¡Gloria a los combatientes vencedores!
Por Nestor Guadaño.
Esta fue la ponencia que realizamos la AAHS, en la conferencia digital realizada el 8 de Abril de este año. Insertamos completo el informe de nuestra asociación. Hemos resaltado los valores de liberación, que supuso la Victoria sobre el fascismo hitleriano y sus consecuencias en la actualidad.
Hoy estamos viviendo unas décadas de años, en las que Estados Unidos y la Unión Europea imperialistas, actúan como aliados del neonazismo ucraniano, fomentando la guerra en ese país, mientras que simultáneamente operan como sus promotores, financiadores y proveedores del rearme de esos fanáticos fascistas. Todos ellos quieren tergiversar la historia. Creemos que es fundamental y necesario rememorar las hazaña de los pueblos de la Unión Soviética. Refrescar la memoria, para que las nuevas generaciones, aprendan y no olviden, los costos que tuvo y que en estos agrios años, tiene que sostener el mundo libre para impedir la dictadura mental y económica del fascismo. Hace 80 años se combatía en los mismos territorios que ahora, las ciudades, los bosques y las montañas de Ucrania, Rusia, como también fue en Bielorrusia, y otros territorios de la antigua Unión Soviética. Igual que entonces, los fascistas serán derrotados.
La guerra es un acto también político, como decía Lenin: “Me parece que lo principal, que generalmente se olvida o se le presta escasa atención, por lo cual se traban tantas discusiones, quizás vanas, sin finalidad, es el carácter de clase de la guerra, sus causas, las clases que la sostienen, las condiciones históricas e histórico-económicas que la han generado”1.
Tras los sucesivos fracasos por destruir la Unión Soviética desde sus orígenes, y especialmente del intento de golpe de estado de 1936, el imperialismo y sus gobiernos siempre mantuvieron una conducta de clase capitalista en sus actos.
Ante las sucesivas negativas de frenar al fascismo, tuvo que ser el Ejército Rojo quien llegara a Berlín en 1945. Sí, se consiguió destruir el nazifascismo alemán, pero no fue adecuada esta derrota para las élites de los gobiernos capitalistas europeos. Y vemos actualmente, que no ha sido suficiente invocada esta contundente respuesta de los pueblos para extirpar esa lacra social, porque en estos momentos el imperialismo quiere revitalizar.
El propósito del fascismo alemán era destruir los soviets, aniquilar el socialismo, arrasar la forma de vida de los soviéticos. Para ello, se proponía ocupar sus tierras, exterminando a la mayoría de su población. Como ejemplo el llamamiento oficial del Mando Nazi al principio de la invasión, leído en cada una de las unidades hitlerianas: "Descartar la compasión y piedad, mata a todo ruso, soviético. No te retengas ante un anciano, una mujer, niña o niño, mata, así te salvarás de la muerte, asegurarás el futuro de tu familia y te cubrirás de eterna gloria".
No era una guerra de usurpación sino de exterminio. Como seres humanos que han aprendido lo que es este tipo de guerra nos parece pues monstruoso, lo que está realizando, hoy, Israel con el pueblo palestino. Una de las mayores atrocidades cometidas por un estado, provocando un genocidio planificado.... como los nazis.
Por todo ello, el pueblo soviético fue el que sufrió, más que ningún pueblo del mundo hasta nuestros días, lo que es la barbarie fascista. Pero ya el 3 de Julio de 1941, José Stalin, Presidente del Consejo Estatal de Defensa declaraba por radio: “La finalidad de esta guerra patria, de todo el pueblo contra los opresores fascistas, no se reduce únicamente a la conjuración del peligro que se ha cernido sobre nuestro país, sino que implica la ayuda a todos los pueblos de Europa que gimen bajo el yugo del fascismo alemán”2.
Durante la ocupación, los criminales nazis exterminaron o martirizaron a más de ocho millones de civiles y a más de cuatro millones de militares soviéticos prisioneros. Casi cinco millones de soviéticos fueron llevados a Alemania como esclavos de trabajo, para las fábricas nazis, viviendo en condiciones infrahumanas. Pocos pudieron volver a la URSS.
En los informes de la Comisión Estatal Extraordinaria de Investigación, de los crímenes de los fascistas y de sus lacayos en los territorios de la URSS, se presentaron pruebas irrefutables de los sistemáticos fusilamientos a la población sometida. Tras la liberación, se hallaron extensas fosas en las ciudades de Lvov, Kíev, Rostov, Járkov, Minsk, Smolensk, Pskov, Orcha, Riga, Vilnius y muchas otras poblaciones.
