24 de agosto de 2019

La colectivización socialista en la URSS (1ª parte)


Introducción

La colectivización y los años 30 en la URSS, son uno de los argumentos preferidos de la ‘historia oficial’ para ‘demostrar’ la maldad del comunismo; para convencernos de que debemos denostar cualquier tipo de relación con las ideas revolucionarias.

En la historiografía se da por demostrado, como hecho objetivo, que Stalin y el régimen soviético asesinaron vilmente a millones y millones de campesinos durante la colectivización; que ésta se hizo forzando a los campesinos para explotarlos; que se provocaron a propósito hambrunas; que se mataba indiscriminadamente a los mismos compañeros de partido;… En definitiva, que el socialismo sólo se puede construir sobre la base del terror.

Así está la historia oficial, la que se utiliza en las escuelas como libros de texto, con la que insisten una y otra vez en programas de televisión y enseñan en la Universidad. La historia oficial es un elemento muy importante en la lucha de clases del capitalismo contra el comunismo. Una historia construida sobre el relato de los nazis, recogido por ingleses y norteamericanos.

Se dan por probadas las mentiras de Robert Conquest, del “Libro negro del comunismo” (Stephane Courtois y otros); mentiras que recogen historiadores supuestamente independientes como Richard Pipes u Orlando Figes; incluso alguno supuestamente de izquierdas como Julián Casanova, trotskistas como Deustcher o “maoístas” como Bettelheim. Unas mentiras que se han convertido en mitos del ideario colectivo gracias también a la funesta labor de Trotsky, Bujarin, Kruschov y Gorbachov. Tal es el despropósito historiográfico, que la historia oficial defiende a estos supuestos comunistas para dar un halo de realidad al relato. Tal ha sido y es la penetración impregnada, que hasta la mayoría de los ‘comunistas’ rechazan la construcción del socialismo en la URSS, rechazan su propia historia y se arrodillan ante el capitalismo y sus míticos “derechos humanos”.

Desde el ideario capitalista y de su lucha de clases, es normal que se tache con todos los peores adjetivos a la obra realizada en la URSS durante la industrialización y colectivización. Con ello quieren demostrar que el socialismo es terror y es irrealizable. 

Pero, desde el punto de vista de la clase obrera y de su lucha de clases, lo que demuestra aquella época es que el socialismo es realizable y estrictamente necesario. La industrialización y la colectivización de la URSS en la década de los 30, fueron la mayor obra de construcción y desarrollo de la historia contemporánea. Además realizada por el mismo pueblo, con la implicación de millones y millones de obreros y campesinos. Fue la mayor obra de transformación social conocida en favor de la mayoría social. Significó, después de la Revolución de Octubre, la mayor derrota del capitalismo conocida; significó la segunda fase de la Revolución Socialista. Creemos que así tenemos que verlo y tenemos que estudiarlo: como el triunfo del socialismo.

En necesario recuperar nuestra historia, recuperar nuestra memoria colectiva, y difundirla, porque es la historia de la clase obrera, de los trabajadores, la historia que demuestra que es posible nuestra liberación.

Hasta hace pocos años, casi solamente Ludo Martens ofrecía una visión de la historia de la construcción del socialismo desde la trinchera obrera. Hoy en día contamos con más historiadores que van analizando y desmintiendo la historia oficial, desde el terreno de la militancia comunista o desde el ámbito del historiador honrado: Harpal Brar, Grover Furr, Mario Sousa, Annie Lacroix-Riz, Douglas Tottle, Arch Getty, Tauger, Zemskov, Naumov, etc. Ahora poseemos muchos más datos, muchos más argumentos que demuestran las mentiras de capitalistas, trotskistas y kruschevianos. Ahora más que nunca es necesario estudiar y difundir.

De la restauración a la reestructuración de la economía nacional.-

Cuando Lenin y el Partido Bolchevique instauraron la NEP después de la ‘guerra civil’, fue porque existían unas condiciones objetivas que obligaban a ello. El objetivo era restaurar la economía nacional.

