30 de marzo de 2021

La restauración del capitalismo en la URSS (I)

La AAHS sigue trabajando para estudiar, comprender y divulgar, como una necesidad de actualidad, la experiencia soviética del socialismo. A lo largo de un año hemos puesto el foco de nuestro estudio en el período que empieza con la muerte de Stalin, los aciertos de la dirección soviética y también los errores que fueron causa de la derrota del socialismo en la URSS. Para ello, vimos necesario profundizar en el desarrollo político y económico de la URSS en el largo proceso que lleva a la restauración del capitalismo. 

Para comprender mejor este proceso, también creímos necesario estudiar, con sus aciertos y sus errores, las críticas de otros partidos comunistas al partido soviético por las decisiones que estaba tomando desde, lo que llamaron, la desestalinización, que condujo a la ruptura del movimiento comunista internacional. Este estudio lo hemos terminado y a partir de ahora presentaremos las conclusiones a las que llegamos. 

Estas conclusiones están divididas en tres trabajos: «La restauración del capitalismo en la URSS», «Crítica del Partido Comunista de China sobre la experiencia soviética» y «Crítica de los comunistas albaneses a la experiencia soviética». Empezamos publicando la primera parte de «La restauración del capitalismo en la URSS» (que lanzaremos en tres partes), después seguiremos con los otros dos trabajos.


La restauración del capitalismo en la URSS (I).

Índice:

El socialismo futuro tiene que construirse sobre las bases del socialismo soviético.

1º El golpe de estado de Jruschov.

2º La restauración gradual del capitalismo, bajo Brezhnev.

3º La destrucción de la URSS, desde Gorbachov.


El socialismo futuro tiene que construirse sobre las bases del socialismo soviético.

Para aquellos que creen en un mundo mejor que éste, donde reina la explotación mundial imperialista, reivindicar los logros conseguidos por la Unión Soviética es esencial.

Más allá de las causas de su desaparición, consiguió acabar con la desigualdad social, la explotación de la barbarie capitalista, la pobreza, la ignorancia y la injusticia, y es por eso que nos hace pensar que el socialismo es el sistema social más avanzado nunca conseguido por la humanidad. 

El socialismo soviético pasó por muchos momentos de agresiones imperialistas y contrarrevoluciones internas, que desarrollaron muchos obstáculos en su avance hacia el comunismo. Aún más importante que la apreciación de lo que se perdió con el derrumbe soviético es el esfuerzo para comprender las causas y los hechos. La dimensión del impacto de esta pérdida depende, en gran medida, del análisis de lo que se quería lograr y hasta dónde se llegó.

Como decía Marx: una sociedad que había derrotado la propiedad burguesa, el libre mercado y el Estado capitalista, que había establecido la propiedad colectiva, la planificación centralizada, es un Estado de trabajadores. 

La Unión Soviética consiguió, que la clase obrera crease un estado donde la explotación del trabajo asalariado por parte de la sociedad capitalista fuera erradicada. Alcanzó un nivel impresionante de igualdad, de seguridad, salud, vivienda, educación, empleo y cultura para todo su pueblo. Reveló que es posible terminar con los males de la sociedad imperialista como la inflación, el desempleo, la discriminación racial, y estableció la igualdad entre las nacionalidades.

En 50 años, el país transitó de una producción industrial que era de solo el 12 % comparada con la de los Estados Unidos hasta llegar al 80 %, y una producción agrícola del 85 % equiparada con la de los norteamericanos. A pesar de que el consumo per cápita de los soviéticos se mantuvo más bajo que el de los Estados Unidos, no ha habido una sociedad que haya incrementado el nivel de vida y de consumo tan rápidamente, en tan corto período de tiempo y para toda la población soviética. El empleo estaba garantizado. La educación era gratuita para todos los niños, desde el preescolar hasta los niveles secundarios (educación general, técnica y vocacional), las universidades y las escuelas en horario extralaboral. Además de la matrícula gratuita, los estudiantes recibían estipendios. El servicio de salud también lo era y para todos; disponían de cerca del doble de médicos por persona en relación con los Estados Imperialistas. Los trabajadores tenían todas las garantías laborales, además de seguro salarial y social para casos de accidentes o enfermedades. 

