Nacido en 1885 en el concejo de Quirós (Asturias), obtuvo la
licenciatura de Medicina por la Universidad de Valladolid en 1912. Ejerció
su profesión en
Toledo y más tarde ocupó una plaza de médico titular de Las Carreras
y Gallarta (Vizcaya), donde conoció a
Dolores Ibárruri y fue procesado por su
apoyo a la Revolución de Asturias de
octubre de 1934.
Era miembro del Partido
Socialista desde 1910 y en 1921 abandonó la militancia socialista para afiliarse al
Partido Comunista. Al comienzo de la Guerra Civil fue nombrado comandante
médico y jefe del Hospital Socorro Rojo de Portugalete y más tarde del Hospital nº 10 de Santander.
Llegó a la Unión Soviética en 1939, dentro del grupo
principal de exiliados. Fue médico
de la Casa de Niños de Obninskoye, situada en las
proximidades de Moscú. Cuando los
alemanes invadieron la URSS
en 1941, se hizo cargo de un
grupo de niños evacuados en la
zona de Saratov, al noreste de
Stalingrado, en la denominada República de los Alemanes del Volga, donde
vivieron en las localidades de Bazel
y Zurich, en medio de grandes penalidades.
Castaños no hablaba ruso y casi
no lo entendía, por lo que cuando visitaba a las familias soviéticas se hacía acompañar de un muchacho español como
intérprete. No podía recetar medicinas porque no las había, pero daba consejos que eran muy apreciados por la población local, que le pagaban
la visita con un kilo de patatas o un par de huevos y tenían
en gran estima al ispanski
doctor
Los niños españoles le abastecían de leña y agua, cuidaban
su huerto y le recogían la cosecha. El
doctor encontró la manera de mostrarles
su agradecimiento ingresándoles en la enfermería durante unos días por
desnutrición, lo que significaba una
doble ración de comida. A los niños españoles, a modo de receta les decía: “lo que tú necesitas es una chuleta”. Pese a las condiciones
adversas, siempre iba pulcramente
vestido con un traje negro, una camisa
relativamente blanca y
corbata. Se mantenía apartado de
los otros emigrados españoles y mostraba un amago de tristeza, tal vez porque
adivinaba que ni él ni su esposa
retornarían a España
Cuando la guerra fue favorable al Ejército soviético,
regresó con los niños a una nueva Casa en Najavino, población
cercana a Moscú.
Posteriormente residió en un pequeño apartamento de Moscú con
su esposa Carmen Sanjurjo y su
hija Raquel, que sufría una enfermedad
progresiva que atrofiaba y paralizaba casi todos los
músculos de su cuerpo y sólo le permitía mover
los párpados.
El único miembro de la familia que regresó a
España fue su
hijo César. Después de la época de Najavino, el doctor
Castaños trabajó un tiempo en un sanatorio de Kalinin y murió tuberculoso en
Moscú en el año 1966.
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