Por Silvio Rodriguez, escrito en su blog "Segunda Cita".
La historia es imprescindible para saber quienes somos, para orientarnos cuando aparecemos de pronto en este mundo viejo. La historia se supone que sea una ciencia, no una religión o un manual ideológico. La historia a veces está escrita por personas que exponen hechos y datos, pero también por personas que interpretan esos hechos y datos. Es difícil que los textos históricos no trasluzcan las ideologías de quienes los escriben, más cuando fueron personas comprometidas con las realidades que cuentan. Es de suponer que en los tiempos actuales la historia esté más “limpia de paja”, pero seguimos constatando que la imparcialidad no existe cuando hasta la prensa, que debiera ser objetiva, obedece a intereses.
No creo que haya que falsear la historia, pero lo que sea que nos cuenten no debiera servir para inocularnos rencor y para que pensemos que nuestro destino es el odio y la muerte. Eso es inhumano, es injusto, es cruel, no sólo para los destinatarios del odio sino también, y mucho, para sus portadores.
Está bien respetar a nuestros antepasados, honrarlos en nuestra memoria y ver en nuestros actos una consecuencia de sus mejores actos. Lo que no encuentro bien es dejarnos consumir por antiguos rencores de cuando la cultura, la ciencia y el conocimiento del Universo apenas se propagaban. La lucidez, la ventaja de saber más, debiera servirnos para solucionar lo que antes parecía insoluble.
Los odios vienen de las eras más oscuras del hombre. Si estamos por el progreso debemos ser capaces de rechazar cualquier vestigio de oscuridad. Yo agradezco cuando los sabios que nos cuentan la historia saben apartar la cizaña de lo esencial del conocimiento.
Casi todos los pueblos del mundo somos mestizos. Todas las sangres son buenas si el pensamiento que las hace correr es bueno. Por eso abrazo y celebro lo que me hace amar y no odiar.
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