Aún con los retrocesos políticos de los años setenta, los trabajadores alcanzaban un promedio de 21,2 días de vacaciones (un mes cada año) y los sanatorios, los lugares de descanso o los planes vacacionales para los niños, eran subsidiados o gratuitos. Los sindicatos tenían el poder de vetar las expulsiones del trabajo e interpelar a los administradores y gerentes. El Estado regulaba los precios y subsidiaba el costo de la canasta básica alimentaria y de la renta de la vivienda. Esta constituía solo el 2 % o el 3 % del presupuesto familiar; el agua, la electricidad, el gas y la calefacción, entre el 4 % y el 5 %. No había segregación habitacional por ingresos. Con excepción de algunos barrios que eran reservados para altos funcionarios, en todos los demás lugares los directores de fábricas y combinados agrícolas, las enfermeras, los profesores, los bedeles… vivían como vecinos.

La dimensión de la igualdad no se mide únicamente por los ingresos: se mide también por el acceso a la educación, la salud y otros servicios sociales, la garantía del empleo, la edad temprana de retiro compensado, la inexistencia de la inflación, el subsidio para la vivienda, la alimentación y otras necesidades básicas. Estas realidades, entre otras, ponen de manifiesto que este era un país en función de los intereses de la clase trabajadora. 

Los esfuerzos épicos para construir el socialismo y defender la Patria durante la Segunda Guerra Mundial no pudieron haber sido posibles sin la participación activa del pueblo. En los sóviets participaban directamente como protagonistas 35 millones de personas. Los sindicatos soviéticos tenían poder de decisión sobre aspectos tales como los planes de producción, los despidos y sus propias instalaciones escolares y vacacionales que, en muy pocas, si es que hay alguna, organizaciones sindicales de los países capitalistas existen a un nivel comparable. A menos que haya una enorme presión “desde abajo”, los gobiernos capitalistas nunca desafían las propiedades de las corporaciones. Los defensores de la superioridad de la democracia capitalista ignoran la explotación inherente a este régimen, porque las riquezas van a unas férreas manos dictatoriales.

Por ello el gobierno soviético incluyó el desarrollo cultural e intelectual de los trabajadores, como parte de los esfuerzos para ampliar el nivel de vida. El subsidio estatal mantuvo el precio de los libros, de las publicaciones periódicas y de los eventos culturales al mínimo posible. Como resultado, los obreros a veces tenían sus propias bibliotecas y una familia promedio estaba suscrita a cuatro publicaciones periódicas. La UNESCO reconoció que la clase obrera soviética leía más libros, asistía a los teatros, a las bibliotecas y veía más películas que en cualquier otra nación del mundo. Cada año, una cantidad equivalente a la mitad de la población visitaba los museos. La asistencia a teatros, conciertos y otras manifestaciones culturales sobrepasaba, en cantidad, el total de la población. El Gobierno, en un esfuerzo concertado, elevó el nivel cultural, redujo ostensiblemente el analfabetismo y aumentó el nivel de vida de las regiones más atrasadas, a la vez que estimuló la expresión cultural y espiritual de las más de cien nacionalidades que constituían la entonces Unión Soviética. En Kirguizia, por ejemplo, en 1917, solo una de cada cinco personas era capaz de leer y escribir; pero 50 años más tarde, casi la totalidad podían hacerlo.


1º El golpe de estado de Jruschov.

En el VIIIº Congreso del PC(b), en su Informe sobre el programa del Partido del 19 de marzo de 1919 ( Obras completas , vol. 29), Lenin criticó las tesis de Bujarin, el cual mantenía que el imperialismo era un nuevo modo de producción que sucedía al capitalismo. Lenin concluía su crítica diciendo: «El imperialismo puro, sin el fundamento del capitalismo, no ha existido nunca, no existe en ningún lugar ni podrá existir jamás. Se ha generalizado erróneamente todo lo que se ha dicho sobre los consorcios, los carteles, los trusts, el capitalismo financiero, cuando se ha querido presentar a este último como si no se apoyase enteramente sobre la base del viejo capitalismo. (…) Si Marx dice de la manufactura que es una superestructura de la pequeña producción mercantil de masas (El Capital, libro I, cap. 12), el imperialismo y el capital financiero son una superestructura del viejo capitalismo. Si se demuele la cima, aparecerá el viejo capitalismo. Decir que existe un imperialismo integral sin el viejo capitalismo, significa confundir los deseos con la realidad». 

