¿Cómo se fraguó la Victoria?
La inmensa mayoría del pueblo soviético respondió incorporándose en
masa al Ejército Rojo, ingresando millones de mujeres y hombres en el
Partido Comunista, apoyando las decisiones del Gobierno Soviético,
defendiendo con su sangre el Socialismo.
Artífices principales del Frente Militar fueron:
a) Guerra Total.
b) Los frentes en la retaguardia nazi.
c) La Inteligencia Soviética.
d) Los Ejércitos de Choque.
e) Mejora continua de los armamentos, terrestres, aéreos y navales.
a) Guerra Total.
Cada adulto, mujer u hombre, anciano o niño era un combatiente. “De
cada persona según sus capacidades” fue el principio que determinó la
consigna “Todo para la Victoria”, “Todo para el Frente”.
Fue implantada de nuevo la jornada laboral de ocho horas, se desistió
de la semana de trabajo de seis días y se pasó a la de siete, se crearon
reservas de trabajo estatales con los jóvenes y se promulgaron severas
leyes que introdujeron el orden y la disciplina consciente en las
fábricas. Se articularon clases de formación política a todas las
obreras y obreros, se crearon nuevas escuelas de capacitación
profesional adjuntas a las fábricas, se multiplicaron los comedores
colectivos y las guarderías, bajo los carteles “Por el Triunfo del Socialismo”, “Por Stalin”.
Y aún en los momentos más angustiosos, cuando en todas las agencias
de prensa del mundo consignaban que los hitlerianos entrarían en Moscú
antes del invierno del 41, la población soviética en aquellos meses,
como un gran puño contenía al ejército nazi en Kalinin, Tula y a 30
kilómetros de Moscú.
Delante de las divisiones de combate, estaban las divisiones de
construcción que, alrededor de las ciudades y aldeas cercanas a Moscú,
hicieron miles de fosos antitanques, nuevas vías de comunicación entre
las sucesivas líneas defensivas en las trincheras, cientos de miles de
blocaos y nudos defensivos. Los intentos de tomar Moscú y Leningrado se
estrellaron por la firmeza y confianza del pueblo soviético en su
sistema social.
De hecho, a despecho de los historiadores occidentales la Victoria
del Ejército Rojo no se debió a una superioridad numérica de efectivos o
a causas climáticas como las temperaturas bajo cero. En ambos casos,
hasta mediados de 1943, las fuerzas del Eje eran más numerosas que las
del Ejército Rojo y, durante el invierno de 1941, muy pocos días se bajó
de los 10º bajo cero. Pero sí, al contrario, las pruebas de arrojo y
destreza de los combatientes soviéticos son muy numerosas.
Como ejemplo, tenemos los primeros meses de la guerra. Los
historiadores occidentales han consignado que, para los nazis, la
invasión a la URSS hasta Moscú fue un paseo y que hicieron cientos de
miles de prisioneros. Pero no mencionan que su guerra relámpago –que se
resolvió en pocos días en los países ocupados de Occidente (un día
Dinamarca, 5 días Holanda, 19 días Bélgica, 35 días Polonia, 44 días
Francia y 63 días Noruega)-, fue un fracaso en la URSS.
Cada palmo de terreno, ya desde las fronteras soviéticas, fue
defendido enconadamente por los guardafronteras. Brillantes contrataques
desgastaron las fuerzas nazis, batallas como la de Smolensk duraron dos
meses. Dentro de esta gran batalla, tuvo lugar la retirada hacia el
oeste de los nazis en Yelnia, perdiendo cerca de 50.000 soldados y
viéndose obligados a pasar a la defensiva. Desde el comienzo de la
guerra hasta el 30 de Septiembre del 41, los hitlerianos perdieron
561.000 tropas, casi el 16,2 % de sus fuerzas terrestres.
La Gran Guerra Patria fue donde se decidió la Segunda Guerra
Mundial. Allí, el fascismo alemán fue deshecho. Las pruebas, a pesar de
la propaganda imperialista, son irrefutables.
En el transcurso de la Gran Guerra Patria fueron destruidas 607
Divisiones del Eje, o sea el 75 % de las tropas y material de guerra.
Por ello, los datos son más importantes que las palabras: fueron
destruidas 167.000 piezas de artillería, 48.000 tanques, 77.000 aviones,
y 1.600 navíos y barcos de combate. En total, los fascistas perdieron
en la guerra, entre muertos, prisioneros y heridos, 13.600.000
efectivos, de los que alrededor de 10.000.000 cayeron frente al Ejército
Rojo.
En los otros escenarios de guerra, las tropas anglo-americanas en el
Norte de África, Italia y Europa Occidental derrotaron o hicieron
prisioneros a 176 divisiones fascistas, alrededor de 3.500.000 soldados.