Después de la guerra mundial y de la guerra civil, la producción de cereales había caído 1/5 en relación a la anteguerra, igual que las producciones industriales. Para poder restaurar la economía, que significaba llegar al menos a la producción de 1913, se abrió a las relaciones mercantiles, a concesiones a capitalistas y a la autonomía financiera de las empresas del Estado. En ese momento la NEP era una necesidad. Pero todo ello, con restricciones y bajo la dictadura del proletariado. Por eso tenían organismos de control y organismos de planificación (GOELRO para la planificación de la electrificación; el Consejo Superior de Economía Nacional para estudiar la realización de un plan único) y el monopolio del comercio exterior.

Cuando las diversas oposiciones, supuestamente de izquierda, reclamaban una industrialización acelerada (de 1924 a 1926), aún se encontraba la URSS en el período de reconstrucción, aún no se había llegado a los niveles de producción de anteguerra. Además, los oposicionistas, reclamaban la industrialización sobre unos parámetros determinados: explicaban que era necesario desarrollar la industria y traspasar el máximo de recursos de la agricultura a la industria, ya que no tenía sentido la alianza con el campesinado y había que esperar a la revolución en los países desarrollados. Realmente era una posición menchevique, socialdemócrata, que no creía en la posibilidad de construcción del socialismo en la Unión Soviética. En realidad se apoyaban en los elementos no proletarios de la industria. Las distintas oposiciones de ‘izquierda’ fueron derrotadas. La última, la oposición unificada, fue derrotada en 1926.

De todas formas, el proceso de industrialización iba creciendo y se iban consiguiendo los objetivos de restauración de la economía nacional. Sin salirse de la NEP, ya en la XV Conferencia (octubre-noviembre de 1926), se planteaba en las resoluciones del Partido la necesidad de trabajar en el sentido de alcanzar objetivos de colectivización dentro de la lucha de clases contra los elementos capitalistas del campo. Pero no fue hasta 1927-1928 cuando se alcanzaron las cotas de producción de 1913. En el XV Congreso del Partido (diciembre de 1927) se acordó dar un paso al frente: comenzar con un proceso de reestructuración de la economía de la ciudad y del campo; acelerar la industrialización; y desplegar por todos los medios la colectivización para dirigir la economía campesina hacia el socialismo, comenzando la ofensiva contra los kulaks.

En este momento surge la oposición de derecha, comandada por Bujarin, Rykov y Tomsky, para negarse a los cambios, reclamando que ni se acelerase la industrialización ni se afrontase la colectivización del campo. Si los izquierdistas sobreestimaban  la fuerza de los enemigos capitalistas, la oposición de derecha la subestimaba, renunciaba a la lucha de clases dentro de la dictadura del proletariado, poniendo en peligro de restauración capitalista a la URSS. Se produjo la lucha de líneas dentro del Partido.

¿Qué planteaba la oposición de derecha?

Bujarin era el líder indiscutible de la oposición de derecha, un personaje muy querido por Bettelheim, los eurocomunistas, Gorbachov,…, incluso por muchos comunistas actuales. Bujarin era también el teórico y planteaba que la clave de la reestructuración de la agricultura era el tomar como punto de partida el desarrollo de la hacienda individual. Esto significaba la normalización del mercado, la elevación del precio de los cereales, la libertad amplia del comercio privado y el libre juego de precios.

Como segundo elemento, los derechistas planteaban que era necesario estimular por todos los medios las haciendas campesinas, amortiguando el ritmo de desarrollo de los koljós y sovjós.

También decían que se tendría que caminar por el mercado, excluyendo siempre cualquier medida excepcional que evite la retención del grano por los kulaks, incluso cuando las medidas excepcionales son apoyadas por los campesinos pobres y medios. En cualquier caso, si es necesario, importar el grano cueste lo que cueste. Y si no se consiguen suficientes divisas para importar maquinaria moderna, pues no hacerlo, por tanto, esto significaría reducir el ritmo de desarrollo de la industria.