«El imperialismo puro, sin el fundamento del capitalismo, no ha existido nunca, no existe en ningún lugar ni podrá existir jamás«. Lenin.

Así pues en la Revolución de Octubre, se dio en una lucha enconada de la clase obrera contra la fase última del capitalismo, el imperialismo, la época en la que actualmente vivimos. 

La edificación del socialismo en la URSS fue obra de los trabajadores soviéticos, que enseñaron a la Humanidad que otra sociedad era posible. Para ello, tuvieron que cambiar el modo de producción, con la progresiva nacionalización de todas las fuerzas productivas tanto en las ciudades como en el campo. El socialismo de mediados de los años 50 era un ejemplo de coherencia en la distribución de la riqueza, para los numerosos países del mundo. La defensa del Socialismo como vía para alcanzar el Comunismo, exigía una permanente vigilancia contra los procesos contrarrevolucionarios que querían parar este ascenso del empoderamiento de la clase obrera.

En la URSS, las tentativas de vuelta al capitalismo en los años 30, desde dentro del Partido Comunista bolchevique, fueron continuas: tanto de sesgo izquierdista representado por Trotski, Kaménev, Zinoviev, como derechista defendido por Bujarin. En los sucesivos Congresos del Partido Bolchevique la mayoría decidió seguir la senda de la Construcción del Socialismo. Como continuador de la obra de Lenin, José Stalin desarrolló unas medidas de crecimiento, de extensión para que el propio proletariado accediese a la dirección de la sociedad, como se plasmó en diferentes decretos, y en la iniciada Constitución del 36, siendo el XIXº Congreso del Partido, un eslabón lógico para proseguir este paradigma. 

Tras el fallecimiento de Stalin en 1953, y la elección de Jruschov como secretario general, éste propugnó la paralización de los planes de desarrollo del socialismo.

Ya en 1946 y 1947 Zhdánov y la mayoría del Comité Central lanzaron una ofensiva contra las debilidades ideológicas en el campo del arte, la literatura y la cultura en general, y contra la propiedad privada de la tierra. Uno de sus “blancos” fue Nikita Jruschov, líder del Partido en Ucrania, a quien acusaba de debilidad en el proceso de admitir nuevos miembros en la organización, y de errores “burgueses nacionalistas” en la historia ucraniana escrita mientras desempeñaba su cargo.

La introducción del revisionismo procapitalista dentro del Partido Comunista de la Unión Soviética se desarrolló por fases, liquidando a dirigentes comunistas (como a Laurenti Beria y buena parte de los responsables del Ministerio del Interior), impidiendo la elección de la vanguardia obrera de las fábricas en las elecciones a los soviets urbanos, regionales y estatales, apartando a los artífices del congreso anterior como Malenkov o Molotov, y realizando una alianza con los sectores militares representados por Georgui Zhukov.

Primero empezó destruyendo la naturaleza y comprensión del Partido Bolchevique. La organización partidaria, el movimiento hacia el comunismo, tenía su fuerza en el ascenso de la clase obrera hacia la toma del poder, para que tomase todas las riendas del Estado. Pero Jruschov cambió el Partido de la clase obrera a ser el partido de todo el pueblo, y el Estado del proletariado había pasado a ser el Estado de todo el pueblo. 

Así en 1957, tuvo lugar una expulsión de miembros proletarios de fábricas y sovjoses y, como hizo en sus años en Ucrania, abrió las puertas del Partido a un reclutamiento masivo de funcionarios, cuadros medios, intelectuales y hasta anteriores miembros expulsados que apoyaban las medidas antibolcheviques. Y para controlar más a los militantes, introdujo la medida de que un tercio del Partido se reemplazara en cada elección, una especie de término electivo soviético. El secretario general dividió el Partido en secciones, agrícola e industrial; una especie incipiente de sistema de dos partidos.

