Este artículo de Josep Cónsola fue escrito en abril de 1990, en
los tiempos finales de la Perestroika y un año antes de la disolución de
la URSS. Realiza un estudio comparativo de la opinión de los soviéticos
sobre la URSS y el socialismo en la época de la Perestroika y en los
años 40. Resulta un análisis muy instructivo, con unas conclusiones de
plena actualidad.
Por Josep Cónsola, abril 1990.
Apuntes para la memoria histórica
Los sondeos de opinión, los estudios sociológicos, las encuestas, son
cada vez más habituales en la URSS. El Centro Nacional para el Estudio
de la Opinión Pública es un organismo de cierta entidad que actúa en el
conjunto de las Repúblicas y tiene una cierta tradición, aunque no
siempre los resultados de sus encuestas sean de dominio público.
La publicación de una reciente encuesta, en Febrero de 1990, destaca
una variación a la baja, respecto al año pasado, de la confianza de los
ciudadanos soviéticos hacia el gobierno, pero dejando este dato como
anecdótico, creo interesante destacar las respuestas de los encuestados
respecto al PCUS. Son las siguientes:
el 80,7% afirma una pérdida de prestigio del PCUS;
el 40% está convencido que se producirá una escisión;
el 35% niega toda confianza al PCUS;
el 34% está convencido que el PCUS está en proceso de descomposición.
En otra parte de la encuesta, referente al papel, influencia y
prestigio que ha tenido el PCUS a lo largo de su historia, un 62 %
afirma que sin el PCUS, la URSS no habría llegado al grado de desarrollo
y bienestar que dispone en estos momentos.
Las respuestas obtenidas respecto a cuales han sido las épocas de más prestigio del PCUS, son las siguientes:
años de la revolución y la guerra civil | 1917 – 1920 | 39 % |
años de la NEP | 1921 – 1927 | 4 % |
años del primer quinquenio | 1927 – 1933 | 18 % |
años de la segunda guerra mundial y posteriores | 1939 – 1953 | 26 % |
años del Nuevo Curso | 1954 – 1964 | 4 % |
años del “estancamiento” | 1964 – 1985 | 4 % |
años de la perestroika | 1985 – 1990 | 4 % |
Según la citada encuesta, las épocas en que mayor ha sido el pretigio
del PCUS entre la población soviética, corresponden con aquellas en las
que ha habido una agudización de la lucha de clases, una mayor ofensiva
a favor de la igualdad y contra el enriquecimiento, y aquellas en que
los valores morales y estímulos morales han primado sobre los
materiales.
Dichas épocas corresponden con los años de la dirección de
Lenin (a excepción de la etapa de la NEP) y de Stalin (a pesar de la
dureza de los años 30 en la etapa del primer Plan Quinquenal).
Aunque sea brevemente, vale la pena dar dos pinceladas sobre el
primer plan quinquenal extraídas literalmente de las conclusiones de
Alec Nove, sin duda alguna un gran estudioso del desarrollo económico y
social de la URSS y manifiestamente antiestaliniano:
“Nadie puede afirmar seriamente que todos los errores y excesos del
período 1927 – 1932 fueran fatales e inevitables, pero por lo que
corresponde a la planificación se podría resucitar con razón el
argumento de Lenin a propósito de Port Artur[1].
Bajo la dirección de Stalin se lanzó un asalto contra el cuartel
defendido por los enemigos de clase y contra los obstáculos objetivos
que se oponían a un rápido crecimiento[2]
. El asalto tuvo éxito en parte, fracasó en algunos sectores, pero
puede decirse que los fracasos son inherentes al proceso de aprendizaje.
Los últimos perfeccionamientos surgían de las lecciones aprendidas al
hacer frente a las dificultades”.
Cerrando este paréntesis hay que decir que según los resultados de la
citada encuesta, parece ser que en estos períodos de grandes
dificultades, el PCUS ha tenido básicamente el consenso de la sociedad y
ha sido hegemónico; y, que dichos períodos están presentes todavía en
el recuerdo de los ciudadanos soviéticos a pesar de que durante los
últimos cinco años de la llamada perestroika han asistido a una
constante negación de su pasado histórico y de denuncia de hechos reales
o imaginarios correspondientes a los períodos antes citados.
Es importante, de todos modos, conocer otros datos, de hace muchos
años, concretamente al período 1939 – 1946, correspondientes a un
estudio sobre las respuestas a los cuestionarios preparados por los
servicios de inteligencia de Estados Unidos, Francia e Inglaterra, los
cuales eran rellenados por todos los ciudadanos soviéticos que emigraban
a occidente. Seguramente la intención de los realizadores de dichas
encuestas era disponer de unos resultados para poderlos utilizar como
propaganda política para denunciar las barbaries del bolchevismo, pero a
la luz de los resultados obtenidos, dichas encuestas fueron relegadas a
los archivos ya que no encontraron utilidad para los fines propuestos.
