28 de octubre de 2021

EL PUEBLO Y LA INTELECTUALIDAD DE FRANCIA ESTÁ CON VOSOTROS. PERO HACE FALTA QUE ESTÉ CON ALGO MÁS QUE PALABRAS. LOUIS ARAGON. (Adjunto discurso de despedida de las Brigadas Internacionales en 1938, que hoy también nos acordamos).

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Por Estéban Zúñiga.

“(…) Nosotros trabajaremos en nuestro país por convencer a todos aquellos que están equivocados, que dudan, que tienen miedo. Les contaremos vuestros combates, vuestro heroísmo. Nos convertiremos en el portavoz de vuestra gloria; lucharemos hasta el último aliento por que Francia vuelva a ser a los ojos del mundo lo que nunca debió dejar de ser: la Francia de La Bastilla, de Valmy, de la Comuna. Lucharemos por que Francia pueda mirar sin vergüenza hacia el Sudoeste donde brilla el son de España.” (Louis Aragon. Madrid, 29 de octubre de 1936).
 
En la mañana del domingo 25 de octubre de 1936 se celebraría en el madrileño teatro Español, el que sería el segundo mitin organizado por la Alianza de Intelectuales Antifascistas para la Defensa de la Cultura y en el que participarían camaradas y amigos franceses, alemanes, mexicanos, holandeses, noruegos, … que se solidarizarían con sus compañeros españoles y con la lucha del pueblo española por la democracia, la independencia, la libertad y la cultura; todo en un Madrid cercado fuertemente cercado por el fascismo y la reacción.
 
Un mitin que significaría, una vez más, una acto de afirmación popular y de afirmación de la verdad y de lucha contra el fascismo, considerado éste como el principal enemigo de la cultura con su visión totalizadora y a la vez estrecha de la inteligencia.
 
Acto en el que se destacaría como los compañeros que habían venido de Francia, como Louis Aragon, su esposa Elsa Triolet, Gustavo Regier, … habían traído una camioneta de propaganda, conducida por Maurice Thulier. Y en el que participarían también los alemanes Kust Stern, Gerda Grapp, Otto Biha,; el mexicano Andrés Iduarte…
 
Y que en conjunto enviarían un especial saludo al pueblo español en nombre de la Asociación Internacional de Escritores para la defensa de la Cultura:
 
“¡VIVA LA REPÚBLICA Y EL PUEBLO DE ESPAÑA!
 
“Los escritores del mundo entero, reunidos para la defensa de la cultura, saludan al pueblo español, pionero de la lucha antifascista; al pueblo español, cuya lucha heroica es la de todas las fuerzas de progreso de la Humanidad.
 
Envían hoy a Madrid, donde el enemigo se hace la ilusión de poder asesinar a la República, un camión equipado para el cine y la imprenta, y que entre las manos de los valientes escritores españoles será el portavoz de la cultura en el frente, para suministrar apoyo y distracción los Ejércitos y Milicias de la República. Les dará un apoyo moral contra los partidarios de las tinieblas, contra los mercenarios extranjeros, destructores de los pueblos y de las ciudades, ricas de pasado, de la España milenaria.
 
Dentro de una semana enviarán asimismo, a los valientes escritores catalanes de Barcelona, un segundo camión, equipado de la misma manera, para ayudar a la lucha del pueblo de Cataluña sobre el frente de Aragón.
 
ASOCIACIÓN INTERNACIONAL DE LOS ESCRITORES PARA LA DEFENSA DE LA CULTURA.”
 
