Comunicado conjunto del Partido del Trabajo Democrático (PTD) y Gazte Komunisten Batasuna (GKB)
El 7 de noviembre de hace 98 años, se produjo un acontecimiento
controvertido, pero de incuestionable actualidad: los obreros y
campesinos de Rusia inauguraron el proceso histórico de sustitución del
régimen capitalista por un régimen socialista.
Según la versión de los partidarios del capitalismo –convertida en
oficial desde que cayó la Unión Soviética- fue una revolución ilegítima
que instauró un sistema totalitario equiparable al nazi-fascismo y que
resultó un fracaso en todos sus aspectos. Sostienen esta opinión los
mismos que asumen una crisis económica enriqueciéndose más y más
mientras destruyen 3 millones de puestos de trabajo, reducen la
cobertura del paro, rebajan los salarios, precarizan los empleos,
alargan las jornadas de trabajo, retrasan la edad de jubilación,
multiplican los desahucios, recortan y privatizan los servicios
públicos, disparan las cifras de pobreza y perpetran crímenes en el
tercer mundo, inmensamente peores que los que denuncian hipócritamente
en su propaganda. Según ellos, que están a salvo de estos males, se
trata de defectos menores que los del socialismo.
Exculpan a su sistema de la explotación y la violencia que padecen a
los trabajadores y trabajadoras y que acaban convirtiéndolos en
revolucionarios. Nunca hablan del acoso permanente al que han sometido
los intentos de construir pacíficamente el socialismo: la URSS tuvo que
sufrir la invasión de las catorce mayores potencias en los primeros años
de su existencia, la posterior invasión hitleriana que le costó más de
20 millones de vidas y, finalmente, la amenaza nuclear y el cerco hostil
de la “guerra fría” hasta su desaparición.
Niegan los logros sin precedentes que ha alcanzado el socialismo, no
vaya a ser que cunda el ejemplo. Esta nueva forma de organización social
–pese a partir de una herencia de atraso y dependencia exterior- ha
asegurado una prosperidad creciente para toda la población, acabando con
el hambre, las crisis, el desempleo, el analfabetismo y la explotación
de unos seres humanos por otros. La Unión Soviética se convirtió así en
la segunda potencia económica mundial, apoyándose en sus propias
fuerzas, y no –como los Estados Unidos y Europa Occidental- en el saqueo
colonial y la esclavitud.
Los defensores del capitalismo tampoco reconocen que fue este sistema
el que amamantó a la bestia fascista, precisamente para tratar de
aplastar al socialismo. Pero la victoria de éste y sus mejoras continuas
de la condición obrera elevaron tanto su prestigio entre los
trabajadores de Occidente que los capitalistas se vieron obligados a
hacerles concesiones para contener el desarrollo de su determinación
revolucionaria. Ahora que la URSS ha desaparecido, desmantelan poco a
poco ese "Estado del bienestar" capitalista.
La profunda crisis que vive el capitalismo monopolista no deja a la
humanidad otra alternativa que degradarse hacia la miseria y la guerra, o
bien alzarse en lucha por el socialismo. El desarrollo que el
capitalismo ha aportado a la sociedad en este último siglo proporciona a
las futuras revoluciones socialistas una base mucho más firme que les
permitirá realizar plenamente su potencial de progreso. La mayor parte
de las fuerzas productivas ha adquirido un carácter social y los restos
de pequeña propiedad se hallan totalmente sometidos a aquéllas. El
grueso de la población se convierte en asalariada, se proletariza.
Asimismo, la crítica científica de la ya abundante práctica socialista
que ha vivido un tercio de la humanidad nos permitirá superar los
defectos que debilitaron las primeras tentativas. Por fin, podremos
liberarnos del capitalismo y de siglos de antagonismo sociales, para
seguir progresando, esta vez, en armonía entre los seres humanos y con
la naturaleza.
Para transitar por este camino, las organizaciones comunistas que
suscribimos el presente manifiesto nos comprometemos, en los dos años
que faltan para el centenario de la revolución rusa, a estudiar y dar a
conocer la rica experiencia del socialismo en el crisol de las luchas de
la clase obrera, a fin de que ésta se convierta en el gran partido
revolucionario que salve al pueblo de los horrores a que nos conduce el
capitalismo.
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