Para desmoralizar a la población, utilizó una maniobra de desacreditamiento del anterior secretario general José Stalin, con un llamado “Culto a la personalidad”, que en realidad escondía un cambio de orientación social económico-política con los postulados de Partido de todo el pueblo, el fin de la lucha de clases, la coexistencia pacífica entre regímenes sociales, que llevaba implícita la vuelta al mercado en las relaciones económicas industriales y agrícolas, y la imitación de las relaciones mercantiles obsoletas del imperialismo.

En 1953, Jruschov comenzó la implementación de una serie de políticas que rompían con lo aprobado en el XIX Congreso. Exhortó al país a mirar a Occidente, no solo como fuente de nuevos métodos de producción sino como elemento de comparación con los resultados soviéticos. Reasignó recursos del sector industrial al desarrollo agropecuario. Para estimular la producción agrícola, retornó a métodos típicos de la NEP. Redujo los impuestos sobre los ingresos individuales, eliminó los de la ganadería y la hacienda y estimuló a los habitantes de aldeas y poblados a criar vacas, cerdos, gallinas y a cultivar sus jardines y terrenos baldíos siempre que fuera factible. Además, favoreció nuevas ideas que posibilitaran, en el menor tiempo, el incremento acelerado de la producción agrícola. En enero de 1954, propuso una campaña nacional para cultivar las tierras vírgenes de Siberia y Kazajstán. 

Para realizarlo así, pues, se cambió toda la orientación de profundización de los planes quinquenales socialistas, de control de los trabajadores sobre la producción y dirección, por una deliberada descentralización de la economía. 

Jruschov favoreció la incorporación de elementos del capitalismo e ideas occidentales dentro del socialismo soviético, incluyendo mecanismos de mercado. La meta de alcanzar y aventajar a Occidente en cinco o diez años desencadenó “la estimulación de necesidades y deseos propios de las sociedades occidentales de consumo”. Tales premisas impregnaban en el pueblo soviético la idea de que la competencia con Occidente no era sobre “sistemas sociales y el sentido de la vida, sino sobre los niveles de consumo”. 

Mólotov: “el jruschovismo es el espíritu burgués”.

Por ello, dio mayor autonomía a los koljoses y directores de fábricas, a la descentralización, incentivando producciones privadas sin conocimiento de la mayoría de la población, priorizando la producción de fertilizantes para obtener una alta producción agropecuaria, sobre todo de grano, (esencialmente maíz) y el incremento de las inversiones en la producción de bienes de consumo.

Mólotov y bastantes miembros del Presídium, se opusieron a las políticas de Jruschov en la reducción del énfasis en la lucha de clases en la arena internacional, en el estímulo a la producción agrícola privada, en la iniciativa de las tierras vírgenes, en la descentralización de la industria y en el cambio de prioridad de la industria pesada hacia la industria ligera. Por ejemplo, pensaban que, para resolver los problemas del clima, roturación de tierras vírgenes era innecesaria: el cultivo extensivo era una invitación al desastre, pues la economía hasta entonces usaba sus recursos más racionalmente en tierras que ya estaban en explotación. La oposición hizo posible un movimiento hacia la mejoría del nivel de vida, pero no un cambio abrupto de prioridades. 

Jruschov precipitó entonces sus planes revisionistas, descentralizando la industria. De forma rocambolesca, llamó a dar un salto hacia adelante en la producción de leche, carne y mantequilla para sobrepasar en tres o cuatro años a Occidente.

Durante una reunión de cuatro días del Presídium, del 18 al 21 de junio de 1957, a la que continuó una reunión del Comité Central de Partido, la confrontación decisiva entre Jruschov y la oposición se agudizó. Como preludio para lograr su revocación como secretario general, la oposición atacó sus políticas económicas, particularmente su política agrícola y su idea de descentralizar la planificación estatal. Consideraban muy peligroso para el desarrollo del socialismo el cambio de prioridades en las inversiones del sector industrial al agrícola, la carrera desenfrenada por alcanzar a Occidente en la producción de bienes de consumo, el desenfrenado cultivo de tierras vírgenes (Molotov llamó al programa de roturación de las tierras vírgenes, «una aventura»), el relajamiento de las medidas estrictas establecidas en la agricultura, y la descentralización de la toma de decisiones en el campo económico. 