Pero tras la derrota nazi en Moscú, el Ejército Rojo fue logrando
reseñables triunfos, por la audacia y el heroísmo de sus tropas.
Stalingrado y Kursk son una muestra de estas hazañas. Ya el 1 de enero
de 1941, los comunistas y komsomoles constituían el 79,9 % del total de
la oficialidad de las fuerzas del Ejercito Rojo.
Todas las nacionalidades de la Unión Soviética contribuyeron a que
esta gesta de liberación y victoria fuera posible. Los combatientes
soviéticos demostraron ante el mundo la defensa inequívoca de su tierra
madre, la URSS. 7 millones de mujeres y hombres fueron condecoradas con
órdenes y medallas. A 11.603 se les adjudicó la más alta distinción de
Heróes de la Unión Soviética. Mas 2.200 personas recibieron los tres
grados de la Orden de la Gloria.
Pero si importantes son estas distinciones, lo son aún más por su
significado, las 10.900 condecoraciones a grandes y medianas unidades
del Ejército y la Marina Roja. Títulos dados a estas unidades que
colectivamente consiguieron doblegar a los criminales ejércitos
fascistas.
Esta Unión del Pueblo con el Socialismo, por la preservación de su
sistema social de clase, fue esencial en la Victoria de la URSS y de los
pueblos europeos.
El socialismo es confianza en un futuro mejor para la humanidad. Este
internacionalismo lo expresa muy bien G. K. Zhúkov, mariscal soviético,
en la toma de Berlín: “Dicho con franqueza, mientras duró la guerra
yo estuve decidido a vengarme de los hitlerianos por su crueldad. Pero
cuando, empujando al enemigo entramos en Alemania, retuvimos nuestro
odio. Nuestros criterios y nuestros sentimientos internacionalistas no
nos permitían entregarnos a una venganza ciega”[1].
b) Los frentes en la retaguardia nazi.
Tras la agresión nazi, ¿iban a ser libres o esclavos los pueblos de
la URSS? Así, en las zonas ocupadas, la mayoría de la población
soviética no deseaba doblegarse ante el odiado enemigo y rechazaba el
“nuevo orden fascista”. Así, tras los primeros meses, miles de mujeres y
hombres cogían las armas y atacaban a los invasores. Y a la vez, tras
el temporal retroceso del Ejército Soviético, los responsables de los
Soviets planificaban qué activistas se quedaban y lucharían en la
clandestinidad, la mayoría miembros cualificados del Partido y del
Komsomol. De acuerdo a un plan maestro, estudiado antes de la invasión,
en el Consejo Estatal de Defensa (CED) se creó el Consejo Central
Guerrillero (CCG), que fue diseminando Frentes clandestinos en todo
territorio ocupado, al principio destacamentos y luego Divisiones.
Cuando en una región no lo había, lo organizaban. Los invasores no
debían tener ningún territorio pacífico. A tal efecto, se crearon en
Moscú destacamentos de combatientes que eran lanzados tras las líneas:
fueron los llamados “paracaidistas rojos”. Al principio, fueron
seleccionados de entre las más expertas fuerzas, todos voluntarias, pues
sabían que era muy posible que no volviesen. Por ello, al principio
salieron de las OMSBON (Batallón de Tiradores de Designación Especial),
expertos combatientes en diferentes armas y en la lucha cuerpo a cuerpo.
En su composición, había gimnastas, campeones deportivos y de lucha
sambo, estajanovistas, atletas e internacionalistas (los más numerosos
fueron españoles republicanos comunistas, por su experiencia en la
Guerra Nacional Revolucionaria de España). Pasando los meses, más de un
millón de campesinos, ancianos, niños, mujeres y exprisioneros se
unieron a las Divisiones Guerrilleras.
Poco a poco el movimiento guerrillero soviético fue adquiriendo
proporciones cada vez más considerables, consiguiendo el armamento, en
parte, del enemigo en combate y, de otra parte, por el aire desde la
Tierra Madre y creando aeródromos y zonas liberadas de nazis. Los hechos
son contundentes: pusieron fuera de combate a millón y medio de
fascistas entre soldados y oficiales, funcionarios, y empleados de las
instituciones de ocupación. Volaron 20.000 trenes, 10.000 locomotoras y
12.000 puentes ferroviarios y de carretera, destruyeron 65.000
automóviles, averiaron más de 4.000 tanques y carros blindados,
derribaron o inutilizaron en aerodromos 1.100 aviones.
Pero el hecho más significativo es que desde 1943 controlaban las
fuerzas guerrilleras un territorio superior a 200.000 kilómetros
cuadrados (como Inglaterra, Bélgica y Dinamarca juntas).
