Escrito por José Manuel Silva Rivas
Los gringos no necesitan tribunales, allá condenan, ejecutan, mandan a prisión y electrocutan a quienes la televisión, la radio y la prensa señalen como culpables y el pueblo mayoritariamente les cree. No me lo contaron, la realidad es que desde niño empecé a conocer la historia, el idioma y las costumbres de los Estados Unidos de Norteamérica. Visité ese país en múltiples temporadas y fui profesor de su lengua desde antes de adquirir la mayoría de edad. Afortunadamente mis vivencias en las entrañas del lobo, no lograron apartarme de mi profunda formación en el Marxismo (20 años o dos tercios de mi vida) que hasta la fecha mantengo.
Una cosa tengo clara, mediante estudio y experiencia: descubrí lo que desde ese país le inculcan a las burguesías del mundo para controlar a los pueblos, su estrategia se basa en la venenosa lengua Imperialista: Demonizar, satanizar, criminalizar al adversario, se trata de una vieja usanza de los aparatos yanquis de psicoterror mediático, para crear una nefasta reputación mediática entorno al enemigo, una vez logrado ese objetivo, no importará que el sujeto obre bien o mal, la mitad de la opinión pública pensará mal de él y la otra tendrá desconfianza, así se logra la destrucción moral de un sujeto, no por sus actos, no por la verdad, sino por la matriz instalada en contra de él, es decir, el desprecio que lo rodea por obra de sus difamadores. Si usted dice en EEUU que el Dalai Lama golpea a las mujeres, el 80% de la gente dirá que usted está totalmente loco, (aunque la realidad poco conocida es que en el Tibet hay odio a las mujeres y perduran prácticas de esclavitud), mientras que si usted dice que el Presidente Hugo Chávez es un tirano, la proporción de gringos crédulos será abrumadora, pues les han convencido de que en Venezuela hay una dictadura.
La diferencia para culpar o exculpar en la sociedad globalizada es la reputación establecida hegemónicamente por los medios de comunicación. No existe presunción de inocencia o buena fé, solo reputación mediática hegemónica. En EEUU, la satanización comunicacional tiene víctimas ampliamente conocidas, aunque algunos fueron absueltos por los tribunales por los delitos que alguna vez les atribuyeron y otros ni siquiera fueron llevados a juicio, la verdad es que en el campo de la reputación fueron totalmente destruidos moralmente, marginados, excecrados y aborrecidos fatalmente, quedando materialmente imposibilitados de volver a su desempeño político, artístico, profesional, según haya sido el caso. Por hablar sólo de famosas víctimas estadounidenses del exterminante y aniquilador terrorismo mediático en EEUU; cada uno en su contexto, menciono: Richard Nixon, Bill Clinton, Tedd Kennedy, Malcolm X, Elijah Muhammad, Muhammad Ali, Michael Jackson, O.J. Simpson y hasta Pee Wee Herman. Más recientes: Ted Haggard (líder de la Asociación Nacional de Evangélicos) (2006); Randall L. Tobias, Director de la Usaid (2007); David Vitter, Senador de Louisiana (2007) y Eliot Spitzer, Gobernador de New York (2008). Culpables o no, unos son héroes como Muhammad Ali, otros son villanos como Nixon, lo fundamental es que ninguno de estos hombres tuvo debido proceso, derecho a la defensa, posibilidad de ser oido ni juzgado imparcialmente; ellos simplemente fueron aplastados por la difamación mediática y sufrieron los terribles efectos.
Para estos individuos, sus desgracias, totales o parciales; absolutas o temporales, definitivas o transitorias; fueron fundamentalmente producto de los escándalos mediáticos, no de procesos legales, no fueron víctimas del "Poder Popular", sino de un Poder netamente Burgués. En cada caso se instauró la más brutal instigación al odio, el desprecio, la criminalización o el convencimiento de la naturaleza abominable del personaje. Unos fueron odiados y asesinados, otros debieron retirarse de sus trabajos, otros vieron frustradas sus carreras durante largo tiempo; uno debió entregar la presidencia de EEUU y otro se vio al borde de perderla. Esa es la historia reciente de los MASS MEDIA en EEUU y su poderío en la sociedad globalizada. ¿Quién puede afirmar que los medios de comunicación pueden ser armas para defender los derechos de los pobres contra los abusos y crímenes de los ricos? ¿Acaso se ignora que todos estos medios son propiedad de la clase empresarial?
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