Por Cuba Debate
Intervención del Presidente de los Consejos de Estado y de  Ministros de
 Cuba, Miguel Díaz-Canel, en el debate general del 73º  Período de 
Sesiones de la Asamblea General de Naciones Unidas. Nueva  York, 26 de 
septiembre de 2018.
El Presidente cubano, Miguel Díaz-Canel Bermúdez, inició su primera intervención en el Debate General de la ONU recordando a los dignos cubanos que han hablado en ese mismo escenario antes que él, como Fidel Castro, Ernesto Che Guevara, Raúl Castro y Raúl Roa.
Varios minutos de su discurso fueron dedicados a denunciar la irracionalidad de un mundo donde el 0,7 por ciento más rico de la población se apropia del 46 por ciento de toda la riqueza,
  mientras tanto el 70 por ciento más pobre solamente accede al 2,7 por 
 ciento de la misma, y unos 3 mil 400 millones de seres humanos viven en
  la pobreza.
Esas realidades, dijo Díaz-Canel Bermúdez, “no son frutos del socialismo como afirmara el presidente estadounidense, Donald Trump,”
  sino que son consecuencias del capitalismo, en particular del  
imperialismo y del neoliberalismo, del egoísmo, de un paradigma que  
privilegia la concentración de la riqueza en pocas manos.
El capitalismo -consideró- ha afianzado el colonialismo, es  
opuesto a la solidaridad y a la participación democrática, promueve el  
saqueo, amenaza a la paz y constituye el mayor peligro para el  
equilibrio del planeta.
Los desafíos que enfrenta la humanidad
Al referirse a desafíos actuales de la humanidad, el mandatario cubano criticó la inexistencia
  de una voluntad política de los países industrializados para 
solucionar  problemas como la pobreza, el hambre y las enfermedades 
prevenibles. Esas naciones, sostuvo, tienen el deber moral, la 
responsabilidad  histórica y recursos abundantes para resolver los 
flagelos globales más  apremiantes como el cambio climático, al que 
calificó como “otra  realidad ineludible” y “una cuestión de 
supervivencia”, pues algunos de  sus efectos son ya irreversible, 
afirmó.
Sin embargo -argumentó Díaz-Canel  Bermúdez- Estados Unidos, uno de 
los principales contaminantes de ayer y  de hoy, rechaza acompañar a la 
comunidad internacional en el  cumplimiento del Acuerdo de París referido al cambio climático.
El Presidente argumentó que, más aún,  como si no sobraran las 
amenazas sobre la humanidad y sus deslumbrantes  creaciones, es un hecho
 que se perpetúa y expande el hegemonismo  militar y nuclear, en 
detrimento de la aspiración mayoritaria de los  pueblos a un desarme 
general y completo.
Dijo que Cuba comparte este ideal y,  como prueba de su compromiso, 
"el 31 de enero pasado, se convirtió en el  quinto Estado en ratificar el
 Tratado sobre la Prohibición de las Armas Nucleares”.
Aludió también a la cooperación internacional para la  
protección de los derechos humanos, y planteó que resulta un imperativo,
  pero su manipulación viola los derechos a la paz y a la libre  
determinación de los pueblos.
El Presidente reafirmó que Cuba  rechaza el empleo encubierto de las 
nuevas tecnologías de información y  telecomunicaciones para agredir a 
otros Estados, el uso de las amenazas,  el unilateralismo y las 
presiones, las que han sido utilizadas en la  retórica de los EE.UU., y 
que plantean enormes desafíos dentro de las  propias Naciones Unidas.
En otro momento de su discurso se  cuestionó por qué no acabar de 
concretar el prometido fortalecimiento de  la Asamblea General como 
principal órgano de deliberación, decisión y  representación.
“No debe retrasarse ni impedirse la  reforma del Consejo de 
Seguridad, urgida de ajustarse a los tiempos,  democratizando su 
composición y métodos de trabajo”, pidió.
Citó lo expresado por el Comandante  en Jefe, Fidel Castro, en 
ocasión del aniversario 50 de la ONU, donde  abogó por un mundo sin 
hegemonismo ni armas nucleares, intervencionismo,  racismo ni odios 
religiosos ni ultrajes a la soberanía de los países.
A más de 20 años de esa demanda del  líder histórico, apuntó que 
ninguno de los males enunciados por Fidel ha  tenido cura, sino que han 
empeorado.