Los nazis tuvieron que movilizar el 10 % de su ejército regular.
En el otoño de 1942 para la lucha contra la resistencia, el enemigo
dedicó 15 divisiones de campaña, 10 divisiones de protección, 27
regimientos de policía y 144 batallones de la Gestapo.
Para comprender la significación de estas cifras, todas las tropas
italo-alemanas que, en el verano del 42, operaban en el Norte de África
constituían 12 divisiones.
En Octubre del 1943, a la lucha contra los guerrilleros fueron
lanzadas 14 divisiones alemanas y 14 divisiones de los aliados de los
nazis, además de otras 20 divisiones de protección. En total las fuerzas
del Eje emplearon 50 divisiones contra las organizaciones clandestinas
soviéticas.
En el mismo tiempo, en Italia a finales del 43, los alemanes tenían
destacadas 21 divisiones hitlerianas, que era una décima parte de las
fuerzas nazis combatiendo contra el Ejército Rojo.
A consecuencia de las operaciones de sabotaje de las fuerzas
partisanas, el enemigo solo puedo extraer el 7 % del carbón del Donbass
de antes de la guerra. Además, en toda la Unión Soviética ocupada, solo
pudieron extraer el 15 % de madera y el 28 % de cereales e
insignificantes cantidades de electricidad y metal.
Pese al terror y la violencia fascista, la tierra ardía bajo los pies de los ocupantes.
Tras la liberación de la Unión Soviética, en 1944, actuaron en
Polonia 33 formaciones guerrilleras y en Checoslovaquia, 20 formaciones.
c) La inteligencia soviética.
Los días 22-24 de marzo, los hitlerianos ocuparon Klaipeda, puerto de
Lituania, y exigieron a Polonia un corredor que uniese Gdansk con
Alemania. Entonces, el Gobierno soviético lanzó una nueva iniciativa, el
17 de Abril de 1939, con vistas a adoptar mediadas colectivas de
defensa de la paz y seguridad junto con Inglaterra, Polonia y Francia,
para hacer un frente común contra la guerra y las acciones nazis. Pero
las potencias imperialistas “democráticas” dilataron su respuesta y se
opusieron a cualquier acuerdo militar frente al fascismo. A finales de
Agosto, el gabinete soviético llegó al convencimiento de que un dogal de
muerte se cerraba alrededor de la URSS.
Tras el Pacto de Munich de Alemania con Inglaterra y Francia, hubo
otro pacto, el 24 de Julio del 39, de Gran Bretaña con Japón, que
reconocía las conquistas del País del Sol Naciente en China. Japón firmó
acto seguido un tratado militar con Alemania e Italia. El Gobierno
soviético se vio obligado a asegurarse por sí solo que la guerra no
llegase a sus fronteras por el Este y el Oeste, concertando un Tratado
de no Agresión con Alemania el 23 de Agosto de 1939.
A pesar de este acuerdo, y tras las inútiles negociaciones con los
imperialismos occidentales, los dirigentes soviéticos entendieron que
los países que constituían el llamado Eje desencadenarían la guerra de
cualquier forma (como así sucedió) y que el pueblo soviético necesitaba
una red mundial de inteligencia para prevenir los ataques a la URSS.
En los países donde se había instalado el terror nazi (Alemania,
Italia y España) y, posteriormente, tras el comienzo de la guerra en
todos los países ocupados, miles de antifascistas y comunistas tejieron
con sus informaciones una fantástica línea de espionaje para defender la
URSS, como único puntal contra el fascismo. Organizados en múltiples
grupos, con sus emisoras, auxiliares de captación y exploración,
realizaron un auténtico Frente Antifascista en todo el mundo.
Estas redes de información nutrieron la inteligencia soviética. El
internacionalismo proletario, la solidaridad de clase logró esta hazaña.
Combatientes arriesgados de la Internacional Comunista integraron en
sus grupos de escucha a mujeres y hombres de diferentes ideologías,
ateos y creyentes, intelectuales y obreros. La gran mayoría estaban en
los países ocupados y en las naciones neutrales. Lo que les unía era su
resolución para defender a la Unión Soviética, hasta la total
aniquilación de la “peste parda”.
Las batallas esenciales como las de Moscú, Stalingrado, Kursk,
Dniepper, Varsovia y Berlín fueron victorias soviéticas que, además de
las operaciones militares, llevaban adjuntas muy avanzadas informaciones
sobre la táctica del enemigo, sus fuerzas, el despliegue de su
armamento y las intenciones del Mando Alemán y de los Países del Eje,
mucho antes de las acciones de guerra.
