Por Claudia Ferri en IzquierdaDiario.es
Hace 118 años se creó el periódico revolucionario Iskra, frente a esto
nos preguntamos ¿Cuál fue el rol que le adjudicó Lenin a la prensa en la
organización de un partido revolucionario en ese momento?
A sus treinta años Lenin pudo concretar uno de los proyectos más
importantes de su intensa vida política: crear un periódico
revolucionario que sentara las bases para una organización centralizada
del marxismo ruso, que hasta ese momento se encontraba disperso en
pequeños grupos nucleados en Rusia y en el exilio europeo.
Fue hacia fines de diciembre de 1900 (el día 24), cuando se publicó el primer número de Iskra (La chispa). Su lema era “una chispa puede encender la llama”
y tiene su origen en un viejo escrito de Vladimir Odoyévski en el que
defendía a los intelectuales antizaristas (los “poetas decembristas”)
que habían sido condenados al exilio en Siberia por el Zar Nicolás I.
Para Lenin, un hombre pragmático, el lema no era una simple frase hecha
sino la expresión poética de un proyecto político que influenciaría
enormemente en la organización de una nueva generación de cuadros
obreros e intelectuales que intervendrían como la vanguardia dirigente
del Partido Bolchevique en los años siguientes.
Lo que nos interesa en
esta nota es recorrer la experiencia del periódico desde sus orígenes
hasta 1903 –año en que Lenin abandonó el comité de redacción– y
reflexionar acerca del rol que la prensa de izquierda puede tener como
organizador colectivo en la formación de un partido obrero
revolucionario.
El Comité de Redacción estaba formado por seis miembros: Pléjanov,
Axelrod y Vera Zazulich (“los viejos”), Lenin, Martov y Potresov (“los
jóvenes”). Todos venían del Grupo de la Emancipación del trabajo.
Pléjanov, tenía voto doble y además se encargaba de dirigir la revista Zariá
(La Aurora), pero era Lenin –quién en aquella época firmaba aún como
Uliánov (1)– el que dirigía en los hechos el periódico (2). Los
“viejos” eran considerados como los más grandes teóricos marxistas,
sobre todo Plejánov, quién había combatido al populismo ruso y planteado
la hegemonía del proletariado. Considerado como padre del marxismo en
Rusia y maestro de Lenin. Las diferencias políticas entre ambos
comenzaron a hacerse evidentes, sobre todo cuando Plejanov se inclinó
por los Mencheviques llegando a tener posiciones patrióticas frente a la
Primera Guerra Mundial.
El número 1 de Iskra fue editado en Leipzig, en el taller del
socialdemócrata Hermann Rauch, en una máquina vieja y grande. Los
estrictos controles de la censura zarista llevaron a que el segundo
número saliera tiempo después, a mediados de febrero, y que su impresión
se traslade primero a Munich, luego a Londres para continuar en Ginebra
(3). Con el tiempo logró regularizar su publicación saliendo todos los
meses. La tirada media era de ocho mil ejemplares.
Cuando Trotsky –conocido con el seudónimo de Pluma– escapó de
Siberia, se incorporó como séptimo miembro del Comité, propuesto por
Lenin y a pesar del voto en contra de Plejánov. En esos tiempos fue un
aliado de Lenin en su enfrentamiento con el resto del Comité. Sabía que
“los viejos, para esta época, ya habían pasado veinte años en el
destierro. Para ellos Iskra y Zariá eran ante todo
empresas literarias. Para Lenin, por el contrario, era un instrumento
directo de la actividad revolucionaria” (4). También fue Lenin quién
convocó a Rosa Luxemburgo y Kautsky para que envíen artículos al
periódico y avivar la polémica y el espíritu crítico, claves en su
concepción del periodismo, echando por tierra cualquier falsificación
histórica que reduzca la personalidad de Lenin en un “líder
totalitario”.
Como ya hemos dicho en otra oportunidad,
una de las cualidades más destacables del dirigente revolucionario era
su perspicacia a la hora de realizar una lectura de la situación
política y económica de Rusia (5) y tratar de actuar en consecuencia.
Sin teoría revolucionaria, tampoco puede haber práctica revolucionaria.