Denunció que América Latina es  escenario de persistentes amenazas, 
incompatible con la Proclama de  América Latina y el Caribe como Zona de
 Paz, firmada en La Habana por  los Jefes de Estado y de Gobierno en 
2014, en ocasión de la II Cumbre de  la CELAC.
Criticó a la actual administración  estadounidense, que ha proclamado
 la vigencia de la Doctrina Monroe, y  en un nuevo despliegue de su 
política imperial en la región, ataca con  especial saña a Venezuela.
Díaz-Canel Bermúdez aprovechó para  reiterar el absoluto respaldo a 
la Revolución Bolivariana y Chavista, a  la unión cívico-militar del 
pueblo, y su gobierno legítimo y democrático  conducido por el 
Presidente constitucional Nicolás Maduro.
En tal sentido, rechazó los  intentos de intervención y 
sanción contra Caracas, que buscan asfixiarla  económicamente y dañar a 
las familias venezolanas, en tanto repudió los  llamados a aislar a ese 
país soberano que no hace daño a nadie.
El Presidente cubano expresó  igualmente su repudio a los intentos 
desestabilizadores en Nicaragua y  el encarcelamiento con fines 
políticos del expresidente brasileño Luiz Inacio Lula Da Silva.
Díaz-Canel Bermúdez se solidarizó,  además, con las naciones 
caribeñas que solicitan reparación por las  secuelas de la esclavitud y 
un trato justo, especial y diferenciado, y  reafirmó el compromiso 
histórico con la libre determinación e  independencia de Puerto Rico.
A las muestras de apoyo de Cuba, el  mandatario añadió su apego al 
legítimo reclamo de soberanía de Argentina  sobre las Islas Malvinas, 
Sandwish del Sur y Georgia del Sur.
Reiteró el respaldo a una solución amplia, justa y duradera para el conflicto israelo-palestino, y rechazó la acción unilateral de EE.UU. de establecer su representación diplomática en la ciudad de Jerusalén.
Condenó, a su vez, la barbarie de las  fuerzas israelíes contra la 
población civil en Gaza, mientras que se  solidarizó con el pueblo 
saharaui, y el apoyo a la búsqueda de una  respuesta definitiva a la 
cuestión del Sahara Occidental.
Díaz-Canel Bermúdez manifestó también  el apoyo a la búsqueda de una 
solución pacífica y negociada al  conflicto en Siria, y demandó el 
cumlimiento del acuerdo nuclear con  Irán, además de congratularse por 
el proceso de acercamiento y diálogo  intercoreano.
Al propio tiempo, condenó la  imposición de sanciones unilaterales e 
injustas contra la República  Democrática Popular de Corea y la 
injerencia externa en los asuntos  coreanos, y las violaciones a las 
reglas del comercio internacional y  las medidas punitivas contra China,
 la Unión Europea y otras naciones.
El elemento definitorio de una relación bilateral con EEUU sigue siendo el bloqueo
Sobre las relaciones entre Cuba y Estados Unidos, el Presidente dijo que la
  Casa Blanca mantiene hacia la Isla una retórica agresiva y una 
política  dirigida a subvertir su sistema político, económico, social y 
cultural.
“Contrario a los intereses de ambos  pueblos y cediendo a las 
presiones de sectores minoritarios, se ha  dedicado a fabricar, 
artificialmente y con falsos pretextos, escenarios  de tensión y 
hostilidad que a nadie benefician”, abundó.
Lo anterior, señaló, contrasta con el  hecho de que las dos naciones 
poseen relaciones diplomáticas formales y  programas de cooperación 
mutuamente beneficiosos en un grupo limitado  de áreas.
Recordó que ambos pueblos disfrutan  de vínculos históricos y 
culturales cada vez más cercanos, con expresión  en las artes, el 
deporte, las ciencias, el medio ambiente, entre otros.
Destacó que las  potencialidades para una relación comercial 
fluida son reconocidas, y un  entendimiento genuino y respetuoso 
beneficiaría los intereses de la  región.
Sin embargo, apuntó, el elemento  definitorio de una relación 
bilateral sigue siendo el bloqueo, que  pretende estrangular la economía
 cubana con el propósito de generar  penuria y alterar el orden 
constitucional.
“Se trata de una política cruel que  castiga a las familias cubanas y
 a toda la nación. Consiste en el  sistema de sanciones económico más 
abarcador y prolongado aplicado jamás  contra país alguno, y ha 
constituido, y sigue siendo, un obstáculo  fundamental al desarrollo del
 país y a la realización de las  aspiraciones de progreso y bienestar de
 varias generaciones de cubanos”,  añadió.