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Los hechos, de nuevo, son más importantes que las palabras:
Moscú.- Gracias a las informaciones llegadas del
Japón (Victor Sorge informó que el Ejército de Manchuria no fue
movilizado), las reservas siberianas preparadas por el General
Apanasenko fueron desplegadas en el Frente Occidental. Para ello fue
necesaria una gran operación clandestina que llevara las divisiones
hasta Moscú, movilizando a centenares de miles de soldados, trabajadores
de ferrocarriles, milicias urbanas y campesinas, y contribuyendo a la
contraofensiva victoriosa.
Stalingrado.- Las redes que operaban en Alemania y
los países ocupados, informaron de la escisión en dos de los ejércitos
nazis hacia Stalingrado y el Caúcaso. Con tiempo, el Cuartel General
Soviético tuvo toda la información de los ejércitos nazis y sus aliados
en dichas ofensivas, contrarrestándoles con medidas de resistencia y
contraataque. A tal efecto, el Consejo Central Guerrillero ordenó la
llamada “Guerra de los Rieles” (destrucción de miles de kilómetros de
vías férreas, carreteras y puentes), atascando y haciendo imposible el
avituallamiento de las tropas nazis en esos frentes.
Kursk.- Desde toda la Europa ocupada se enviaban
regularmente en la primavera del 43, las concretas medidas tomadas por
el mando nazi. El número de nuevas levas, nuevas divisiones, nuevos
tipos de tanque y artillería y el despliegue de flotas aéreas. Con esta
información el Ejército Rojo desplegó la batalla de desgaste más
demoledora de toda la guerra, creando sucesivas lineas defensivas,
creando tres Ejércitos de Choque, enviando nuevos Ejércitos de Tanques
de la Guardia, lo que llevó a la aniquilación de la mayoría de las
divisiones blindadas nazis.
Dniepper.- Tras la toma de la ciudad de Belgorod, el
Consejo Estatal de Defensa Soviético tuvo múltiples informaciones del
colapso de las unidades motorizadas alemanas. Los nazis tuvieron que
suplir estas pérdidas precipitadamente, enviando nuevas divisiones desde
el Occidente gracias a la no apertura del Segundo Frente en Europa
occidental. Ante estas noticias, el Cuartel General aceleró una gran
ofensiva desde Oriol en Rusia hasta el Mar negro, que liberó casi toda
Ucrania, incluida la capital Kiev.
Varsovia.- Tras la liberación de todo el territorio
de la URSS, el Mando Nazí concentró el 85 % de sus efectivos en Polonia.
Los Servicios Secretos ingleses y norteamericanos llevaron a cabo
conversaciones en Suiza con el Régimen Nazi, a fin de lograr un
armisticio y frenar la ofensiva soviética. Las redes de inteligencia
soviética se enteraron y por ello los Ejércitos Rojos llegaron hasta el
Vístula, destrozando las unidades estratégicas nazis, y posteriormente
liberaron Varsovia, con el que todas las expectativas de acuerdo por
separado de los nazis fueron desestimadas por los occidentales, ya que
los frentes soviéticos en combate rompían las líneas y llegaban hasta
Alemania.
Berlín.- Cercados los jerarcas nazis, se negaron a
la rendición. Los resistentes alemanes y de otras nacionalidades que
había en Alemania y en la propia Berlín, informaron de los preparativos
defensivos nazis. A tal efecto, a pesar de las bajas habidas, el
Ejército Rojo sabía lo que estaba sufriendo la población alemana. Por
ello, la capital nazi fue envuelta en un torbellino de fuego, cercando
los accesos y anticipándose a las criminales maniobras de destrucción de
vidas de los fanáticos nazis. Después de la capitulación hitleriana,
los alemanes liberados reconocieron este gesto internacionalista que
costó bastantes víctimas soviéticas.
d) Los Ejércitos de Choque.
Durante la Gran Guerra Patria, el Ejército Rojo demostró al mundo que
la organización y cohesión de sus tropas eran muy diferentes a las de
las formaciones profesionales de los ejércitos imperialistas.
Las duras condiciones de las divisiones al comienzo de la guerra
(inexperiencia en las unidades motorizadas, menor calidad de las armas,
superioridad numérica del enemigo, etc.) fueron suplidas rápidamente por
el ímpetu y la certeza de que no podían retirarse, que había que
destruir cuantas más unidades enemigas, mejor.
Una de las medidas fue resaltar y reforzar aquellas unidades que se destacaban en los combates, recibiendo el título de “Unidad de la Guardia Roja”. Con esta distinción el Ejército Rojo tuvo unas fuerzas expertas en la lucha por la defensa del Poder Soviético.