En una obra clave del marxismo clásico como lo es ¿Qué hacer? publicado en 1902, Lenin no sólo sintetizó los primeros dos años de su trabajo en Iskra
sino que también hizo un seguimiento de los conflictos y las huelgas
obreras que se fueron incrementando en las ciudades rusas a partir de la
década de 1890 y planteó la necesidad de combatir el carácter
espontáneo que tienen las mismas. A partir de 1895 se produjo uno de los
ascensos obreros más grandes de la época, que incluso alcanzó el medio
millón de huelguistas (la clase obrera rusa alcanzaba el millón y medio
de trabajadores nucleados, en su mayoría, en grandes concentraciones
fabriles para 1900). Un importante número de obreros se iban acercando a
las ideas del marxismo pero el problema que veía Lenin es que, a pesar
de que en 1898 ya se había creado el POSDR
(Partido Obrero Socialdemócrata de Rusia), los dificultades de la
clandestinidad, las detenciones masivas, las deportaciones y el asecho
constante de la autocracia zarista desarticulaban velozmente a las
células y direcciones regionales que se iban formando al calor de los
conflictos, debilitando cualquier dirección centralizada de un
movimiento revolucionario. Por este motivo la edición del periódico
debía hacerse en Europa y desde allí distribuirlo a toda Rusia.
Los combates de Iskra contra el economicismo
En sus primeros años Iskra tuvo un rol clave en la lucha
política contra las concepciones economicistas, predominantes en la
socialdemocracia de la época. Conocidos como “marxistas legales”,
reivindicaban las huelgas por demandas económicas pero despreciaban la
lucha teórica y rebajaban el programa (barrer de raíz al régimen) a
reclamos sindicales aislados.
La necesidad de combatir estas concepciones reformistas se debía a
que estas nuevas generaciones adoptaban el lenguaje ecléctico y lavado
de los economicistas. A diferencia de las otras tendencias
socialdemócratas que se adaptaron a estas presiones sindicalistas
limitadas a denunciar, en la “Declaración de la redacción de ISKRA”,
Lenin planteaba “nosotros entendemos la socialdemocracia de otra
manera: como un partido revolucionario dirigido contra el absolutismo,
ligado indisolublemente al movimiento obrero. El proletariado, la clase
más revolucionaria de la Rusia actual, solamente si se organiza en un
partido así, será capaz de realizar la tarea histórica a la que está
destinada: unir bajo sus banderas a todos los elementos democráticos del
país y conducir esa lucha tenaz de tantas generaciones sacrificadas,
hasta el triunfo sobre el detestado régimen”. En otras palabras, a
diferencia de los economicistas que dividían la lucha sindical –en manos
de la clase obrera– de la lucha política encabezada por los grandes
teóricos e intelectuales; el periódico político revolucionario, creado
para el movimiento obrero, unificaría al conjunto del movimiento y
elevaría el nivel teórico de la vanguardia.
Esta organización partidaria se contraponía, a su vez, con las
salidas individuales que los populistas proponían desde hacía años. Los
atentados terroristas espontáneos, aunque ya estaban en decadencia, no
ofrecían una salida alternativa para terminar con las deplorables
condiciones de explotación del proletariado y del campesinado ruso. Por
el contrario, provocaba una represalia feroz del gobierno hacia el
movimiento obrero. Lenin se refería incansablemente a estas acciones
como actos individuales, independientes y aislados que no debilitan al
régimen sino al conjunto de las fuerzas revolucionarias (6).
Iskra como el “andamiaje” del partido
Iskra buscaba “encender la llama”, luchando contra las
endebles posiciones de los economicistas pero también construyendo una
práctica militante a través del uso y la difusión del periódico.
Mientras que en el extranjero los principales dirigentes de la
socialdemocracia rusa se nucleaban en la redacción, la formación de una
extensa red de agentes locales conformaban la columna vertebral del
movimiento iskrista. Nadehzda Krupskaia, la compañera de Lenin, era la
responsable de conectar todos los comités del interior de Rusia
nutriendo al periódico de noticias y denuncias obreras. Algunos de los
métodos más utilizados por los agentes locales para sortear los
controles de la Ojrana (policía zarista) e introducir la prensa en Rusia
era trasladándolos en maletas con fondos dobles o tinta invisible.
