada quebrante el desarrollo pacífico de la vida en la Rusia libre. …Ninguna violencia de un ciudadano contra otro puede admitirse en la Rusia libre.

Sólo a los enemigos de la revolución les convienen las discordias. Quien con­duzca a discordias, es enemigo del pueblo.

Comité Ejecutivo del Soviet de Diputados Obreros y Soldados>>.

Aclaración del Gobierno Provisional a la Nota de Miliukov

En virtud de las dudas surgidas res­pecto a la nota del ministro de Asuntos Exteriores, que acompañaba la entrega a los Gobiernos aliados de la declara­ción del Gobierno Provisional sobre las tareas de la guerra (del 27 de marzo), el Gobierno Provisional considera necesa­rio aclarar :
  1. La nota del ministro de Asuntos Exteriores fue objeto de una discusión minuciosa y prolongada, y su texto fue aceptado por unanimidad.
  2. Es evidente que al hablar de la vic­toria decisiva sobre el enemigo, se tiene en cuenta el logro de las tareas plantea­das en la declaración del 27 de marzo y expresadas con las siguientes palabras: “El Gobierno Provisional considera que es su derecho y su deber declarar hoy mismo que el objetivo de la Rusia libre no es el dominio de otros pueblos, no es arrebatarle su patrimonio nacio­nal ni apoderarse por vía violenta de te­rritorios ajenos, sino la afirmación de una paz sólida en base a la autodetermi­nación de los pueblos. El pueblo ruso no trata de acrecentar su poderío exte­rior a costa de otros pueblos, no se plan­tea la tarea de subyugar ni de humillar a nadie. En aras de los principios supre­mos de la justicia, él arrancó las cadenas que subyugaban al pueblo polaco. Pero el pueblo ruso no admitirá que su patria salga de la gran lucha humillada y que­brantada en sus fuerzas vitales”.
  3. Como “sanciones” y “garantías” de una paz sólida, mencionadas en la nota, el Gobierno Provisional sobreen­tendía la limitación de los armamentos, los tribunales internacionales, etc. El ministro de Asuntos Exteriores en­tregará la presente aclaración a los em­bajadores de las potencias aliadas>>.

 Miliukov

La contrarrevolución se preparaba para probar de nuevo sus fuerzas. El 21 de abril, el vicefiscal de la cámara judi­cial de la capital ordenó al juez de ins­trucción del distrito de Petrogrado in­vestigar el tiroteo, supuestamente, reali­zado contra los manifestantes por los partidarios de Lenin.

El 20 de abril, en el domicilio de Guchkov, ministro de Guerra, sito en la calle Moika, se celebró un encuentro en­tre el general Alexéiev, comandante en jefe del ejército ruso (designado a este cargo el 19 de marzo); el general Korní­lov, jefe de la Región Militar de Petro­grado; y el almirante Kolchak, jefe de la Flota del Mar Negro. Kolchak informó que en su Flota se observaban, aunque con alguna tardanza, los mismos proce­sos que en la Flota del Báltico. Kornílov comunicó que en la ciudad transcurría una demostración armada de las tropas contra el Gobierno Provisional. Consi­deraba que esta acción debería aplastar­se con la fuerza de las armas, pero no se llegó a tener una opinión unánime al respecto.

El 21 de abril, Kornílov intentó debi­litar a las fuerzas revolucionarias de la capital. Para ello ordenó reorganizar las unidades de reserva de la Región Mili­tar y prepararlas para ser retiradas de Petrogrado. Ese mismo día, la reunión de representantes de la guarnición capi­talina acordó subordinarse sólo al So­viet de Petrogrado, mientras que el So­viet del distrito de Víborg exigió que el Comité Ejecutivo investigara el hecho que “inquieta a todos”, teniendo en cuenta que “el envío de artillería a la Plaza del Palacio podía suscitar conse­cuencias nefastas en las calles”.