Con estas unidades en los Ejércitos Soviéticos, se fortaleció
extraordinariamente la capacidad de combate. Tras la batalla de Moscú,
estás Divisiones de la Guardia, junto con otras divisiones destacadas,
se agruparon en Ejércitos de Choque. Eran la punta de lanza de los
contrataques, de las ofensivas, y, con su desarrollo en los frentes de
batalla, se acortó extraordinariamente la guerra. Estos Ejércitos fueron
letales para las fuerzas hitlerianas, pues coordinaban Divisiones de
fusileros, blindadas y de artillería, lanzadas de golpe en vastos
frentes, arrollando a su paso las más preparadas fuerzas nazis. Así
ocurrió en las contraofensivas de Moscú, Stalingrado, Kursk,
Korshun-Cherkassi, Leningrado y el Paso del Vístula.
Desde 1941 a 1945 se crearon cinco Ejércitos de Choque.
La famosa imagen de la bandera roja enarbolada sobre el Reichtag fue
realizada por soldados de la 150º División de fusileros, del 3º Ejército
de Choque.
e) Mejora continua de los armamentos, terrestres, aéreos y navales.
Al principio de la Gran Guerra Patria, los alemanes lanzaron contra
el Ejército Rojo miles de unidades motorizadas de todo tipo, que no
tenían suficiente respuesta por parte de los soviéticos. Ante este
desafío, en tan solo 22 días, V. Degtiariov (PTRD) y S. Símonov (PTRS)
crearon dos fusiles antitanques que en los primeros meses pararon con su
fuego las acometidas nazis. Esta fue la más importante contribución al
Ejército del Pueblo por parte de estos dos ingenieros, los cuales
equiparon a las unidades de tiradores de unas armas fiables y de rápida
cadencia de fuego. Junto a ellos, otros ingenieros contribuyeron al
desarrollo armamentístico soviético con nuevos fusiles, metralletas y
pistolas, como F. Tókariev y B. Shpitalni: armas perfectas, en muchos
aspectos superiores técnicamente a las de los ejércitos burgueses.
La artillería y los morteros fueron mejorados considerablemente. Las
divisiones fueron equipadas con cañones de 76 mm y 152 mm, y las
unidades anticarro, con piezas nuevas de 45 mm. Pero ya en 1938, los
ingenieros del sistema espacial de cohetes, habían inventado el BM-13,
los célebres Katiushas. El 21 de Junio de 1941 se decidió empezar la
fabricación en serie de los BM-13, llamados por los nazis “los órganos
de Stalin” por el pánico que les producía su barrera de explosiones
masivas. También fueron desarrolladas las Unidades de Defensa Antiaérea
en todas las ciudades de los frentes y en las grandes y medianas
unidades de combate, la mayoría manejadas por expertas tiradoras de
fuego rápido.
Desde 1939, comenzó la producción de los carros pesados KV y un año
más tarde, los T-34. Este blindado está considerado como el mejor tanque
de toda la guerra. Al principio, con un cañón de 76 mm, no podían
perforar su blindaje los anticarros nazis. A medida que los hitlerianos
lo imitaban (los Panther del año 43), este tanque se iba modificando con
nuevos blindajes y cañones (de 85 mm). Para darnos una idea de su
fiabilidad, anotamos la gesta del teniente D. Lavrinenko hasta su
fallecimiento, quien abatió 52 tanques nazis del 6 de octubre al 18 de
diciembre de 1941.
Posteriormente, los avances en la artillería de campaña hicieron que
se equipasen regimientos de artillería montada autopropulsada con
blindados pesados (el J.S con cañón de 122 mm) que lograron imponerse a
los más modernos tanques fascistas.
En el País de los Soviets fue donde se crearon por primera vez las
fuerzas paracaidistas.
Estas tropas de desembarco aéreo fueron sumamente
imprescindibles a lo largo de la guerra en todos los frentes de
batalla, en las ofensivas y en la retaguardia nazi.
En la aviación se desarrollaron, desde 1939 hasta 1944, nuevos
aviones ultrarrápidos diseñados por los ingenieros S. Lávochkin (La), A.
Mikoyán (Mig) y A. Yakolev (Yak) que asombraron a las unidades enemigas
por su versatilidad y mejores prestaciones que las de los nazis.
Por decisión del Consejo Estatal de Defensa, se equiparon dos flotas,
la del Pacífico y la del Norte. A estas flotas fueron agregadas navíos
de la Marina de Guerra, navíos de transporte y submarinos.
3.- La conciencia de la población soviética.
El Frente Laboral.
Desde finales de 1939, la economía soviética se preparó para la
guerra. Miles de Fábricas de toda la Unión se reconvirtieron, de
fábricas civiles en complejos industriales militares. Fue una lucha
contra el tiempo, contra el boicot imperialista y por superar las normas
establecidas por la tecnología. Muchas ciudades industriales de la zona
europea, de los Urales y de Kajzastán fueron girando su producción
hacia la creación de nuevas armas. Las fábricas de tractores de
Stalingrado y Cheliábinsk se convirtieron en fábricas de carros de
combate. Así ocurrió en todos los combinados textiles, de municiones y
de industrias manufactureras. El Gobierno Soviético comprendió que, ante
la inevitable guerra que se acercaba, era completamente necesario ser
autosuficientes en todos los pertrechos militares.