Incluso se organizaron imprentas ilegales en Moscú, Odessa y Bakú para
facilitar la reimpresión local. Iskra tenía además agentes en Berlín, París, Suiza y Bélgica que recogían los fondos destinados a sostenerla financieramente.
Toda esta estructura le daba vitalidad al periódico. Lenin la definía
metafóricamente como un andamiaje porque permitía delinear los
contornos de una organización sobre bases sólidas uniendo los grupos
dispersos y sus conflictos; canalizando la indignación contra el hambre y
la explotación en una organización real y activa (7).
El partido, a través del trabajo sistemático del periódico, dirigiría
las acciones del movimiento golpeando mucho más fuerte que un cúmulo de
explosiones espontáneas en regiones distantes.
La escisión de 1903 y el “nuevo Iskra”
A diferencia de Plejánov que pensaba el marxismo desde una óptica
conservadora y mecanicista, el plan de Lenin, era adecuarlo a la nueva
etapa imperialista combinando la agitación y propaganda con la
organización colectiva revolucionaria. La lucha política dentro del
periódico permitió que salgan a la luz las diferentes tendencias que
marcaron la escisión del POSDR en el II Congreso de julio/agosto de 1903
en Bruselas y Londres, organizado por los iskristas, y en el que
participaron 50 delegados. En este Congreso se produjeron extensas
discusiones acerca de la organización del POSDR: los bolcheviques se convirtieron en la mayoría y los mencheviques en la minoría.
La clave de la discusión radicaba en si se podía considerar miembro del
partido a cualquier persona que simpatizara con la socialdemocracia.
Para Lenin todo miembro debía participar de alguna instancia de
organización a diferencia de los mencheviques que tenían una posición
más laxa y terminaron acercándose a posiciones de la burguesía liberal.
El nuevo comité de redacción pasaría a estar integrado por tres
miembros: Pléjanov, Lenin y Martov, convertido en dirigente menchevique.
Cuando el viejo marxista se inclinó a brindarle concesiones a los
mencheviques en las páginas del periódico, Lenin –en minoría – decidió
abandonar la redacción el 1 de noviembre de 1903. Hasta ese momento Iskra había publicado 51 números (8). A pesar del duro revés, Lenin denunció la usurpación del periódico y creo V Period (Adelante!) el 6 de enero de 1905, como órgano de prensa de los bolcheviques. Casi 10 años más tarde, con el periódico obrero Pravda se consolidaría la organización del partido revolucionario que triunfó en Octubre del ’17.
Como ya dijimos el rol de la prensa leninista tiene un rol completamente diferente al que le da la burguesía tanto en los tiempos de Iskra
como en la actualidad. Pensar un periódico como organizador del
partido, y retomarlo como herramienta, permite no sólo continuar con el
legado de la tradición revolucionaria sino recuperar la audacia y la
iniciativa que permitieron a Lenin sembrar los cimientos del proceso
revolucionario más importante de la historia de la humanidad.
Los marxistas revolucionarios de la actualidad tenemos como tarea de
primer orden la organización política de la clase obrera. Desde el PTS, a
través de La Izquierda Diario buscamos aportar en esta apasionante
tarea.
Notas
1. Es en diciembre de 1901, en la revista 2/3 de Zariá donde firma por primera vez como Lenin el articulo “La cuestión agraria y los críticos de Marx”. En Lenin y la Prensa, Cesar Coca García, Editorial de la Universidad del País Vasco, 1988.
2. Del Comité de Redacción, quienes más escribían eran Martov y, luego, Lenin. Además Plejánov y Axelrod vivían en Suiza mientras el resto permanecía en Londres, dificultando las reuniones previas a la salida de Iskra.
3. Ver Coca García, ob cit.
4. En Lenin, LT. CEIP. “Lenin y la vieja Iskra”, p. 241.
5. Su compañera Nadehzda Krupskaia lo recuerda siempre dedicado a conocer los datos y las estadísticas más importantes que utilizaba en sus artículos para explicar las condiciones de vida del pueblo ruso.
7. Para Lenin sin esta herramienta unificadora que era el periódico, los boicots, las huelgas, las manifestaciones, que eran la base del partido, “pierden las nueve décimas partes de su importancia”.
8. Ver Coca García, ob cit.
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