Dichas encuestas vieron la luz al cabo de veinte años al ser
desclasificadas y estudiadas por los sociólogos de Harvard, Alex Inkeles
y Raymond Bauer que las publicaron en el libro “The Soviet Citizen”.
Este libro analiza más de 3.000 encuestas contestadas por los
“refugiados” soviéticos. Las encuestas se realizaron tanto en los
Estados Unidos como en Europa y en un largo temario se trataba de
conocer tanto las razones de su salida de la URSS, como la opinión sobre
el gobierno y sobre el sistema político. Las conclusiones son
ciertamente interesantes, a pesar de una salvedad que, como indican los
propios autores del libro, las respuestas pueden estar distorsionadas
debido a tres factores3:
a) Los refugiados eran más antisoviéticos que la sociedad soviética en general.
b) Los cuestionarios no se hacían rellenar, como norma general, a los más jóvenes.
c) El deseo de residir en Occidente por parte de los encuestados.
Una primera constatación es que un 82 % de los encuestados nacidos
con anterioridad al año 1900 se manifestaban contrarios al régimen.
Una segunda constatación es que un 85 % de los encuestados se
mostraban favorables a la propiedad y control estatal de las áreas de la
industria, comercio y transporte.
Una tercera constatación es que sólo un 19 % de los encuestados decía que no había nada aprovechable del sistema soviético.
En cuanto a la pregunta sobre cuáles creían que eran los elementos
substituibles del sistema soviético, las opciones variaban en función de
pertenecer a uno u otro grupo de los tres en que eran clasificados los
encuestados: intelectuales, obreros cualificados o campesinos de granja
colectiva. Los primeros respondían que se debería substituir lo que en
la encuesta estaba clasificado con el ítem “terror e injusticia”. Los
segundos y terceros, los ítems denominados “sistema de granja
colectiva”.
En referencia a lo que no se debería substituir del sistema
soviético, los primeros (grupo denominado de intelectuales) respondían a
los ítems denominados “ideología del bolchevismo y comunismo”. Los
segundos (obreros cualificados) respondían a los ítems “ausencia de
propiedad privada” e “ideología del bolchevismo y comunismo”, ambos con
igualdad de puntuación. Los terceros (campesinos de granja colectiva)
respondían al ítem denominado “condiciones laborales”.
Solamente un 33 % de los encuestados creía correcto criticar todo lo
que hacía el gobierno. Nota.- Los ítems sobre las que definirse para la
substitución o no substitución en la encuesta, eran: “ideología =
comunismo y bolchevismo”, “terror e injusticia”, “ausencia de propiedad
privada”, “organización estatal absolutista”, “sistema de granja
colectiva”, “condiciones laborales”.
Respecto al tema de las libertades civiles, según los autores del
estudio “muestra que existe una ambivalencia en la actitud de los
encuestados, mientras que por un lado, en principio, se declaran
favorables a unas libertades civiles muy amplias y por este motivo
habían decidido emigrar a occidente, al ser interrogados sobre
situaciones específicas, su respaldo a las libertades civiles se diluía y
se mostraban favorables a la intervención estatal".
Inkeles y Bauer concluyen el análisis de las encuestas con las siguientes afirmaciones:
– La generación prerrevolucionaria es mucho más hostil al régimen que la que ha nacido con el nuevo sistema.
– Existe una disconformidad con la invasión del gobierno en ciertas
áreas privadas como por ejemplo los movimientos migratorios y algunos
derechos personales. Prefieren estas áreas a la garantía de una vida
digna4.
– Existe una gran esperanza entre los ciudadanos soviéticos en que el
gobierno aumentará los beneficios sociales en bienestar, incluyendo
seguridad en el trabajo, educación para todo el mundo, atención médica
generalizada y otras seguridades y garantías.
– La inmensa mayoría de la juventud soviética, en principio, respalda al régimen y al gobierno.
Por otra parte, el sociólogo David Lane, de l’Emmanuel College de
Cambridge, en su obra “Una sociología política del socialismo”, en la
que hace también referencia a los estudios de Inkeles y Bauer, así como
de otros trabajos anteriores y posteriores al año 1959, destaca lo
siguiente del período de Stalin: “… Bajo Stalin el régimen soviético fue
el de las movilizaciones por excelencia, el partido y el estado
bombardeaban a la población con mensajes políticos y estimulaban su
participación para que tuvieran un papel protagonista en la
industrialización del país. No hay ningún tipo de duda que en esta época
se desarrolló una cultura política de participación para todos los
defensores del régimen soviético. Las masas movilizadas en las masivas
campañas de industrialización y que estaban formando la nueva clase
obrera y la nueva población urbana constituían una cultura política
Sujeto”5.
