Recogido de Haize Goriak, y esta de la revista Yürüyüs. Compilación, traducción y redacción Nestor Guadaño.

A mediados del siglo XIX, la idea más determinante de su tiempo, era el socialismo. Era el turno del socialismo para tomar el escenario de la historia. Los ejércitos de la burguesía intentaron resistir esta idea, cuyo momento había llegado, y —como en la Comuna de París— intentaron ahogarla en sangre. Sin embargo, ni siquiera los ejércitos de la burguesía pudieron detener el desarrollo y la difusión del pensamiento socialista.
Con el socialismo, los oprimidos encontraron una nueva esperanza, una nueva alternativa. Esa esperanza crecía de forma constante. Se fortaleció mediante los combates en muchas partes del mundo, desde los centros industriales de países imperialistas hasta las zonas rurales de regiones neocoloniales.
Los oprimidos pronto comprendieron que la revolución era necesaria para abrir la puerta a una sociedad socialista.
Luego vino la búsqueda de cómo podría llevarse a cabo esta revolución.
En cierto sentido, Lenin fue la respuesta histórica a esta pregunta. La Revolución Soviética fue la encarnación de esta respuesta. Con los soviéticos, los oprimidos establecieron su primer estado en la historia.
Ha pasado siglo y medio desde que el pensamiento socialista apareció en el escenario de la historia, y la burguesía sigue ocupada intentando destruir la ideología socialista. Hace unos treinta años, la OTAN volvió a tomar una decisión alineada con los deseos de toda la burguesía: «¡O cambias tu forma de pensar o mueres!». Pero la decisión no pudo implementarse, porque los revolucionarios, marxistas-leninistas, resistieron. Treinta años después, el imperialismo alemán se presenta ante nosotros con la misma imposición: «¡O cambias tu forma de pensar o mueres!». Nuestra respuesta es clara: podemos morir, pero no abandonaremos nuestras ideas. Esta lucha continuará. La burguesía no dejará de enfrentarnos a esta imposición en todos los ámbitos de la vida. Y no nos rendiremos.
El verdadero objetivo del ultimátum del imperialismo alemán «¡O cambias tu forma de pensar o mueres!» es el socialismo, igual que en la Asamblea Parlamentaria de la OSCE. La Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa (OSCE) añadió un nuevo vínculo a los ataques sistemáticos que el imperialismo europeo lleva mucho tiempo llevando a cabo contra el socialismo, adoptando una decisión que equipara el socialismo con el nazismo. Las detenciones llevadas a cabo por el imperialismo alemán contra los revolucionarios y la decisión antisocialista de la OSCE se complementan.
Este intento de equiparar el «nazismo con el estalinismo» es quizás una de las mayores distorsiones históricas jamás vistas. Políticamente, es deshonestidad; moralmente, es degeneración.
En primer lugar, no debe olvidarse que el nazismo no es el nombre de una forma única de gobierno, que nunca debería volver. Al contrario, el nazismo—el fascismo—ha aparecido muchas veces en muchas partes del mundo a lo largo de los siglos XX y XXI, y sigue existiendo hoy en decenas de países. El nazismo es fascismo; es el nombre de la forma que adoptó el fascismo en las condiciones específicas de Alemania.
El nazismo no ha permanecido en el pasado. La llamada oposición del imperialismo europeo al nazismo es hipócrita. Hay varias razones e indicadores para ello.
Primero:
El imperialismo europeo nunca ha reconocido plenamente, su propia responsabilidad en el apoyo a los fascismos de Hitler, Mussolini y Franco.
Aunque el sistema parece imponer prohibiciones y restricciones a las organizaciones de los remanentes nazis, en realidad las organizaciones racistas siguen siendo alentadas por monopolios y gobiernos.