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En el acto, María Teresa León leería los textos de Ludwig Renn y Gustavo Regier, intervendrían también Rafael Dieste, Juan Chabas, Andrés Iduarte, y de un manera muy especial el intelectual y escritor comunista francés Louis Aragon -había ingresado en el Partido Comunista francés en enero de 1927 y durante toda su vida sería una gran admirador de la resistencia del pueblo republicano al fascismo- en un emotivo discurso, que reproducimos a continuación, publicado el 29 de octubre de 1935 en “El Mono Azul”, órgano de la Alianza de Intelectuales Antifascistas; siendo los responsables de la revista: Maria Teresa León, Jose´Bergamín, Rafael Dieste, Lorenzo Varela, Rafael Alberti, Antonio R. Luna, Arturo Souto, Vicente Salas Viu.
 
En el acto también intervendrían Rafael Alberti que recitaría un nuevo romance titulado “Defensa de Madrid”. Y finalizaría el acto con el José Bergamín, presidente de la Alianza, manifestando que la defensa de Madrid era la defensa de la cultura, rematando su intervención con el grito: “¡Viva el pueblo en armas!”.
 
ALOCUCIÓN DE LOUIS ARAGON EN EL SEGUNDO MITIN DE LA ALIANZA DE INTELECTUALES ANTIFASCISTAS.

 
Madrid, domingo 25 de octubre de 1936.
(Fuente: “El Mono Azul”. Alianza de Intelectuales Antifascistas. Año I –Nº 10, páginas 7 y 8. Madrid, jueves 29 de octubre de 1936)
 
“Camaradas: 
 
En mi país los sueños, las esperanzas realizadas en el sueño se llaman “castillos de España”. Y hay en España castillos de todas las clases, irreales y verdaderos. Y hay hombres de mi país que se han pagado castillos en España con su dinero, y que son los que tienen acciones de Riotinto y minas de Peñarroya; y estos castillos buscan donde defenderlos de otra manera que con palabras; lo defienden con el contrabando de armas que pasan a Franco y a Mola por la frontera francesa. Estos hombres que vivían tan bien como parásitos de los trabajadores de España, son los mismos que explotan a los trabajadores franceses, los mismos que aplauden en los cines de París a los fascistas españoles; son nuestros fascistas, que asesinan a los obreros franceses, luchadores por el pan, la paz, la libertad. 
 
Tengo el gran disgusto de comprobar que en esta hora en que Madrid da al mundo el ejemplo del heroísmo y la fuerza populares, mi país, mi hermoso país francés, no está representado entre vosotros por un diplomático adornado de diplomas, de espada y de sombrero de pluma .Lo digo en tono de ironía para no llorar. Pero puesto que estoy aquí con vosotros en esta hora en que se baten en Sigüenza y en Navalperal, me siento, sin diploma, sin espada, sin sombrero de plumas, como el embajador de mi país, de los que es verdaderamente mi país, y no de un puñado de propietarios y banqueros que lo desvalijan. Me siento con derecho a hablaros en nombre de los mineros del Norte, de los ganaderos de Camarga, de los cultivadores de Bauce, de los metalúrgicos de la casa Renault y de la Schneider, que es también el país de Molière, de Víctor Hugo, de Arturo Rimbaud. 
 
Y me dirijo a vosotros no porque he escrito algunos libros, en nombre personal, sino en nombre de todos aquellos cuyo corazón bate como el mío al unísono del vuestro. Os hablo en nombre del inmenso pueblo de Francia, donde el campesino, el artista, el obrero, no tienen más que una voluntad única; os hablo en nombre del Frente Popular de Francia, cuyos miembros pueden contarse como embajadores entre vosotros, mucho mejor que ese vergonzoso fugitivo que deshonra nuestro país.
 
Camaradas: 
 
Cuando en las avenidas de Madrid he visto desfilar, con un orden maravilloso que ya es una victoria que ganáis sobre vosotros mismos; cuando he visitado, por ejemplo, el palacio del duque de Alba, tan perfectamente cuidado por el Partido Comunista español; cuando escucho hablar a vuestros combatientes que vuelven del frente; cuando veo vuestros heridos; cuando imagino vuestros muertos, el sentimiento más fuerte que me asalta, que debería sentir todo francés en mi lugar, es, debo decirlo, el sentimiento de una vergüenza infinita. 
 