Reafirma el tema de la participación política activa de la población
los estudios de Inkeles sobre las campañas electorales en la URSS, entre
las que destaca la de 1946, en la cual más de tres millones de
agitadores y propagandistas tomaron parte en la misma, explicando y
discutiendo con las masas, por todas partes, las propuestas del
gobierno. En la misma dirección, Mervyn Matthews, en su libro “Clases y
sociedad en la Rusia soviética”, afirma que más del 40 % de la población
participa en la actividad política durante el período a que se hace
referencia, mediante lo que denomina “incontables comisiones voluntarias
o grupos populares de control organizados por el partido”, y el autor
llega a la conclusión que el resultado de esta participación “crea unos
sentimientos de solidaridad social y política”.
De igual forma, S. Bauman, en su trabajo “La disidencia social en los
sistemas políticos del este europeo”, aparecido en la Revista Europea
de Sociología en los años posteriores a la segunda guerra mundial, llegó
a la conclusión de que es una parte de la llamada intelectualidad la
que divulga la denominada disidencia; textualmente estas son algunas de
sus conclusiones: “…Parece existir muy poco respaldo general, si existe
alguno, por parte de las masas obreras o campesinas a las propuestas
consideradas (de los disidentes)”, “…Las formas de manifiesta disidencia
política pueden considerarse como movimientos relativamente pequeños y
exclusivos. A las grandes masas de la población no les afecta y rechazan
sus postulados. El acercamiento a los principios del marxismo-leninismo
y al partido ha aumentado. La disidencia religiosa puede ser
considerada, al igual que en otros países, en base a un declinar general
de la religión y de la secularización general de la vida”6.
David Lane finaliza su estudio de la época de Stalin con el siguiente
comentario dirigido a los estudiantes: “Estas conclusiones seguramente
serán sorprendentes para muchos estudiantes occidentales a los que se ha
querido convencer de que la población soviética, bajo Stalin, era
hostil al régimen casi en su totalidad”7.
No se trata de pontificar en torno a esta sencilla y esquemática
exposición, tan sólo mostrar curiosos paralelismos entre las opiniones
de los ciudadanos soviéticos en dos períodos entre los cuales hay 40 o
50 años de diferencia, y opiniones de algunos sociólogos occidentales
que en sus trabajos no les ha quedado más remedio que sustraerse de su
opinión personal anticomunista o antiestaliniana, una vez valorados los
resultados de sus trabajos de investigación social.
Seguramente si los que nos autodenominamos comunistas, que tan a
menudo nos vanagloriamos de nuestro dominio del materialismo histórico y
otras ciencias, hubiéramos dedicado una pequeña parte de nuestro tiempo
al análisis histórico para formarnos una opinión propia, en lugar de
repetir, sin constatar, discursos ajenos, seguramente habríamos
detectado con más precisión los fenómenos irregulares básicos durante la
construcción comunista, y tal vez entonces veríamos la necesidad de
modificar opiniones expresadas con demasiada veleidad en torno a ciertos
períodos históricos, encontrando otros períodos y causas de la
tergiversación de los principios. Tergiversación que en mi opinión
aparecieron con más fuerza que nunca a medianos de los años 50 y en
constante evolución negativa hasta nuestros días.
Josep Cónsola, Abril 1990.
Notas:
[1].-
En la explicación sobre los virajes tácticos, Lenin ponía como ejemplo
la técnica japonesa en el ataque a Port Artur: ataque sin éxito,
retirada, reagrupamiento, y nuevo ataque más metódico en función de la
experiencia. Así hasta la victoria.
[2].- Entre ellos la deuda externa de 1400 millones de rublos oro en 1931, reducida a 450 millones en 1933.
3.-
Distorsionadas en sentido negativo a todo lo referente al sistema
soviético, sus bases ideológicas y su gobierno. Según nota de Alex
Inkeles.
4.-
“vida digna” es el nombre correspondiente a uno de los items de la
encuesta al lado de otras denominaciones como “garantía de trabajo”,
“garantía de vivienda”,… que hacen referencia al item denominado
“seguridad en el futuro”.
5.-
En las democracias parlamentarias burguesas las masas se convierten en
Objetos de la política, ya que su participación puede representar un
peligro para la estabilidad del sistema. Así lo explica el informe de
Michael Crocier aprobado en la reunión de la Comisión Trilateral de
1975: “…El funcionamiento efectivo del sistema político democrático
requiere habitualmente un cierto grado de apatía y de no participación
por parte de individuos y de grupos”.
6.- S. Bauman. Esta conclusión es referente a la URSS.
7.- David Lane. Una Sociología Política del Socialismo de Estado.
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