La devastación que realizó el régimen nazi en la URSS, no puede compararse con ninguna guerra anterior.
* 1.710 ciudades y poblados obreros.
* 70.000 aldeas.
* 32.000 empresas industriales.
* 40.000 hospitales y establecimientos médicos.
* 84.000 escuelas, centros de enseñanza media y superior e institutos de investigación.
* 4.100 estaciones ferroviarias.
* 65.000 kilómetros de vías férreas.
* 14.000 puentes ferroviarios y otras instalaciones.
Capítulo aparte merecen los robos y saqueos agropecuarios estatales, cooperativos y particulares que ascendieron al 30 % de la riqueza nacional. Y allí donde llegaron sus atroces destrucciones, también quisieron aniquilar las riquezas culturales, la memoria de los pueblos eslavos, de sus museos, palacios, centros históricos y memoriales. Pero tras la derrota del nazismo, todos estos lugares fueron reconstruidos piedra a piedra.
Tras la toma de Berlín, el mundo cambió.
El imperialismo con los EEUU a la cabeza abrieron una guerra encubierta de desinformación, chantaje e intervenciones por todo el globo. Esta etapa se llamó “guerra fría”. Hoy el término es una frase secundaria, pero realmente era una guerra encubierta, contra los pueblos y los trabajadores que veían en el Socialismo, tras el ejemplo soviético, la solución a los problemas sociales en sus países.
Tras la frase del camarada Stalin, se refleja la importancia de la Victoria sobre el fascismo, y también sobre los regímenes imperialistas que asolaban los pueblos oprimidos, y este hecho si tuvo un efecto primordial. De hecho las luchas por la liberación en decenas de países contra sus metrópolis opresoras se acrecentó. Muchas de ellas, reactivaron su exigencia de independencia. Otras concluyeron que únicamente el socialismo era el camino de su liberación como Corea y China Popular, otras lucharon por otra sociedad, aunque no lo consiguieron como en Grecia e Indonesia. Pero en la mente colectiva de los trabajadores ha quedado perpetuado la trascendental hazaña del pueblo soviético.
Con la amenaza de la bomba atómica, se sigue queriendo imponer los planes imperialistas de dominio mundial. Y vemos que desde entonces, hay una soterrada línea de propaganda contra el Ejército Rojo, tanto contra la URSS, y Rusia actualmente. Casi todos los medios de comunicación, agencias de noticias, editoriales, etc., se dedican con saña a tergiversar no solamente los hechos de la Gran Guerra Patria, sino sobre todo, el papel esencial del capitalismo por destruir, por negar, el legado histórico de la Victoria Soviética sobre el Nazismo.
El imperialismo lleva repitiendo durante estos 80 años, que la batalla principal de la Segunda Guerra Mundial fue el desembarco en Normandía. "La máquina de propaganda de Hollywood, financiada por las élites imperialistas gobernantes desde la Guerra Fría: que la derrota nazi fue cosa de EE.UU. con el apoyo de los amigos ingleses y la resistance francesa… y, un puñado de rusos al otro lado de Berlín. Todos recordamos ‘El Día más largo’, ‘Salvad al soldado Ryan’, ‘Band of Brothers’ o ‘El puente sobre el río Kwai’, pero apenas nadie en los países occidentales ha visto las películas soviéticas sobre la épica batalla de Moscú o la batalla de Stalingrado, y otras grandes producciones como "Liberación".
Calladamente se oculta, que el Ejército Soviético, en ayuda de la ofensiva aliada en Francia, realizó la impresionante ofensiva de la Operación “Bagratión”, justo en Julio de 1944, que llevó a la liberación de casi toda Bielorrusia y Ucrania. Una impresionante ofensiva de 4.500 kms de frente, llegando hasta las fronteras estatales antiguas de la URSS del año 1941 y obligando al ejército nazi a retirar todas las reservas que tenía en el Frente Occidental. Estos son los hechos, la auténtica verdad objetiva.
¿Cómo se fraguó la Victoria?