Vergüenza que cae sobre nosotros, franceses, que os dejamos sin armas; vergüenza que cae sobre nosotros, franceses, que hemos instalado alrededor de la República española al bloqueo decorado con el nombre de neutralidad, que es una mancha sobre nuestra historia, una marca de infamia en la frente de nuestra República. Vergüenza sobre nosotros, franceses, que hemos dejado libres las manos al fascismo de Alemania y de Italia sobre nuestros hermanos de sangre, de corazón, de sueños y de clase. Vergüenza sobre nosotros por todos aquellos que cayeron muertos bajo el cielo de España y por vuestros pueblos destruidos y por vuestras ciudades incendiadas. 
 
Pero si estoy aquí y os hablo es porque hace falta gritar que los franceses no son solamente los propietarios de los castillos en Francia: esos banqueros, esos industriales, dignos herederos de los Borbones, que también vinieron de Francia y que vosotros habéis echado, como nosotros los echamos también, y hace falta que yo os grite que la verdadera Francia, la Francia popular, siente conmigo esta vergüenza que yo denuncio y que sabe que vuestro combate y el suyo es el mismo, y que la suerte de París se juega en Madrid. Cada obrero, cada campesino, cada intelectual de Francia, siente que vuestra derrota sería su pérdida, la consumación de su esclavitud.
 
Camaradas: 
 
El pueblo de la Comuna de París no ha desaparecido de la superficie de la tierra, podéis creerme. Y este pueblo es vuestro hermano, que ruge detrás de los hierros que le han puesto, que levanta hacia vosotros su puño cerrado y que grita a aquellos que le retienen el brazo el nuevo grito que ha reemplazado a todos los otros conocidos en Francia hasta hoy: “¡Aviones para España! ¡Cañones para España!”.
 
Camaradas: 
 
Este grito es el fondo rojo de nuestro corazón, es la esencia misma de nuestros sueños, de nuestras esperanzas. ¡Sí! También nosotros hacíamos castillos en España; pero los hacíamos de hierro y de acero: son los tanques, las ametralladoras, los obuses salidos de las manos de los trabajadores franceses y que nosotros quisiéramos ver tomar el camino de Madrid; son las armas que os rehúsan, pero que los fascistas de Francia amontonan en sus cuevas para servirse un día no lejano contra nosotros, contra los trabajadores de Francia.
 
El pueblo de la Comuna de París no ha muerto: Tasca su freno cuando el viento la trae por encima de los Pirineos el clamor de vuestra lucha; y Badajoz e Irún no son para él nombres exóticos de ciudades lejanas; guarda el recuerdo de las matanzas salvajes de Versalles en 1871, y guarda el recuerdo del general Galiffet para comprender lo que es el borracho de Queipo de Llano, para comprender lo que son los verdugos.
 
El pueblo de Francia está ligado al pueblo de España por una serie de lazos que se han anudado a través de los siglos por toda una serie de cambios de espíritu a espíritu, que han hecho del Cid Campeador el héroe de la tragedia francesa, por todos esos cambios humanos en que se disuelven las fronteras y que hacen que los obreros españoles, al franquearla, cada año, hayan creado en nuestra Francia esa cantidad de pequeñas ligaduras que la vuelven más bella y al hombre más dichoso. El pueblo de Francia está unido al de España por una serie de ramificaciones sutiles y de venas vivas; por eso, cuando golpea al pueblo de España es el pueblo de Francia el que sangra, el que está en peligro de muerte.
 
Nosotros lo sentimos así, violentamente; nosotros, que hemos conocido una guerra terrible, donde esa técnica que la muerte que hoy os hacen aprender fue inventada; nosotros, que hemos conocido la trinchera, las granadas, las minas, los gases. Lo que vosotros defendéis es la totalidad de la civilización, es nuestra civilización, es nuestra cultura. ¿Cómo podríamos admitir que vuestros muchachos, vuestros hijos, vuestros viejos, vuestros hermanos y vuestros esposos mueran por lo que también es nuestra vida y nuestra carne y nos quedamos impasibles y al margen diciendo: soy inocente de la sangre de este justo?
 