Lenin tenía razón cuando decía que Bujarin no utilizaba ni entendía la dialéctica. La posición de Bujarin no era una posición leninista. Sus claves teóricas se basaban en los siguientes aspectos:
  • El mecanicismo evolucionista que plantea que con el desarrollo natural se llegará al socialismo.
  • La teoría del equilibrio, que exponía que en la URSS había dos economías que avanzaban paralelamente, pero que en un momento determinado se iban a juntar y constituir el socialismo, que representa la evolución pacífica hacia el socialismo y la negación de la lucha de clases.
  • La teoría de la espontaneidad, que se resume en que si en el capitalismo el campo seguía a la industria capitalista, ¿por qué la pequeña hacienda no iba a seguir a la industria socialista? La realidad es que subestimaba las posibilidades organizativas de la dictadura del proletariado y sobreestimaba el elemento de mercado y las leyes económicas capitalistas.
  • Difuminar las diferencias de clases en el campo, interpretando que todos los campesinos son campesinos medios, por eso, había que ser partidario de cualquier alianza sin observar el doble carácter del campesino medio, entre la clase obrera, como trabajadores, y los capitalistas, como propietario y vendedor.
En definitiva, los bujarinistas en realidad planteaban tres cuestiones: la integración de los kulaks en el socialismo; que la lucha de clases desaparece bajo la dictadura del proletariado; y que desaparecen los antagonismos de clases.

¿Qué planteaba la mayoría del Partido?

Para el Partido era el momento de afrontar:
  • La reestructuración de toda la economía nacional: la industria y la agricultura sobre una base nueva;
  • Formalizar una nueva forma de ligazón de la ciudad y el campo. Se referían a formalizar porque ya estaban las condiciones objetivas y, en gran medida, las subjetivas;
  • Realizar en toda la línea una ofensiva contra los elementos capitalistas de la ciudad y el campo;
  • Pasar a un estado nuevo de la lucha de clases para liquidar a los kulaks como clase y a los concesionarios capitalistas de la ciudad;
  • Dado que las haciendas individuales no pueden utilizar la nueva base técnica, era necesario entonces afrontar la colectivización total del campo y centrar la industria en la fabricación de tractores, maquinaria e industria química.
Todo ello se basaba en la teoría marxista-leninista de la lucha de clases, con la consigna “¿quién vencerá a quién?”.

En definitiva, la idea fundamental era desarrollar las fuerzas productivas y la lucha de clases con el objetivo de avanzar hacia el socialismo, sin renunciar a la alianza obrero-campesina pero con nuevas formas. A este planteamiento se le llamó “El gran viraje”.

Se intensifica la lucha de clases.-

En 1928 se produce la crisis del acopio. Los elementos capitalistas del campo (los kulaks) acumulaban el grano y no se lo vendían al Estado para que subiese el precio. Los kulaks se sentían fuertes porque habían acumulado capital de las buenas cosechas de los años precedentes, y se sentían capaces de maniobrar en el mercado. Esto significaba el reagrupamiento de fuerzas del enemigo, un pulso al socialismo. El Estado obrero se vio obligado a afrontar el reto y recrudecer la lucha de clases, tomando medidas excepcionales para recuperar el grano. Esta fue una primera parte de la ofensiva contra los kulaks, apoyándose en los campesinos pobres principalmente.

La agudización de la lucha de clases era inevitable. Precisamente Lenin y el Partido planteaban que había que mantener una alianza con el campesinado medio, pero que ésta solamente podía ser sólida si iba dirigida contra los elementos capitalistas y contra el capitalismo en general.

En el Partido se decidió elaborar el primer Plan Quinquenal para la industria, la agricultura y las comunicaciones, en el proceso de reestructuración de la economía sobre una nueva base técnica.