Tercero:
El imperialismo europeo apoyándose en el exacerbado nacionalismo, ha sido el principal apoyo de los regímenes fascistas en decenas de países de todo el mundo. Por estas razones, ningún discurso o decisión «antinazi» del imperialismo tiene validez. La decisión tomada en la OSCE no se refiere a los nazis. Su verdadero propósito es difamar y criminalizar el socialismo. El verdadero objetivo de las «Leyes Antiterroristas» introducidas por el imperialismo alemán bajo el pretexto del «terror islamista» es, como siempre históricamente, detener la revolución y silenciar el socialismo. El resto es demagogia.
Un ejemplo típico de esta demagogia es el uso persistente del término «estalinismo» por parte de la burguesía. No existe tal forma política o concepto, como el estalinismo. Es una invención de la burguesía. Stalin es, por supuesto, un líder importante para los pueblos del mundo. Los líderes no son solo ellos mismos; Ellos se encargan de representar y simbolizar muchos hechos históricos. Y esto también se aplica José Stalin.
Por encima de todo, Stalin es el símbolo de la construcción del socialismo y de la victoria contra el fascismo. Es este símbolo al que ataca la burguesía.
El imperialismo europeo, como fase terminal del capitalismo, ya no duda en dejar de lado la libertad de pensamiento y expresión, derechos ganados por los trabajadores europeos con siglos de lucha, sangre y sacrificio. Bajo la presión del socialismo, en su día, se vio obligado a conceder ciertos derechos económicos y sociales al proletariado, ahora los confisca sin restricciones. Y, sin embargo, el «espectro que acecha Europa» que comenzó a vagar a mediados del siglo XIX —el espectro del comunismo— sigue siendo su terror. Que todos estén seguros de ello.
El imperialismo busca establecer una dominación absoluta sobre todos los pueblos del mundo. Uno de los requisitos previos de esta dominación, es persuadir a las masas de que ningún otro sistema social es posible. Afganistán e Irak fueron ocupados, para erradicar todas las ideas de resistencia al imperialismo.
El capitalismo y el socialismo son dos sistemas completamente diferentes: histórica, política, social y culturalmente. El nazismo/hipernacionalismo pertenece al capitalismo/imperialismo. Stalin es el bastión del futuro socialista-comunista. Por lo tanto, nunca se pueden equiparar. La historia rechaza tal identificación, la ciencia la rechaza. Y la verdad es más fuerte de lo que piensan los imperialistas europeos.
Han estado atacando a Stalin durante medio siglo…
A veces Lenin es el objetivo a través de Stalin, a veces Marx, a veces al socialismo mismo. Su objetivo es librarse de la revolución y del avance hacia el socialismo. Pero no lo lograrán. Seguiremos defendiendo a Stalin, la revolución, el socialismo… No permitiremos que manchen a Stalin, la revolución o el socialismo. No permitiremos que el socialismo deje de ser una esperanza y una alternativa para los pueblos.
Porque es irreconciliable con el imperialismo, ¡La burguesía ataca!
Porque insiste en el socialismo, en la dictadura del proletariado, ¡Atacan los que no tienen una reivindicación socialista real!
Cuando la Revolución de Octubre de 1917 sacudió el mundo y anunció una nueva era, el nombre de Stalin siempre se mencionaba justo después de Lenin. Stalin fue el seguidor más consecuente con la línea de Lenin: el leninismo. Por esa razón, Stalin estaba presente dondequiera que estuviera Lenin.
En la lucha liderada por Lenin—en la lucha por el poder, en la guerra civil, en la construcción del socialismo—estuvieron codo con codo.
A los 21 años, siguiendo a Lenin y como su alumno, Stalin se incorporó al movimiento bolchevique. A partir de esos años, participó en todas las etapas de la lucha socialista. Fue arrestado por sus actividades revolucionarias y pasó un tiempo en cautiverio. Así, cuando asumió el liderazgo del PC bolchevique tras la muerte de Lenin, tenía una historia de lucha a sus espaldas.