¡No! Hace falta que cese inmediatamente esta iniquidad. No. Nosotros no permitiremos que el crimen se cometa. La gran voz de la Unión Soviética, la gran voz de Stalin, que acaba de resonar, ha cruzado Francia como el llamamiento de nuestra conciencia, como la conciencia de nuestro deber.
 
En mi nombre, en nombre de la inteligencia francesa, reunida por decenas de miles en nuestras casas de la Cultura, yo me comprometo solemnemente, en tanto que haya sobre la tierra de España un fascista armado, un enemigo del pueblo español, a dar nuestros días y nuestras noches, todos nuestros pensamientos, todos nuestros sueños, toda nuestra fuerza, toda nuestra acción para sostener nuestra lucha. Ya hemos empezado. Somos los que han hecho la movilización de opinión, pero esto aún no es nada. 
 
Daremos a la España republicana todos los instantes de nuestra vida. Nosotros trabajaremos en nuestro país por convencer a todos aquellos que están equivocados, que dudan, que tienen miedo. Les contaremos vuestros combates, vuestro heroísmo. Nos convertiremos en el portavoz de vuestra gloria; lucharemos hasta el último aliento por que Francia vuelva a ser a los ojos del mundo lo que nunca debió dejar de ser: la Francia de La Bastilla, de Valmy, de la Comuna. Lucharemos por que Francia pueda mirar sin vergüenza hacia el Sudoeste donde brilla el son de España.
 
Me comprometo aquí, por decenas de millares de hombres y mujeres, que son el cerebro creador de mi país en el arte, la poesía, la ciencia, a poner todos nuestros esfuerzos para que Francia siga siendo la patria de la Libertad, para que sea la gran prolongación de vuestra tierra ensangrentada, pero libre, y no la vergonzosa vasalla del fascismo, la perra que ha rehusado el combate. Y no se podrá decir que hemos dejado asesinar a nuestros hermanos. Nuestras banderas se unirán en el cielo de vuestra victoria. La bestia sórdida que vosotros habréis forzado a volver a su cueva, nosotros la comparamos con el monstruo que crece en vuestra casa y continuaremos la gran limpieza que vosotros habéis comenzado; la continuaremos en el fango de nuestras cuadras. También nosotros nos batimos por una Francia fuerte, feliz. No podemos creer que puede existir esta Francia al lado de una España vencida, encadenada, miserables.
 
Camaradas: 
 
El pueblo y la inteligencia de mi país está con vosotros. Hace falta que estén con algo más que con palabras.”
 
 
También en este día pero de 1938, se recuerda, los 83 años de la despedida de las brigadas internacionales.
 
Discurso de Pasionaria despidiendo a las Brigadas Internacionales

Despedida de las Brigadas Internacionales. Octubre 1938, Barcelona. Foto: Robert Capa
 
 
Por Alberto Cubero.
Hoy 28 de octubre se cumplen 83 años de la despedida de España de las Brigadas Internacionales. Nada explica mejor lo que supuso las Brigadas Internacionales, que el discurso que Pasionaria pronunció un día como hoy hace justo 83 años en Barcelona, en el emotivo acto de despedida de las Brigadas Internacionales de España. Lo copio integro.
 
“Es muy difícil pronunciar unas palabras de despedida dirigidas a los héroes de las Brigadas Internacionales, por lo que son y por lo que representan.
 