Málenkov llamó al programa de Jruschov, “desviación campesina de derecha”

Málenkov afirmó que la meta debía ser sobrepasar a Occidente en la producción de acero, hierro, carbón y petróleo, no en bienes de consumo. Llamó al programa de Jruschov, “desviación campesina de derecha”, una movida oportunista que haría que el pueblo soviético se interesase muy poco por la industrialización.

La oposición logró posiciones de siete contra tres en su favor en el Presídium, con una abstención. Cuando se filtró la voz del rechazo a las políticas de Jruschov, algunos miembros del Comité Central de Moscú (la mayoría de los cuales habían sido promovidos por Jruschov), cercaron el Presídium y demandaron la convocatoria del Comité Central. Una precipitada reunión de éste, que se prolongó durante seis días, culminó con el apoyo a Jruschov y la expulsión de Mólotov, Málenkov y Kagánovich del Comité Central y del Presídium.

El golpe ha sido demoledor para la causa del socialismo. 

De hecho hay un antes y después del XXº Congreso para la clase obrera mundial, tanto para la mayoría de los trabajadores como para su vanguardia, los partidos comunistas.

Así en los distintos partidos comunistas creyeron las diatribas antistalinistas de toda la camarilla revisionista que se hizo con el Partido Comunista y el Gobierno de la URSS, y que para ello había reintegrado a significados revisionistas expulsados del PCUS. De hecho, el resultado fue la liquidación de los Partidos Comunistas, al alejarlos de la construcción del comunismo y de la revolución proletaria.

Sostenemos que la tesis mantenida por los partidos comunistas afines al PCUS de los años 60, 70 y 80 encubría, con “palabras comunistas”, una línea política que es el fracaso de una tercera vía en competencia con el imperialismo. 

El revisionismo instalado en la URSS y en los países socialistas europeos, condujo de manera objetiva a restaurar gradual y pacíficamente el capitalismo, pero de hecho sólo fue una vez más la bancarrota del revisionismo socialdemócrata, perdiendo la confianza del proletariado en sus dirigentes y gobiernos.

No pudieron actuar abiertamente, porque la propia población soviética defendía firmemente los logros sociales. Así pues, las consignas y los proyectos tenían que mantener esa ilusión entre los trabajadores. A cada paso hacia la restauración capitalista con su versión pequeñoburguesa del socialismo, tuvieron que tomar medidas administrativas, violentas, en contra de la mayoría de la población.

La bancarrota del revisionismo pone al orden del día un enfrentamiento entre las clases que tiene como desenlace posible hoy día solamente dos caminos: la recuperación de la época de transición hacia el comunismo o la restauración violenta del capitalismo. Ambos desenlaces excluyen una “homologación de los países socialistas a la sociedad de consumo o de bienestar de los países imperialistas”.

Naturaleza de la estructura económica del capitalismo en la época o fase imperialista.

El modo de producción capitalista es un fenómeno histórico desarrollado con continuidad desde el siglo XV, a partir de Europa Occidental. Sus características esenciales y universales (es decir, comunes a todos los países) y también específicas (por tratarse de un modo de producción diferente a otros) han sido puestas de manifiesto por Marx en su obra El Capital. Todos los que quieran comprender el movimiento económico y político de las sociedades actuales, deben rechazar tanto la tendencia corriente de la cultura burguesa a impedir la comprensión de la sociedad capitalista transponiendo a ella categorías y nombres correspondientes a otra realidad, en base a semejanzas superficiales y de poco peso, como, por tanto, la tendencia a vaciarlas de todo contenido de importancia práctica.

La fase imperialista del capitalismo se caracteriza por la contradicción entre la propiedad individual de las fuerzas productivas (que es un elemento constitutivo esencial del capitalismo) y el carácter colectivo alcanzado por las mismas fuerzas productivas. En las sociedades imperialistas, el elemento esencial del capitalismo (la propiedad individual de las fuerzas productivas) encuentra su mediacióncon el carácter colectivo alcanzado por las fuerzas productivas en el capital colectivo, en las asociaciones de capitalistas o sociedades de capital y en las formas antitéticas de la unidad social. De aquí surgen los monopolios, el capital financiero, el reparto del mundo entre grupos y Estados imperialistas, las empresas multinacionales, las políticas económicas, el capitalismo de Estado, etc. Esta tesis es importante para entender el movimiento económico de las sociedades imperialistas.