Y el pueblo soviético presentía el peligro. El Partido Comunista,
llevando a cabo el rumbo trazado en el XVII Congreso, adaptó los planes
para el auge de las industrias pesadas y aceleró las dedicadas a la
Defensa. Solamente en 1940, se extrajeron 165,9 millones de toneladas de
hulla, 31,1 millones de toneladas de petróleo y se fundieron 18,3
millones de toneladas de acero.
En los tres años y medio que precedieron a la guerra, en la URSS se
crearon 3.000 grandes industrias de nueva planta. Grandes stocks
estatales de víveres y combustibles, nuevos centros de producción de
energía eléctrica y depósitos de armamento se instalaron en toda la
Unión Soviética.
Tras la invasión de las zonas ocupadas por los fascistas, fueron
trasladadas al este de la URSS 2.500 grandes empresas industriales y más
de un millón de soviéticos.
Ya en 1942, la industria soviética superaba, en cantidad y calidad de
material de guerra, a la industria nazifascista y a la de los países
ocupados.
Artífices principales del Frente Laboral fueron:
* Antes de la Guerra, la Dosaaf y la Osoviajim (Asociaciones y Grupos
de Colaboración Voluntaria de la Población Civil con el Ejército, la
Aviación y la Flota) era una red de organizaciones que, en caso
necesario, servía en la defensa activa del territorio soviético.
Abarcaban prácticamente todas las ramas industriales, se articulaban en
clubes científicos, de habilidades personales, de técnicas
estajanovistas, en asociaciones deportivo-atléticas, de adiestramiento
de perros, de comunicaciones y redes de emisoras radiales, de lenguas
occidentales. Se desarrollaron como clubes de aficionados en todos los
pueblos de la URSS. Cuando comenzó la guerra, gracias a estas
sociedades, se integraron en el Ejército Rojo 10 millones de tiradores,
decenas de miles de pilotos de aviación, paracaidistas, chóferes,
telefonistas, radistas y sanitarios.
* La incorporación, ya iniciada la Guerra, de hombres y mujeres no
aptos para el combate, ancianos y hasta niños que sustituyeron en las
fábricas, complejos industriales y explotaciones agrícolas a los hombres
y mujeres que fueron al Ejército Rojo.
* La creación de nuevas universidades tecnológicas en todas las
Repúblicas de la Unión Soviética no ocupadas por el enemigo, para la
formación de nuevas reservas de especialistas en todos los campos, para
las fábricas y los complejos agroindustriales. Desde Siberia hasta el
Turkestán, todas las nacionalidades contribuyeron al esfuerzo bélico.
* La roturación de nuevas tierras vírgenes en todo el Este Soviético,
creándose cientos de miles de nuevas granjas agrícolas. En estas zonas,
los ancianos y mujeres realizaron este inaúdito logro. Y los niños
crearon nuevas organizaciones auxiliares de combate, como los
Octubristas, Pioneros, Timurianos y Komsomoles, que lograron proezas
asombrosas, para que no cesara la alimentación de los soldados y de la
población soviética.
El Frente Moral
La unión del pueblo soviético con su sistema socialista fue esencial
en las continuas victorias del Ejército Rojo. Tras superar el intento de
golpe de Estado de los años 37 y 38, cientos de miles de nuevos
responsables en todas las áreas de la Defensa Soviética, de todas las
nacionalidades del país demostraron en la práctica su fidelidad a la
Tierra Madre, soviética y socialista.
Obreras y obreros con las armas en la mano, tanto en los frentes como
en la retaguardia, subordinaron sus intereses personales al logro de la
victoria sobre el fascismo. La mayor parte de los trabajadores más
conscientes de la causa del Socialismo ingresaron en el Partido
Comunista Bolchevique y en el Komsomol Leninista.
Los aliados occidentales, la prensa imperialista mundial y los
dirigentes de la coalición hitleriana se equivocaron en sus esperanzas
de que, con la invasión nazi, surgirían sublevaciones internas contra el
Poder Soviético. Son innumerables los ejemplos de este apoyo de toda la
población a su gobierno para conseguir con su esfuerzo la Victoria
sobre el nazismo.
El fondo de ayuda a la defensa.
El 18 de Diciembre de 1942 el periódico “Pravda” informó que Ferapont
Golovati, koljosiano de la región de Sarátov, había donado de sus
ahorros 100.000 rublos para la construcción de un avión.