Tras la muerte de Lenin, que no debemos olvidar que fue por las complicaciones de salud causadas por las balas de un contrarrevolucionario, todo el frente imperialista esperaba divisiones internas y conflictos dentro de los bolcheviques en la URSS. Los imperialistas —que prosperan en estas vicisitudes de liderazgo político circunstancial— no escatimaron provocaciones ni incitaciones y apoyos contrarrevolucionarios, para crear el caos que tanto anhelaban. Pero sus expectativas no se cumplieron. Stalin asumió el liderazgo de su pueblo, el Partido, los Soviets, y continuó la construcción del socialismo. Esta fue la primera gran «decepción» que Stalin infligió a la burguesía.
Y la hostilidad de la burguesía hacia él creció, en proporción a la amargura de ver arruinados sus planes. Cuando quedó claro que la construcción del socialismo avanzaba de forma firme y constante, la hostilidad hacia el socialismo tomó la forma de hostilidad hacia Stalin y alcanzó su punto máximo en el intento de golpe de estado de Bujarin y Tujachevski.
Stalin fue el segundo líder, después de Lenin, en poseer el honor y la misión de construir el socialismo en su país. Cumplió esta misión correctamente. Por esta razón, el nombre de Stalin entró en la historia como líder asociado al socialismo y como aquel que «guió la construcción del socialismo en un país bajo cerco.»
Por esta misión, se convirtió en el centro de los ataques dirigidos al socialismo. Los ideólogos burgueses dirigían sus primeros golpes generalmente contra Stalin. A pesar de ello, los ataques del imperialismo —que a veces se convirtieron en «campañas» a gran escala— contra el socialismo a través de Stalin nunca lograron su objetivo. A pesar de décadas de campañas de difamación, el lugar honorable de Stalin entre los pueblos y su posición como líder entre los revolucionarios nunca fueron destruidos.
Por supuesto, estos ataques no fueron completamente ineficaces. Provocaron distintos grados de confusión y distorsión en la conciencia de las masas, y también influyeron en la izquierda reformista y conciliadora. Los izquierdistas cuyas mentes estaban guiadas por la burguesía acabaron uniéndose a los ataques contra Stalin «desde la izquierda», fortaleciendo así a la burguesía.
¿Por qué la burguesía dirigió sus ataques contra el socialismo y contra los líderes revolucionarios, y principalmente a Stalin?
La respuesta a esta pregunta es extremadamente instructiva.
"Fácil es comprender la importancia tan enorme que tiene la aplicación de los principios del materialismo filosófico al estudio de la vida social, al estudio de la historia de la sociedad, la importancia tan enorme que tiene el aplicar estos principios a la historia de la sociedad y a la actuación práctica del Partido del proletariado.
Si la conexión entre los fenómenos de la naturaleza y su interdependencia representan las leyes por la que se rige el desarrollo de la naturaleza, de esto se deduce que la conexión e interdependencia de los fenómenos de la vida social representan también no algo fortuito, sino las leyes por la que se rige el desarrollo de la sociedad.
Eso quiere decir que la vida social y la historia de la sociedad ya no son un conglomerado de hechos «fortuitos», pues la historia de la sociedad se convierte en el desarrollo de la sociedad con arreglo a sus leyes, y el estudio de la historia de la sociedad adquiere categoría de ciencia.
Esto quiere decir que la actuación práctica del Partido del proletariado debe basarse, no en los buenos deseos de las «ilustres personalidades», no en los postulados de la «razón», de la «moral universal», etc., sino en las leyes del desarrollo de la sociedad y en el estudio de éstas.
Prosigamos. Si el mundo es cognoscible, y nuestros conocimientos acerca de las leyes que rigen el desarrollo de la naturaleza son conocimientos veraces, que tienen el valor de verdades objetivas, esto quiere decir que también la vida social, el desarrollo de la sociedad, son susceptibles de ser conocidos; y que los datos que nos brinda la ciencia sobre las leyes del desarrollo de la sociedad son datos veraces, que tienen el valor de verdades objetivas.
Esto quiere decir que la ciencia que estudia la historia de la sociedad puede adquirir, pese a toda la complejidad de los fenómenos de la vida social, la misma precisión que la biología, por ejemplo, ofreciéndonos la posibilidad de dar una aplicación práctica a las leyes que rigen el desarrollo de la sociedad.