Es cierto que las principales estructuras productivasse han convertido, en los países imperialistas, en propiedad directa de asociaciones de capitalistas (sociedades por acciones, entes económicos públicos, fondos de seguros u otros organismos del mismo tipo). Pero también es cierto que el capitalista individual, excluido de la propiedad directa de las estructuras productivas por el hecho de su carácter social, aparece como propietario individual de una cuota de su valor y hace valer como tales los derechos que ya no puede hacer valer completa y directamente con respecto a las estructuras productivas, precisamente por el carácter social que éstas han alcanzado.

El monopolio en la sociedad burguesa es una mediación entre la propiedad individual de las fuerzas productivas y su carácter colectivo. El capitalismo burocrático (o capitalismo burocrático de Estado) es el tipo de capitalismo que el imperialismo hace surgir en los países atrasados, semifeudales y semicoloniales, combinando los grupos imperialistas, los grandes propietarios de tierras y los grandes banqueros con el poder estatal.

El imperialismo es una superestructura del capitalismo, es la fase degenerativa del modo de producción capitalista que, al ser históricamente superado por el carácter colectivo ya alcanzado por las principales fuerzas productivas, sobrevive a sí mismo, destruyendo cada vez más fuerzas productivas, o absorbiendo fuerzas capitalistas más pequeñas o generando guerras imperialistas. 

Quien confunda las formas antitéticas de la unidad social con el capitalismo a secas, tomando a estas fuerzas productivas ya colectivas como si fueran toda la estructura económica de la sociedad imperialista (y, por tanto, borrando de un plumazo todo el tejido del viejo capitalismo que constituye la base de la sociedad actual), no puede comprender ni el capitalismo ni el socialismo.

Aparentemente, una empresa soviética de los años 60 no se diferencia de las grandes empresas capitalistas europeas. Pero la diferencia, sin embargo, es esencial, mientras que la similitud es superficial y secundaria. La diferencia esencial reside en el hecho de que la empresa soviética:

1) No es expresión de la mediación entre la propiedad individual de las fuerzas productivas (que no existe) y el carácter colectivo de las fuerzas productivas.

2) No surge, ni se apoya, ni se puede sumergir en el mar de empresas capitalistas individuales, de relaciones mercantiles y de relaciones monetarias que le circunda.

3) Aunque iba creciendo la escala de la “economía paralela” o “economía sumergida”, las relaciones monetarias estaban circunscritas a la circulación de los bienes de consumo personal (el dinero acumulado por los nuevos ricos alcanzó cifras fabulosas precisamente porque no podía ser utilizado más que en la adquisición de bienes de consumo y servicios personales).

Olvidar todo esto y hablar de restauración del capitalismo ha llevado inevitablemente a una crítica idealista de los revisionistas, es decir, a una crítica que ponía en primer plano la superestructura (la política y la cultura) y en segundo plano la estructura económica.

Los defensores de esta tesis estaban obligados, en efecto, a inventar un «capitalista colectivo» sin capitalistas individuales, un monopolio burgués sin competencia, un capital concentrado y centralizado sin movimiento centrífugo, una producción capitalista sin producción mercantil, una dirección estatal (del movimiento económico total de la sociedad burguesa) basada y mantenida sobre esas mismas bases. En resumen, “un imperialismo puro” que no se apoyaba en el viejo capitalismo, que no era superestructura del capitalismo, pero que se presentaba como un nuevo modo de producción, “distinto del capitalismo clásico”, pero igualmente “malvado y explotador de los obreros” como el viejo capitalismo, si no peor. ¡También éste era, por tanto, capitalismo!