Durante la guerra, el monto de los recursos del presupuesto nacional,
empleado para fines militares, supuso 582.400 millones de rublos. Al
mismo tiempo, para el Fondo de la Defensa, los soviéticos donaron
voluntariamente 118.000 millones de rublos. Tan fabulosa ayuda monetaria
del pueblo no la conoció ningún ejército del mundo. Muchas decenas de
miles de equipos militares fueron fabricados con el dinero entregado
voluntariamente por los trabajadores.
La donación de sangre.
En la Primera Guerra Mundial, el 65% de las muertes por heridas se
produjeron debido a la mucha pérdida de sangre y a la imposibilidad de
restituirla.
En el periodo de la Gran Guerra Patria, las pérdidas de la Unión
Soviética por esta causa constituyeron tan solo el 1%. La vida de
cientos de miles de combatientes la salvaron con su sangre las
trabajadoras y trabajadores de la retaguardia: hubo más de cinco
millones y medio de donantes voluntarios.
Ni un paso atrás frente al fascismo.
Los habitantes de muchas ciudades las convirtieron en ciudades
heroicas. Sus nombres se encuentran en el acervo de combate del
proletariado mundial: Brest, Minsk, Murmansk, Smolensk, Moscú,
Leningrado, Stalingrado, Odessa, Sebastópol, Kiev, Tula, Novorrosik,
Kerch.
Ejemplos que nos dan fe de esta increíble gesta de la población
soviética por defender el Socialismo los tenemos en increíbles combates
del Ejercito Rojo al comienzo de la guerra.
– La ciudadela de Brest.
Situada en Bielorrusia, resistió a los agresores más tiempo que
Dinamarca, Holanda y Bélgica, reteniendo junto a la frontera a una
división nazi, respaldada con tanques, artillería y aviación. Fortaleza
donde combatieron guardafronteras, comunistas y voluntarios, su lema era “… moriremos, pero no nos iremos de aquí”.
Durante un mes, sus defensores cayeron, por las heridas, la sed y el
hambre, abriéndose paso algunos para convertirse en guerrilleros.
– El puerto de Liepaja.
En esta pequeña ciudad de Letonia, juntos, obreros, marinos,
soldados, milicianas y hasta niños resistieron durante diez días,
causando severas pérdidas humanas al enemigo.
– Las islas de Moonsund (Estonia).
La pequeña guarnición de infantes de marina resistió durante seis semanas, el mismo tiempo que duró la campaña nazi en Francia.
– Sebastópol.
Era la principal base de la Marina de Guerra Soviética, en el Mar
Negro, en la península de Crimea. Desde el 30 de octubre de 1941 al 4 de
julio de 1942, las fuerzas soviéticas hicieron frente al XI Ejército
nazi alemán, rechazando todos los intentos de éste para tomar la ciudad.
Soportaron durante ocho meses un asedio durante el cual causaron a
los enemigos cerca de 300.000 bajas, más que todas las pérdidas
hitlerianas en todos los frentes hasta el 22 de Junio de 1941.
– Leningrado.
El cerco de Leningrado es el bloqueo militar que los nazis
establecieron sobre esta ciudad, cuando se dieron cuenta que no podían
tomarla militarmente. Duró en total 872 días, desde 8 de septiembre de
1941 a 27 de enero de 1944, y costó la vida a 641.803 personas.
Los ancianos, mujeres y niños elevaron fortificaciones, produjeron
armamento y tecnología en las fábricas, cosieron la ropa de los
soldados, soportaron continuos bombardeos de artillería y aviación,
privaciones de todo tipo, la falta de calefacción y comida. Con
esfuerzos increíbles, los habitantes consiguieron defender su ciudad. El
nombre de Leningrado se convirtió en sinónimo de Ciudad Heroica.
El Socialismo hizo posible la victoria en la Gran Guerra Patria.
La historia, las revoluciones sociales las hacen los pueblos, no
determinadas personas. La confianza de la población en el Poder
Soviético, la defensa del estilo socialista de producción, de la cultura
y los derechos sociales para toda la clase obrera soviética, hizo
comprender a los máximos dirigentes comunistas que la inmensa mayoría de
los pueblos de la URSS defenderían las conquistas del proletariado y
servirían de ejemplo a los países del mundo. Por ello, ni en los días
más angustiosos de la Batalla de Moscú, el gobierno soviético abandonó
su puesto en la primera línea de combate.
Los más entregados hijos de la URSS, el Partido Comunista bolchevique.
Las pérdidas en la Gran Guerra Patria fueron cuantiosas e
irremplazables: 3.300.000 comunistas caídos. Pero durante toda la guerra
muchos combatientes se afiliaron al Partido y muchísimos más, al no
poder adherirse al Partido, consignaban en sus últimas cartas “…consideradme comunista”. Durante la guerra, ingresaron en el Partido Bolchevique más de 5 millones de soviéticos.