En la Gran Guerra Patria es donde las hordas fascistas fueron destruidas. 607 Divisiones del Eje, o sea el 75 % del Ejército Nazi. Las pruebas, a pesar de la propaganda imperialista, son irrefutables. Por ello, los datos son más importantes que las palabras: fueron destruidas 167.000 piezas de artillería, 48.000 tanques, 77.000 aviones, y 1.600 navíos y barcos de combate. En total, los fascistas perdieron en la guerra, entre muertos, prisioneros y heridos, 13.600.000 efectivos, de los que alrededor de 10.000.000 de efectivos cayeron frente al Ejército Rojo.
En los otros escenarios de guerra, las tropas anglo-americanas en el Norte de África, Italia y Europa Occidental derrotaron o hicieron prisioneros a 176 divisiones fascistas, alrededor de 3.500.000 soldados.
Y llamamos Gran Guerra Patria, porque cada adulto, mujer u hombre, anciano o niño era un combatiente. “De cada persona según sus capacidades” fue el principio que determinó la consigna “Todo para la Victoria”, “Todo para el Frente”. Fue implantada de nuevo la jornada laboral de ocho horas, se desistió de la semana de trabajo de seis días y se pasó a la de siete, se crearon reservas de trabajo estatales con los jóvenes y se promulgaron severas leyes que introdujeron el orden y la disciplina consciente en las fábricas. Se articularon clases de formación política a todas las obreras y obreros, se crearon nuevas escuelas de capacitación profesional adjuntas a las fábricas, se multiplicaron los comedores colectivos y las guarderías, bajo los carteles “Por el Triunfo del Socialismo”, “Por Stalin”.
Y como ejemplo lo tenemos el terrible año de 1941 cuando tuvo lugar la agresión nazi. El imperialismo se mantuvo expectante ante el avance nazi, sin realizar ningún apoyo al esfuerzo defensivo soviético. Y aún en esos meses tan angustiosos fue cuando en todas las agencias de prensa del mundo, consignaban que los hitlerianos entrarían en Moscú antes del invierno del 41. Pero la lección más importante fue que la población soviética como un gran puño, contuvo al ejército nazi en Kalinin, Tula y a 30 kilómetros de Moscú.
Delante de las divisiones de combate, estaban las divisiones de construcción que, alrededor de las ciudades y aldeas cercanas a Moscú, hicieron miles de fosos antitanques, nuevas vías de comunicación entre las sucesivas líneas defensivas de kilómetros de trincheras, cientos de miles de blocaos y nudos defensivos.
Los intentos de tomar Moscú y Leningrado, se estrellaron por la firmeza y confianza del pueblo soviético en su sistema social.
De hecho a despecho de los historiadores occidentales, la Victoria del Ejército Rojo no se debió a una superioridad numérica de efectivos o a causas climáticas como las temperaturas bajo cero. En ambos casos, hasta mediados de 1943, las fuerzas del Eje eran más numerosas que las del Ejército Rojo y, durante el invierno de 1941, muy pocos días se bajó de los 10º bajo cero. Pero sí, al contrario, las pruebas de arrojo y destreza de los combatientes soviéticos fueron muy numerosas.
Y a pesar de las pruebas, siguen insistiendo los historiadores occidentales actualmente, que para los nazis, la invasión a la URSS hasta Moscú fue un paseo ya que hicieron cientos de miles de prisioneros. Pero no mencionan que su guerra relámpago –que se resolvió en pocos días en los países ocupados de Occidente (un día Dinamarca, 5 días Holanda, 19 días Bélgica, 35 días Polonia, 44 días Francia y 63 días Noruega)-, fue un fracaso en la URSS.
Cada palmo de terreno, ya desde las fronteras soviéticas, fue defendido enconadamente por los guardafronteras y las fuerzas militares, como en Brest y Leipaja. Brillantes contrataques desgastaron las fuerzas nazis, batallas como la de Smolensk duraron dos meses. Dentro de esta gran batalla, tuvo lugar la retirada hacia el oeste de los nazis en Yelnia, perdiendo cerca de 50.000 soldados y viéndose obligados a pasar a la defensiva. Desde el comienzo de la guerra hasta el 30 de Septiembre del 41, los hitlerianos perdieron 561.000 tropas, casi el 16,2 % de sus fuerzas terrestres.
Esta unión del pueblo con su gobierno, con el Socialismo, por la preservación de su sistema social de clase, fue esencial en la Victoria de la URSS y de los pueblos europeos.