Esto quiere decir que, en su actuación práctica, el Partido del proletariado debe guiarse, no por estos o los otros motivos fortuitos, sino por las leyes que rigen el desarrollo de la sociedad y por las conclusiones prácticas que de ellas se derivan.
Esto quiere decir que el socialismo deja de ser un sueño acerca de n futuro mejor de la humanidad, para convertirse en una ciencia.
Esto quiere decir que el enlace entre la ciencia y la actuación práctica, entre la teoría y la práctica, su unidad, debe ser la estrella polar que guíe al Partido del proletariado.
Prosigamos. Si la naturaleza, el ser, el mundo material son lo primario, y la conciencia, el pensamiento, lo secundario, lo derivado; si el mundo material constituye la realidad objetiva que existe independientemente de la conciencia del hombre, la conciencia es la imagen refleja de esta realidad objetiva, de aquí se deduce que la vida material de la sociedad, el ser social, es también lo primario y su vida espiritual, lo secundario, lo derivado; que la vida material de la sociedad es la realidad objetiva, que existe independientemente de la voluntad de los hombres, y la vida espiritual de la sociedad el reflejo de esta realidad objetiva, el reflejo del ser.
Esto quiere decir que la fuente donde se forma la vida espiritual de la sociedad, la fuente de la que emanan las ideas sociales, las teorías sociales, las concepciones y las instituciones políticas, hay que buscarla, no en estas mismas ideas, teorías, concepciones e instituciones políticas, sino en las condiciones de la vida material de la sociedad, en el ser social, del cual son reflejo estas ideas, teorías, concepciones, etc.
Esto quiere decir que, si en los diversos periodos de la historia de la sociedad nos encontramos con diversas ideas, teorías, concepciones sociales e instituciones políticas; si bajo el régimen de la esclavitud observamos unas ideas, teorías y concepciones sociales, unas instituciones políticas, bajo el feudalismo otras, y otras distintas bajo el capitalismo, la explicación de esto no reside en la «naturaleza», en la «propiedad» de las ideas, teorías, concepciones e instituciones políticas mismas, sino en las distintas condiciones de la vida material de la sociedad dentro de los diversos periodos del desarrollo social.
Según sean las condiciones de existencia de la sociedad, las condiciones en que se desenvuelve su vida material, así son sus ideas, sus teorías, sus concepciones e instituciones políticas.
En relación con esto, dice Marx:
«No es la conciencia del hombre la que determina su ser, sino, por el contrario, el ser social el que determina su conciencia» (Carlos Marx, Obras escogidas, t. I, pág. 359, ed. alem., Moscú, 1934).
Esto quiere decir que, en política, para no equivocarse y no convertirse en una colección de vacuos sonadores, el Partido del proletariado debe tomar como punto de partida para su actuación, no los «principios» abstractos de la «razón humana», sino las condiciones concretas de la vida material de la sociedad, que constituyen la fuerza decisiva del desarrollo social; no los buenos deseos de los «grandes hombres», sino las exigencias reales impuestas por el desarrollo de la vida material de la sociedad.
El fracaso de los utopistas, incluyendo entre ellos los populistas, los anarquistas y los socialrevolucionarios, se explica, entre otras razones, porque no reconocían la importancia primordial de las condiciones de vida material de la sociedad en cuanto al desarrollo de ésta, y, cayendo en el idealismo, erigían su actuación práctica, no sobre las exigencias del desarrollo de la vida material de la sociedad, sino, independientemente de ellas y en contra de ellas, sobre «planes Ideales» y «proyectos universales», desligados de la vida real de la sociedad.
La fuerza y la vitalidad del marxismo-leninismo estriban precisamente en que toma como base para su actuación práctica las exigencias del desarrollo de la vida material de la sociedad, sin desligarse jamás de la vida real de ésta.