Sobre la agricultura, manifestaba Stalin que “antes se trataba de levantar la agricultura y que los campesinos pusieran en cultivo las tierras que pertenecieron a los kulaks y terratenientes, ahora se trata de reestructurar la agricultura”. Y con las pequeñas haciendas era imposible meter las técnicas nuevas: tractores, maquinaria, abonos,… Era necesario agrupar las pequeñas en grandes haciendas. A la vez, para poder reestructurar la agricultura era necesario desarrollar la industria. Estos objetivos no se podían conseguir antes porque era necesario que:
  • Que el Partido estuviese convencido;
  • Que hubiese un movimiento de masas en pro de los koljós;
  • Que se pudiese financiar, y
  • Que hubiese un desarrollo de la industria suficiente.
Ahora sí se podía. Las condiciones materiales permitían pasar de la política de restricciones contra los kulaks a la política de liquidación de los kulaks como clase, sobre la base de la colectivización y el socialismo.

El Primer Plan Quinquenal.-

En 1928 se encarga al Consejo Superior de Economía Nacional (CSEN) el Plan. Después de la derrota de la oposición de derecha, aprueba el Primer Plan Quinquenal la XVI Conferencia del Partido (abril de 1929), presentado por Kuibishev, que era el Presidente del Consejo Nacional de Economía Nacional. Ya había cierta experiencia con el Plan GOELRO de electrificación y las cuentas de control, que eran pequeños planes anuales por sectores.

El Plan planteaba el desarrollo de la industria a ritmo acelerado, fundamentalmente de la industria pesada y de bienes de equipo, y de las infraestructuras. Un programa de industrialización que estaba ligado a las tareas sociales y políticas del quinquenio: grandes plantas eléctricas; siderurgias, industria hullera; grandes complejos industriales cerca de las materias primas,… Se unía el plan industrial con las necesidades de la agricultura para suministrar tractores, maquinaria agrícola y abonos modernos. Para eso se construyeron grandes fábricas de maquinaria y químicas. En cinco años el objetivo era construir 1.500 grandes empresas, que la clase obrera recogió el reto con entusiasmo, produciéndose el movimiento stajanovista y la emulación socialista. En la fábrica de tractores de Stalingrado un cartel decía a la entrada: “Cada tractor es un proyectil que hace saltar el mundo viejo”.

En la agricultura se multiplicaban las hectáreas sembradas, sobre la base de la colectivización acelerada, hasta alcanzar la colectivización total en 1933. En definitiva, era un plan destinado a equipar a la industria y a la agricultura con las técnicas modernas sobre la base del socialismo.

Según el “Balance del Primer Plan Quinquenal”, expuesto por Stalin como Informe al Comité Central en enero de 1933:
La tarea fundamental el plan quinquenal consistía en transformar a la URSS, de un país agrario y débil, dependiente de los caprichos de los países capitalistas, en un país industrial y poderoso, plenamente dueño de sí mismo e independiente de los caprichos del capitalismo mundial.
La tarea fundamental del plan quinquenal consistía, al transformar la URSS en un país industrial, en desplazar por completo a los elementos capitalistas, ensanchar el frente de las formas socialistas de la economía y crear una base económica para suprimir las clases en la URSS, para edificar la sociedad socialista.
La tarea fundamental del plan quinquenal consistía en crear en nuestro país una industria capaz de reequipar y reorganizar, sobre bases socialistas, no solo la industria, sino también el transporte y la agricultura.
La tarea fundamental del plan quinquenal consistía en encauzar la agricultura, fragmentada en pequeñas haciendas, por la vía de la gran hacienda colectiva, asegurar así la base económica del socialismo en el campo y hacer imposible, de este modo, la restauración del capitalismo en la URSS.
Por último, la tarea del plan quinquenal consistía en crear en el país todas las premisas técnicas y económicas indispensables para elevar al máximo su capacidad de defensa, de modo que le permitiese organizar una repulsa demoledora a toda suerte de tentativas de insurrección armada, a toda suerte de intentos de agresión armada desde el exterior”.

El Plan Quinquenal de la industria y de la agricultura es el plan de edificación de la sociedad socialista. El cumplimiento del Plan significaría una victoria decisiva contra el capitalismo.

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