Porque para la mayoría de la población soviética, con el socialismo tenían la confianza de un futuro mejor para la humanidad. Este internacionalismo lo expresa muy bien G. K. Zhúkov, mariscal soviético, en la toma de Berlín: “Dicho con franqueza, mientras duró la guerra yo estuve decidido a vengarme de los hitlerianos por su crueldad. Pero cuando, empujando al enemigo entramos en Alemania, retuvimos nuestro odio. Nuestros criterios y nuestros sentimientos internacionalistas no nos permitían entregarnos a una venganza ciega”3.
La mayoría de la población soviética no deseaba doblegarse ante el odiado enemigo y rechazaba el “nuevo orden fascista”. Así, tras los primeros meses, miles de mujeres y hombres cogían las armas y atacaban a los invasores. Y a la vez, tras el temporal retroceso del Ejército Soviético, los responsables de los Soviets planificaban qué activistas se quedaban y lucharían en la clandestinidad, la mayoría miembros cualificados del Partido y del Komsomol. De acuerdo a un plan maestro, estudiado antes de la invasión, en el Consejo Estatal de Defensa (CED) se creó el Consejo Central Guerrillero (CCG), que fue diseminando Frentes clandestinos en todo territorio ocupado, al principio destacamentos y luego Divisiones.
Cuando en una región no lo había, lo organizaban. Los invasores no debían tener ningún territorio pacífico. A tal efecto, se crearon en Moscú destacamentos de combatientes que eran lanzados tras las líneas: fueron los llamados “paracaidistas rojos”. Al principio, fueron seleccionados de entre las más expertas fuerzas, todos voluntarias, pues sabían que era muy posible que no volviesen. Por ello, al principio salieron de las OMSBON (Batallón de Tiradores de Designación Especial): expertos combatientes en diferentes armas y en la lucha cuerpo a cuerpo. En su composición, había gimnastas, profesores de técnicas de combate, campeones deportivos y de lucha sambo, estajanovistas, atletas e internacionalistas (los más numerosos fueron españoles, republicanos comunistas, por su experiencia en la Guerra Nacional Revolucionaria de España). Pasando los meses, más de un millón de campesinos, ancianos, niños, mujeres y exprisioneros se unieron a las Divisiones Guerrilleras.
Poco a poco el movimiento guerrillero soviético fue adquiriendo proporciones cada vez más considerables, consiguiendo el armamento, en parte, del enemigo en combate y, de otra parte, por el aire desde la Tierra Madre y creando aeródromos y zonas liberadas de nazis. Los hechos son contundentes: pusieron fuera de combate a millón y medio de fascistas entre soldados y oficiales, funcionarios, y empleados de las instituciones de ocupación. Volaron 20.000 trenes, 10.000 locomotoras y 12.000 puentes ferroviarios y de carretera, destruyeron 65.000 automóviles, averiaron más de 4.000 tanques y carros blindados, derribaron o inutilizaron en aerodromos 1.100 aviones.
Pero el hecho más significativo, es que desde 1943 controlaban las fuerzas guerrilleras un territorio superior a 200.000 kilómetros cuadrados (como Inglaterra, Bélgica y Dinamarca juntas).
Los nazis tuvieron que movilizar el 10 % de su ejército regular.
En el otoño de 1942 para la lucha contra la resistencia, el enemigo dedicó 15 divisiones de campaña, 10 divisiones de protección, 27 regimientos de policía y 144 batallones de la Gestapo.
Para comprender la significación de estas cifras, todas las tropas italo-alemanas que, en el verano del 42, operaban en el Norte de África constituían 12 divisiones.
Ahorrar vidas humanas con las mejores fuerzas. Los Ejércitos de Choque.
Durante la Gran Guerra Patria, el Ejército Rojo demostró al mundo que la organización y cohesión de sus tropas eran muy diferente, a las de las formaciones profesionales de los ejércitos imperialistas.
Las duras condiciones en que se encontraron las divisiones soviéticas al comienzo de la guerra (inexperiencia en las unidades motorizadas, menor calidad de las armas, superioridad numérica del enemigo, etc.), fueron suplidas rápidamente por el ímpetu y la certeza que no podían retirarse, que había que destruir cuantas más unidades enemigas, mejor.
Una de las medidas fue resaltar y reforzar aquellas unidades que se destacaban en los combates, recibiendo el título de “Unidad de la Guardia Roja”. Con esta distinción, el Ejército Rojo tuvo unas fuerzas expertas en la lucha por la defensa del Poder Soviético.