Sin embargo, de las palabras de Marx no se desprende que las ideas y las teorías sociales, las concepciones y las instituciones políticas no tengan importancia alguna en la vida de la sociedad, que no ejerzan de rechazo una influencia sobre el ser social, sobre el desarrollo de las condiciones materiales de la vida de la sociedad. Hasta ahora, nos hemos venido refiriendo únicamente al origen de las ideas y teorías sociales y de las concepciones e instituciones políticas, a su nacimiento, al hecho de que la vida espiritual de la sociedad es el reflejo de las condiciones de su vida material. En lo tocante a la importancia de las ideas y teorías sociales y de las concepciones e instituciones políticas, en lo tocante al papel que desempeñan en la historia, el materialismo histórico no sólo no niega, sino que, por el contrario, subraya la importancia del papel y la significación que les corresponde en la vida y en la historia de la sociedad.
Pero hay diferentes ideas y teorías sociales. Hay ideas y teorías viejas, que han cumplido ya su misión y que sirven a los intereses de fuerzas sociales caducas. Su papel consiste en frenar el desarrollo de la sociedad, su marcha progresiva. Y hay ideas y teorías nuevas, avanzadas, que sirven a los intereses de las fuerzas de vanguardia de la sociedad. El papel de estas consiste en facilitar el desarrollo de la sociedad, su marcha progresiva, siendo su importancia tanto más grande cuanto mayor es la exactitud con que responden a las exigencias del desarrollo de la vida material de la sociedad.
Las nuevas ideas y teorías sociales sólo surgen después que el desarrollo de la vida material de la sociedad plantea a ésta, nuevas tareas. Pero después de surgir, se convierten en una fuerza de la mayor importancia, que facilita la ejecución de estas nuevas tareas planteadas por el desarrollo de la vida material de la sociedad, que facilita los progresos de ésta. Es aquí, precisamente, donde se acusa la formidable importancia organizadora, movilizadora y transformadora de las nuevas ideas, de las nuevas teorías y de las nuevas concepciones políticas, de las nuevas instituciones políticas. Las nuevas ideas y teorías sociales surgen precisamente porque son necesarias para la sociedad, porque sin su labor organizadora, movilizadora y transformadora es imposible llevar a cabo las tareas que plantea el desarrollo de la vida material de la sociedad y que están ya en sazón de ser cumplidas. Y como surgen sobre la base de las nuevas tareas planteadas por el desarrollo de la vida material de la sociedad, las nuevas ideas y teorías sociales se abren paso, se convierten en patrimonio de las masas populares, movilizan y organizan a estas contra las fuerzas sociales caducas, facilitando así el derrocamiento de estas fuerzas sociales caducas que frenan el desarrollo de la vida material de la sociedad.
He aquí cómo las ideas y teorías sociales, las instituciones políticas, que brotan sobre la base de las tareas ya maduras para su solución planteadas por el desarrollo de la vida material de la sociedad, por el desarrollo del ser social, actúan luego, a su vez. sobre este ser social, sobre la vida material de la sociedad, creando las condiciones necesarias para llevar a término la ejecución de las tareas ya maduras de la vida material de la sociedad y hacer posible su desarrollo ulterior".
Los imperialistas estaban convencidos de que los ejércitos nazis —habiendo barrido Europa de un extremo a otro— también destruirían la URSS en poco tiempo. Así, durante esta fase de la guerra (la invasión nazi de la URSS), permanecieron como meros espectadores. Según sus cálculos, «después de que Hitler acabara con Stalin», los ejércitos imperialistas tomarían el escenario.
Pero el pueblo soviético y Stalin a la cabeza, infligió a la burguesía una segunda gran «decepción».
La expectativa imperialista de destruir el socialismo a través de Hitler no se cumplió. La fuerza que repelió al fascismo—no solo lo repelió, sino que lo persiguió hasta su guarida y lo estranguló allí— frustró los planes imperialistas de repartir territorio soviético. Fue una resistencia mundial que enseñó a los pueblos, que galvanizó la lucha contra los opresores, fue la gran hazaña de la clase obrera liderada por Stalin.