Los líderes del Soviet de Petrogrado se vieron obligados a plantear que sus representantes controlaran las disposi­ciones de Kornilov y se adoptara una orden especial sobre el particular. Kornílov decidió hacer una “aclara­ción” a los soldados del “indisciplina­do” Regimiento Finlandski con motivo de su acción revolucionaria del 20 de abril y demostrarles la necesidad de continuar la guerra hasta la victoria fi­nal. Ordenó realizar una revista el 29 de abril, pero el Regimiento no se presentó; sólo salieron a la plaza los quintos, aun­que ellos tampoco permitieron al jefe de la Región Militar terminar su interven­ción y arrancaron el banderín de su auto­móvil. Esto no lo pudo soportar el al­tivo general. El 2 de mayo, el periódico Rech publicó un comunicado sobre la dimisión de Kornílov “de acuerdo con su insistente petición”. Según círculos competentes, él argumentaba que “nin­guna organización ajena, incluso una como el Comité Ejecutivo del Soviet de Diputados Obreros y Soldados, puede ni debe ser un mediador, y menos aún un obstáculo, en el cumplimiento de las órdenes directas del jefe a las unidades militares a él subordinadas”.

El 29 de abril, Guchkov declaró tam­bién que abandonaba la cartera de mi­nistro de Guerra y Marina. Tres días después, el Gobierno Provisional acep­tó la dimisión de Miliukov, en ausencia de éste. Esta fue la primera crisis políti­ca que, como señalara Lenin, reflejó en la explosión de las masas del 21 y 22 de abril, explosión espontánea, sin la me­nor organización, el creciente descon­tento con la política burguesa del Go­bierno Provisional.

La reacción de los mencheviques y eseristas era característica. Al principio acusaban a los bolcheviques y a los de­mócratas constitucionalistas de obstina­ción, de extremismo, de exacerbar los ánimos, “llegando —como indicara Le­nin— hasta el colmo de acusar a los bol­cheviques (por disparatado que ello pa­rezca) de haber provocado el tiroteo en la Avenida Nevski; y cuando el movi­miento tocó a su fin, esos mismos eseristas y mencheviques escribieron en las columnas de su órgano central y oficial, Izvestia, que el “movimiento popular” “había barrido a los imperialistas de Miliukov y otros”, es decir, ¡¡alababan el movimiento!!”

Al aprobar la formación de un Go­bierno de coalición, los lideres eseristas y mencheviques afianzaron la posición de la burguesía. La crisis fue superada, pero “las causas de la crisis -escribió Lenin al respecto- no han sido suprimi­das y es inevitable la repetición de crisis semejantes”.

Del artículo de Lenin Las enseñanzas de la crisis, publicado en el periódico Pravda el 23 de abril 1917

El 18 de abril, el Gobierno Provisio­nal aprobó su nota, tristemente célebre, confirmando los rapaces objetivos ane­xionistas de la guerra con claridad sufi­ciente para provocar la indignación de las amplias masas, que habían creído de buena fe en los deseos (y la capacidad) de los capitalistas de “renunciar a las anexiones”. El 20 y 21 de abril Petro­grado era un hervidero. Las calles esta­ban llenas de gente; día y noche se for­maban por doquier grupos pequeños y grandes y se celebraban mítines de va­riadas proporciones; no cesaban las ma­nifestaciones y demostraciones de ma­sas. Según parece, la crisis, o al menos su primera etapa, ha terminado ayer, el 21 de abril, por la noche. El Comité Eje­cutivo del Soviet de diputados obreros y soldados, y a continuación el propio So­viet, han declarado satisfactorias las “explicaciones”, las enmiendas a la no­ta, las “aclaraciones” del Gobierno (que se reducen a frases que no dicen absolu­tamente nada, ni cambian nada, ni obli­gan a nada) y han dado por “terminado el incidente”.

El futuro mostrará si las amplias ma­sas del pueblo consideran “terminado el incidente”. Nuestra tarea consiste ahora en estudiar con mayor atención qué fuerzas, qué clases se han revelado en la crisis y sacar de ello enseñanzas para el partido del proletariado. La gran importancia de toda crisis consiste en que pone al descubierto lo oculto, deja a un lado lo convencional, lo superficial y mezquino, barre la escoria política y re­vela los verdaderos resortes de la lucha de clases que se libra en realidad>>.