Un sentimiento de angustia, de dolor infinito, sube a nuestras gargantas atenazándolas... Angustia por los que se van, soldados del más alto ideal de redención humana, desterrados de su patria, perseguidos por la tiranía de todos los pueblos...Dolor por los que se quedan aquí para siempre, fundiéndose con nuestra tierra y viviendo en lo más hondo de nuestro corazón aureolados por el sentimiento de nuestra eterna gratitud. De todos los pueblos y todas las razas, vinisteis a nosotros como hermanos nuestros, como hijos de la España inmortal, y en los días más duros de nuestra guerra, cuando la capital de la República española se hallaba amenazada, fuisteis vosotros, bravos camaradas de las Brigadas Internacionales, quienes contribuisteis a salvarla con vuestro entusiasmo combativo y vuestro heroísmo y espíritu de sacrificio.
 
Y Jarama y Guadalajara, y Brunete y Belchite, y Levante, y el Ebro cantan con estrofas inmortales el valor, la abnegación, la bravura, la disciplina de los hombres de las Brigadas Internacionales. Por primera vez en la historia de las luchas de los pueblos se ha dado el espectáculo, asombroso por su grandeza, de la formación de las Brigadas Internacionales para ayudar a salvar la libertad y la independencia de un país amenazado, de nuestra España.
 
Comunistas, socialistas, anarquistas, republicanos, hombres de distinto color, de ideología diferente, de religiones antagónicas, pero amando todos ellos profundamente la libertad y la justicia, vinieron a ofrecerse a nosotros incondicionalmente.
 
Nos lo daban todo; su juventud o su madurez o su experiencia; su sangre y su vida, sus esperanzas y sus anhelos... Y nada nos pedían. Es decir, sí: querían un puesto en la lucha, anhelaban el honor de morir por nosotros. 
 
¡Banderas de España!... ¡Saludad a tantos héroes, inclinaos ante tantos mártires!...¡Madres!... ¡Mujeres! Cuando los años pasen y las heridas de la guerra se vayan restañando; cuando el recuerdo de los días dolorosos y sangrientos se esfume en un presente de libertad, de paz y de bienestar; cuando los rencores se vayan atenuando y el orgullo de la patria libre sea igualmente sentido por todos los españoles, hablad a vuestros hijos; habladles de estos hombres de las Brigadas Internacionales.
 
Contadles cómo, atravesando mares y montañas, salvando fronteras erizadas de bayonetas, vigiladas por perros rabiosos deseosos de clavar en ellos sus dientes, llegaron a nuestra patria como cruzados de la libertad, a luchar y a morir por la libertad y la independencia de España, amenazadas por el fascismo alemán e italiano. Lo abandonaron todo: cariños, patria, hogar, fortuna, madre, mujer, hermanos, hijos y vinieron a nosotros a decirnos: «¡Aquí estamos»!, vuestra causa, la causa de España es nuestra misma causa, es la causa de toda la humanidad avanzada y progresiva».
 
Hoy se van; muchos, millares, se quedan teniendo como sudario la tierra de España, el recuerdo saturado de honda emoción de todos los españoles.
 
¡Camaradas de las Brigadas Internacionales! Razones políticas, razones de Estado, la salud de esa misma causa por la cual vosotros ofrecisteis vuestra sangre con generosidad sin límites os hacen volver a vuestras patrias a unos, a la forzada emigración a otros. Podéis marcharos orgullosos. Sois la historia, sois la leyenda, sois el ejemplo heroico de la solidaridad y de la universalidad de la democracia, frente al espíritu vil y acomodaticios de los que interpretan los principios democráticos mirando hacia las cajas de caudales o hacia las acciones industriales que quieren salvar de todo riesgo. No os olvidaremos, y cuando el olivo de la paz florezca, entrelazado con los laureles de la victoria de la República española, ¡volved!...
 
Volved a nuestro lado, que aquí encontraréis patria los que no tenéis patria, amigos, los que tenéis que vivir privados de amistad, y todos, todos, el cariño y el agradecimiento de todo el pueblo español, que hoy y mañana gritará con entusiasmo: ¡Vivan los héroes de las Brigadas Internacionales!”
 
 
 


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