Los imperialistas albergaban un profundo resentimiento y hostilidad hacia Stalin por arruinar sus planes.
El liderazgo de Stalin fue decisivo para derrotar a los ejércitos fascistas y establecer gobiernos populares revolucionarios en países como Rumanía, Checoslovaquia y Polonia. Los imperialistas no podían tolerar el establecimiento del poder popular revolucionario tan cerca de ellos y, por esa amargura, atacaron a los líderes socialistas, especialmente a Stalin.
La situación que surgió tras la guerra imperialista convirtió al socialismo en una alternativa a los ojos de los pueblos del mundo.
Stalin, que amplió la revolución y convirtió el socialismo en una alternativa, se convirtió en uno de los principales objetivos de la guerra psicológica librada por la burguesía contra el socialismo.
La naturaleza generalizada de los ataques contra Stalin, y la especial «preferencia» de la burguesía por atacarle, estuvo influida por los ataques globales llevados a cabo por el revisionismo y el reformismo contra Stalin.
Mientras atacaban a un líder como Stalin—que dedicó su vida a la revolución y, gracias a su liderazgo, trajo innumerables victorias a su pueblo—los imperialistas obtuvieron fuerza de estas corrientes desviadas.
Aprovechando el daño causado por el revisionismo interior, y los ataques reformistas a Stalin, intentaron aprovechar estos continuos ataques a la civilización soviética que se estaba construyendo.
Tras la muerte de Stalin, uno de los más retrógrados revisionistas dentro del PCUS, Nikita Jruschov, tras hacerse con el gobierno soviético, lanzó una campaña de difamación contra el camarada José Stalin, primeramente en todo el territorio de la Unión Soviética.
Y esta campaña de difamación liderada por los revisionistas dentro del partido soviético, era exactamente lo que la burguesía había estado buscando.
Las calumnias del revisionismo y reformismo contra Stalin, reforzaron los ataques de la burguesía, hacia otra alternativa a su poder sobre los pueblos.
El revisionismo que llegó a dominar al Partido Comunista de la Unión Soviética proporcionó abundante material para este ataque.
Los hechos son más importantes que las palabras. Las ideas revolucionarias del partido bolchevique y aplicadas en tiempo de Stalin, que emancipaban de las ataduras imperialistas y empoderaban a la clase obrera soviética, también fue un obstáculo para los revisionistas.
Se dan cuenta que son incapaces de imponer sus propias opiniones distorsionadas sin destruir primero a Stalin y su pensamiento revolucionario, y siguen llevando a cabo estos ataques, desde su fallecimiento hasta la actualidad.
Stalin es irreconciliabilidad en la lucha
Una de las cualidades que hicieron de Stalin un líder revolucionario fue su irreconciliabilidad en la lucha contra el imperialismo y el fascismo. La irreconciliabilidad fue una de las características definitorias del liderazgo de Stalin.
A lo largo de las distintas etapas de la revolución, Stalin defendió la revolución y el socialismo bajo todas las circunstancias frente a los enemigos del proletariado.
En las primeras etapas de la revolución, fue encarcelado. No desesperó ni cedió bajo la represión zarista. Durante uno de sus periodos de prisión, defendió los principios revolucionarios en la división que se produjo entre los mencheviques y los bolcheviques.
Más tarde, en el Cáucaso, destacó por su irreconciliabilidad y determinación en la derrota ideológica del menchevismo, y en la defensa de los principios ideológicos del partido bolchevique.
La irreconciliabilidad de Stalin y su postura frente a los enemigos de la revolución también pueden verse en los años en que se estaba construyendo el socialismo.
Durante los periodos más críticos de la revolución, siempre estuvo al lado de Lenin como defensor del comunismo. Durante aquellos días difíciles en los que el gobierno de la burguesía fue derrocado, y se logró la revolución socialista, Stalin fue uno de los que asumió mayores responsabilidades, y desarrolló todo el poder de los trabajadores con determinación.