Por la mañana del 22 de abril se cele­bró una reunión del Comité Central del partido, en la que se aprobó la resolu­ción leninista que caracterizaba la esen­cia de la crisis, las tareas del proletaria­do y las principales consignas del mo­mento. “Esencia de la crisis —se indica­ba en las tesis—: la masa pequeñobur­guesa vacila entre la confianza antigua, secular, en los capitalistas y la irritación contra ellos, la tendencia a confiar en el proletariado revolucionario”.

Manifestación en Petrogrado en el Campo de Marte, Abril del 17.

Objetando contra la táctica aventure­ra de un pequeño grupo en el comité de los bolcheviques de Petrogrado (Bagdá­tiev y otros), que durante la manifesta­ción de abril había promovido la con­signa del derrocamiento inmedianto del Gobierno Provisional, contrariamente al curso del partido hacia el desarrollo pacífico de la revolución, Lenin subrayó en la resolución aprobada por el Comité Central:

“La consigna ¡Abajo el Gobierno Provisional! no es justa ahora, porque sin una mayoria firme (es decir, cons­ciente y organizada) del pueblo al lado del proletariado revolucionario, esa consigna, o no es más que una frase, o se reduce, objetivamente, a tentativas de carácter aventurero.” Consideraba que las consignas fundamentales del mo­mento eran : 1) explicar la línea prole­taria y el camino proletario para poner fin a la guerra; 2) criticar la política pe­queñoburguesa de confianza en el Go­bierno de los capitalistas y de concilia­ción con él; 3) hacer propaganda y agitación de grupo en grupo en cada re­gimiento, en cada fábrica, sobre todo entre la parte más atrasada de las ma­sas, personal de servicio doméstico, ob­reros no cualificados, etc., pues precisa­mente en ellos ha tratado de apoyarse la burguesía durante la crisis; 4) orga­nizar, organizar y una vez más orga­nizar al proletariado…”
El 24 de abril se inauguró en Petrogrado la VII Conferencia (de Abril) de toda Rusia del POSD(b)R, que fue la primera conferencia del partido en con­diciones legales.
Debido a las divergencias que surgie­ron en el CC respecto a la apreciación, las perspectivas de la revolución y las ta­reas del partido, se decidió por unanimi­dad discutir abiertamente esa cuestión. El material para el debate fueron las Te­sis de Abril de Lenin, publicadas en el Pravda el 7 de abril. De ese modo, las organizaciones locales tenían la posibili­dad de debatir previamente las cuestio­nes incluidas en el orden del día, revelar la actitud hacia ellas de los miembros de base del partido.
El oponente de Lenin en la conferen­cia era L. Kámenev, uno de los redacto­res del Pravda y representante de los bolcheviques en el Soviet de Petrogra­do, quien ya en marzo había exhortado al partido a apoyar de manera condicio­nal al Gobierno Provisional, sin plan­tear la cuestión del paso de todo el po­der a los Soviets. Su posición en la apreciación de la guerra se aproximaba al defensismo revolucionario. Antes de regresar Lenin a Rusia, la táctica de pre­sionar los Soviets sobre el Gobierno Provisional en la cuestión de la paz la apoyaba también Jose Stalin, que en aquellos días era miembro del Buró Ru­so del CC con voto consultivo y corre­dactor del Pravda. En la conferencia se rechazó la proposición de Kámenev y sus reducidos partidarios de limitarse a controlar al Gobierno Provisional bur­gués por parte de los Soviets eserista­-mencheviques.
El significado histórico de la VII Conferencia (de Abril) consistía en que ella aprobó el programa leninista de la transición a la segunda etapa de la revo­lución en Rusia, trazó el plan de lucha por la transformación de la revolución democrático-burguesa en revolución so­cialista, promovió la exigencia de transmitir todo el poder a los Soviets. Bajo esa consigna, los bolcheviques prepara­ban a las masas para la revolución proletaria.
El Comité Central del partido movili­zaba todos los medios para difundir las resoluciones de la conferencia. En todas partes transcurría la discusión : en Mos­cú, los Urales, Ucrania, regiones del Volga, Bakú, Tiflis. Los delegados que regresaban de la conferencia explicaban el curso leninista, exhortaban a realizar labor partidaria en el espíritu de las re­soluciones de la conferencia.

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