El Partido y su juventud –el Komsomol leninista-, realizaron una
enorme labor organizativa, política y constructiva, con la lucha heroica
de millones de militantes allí donde eran necesarios su ejemplo, sus
contribuciones ideológicas de clase, en el frente y en la retaguardia,
en las ciudades asediadas y en las fábricas, pertrechando al pueblo
soviético de confianza y seguridad.
La amenaza de la guerra imperialista
La falacia de las “amenazas del comunismo” ha sido empleada como
propaganda por el imperialismo para aupar el nazismo, incrementar la
explotación de las colonias y restaurar los regímenes proimperialistas.
Desde el fin de la guerra mundial, los Estados imperialistas no han
cesado de crear las condiciones para nuevas intervenciones contra los
pueblos, para destruir la Unión Soviética y para desarrollar la carrera
armamentística.
La historia ha demostrado que no es suficiente con prevenir las
guerras mediante acuerdos de buena voluntad, sino que se precisa del
desarrollo de una nueva época de relaciones sociales, que unifique a los
trabajadores del mundo contra el imperialismo. Porque, mientras éste
mantenga subordinados a los países y pueblos de la tierra, la miseria,
la pobreza y las guerras son la única forma que tiene el capitalismo
monopolista, el imperialismo de hoy día, para mantenerse en el poder.
Desde el fin de la Gran Guerra Patria, el imperialismo ha librado más
de 200 guerras, con más de 39 millones de muertos. Desde la caída de la
Unión Soviética, ha habido más de 90 guerras con más de 19 millones de
muertos.
La memoria colectiva del proletariado invoca y advierte. Las
generaciones venideras recordarán la gesta de la URSS, la epopeya de
quienes salvaguardaron a la civilización del fascismo causante de la
desdicha y del sufrimiento de millones de seres.
Las lecciones prácticas de la Segunda Guerra Mundial demostraron que
el Socialismo como sistema más avanzado de la humanidad, tanto en lo
político como en lo económico, es más estable, productivo y con mayores
esperanzas de futuro, porque es desarrollado por y para la mayoría de la
población, con la clase obrera al frente.
Bibliografía:
* El Ejército Soviético. Diversos autores. Editorial Progreso. Moscú, 1974.
* Documentos y Materiales de Vísperas de la Segunda Guerra Mundial. Tomo I y II. Ministerio de Negocios Extranjeros de la URSS. Ediciones en Lenguas Extranjeras. Moscú. 1948.
* El fracaso de la Operación “Tifón”. Dadó Muriev. Editorial de la Agencia de Prensa Nóvosti. Moscú, 1986.
* Los españoles de Stalin. Daniel Arasa. Editorial Vorágine. Barcelona, 1993.
* La URSS en la Segunda Guerra Mundial. Leonid Eremeiev. Editorial de la Agencia de Prensa Nóvosti. 1985.
* Sobre el pasado en aras del futuro, la Segunda Guerra Mundial: Causas, Resultados, Lecciones. Pável
Zhilin, Pável Sevostiánov, Leonid Dobrojótov, Yuri Káshlev, Vladímir
Lomeiko, Vladimir Miliutenko, Oleg Rzheshevski. Moscú. Editorial de la
Agencia de Prensa Nóvostí, 1985.
* El último asalto. Vladímir Abyzov. Editorial de la Agencia de Prensa Novostí. Moscú, 1985.
* La guerrilla soviética. Dmitri N. Medvédev. Editorial del Ministerio de Defensa de la URSS. Moscú, 1964.
* Destacados jefes militares en la Gran Guerra Patria de 1941-1945. N. Svetlishin. Editorial Progreso. Moscú, 1985.
* Españoles en la Resistencia. Alberto Fernández. Editorial Zero, S.A. Madrid, 1973.
* Al servicio del pueblo. Kiril Meretskov. Editorial Progreso. Moscú, 1974.
* La Orquesta Roja. Gilles Perrault. Barcelona. Editoria Bruguera, S.A., 1982.
* Relatos de un guerrillero comunista. José Gros. Editorial ATE. Barcelona, 1977.
* Soldado de tres ejércitos, Karol Swierczewski (General Walter). Antonina, Marta y Zosia Swierczewski. AABI. Madrid, 2007.
* Stalin insólito, Ricardo E. Rodríguez. Editorial Templando el Acero. Pamplona, 2017.
Notas:
[1] Recuerdos y meditaciones. G. K. Zhúkov. Tomo II, pág. 382. En ruso. Editorial Progreso. Moscú, 1978.
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