En realidad, esta tesis consideraba la contradicción principal como resuelta, mientras que, por el contrario, todavía seguía estando presente en los países socialistas. Es decir, que daba por concluido el conflicto principal que entonces determinaba todo el movimiento económico y político de esos países. En los países socialistas, la actividad política de los comunistas que adoptaron esta tesis se vio fuertemente debilitada: en efecto, esta tesis les separaba de las masas por cuanto les impedía sintetizar el conflicto entre la vía al capitalismo y la vía al comunismo en la cual estaban cotidiana y capilarmente implicadas. De esta manera dejaban el campo libre a los revisionistas para, ante las dificultades, poder dar otros pasos que debilitasen un poco más cada día los gérmenes de comunismo, reforzasen las tendencias burguesas y llevasen a las masas a la impotencia y a la desesperación.

En su escrito de 1952 (Problemas económicos del socialismo en la URSS), Stalin denuncia clara y detalladamente algunas de estas tendencias, aunque no las identifica como elementos de un conjunto orgánico propio de una línea de restauración anticomunista. En realidad, eso es lo que eran esas tendencias que, convertidas en línea dirigente del Partido y del Estado, constituían una vía que llevaba a la restauración de la propiedad individual de las fuerzas productivas; es decir, que no sólo no resolvía de manera positiva los problemas que el desarrollo de la sociedad socialista planteaba, sino que, por el contrario, generaba inevitable y continuamente dificultades y obstáculos al desarrollo de la vida económica y política de la sociedad socialista. 

Según Molotov, «Jruschov, en esencia, era un bujarinista”.

Y es a partir de 1956, cuando los revisionistas de apoderaron del partido y del estado, con Jruschov a la cabeza, cuando intentaron resolver las dificultades y obstáculos de tal manera que el resultado fue el estancamiento y la parálisis económica. Lenin dijo: “La Comuna de París le dejó como lección al proletariado europeo plantearse concretamente las tareas de la revolución socialista”. Según Molotov, “Jruschov, en esencia, era un bujarinista”. Todos sus postulados tendían objetivamente a restaurar la propiedad individual de las fuerzas productivas y el carácter comercial de la producción (es decir, la restauración del capitalismo).

No, entonces no pudieron restaurar el capitalismo, pero paralizaron la transición hacia el comunismo al provocar retrocesos en muchos campos con respecto a los resultados ya logrados. 

Tres decisiones económicas sobre la agricultura, determinaron el posterior rumbo económico de la URSS. 

Lo más característico de las ideas de Jruschov es el voluntarismo que destruye el marcado sistema científico anterior agrícola, que llevó en diez años al caos total y que produjo un notable colapso de la construcción del socialismo. Para ello tuvo que destruir los planes aprobados en el XIXº Congreso sobre la eficiencia económica, la independencia alimenticia y el paso a una más avanzada industrialización del campo como fue el “Plan de transformación de la Naturaleza del 48”.

Primero lo hizo con el programa de las tierras vírgenes. Envió a decenas de miles de tractores y combinados, además de a cientos de miles de voluntarios para arar y cultivar tierras de una extensión como Francia, Alemania Occidental e Inglaterra juntas. Pero en la URSS, las primaveras son cortas, las precipitaciones son insuficientes y desiguales, los vientos son fuertes y fríos, lo que trajo como consecuencia la erosión, el descenso de la productividad y la infertilidad de los suelos, sequías y grandes crisis cerealísticas. Como medida agrícola, la campaña de las tierras vírgenes fue un desastre.

La segunda invectiva caótica fue la campaña del maíz. Copió descaradamente las prácticas norteamericanas que consistían en no dejar descansar los suelos y aplicar la fertilización química en vez de la rotación de cultivos o alternar las tierras en producción.

La tercera directriz fue el desmantelamiento de las grandes plantas industriales y estatales, de producción, reparación y mantenimiento de tractores, combinados e implementos agrícolas por su descentralización hacia las granjas colectivas. Sovjoses y koljoses pronto entraron en la esfera comercial, tuvieron que comprar y dedicarse a mantener sus propios tractores y la mecanización en general. 