Mas, el periodo revolucionario, su mantenimiento y lucha por impedir su aniquilación, fue aún más difícil. Superar los obstáculos para construir el socialismo, derrotar a las fuerzas contrarrevolucionarias en la guerra civil, y romper el cerco imperialista estaban entre los principales desafíos que debían resolverse.
Durante la construcción de la revolución, Stalin asestó el mayor golpe al trotskismo —que había llegado a un punto de impedir el devenir de la revolución de la clase obrera— exponiendo con sus repetidos obstáculos a la implementación de soluciones que ayudasen a la población soviética a su emancipación del imperialismo, fue como enseñó su rostro contrarrevolucionario.
Y para los marxistas leninistas estudiar estos años es cuanto más importante, porque mediante esta lucha irreconciliable de Stalin, contra todos los contrarrevolucionarios y sus desviaciones ideológicas, hizo ineficaces sus intentos de destruir la construcción del socialismo cuando él vivió, demostrando la vitalidad de la lucha por la senda del proceso revolucionario hacia el comunismo.
Stalin puso en práctica las enseñanzas de Lenin con la industrialización socialista de la Unión Soviética.
Creó las bases para la emancipación económica soviética, realizando importantes inversiones industriales y agrícolas en toda la Unión.
Los Planes Quinquenales se completaron antes de lo previsto. La clase obrera soviética aprendió que tras las palabras se afirmaban con los hechos, y apoyó mayoritariamente sin reservas todos los avances significativos en la construcción socialista.
Porque apoyarse en la obra de Stalin y sus logros, hoy sin lugar a dudas, es compromiso con el socialismo
Otro factor que convirtió a Stalin en un líder revolucionario fue su determinación por caminar el camino del socialismo.
Los imperialistas comprendían el papel que Stalin desempeñó en la lucha por el socialismo. Sus enseñanzas sobre el futuro de la mayoría de la población mundial, en un sistema totalmente distinto a la dictadura de los mercados, emancipando de la esclavitud asalariada a los trabajadores del poder imperialista, son hoy fundamentales en la conciencia de la clase obrera, por eso le atacan con más fiereza.
Frente a los grupos dogmáticos revisionistas de izquierda y reformistas de derecha, profundamente antimaterialistas que decían «no puede haber socialismo en un solo país», Stalin continuó la construcción socialista, con el apoyo del pueblo soviético, enfrentándose al cerco imperialista.
Bajo su liderazgo, el Partido guió a millones de trabajadores, campesinos y ciudadanos soviéticos. Su ejemplo ha sido seguido por millones de proletarios de todo el mundo, logrando avances significativos en la lucha por construir nuestro futuro emancipatorio.
Durante el proceso de construcción del socialismo, todos los ataques de enemigos internos y externos fueron derrotados. Las hazañas logradas en estos años han movilizado a millones de personas, que en su conciencia entendieron que otro sistema social es posible.
En los años en que el fascismo de Hitler atacó y ocupó la Unión Soviética, el fascismo fue derrotado bajo el liderazgo de Stalin.
Más de medio siglo después de su fallecimiento, Stalin sigue siendo uno de los líderes de la revolución y el socialismo, uno de los símbolos del poder revolucionario del proletariado.
La razón por la que la hostilidad imperialista hacia Stalin ha sido casi ininterrumpida es precisamente esta.
Las cualidades de liderazgo de Stalin se vieron concretamente durante la construcción del socialismo y en la defensa del país soviético frente al fascismo.
Para aumentar los temores de la burguesía, es necesario abrazar a Stalin y sus ideas. Difundir su pensamiento. Compartir las experiencias más importantes de los avances sociales hacia el comunismo. Aprender constantemente de los ejemplos bolcheviques para combatir la decrépita sociedad imperialista.
Por eso decimos:
Stalin es nuestro.
Stalin es nuestro, porque Stalin significa liberación y socialismo.
Stalin es nuestro, porque Stalin significa lucha intransigente.
Stalin es nuestro porque es audaz y determinante en la lucha de clases.
Stalin es nuestro porque es creativamente decidido para derrotar al fascismo y al imperialismo.
Anexo: