27 de abril de 2012

El Estado y la Revolución socialista ante el reformismo

Por Alejandro Ríos, extraído de Historia Bolchevique.

Para los marxistas leninistas
tener claridad sobre el
problema del Estado en muy
importante.
En la lucha política e
ideológica que el proletaria-
do desarrolla a diario contra
la burguesía, este tema im-
plica candentes discusiones
en el seno de las organizacio-
nes revolucionarias.





Lenin en su libro el Estado y la Revolución, destaca la importancia de que

los revolucionarios tengan claridad política sobre este tema para así
poder orientar al proletariado y agregaríamos a los sectores
populares en general en la lucha política revolucionaria.

En el plano ideológico, la discusión que se plantea sobre el tema del Estado,

impone la ardua tarea para los marxistas leninista de ponerse a la cabeza de
esta confrontación que se desarrolla contra los reformistas y contra los
revisionistas de toda calaña. Reformistas y revisionistas, han ubicado todos
sus esfuerzos en desorientar al proletariado, para lograr esto, tergiversan de
manera permanente los principios revolucionarios, realizan incorrectas
interpretaciones de los postulados revolucionarios, desviando al proletariado
de sus intereses, despojando de la fuerza revolucionaria los planteamientos
marxistas leninistas y adaptándolos a los intereses de la clase dominante.
Los reformistas intentan con estas acciones avanzar en su guerra contra los
principios del socialismo científico, para los reformistas, la revolución
proletaria es algo que debe ser cambiado por el “sensato” planteamiento
de la revolución pacífica. Para ellos, los planteamientos que reivindican la
revolución a través de la violencia revolucionaria es algo que pertenece al
pasado, los reformistas pregonan que las revoluciones deben ”adaptarse a
los nuevos tiempos” , acusan a quienes levantamos de manera consecuente l
as banderas del marxismo leninismo, y reivindicamos los postulados del
socialismo científico (entre ellos el de la dictadura del proletariado)
como “dogmáticos”, todo esto para tratar de justificar sus posiciones
conciliadoras y oportunistas.

Si comprendemos el desarrollo de la lucha revolucionaria, como ésta se

manifiesta en lo ideológico y la necesidad de llevarla hasta sus últimas
consecuencias, entonces entenderemos también la necesidad de que
temas tan importantes, entre ellos el del Estado, queden totalmente
claras en el seno del proletariado revolucionario.

Al revisar algunas concepciones sobre el Estado, podemos contrastar

las diferencias existentes entre los planteamientos burgueses y los del
proletariado. Cada clase social tiene sus intereses distintos por los cuales
lucha. Para los marxistas leninistas, el Estado es un órgano que sirve
a una determinada clase para imponer su dominio sobre otra; para los
socialdemócratas, el Estado es un ente regulador y organizador de las
relaciones que realizan las personas en una determinada sociedad,
esconde esta concepción las contradicciones de clase y la lucha
irreconciliable que existe entre las mismas. En el caso de la actual
sociedad capitalista, esta se apoya en el Estado burgués, esto se traduce
en que las instituciones educativas, jurídicas, entre otras coordinen sus
funciones y acciones a favor de mantener a la burguesía en el poder,
para favorecerla en lo económico y político, para que goce de grandes
privilegios; como contraparte tenemos a una mayoría sometida a miseria
y explotación, a la enfermedad y la muerte para mantener estos privilegios.

En el Estado y La Revolución, Lenin dice algo que está muy vigente

a pesar de haber transcurrido décadas de haberse publicado por
primera vez esta obra. Lenin nos ilustra una realidad que se presenta
de manera permanente en la realidad política en que vivimos, así
escribe Lenin: “ocurre hoy con la doctrina de Marx, lo que ha solido
ocurrir en la historia repetidas veces con las doctrinas de los pensadores
revolucionarios y de los jefes de de las clases oprimidas en su lucha por
la liberación. En vida a los grandes revolucionarios, las clases opresoras
les someten a constantes persecuciones, acogen sus doctrinas con la rabia
más salvaje, con el odio más furioso, con la campaña mas desenfrenada
de mentiras y calumnias”. Con estas aseveraciones, Lenin expone de
manera magistral lo que décadas después siguen viviendo los
revolucionarios como los marxistas leninistas con temas tan candentes
e importantes para las organizaciones revolucionarias, como por ejemplo
el Estado. En la actualidad muchos de palabras reivindican a Marx, Engels
y Lenin, pero en las acciones prácticas contradicen sus postulados, tratan
de confundir sus planteamientos adaptándolos a fórmulas que despojan
el contenido revolucionario al marxismo.

Hoy en día, muchos hablan de Marx, Engels y Lenin con palabras

de reconocimiento, pero en la realidad práctica tergiversan sus propuestas
teóricas y hasta tratan de ridiculizarlas exponiéndolas como algo obsoleto,
que no se adapta a las necesidades de la realidad actual. Alaban al marxismo
de palabras, pero se enfrentan con sus acciones a los planteamientos que
éste expone como necesidad para que el proletariado se libere del
capitalismo.

Muchas veces hemos oído; por ejemplo, invocar a Marx por personas

que en la realidad práctica demuestran su distancia sobre el planteamiento
marxista. Por ejemplo en el tema del Estado, hemos oído a muchos pseudos
marxistas exponer que es posible la revolución desmontando el estado
“poco a poco”, en los mismos, se evidencia la influencia de los elementos
oportunistas. Estas posiciones intentan desconocer la necesidad de la
revolución proletaria, exponen la posibilidad de la conciliación de clases.

En la batalla que Lenin sostuvo contra algunos embajadores del oportunismo,

podemos destacar una por la particularidad que presenta, nos referimos
a los enfrentamientos en el plano político e ideológico que tuvo
contra Kautsky.
Éste, en sus planteamientos alegaba “defender” al menos teóricamente
algunos planteamientos del marxismo con respecto al Estado, pero en la
práctica hacen todo lo posible por despojarlo de todo elemento esencial,
en sus planteamientos, éste renegaba de la revolución proletaria por vía
de la violencia revolucionaria, por el contrario, defendía planteamientos
que pretendían llevar al proletariado a conciliarse con las propuestas de
la burguesía.

Hoy tenemos muchos Kaustky que se presentan como defensores del

socialismo, pero en la práctica llaman a no confrontar, piden a los
trabajadores y sectores populares en general renunciar a la violencia
revolucionaria. Estos factores no comprenden que la burguesía no
renunciará de manera pacífica al dominio que ejerce sobre la sociedad,
que la explotación y opresión a la que somete a millones de hombres
y mujeres no cesará por decretos o por la vía de hacer comprender de
“buenas maneras” a los burgueses que todos podemos vivir en paz,
querer imponer al proletariado y sectores populares en general tal
conciliación es hacerle el juego a la burguesía.

Se habla de la posibilidad de la revolución socialista sin la necesidad

de emplear la violencia revolucionaria, se intenta desplazar en el
discurso y en la práctica al proletariado como el sujeto histórico de
la revolución. Se habla de realizar la revolución con “ciudadanos”,
borrando así el elemento de clase, pues como “ciudadanos” burgueses
y proletarios pueden alcanzar el mismo estatus, “todos” somos
ciudadanos no importa si son explotadores y oprimidos, esta igualdad
es propia de la concepción burguesa.

Es necesario dejar en claro que no hacemos apología de la violencia.

Muchos, manipulando el planteamiento de los marxistas leninistas,
intentarán confundir a las masas diciendo que somos unos violentos
sin razón, pero nada más alejado de la realidad, sólo exponemos la
realidad que plantea una sociedad dividida en clases. Si intentemos
superar la miseria, la explotación y opresión a que es sometida la
mayoría en el capitalismo, no hay otra forma que destruyendo al
Estado burgués, pueden darse algunas reformas y cambios dentro
del marco burgués, pero los mismos no se mantendrán en el tiempo,
no significarán la liberación del yugo capitalista.

Mientras el control de la economía, de los medios de producción,

(industrias, tierras, materia prima) esté en manos de la burguesía,
las mayorías estarán sometidas. Mientras el Estado burgués solo
sufra reformas y no sea destruido por la acción revolucionaria del
proletariado junto al campesinado pobre, el sometimiento de las
mayorías a los intereses de una minoría no dejará de ser una terrible
realidad, no es haciendo nuevas leyes que se transforma la sociedad.
Solo la revolución socialista que acabe con la propiedad privada
sobre los medios de producción, construya el Estado de nuevo tipo,
el socialista, desarrolle la economía planificada, y tenga real control
obrero sobre la producción significará la superación real del capitalismo.

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