Con estas unidades en los Ejércitos Soviéticos, se fortaleció extraordinariamente la capacidad de combate. Tras la batalla de Moscú, estás Divisiones de la Guardia, junto con otras divisiones destacadas, se agruparon en Ejércitos de Choque. Eran la punta de lanza de los contrataques, de las ofensivas, y, con su desarrollo en los frentes de batalla, se acortó extraordinariamente la guerra. Estos Ejércitos fueron letales para las fuerzas hitlerianas, pues coordinaban Divisiones de fusileros, blindadas y de artillería, lanzadas de golpe en vastos frentes, arrollando a su paso las más preparadas fuerzas nazis. Así ocurrió en las contraofensivas de Moscú, Stalingrado, Kursk, Korshún-Cherkassi, Leningrado y el Paso del Vístula.
Desde 1941 a 1945 se crearon cinco Ejércitos de Choque.
La famosa imagen de la bandera roja enarbolada sobre el Reichtag, izada por los sargentos M. A. Egórov y M.V. Kantaria, eran soldados de la 150º División de fusileros del 3º Ejército de Choque.
El corazón del pueblo soviético
El Partido Comunista, creado por V. I. Lenin, condujo al pueblo soviético y a sus combatientes a la gran victoria sobre los agresores. Durante los años de la conflagración, el Partido intervino como organizador e inspirador de talento, dirigiendo todos los esfuerzos del frente y de la retaguardia a la derrota del enemigo. La reorganización de todo el país de acuerdo a las exigencias de los tiempos de guerra, la formación de nuevas unidades y agrupaciones, su pertrechamiento, desarrollo de la industria de guerra, preparación de cuadros militares, la dirección de frentes multitudinarios y del movimiento guerrillero, el trabajo ideológico entre las masas y la política exterior estaban en el centro de atención del Partido, de su Comité Central, del Comité Estatal de Defensa.
En la conflagración contra los agresores fascistas, perecieron tres millones trescientos mil comunistas. A los largo de la Gran Guerra Patria, cinco millones de soldados, marinos, sargentos, oficiales y generales ingresaron en las filas del Partido. Una característica singular lo constituyó el hecho, de que las solicitudes de ingreso se realizasen al inicio de las ofensivas, y en las horas más difíciles de las operaciones defensivas.
"Quiero ir al combate siendo comunista", escribían sabiendo que el ingreso en el Partido les proporcionaría un único privilegio: ser el primero en lanzarse a una defensa crucial o a un ataque audaz, al encuentro de una ráfaga de fuego enemigo y cumplir las misiones más difíciles, y mortalmente peligrosas. Este es el mayor testimonio del inmenso prestigio que gozaba el Partido Comunista entre las masas del pueblo soviético. Por todas las evidencias expuestas, fue la cohesión de la población con su partido comunista una de las razones fundamentales para la victoria sobre la Alemania fascista.
El Komsomol Leninista fue siempre la más importante semilla del Partido. Durante los años de guerra, doce millones de sus militantes ingresaron en los destacamentos militares, cinco de ellos entraron en combate, en los momentos más decisivos de la Gran Guerra Patria.
Junto a ellos actuaron con especial dedicación también sindicatos soviéticos y asociaciones creadas por la población. Después de la Victoria de ellas salió la consigna "¡Nadie ha sido olvidado, nada se ha olvidado!". Miles de monumentos y obeliscos se levantaron en las ciudades y aldeas del país, y fuera de sus fronteras en honor de los combatientes y guerrilleros soviéticos. Los más impresionantes se erigieron en las ciudades héroes como Stalingrado, Leningrado, Kíev, Odesa, Sebastópol, Minsk, Tula, Kerch, Novoróssiisk y en la Fortaleza de Brest.
Notas:
1 Obras Completas, tomo XXVI, pág. 395. V. I. Ulianov “Lenin”. Editorial Política, La Habana, 1963.
2 La Gran Guerra Patria de la Unión Soviética. J. V. Stalin. Pag. 84. En ruso. Moscú, 1952.
3 Recuerdos y meditaciones. G. K. Zhúkov. Tomo II, pág. 382. En ruso. Editorial Progreso. Moscú, 1978.
Obras consultadas:
- La gran guerra patria de la Unión Soviética. 1941-1945. V. I. Chuikov – V. S. Riábov
- https://es.rbth.com/historia/85193.
- https://www.revistadefrente.cl/