La preservación del parque de máquinas y herramientas era ideológicamente una iniciativa esencial en la construcción del socialismo en el campo. Stalin había afirmado que la dirección del desarrollo de la economía debía basarse sobre la ampliación del sector estatal más que en las formas sociales de organización agrícola. La consecuencia fue irreparable. En tres meses habían desaparecido casi todos los depósitos de tractores y máquinas, siendo imposible mantener una científica política estatal colectiva del campo. 

La planificación económica bajo el socialismo, desarrolla el trasvase de las producciones industriales y agrícolas en función de las necesidades de toda la economía, eliminando los vaivenes cíclicos de crisis que tiene el mercado capitalista. Pero Jruschov realizó una reforma absoluta del sistema planificado estatal, por medio de la descentralización radical y de la aplicación de ideas de orientación capitalista, como la competencia de mercado. En mayo de 1957, abolió los más de 30 ministerios que tenían que ver con la planificación centralizada y los sustituyó por unos 100 consejos económicos locales. El resultado era predecible. La coordinación entre la producción y los suministros se hizo mucho más difícil que antes, y los intereses locales se sobreponían a los intereses estatales.

Progresivamente sustituyeron (aunque sólo en cierta medida) el balance en bienes producidos a nivel de toda la sociedad, como criterio de evaluación y dirección del movimiento económico, por el balance comercial de las empresas. Extendieron la esfera de acción de la economía mercantil y del dinero. 

Abolieron la obligación general de trabajar, y abrieron vías (legales e ilegales) al parasitismo y al enriquecimiento individual, precisamente porque, al no poder convertirse en propiedad individual las fuerzas productivas, actuaban solamente como instrumento de corrupción, lujo y despilfarro. 

Arrojaron a millones de hombres a un trabajo embrutecedor, a la miseria, a la ignorancia y a la superstición. Hicieron olvidar que la reducción del horario laboral se derivaba de la mecanización y automatización del trabajo productivo y de las actividades domésticas (de ahí el atraso del aparato productivo y del equipamiento doméstico). 

En la práctica, al alejar el control obrero sobre la calidad y la producción, degeneró la seguridad y la higiene en el trabajo, y la salvaguardia de la salubridad del medio ambiental (a pesar de que las normas adoptadas al respecto en los países socialistas eran superiores a las adoptadas en los países imperialistas). 

Crearon gradualmente una masa de funcionarios, empleados, profesionales, técnicos, artistas, literatos, periodistas, etc., cada vez más separada de la clase obrera, y protegieron y favorecieron la formación de una amplia capa de parásitos y aprovechados.

Después de 1953, “el mercado negro” se fue convirtiendo en un problema mucho más grande que la actividad legal. Adoptó un amplio espectro de formas y variedades. Eventualmente, penetró en casi todos los aspectos de la vida soviética, y su único límite era que las fuerzas de seguridad no actuasen. La forma ilegal más común era el robo al Estado, esto es, a los centros de trabajo y las organizaciones públicas. 

Los campesinos comerciaban con los tractores e implementos agrícolas, robaban pienso para sus animales de los koljoses, los trabajadores robaban materiales y herramientas con los cuales realizaban ventas ilegales, los médicos robaban medicinas, los chóferes robaban gasolina y usaban los autos oficiales como «taxis extraoficiales”. Variaciones sobre lo mismo, incluían el desvío de bienes estatales hacia el mercado privado por los conductores de los camiones y el uso de los recursos del Estado para construir casas de verano, reconstruir el apartamento o reparar el automóvil particular.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Sobre todo el dar libertad a los directivos de las empresas, a fijar los sueldos que deberían cobrar los trabajadores. Además de libre elección de productos a realizar, tubo resultados devastadores en la economía planificada, a la vez que creaba escasez y sobreproducción de productos en los mercados.
Aún así, lo que omite la propaganda occidental, que tanto nos recuerda el colapso de la URSS, es que los gastos generados por la rivalidad entre los 2 bloques, antes llevó a la ruina y colapso de la economía capitalista gringa.
Fue en los 70 tras su derrota en Vietnam. La salida del patrón oro, el robo de las reservas de oro en Ford Knox y la obligación a retener los dólares en posesión, que impuso a sus colonias, (obligadas a ser eternas deudoras desde la aplicación del plan Marshall), lo que mitigó los efectos de dicho colapso económico.