El bloqueo daña gravemente también, por su aplicación extraterritorial, la soberanía e intereses de todos los países.
En nombre del pueblo cubano agradeció  a la Asamblea General por su 
rechazo casi unánime al bloqueo económico,  comercial y financiero 
impuesto por los Estados Unidos contra Cuba.
Añadió que la actuación de Washington  contra Cuba va más lejos, e 
incluye programas públicos y encubiertos de  grosera intromisión en los 
asuntos internos de la Isla, “fin para el  cual usa decena de millones 
de dólares que son oficialmente aprobados en  su presupuesto”.
Cuba mantiene su disposición de mantener una relación respetuosa y civilizada con el gobierno de EE.UU. sobre la base de la igualdad soberana y el respeto mutuo, dijo Díaz-Canel.
Esa es la voluntad del pueblo cubano y  sabemos que se trata de una 
aspiración compartida por la mayoría de los  ciudadanos estadounidenses y
 particularmente por los ciudadanos cubanos  que residen en ese país, 
sostuvo.
¡Aquí está la Revolución cubana!
El Presidente cubano aseveró que la  Isla continuará reclamando sin 
descanso el fin del cruel bloqueo  económico, comercial y financiero; y 
la devolución del territorio  ocupado por la base ilegal de Guantánamo y
 la compensación justa al  pueblo por los miles de muertos y mutilados, 
así como los daños  económicos ocasionados en tantos años de agresión.
Cuba siempre estará dispuesta a  dialogar desde el respeto y el trato
 entre iguales, nunca realizaremos  concesiones que afecte la soberanía 
nacional, mencionó, al tiempo que  indicó que “no negociaremos nuestros 
principios ni aceptaremos  condicionamientos”.
A pesar del bloqueo, la hostilidad y las acciones de EE.UU. para imponer un cambio de régimen en Cuba, aquí está la Revolución cubana viva y pujante, fiel a sus principios, aludió el Presidente de los Consejos de Estado y de Ministros.
En sus palabras, también sostuvo que  el cambio generacional del 
Gobierno cubano no debe ilusionar a los  adversarios de la Revolución.
“Somos la continuidad, no la ruptura,  Cuba ha ido dando pasos para 
perfeccionar su modelo de desarrollo  económico y social con el objetivo
 de construir una nación soberana,  independiente, socialista, 
democrática, próspera y sostenible; ese es el  camino que escogimos 
libremente”.
El pueblo cubano jamás regresará al  pasado oprobioso del que se 
liberó con los mayores sacrificios tras 150  años de lucha por la 
independencia y la dignidad plenas.
En su discurso,se refirió a que en la  Isla inició un proceso de 
reforma constitucional, ejercicio  genuinamente participativo y 
democrático mediante la discusión de un  proyecto que se aprobará 
finalmente en referendo.
La comunidad internacional podrá contar siempre con la voz sincera de Cuba
Sobre los principios de la política  exterior de la nación, aseguró 
que permanecerán inalterables, y citó al  Primer Secretario del Partido 
Comunista de Cuba, Raúl Castro Ruz, en su  intervención por el 70 
aniversario de las Naciones Unidas, cuando dijo  que “podrá contar 
siempre la comunidad internacional con la sincera voz  de Cuba contra la
 injusticia, la desigualdad, el subdesarrollo, la  discriminación y la 
manipulación y por el establecimiento de un orden  internacional más 
justo y equitativo en cuyo centro se ubique realmente  el ser humano, su
 dignidad y su bienestar”.
La Cuba en la cual hablo hoy es orgullosa continuadora de esa
  política independiente, soberana, fraternal y solidaria con los pobres
  de la tierra productores de las riqueza de la tierra aunque el injusto
  orden global los castigue con la miseria en nombre de palabras como  
democracia, libertad y derechos humanos que los poderosos en la realidad
  han vaciado de contenidos, concluyó.
Intervención del Presidente de los Consejos de Estado y de Ministros de Cuba, Miguel Díaz-Canel, en el debate general del 73º Período de Sesiones de la Asamblea General de Naciones Unidas. Nueva York, 26 de septiembre de 2018.
Señora Presidenta:
Señor Secretario General:
Imposible estar aquí, hablar desde este podio en nombre de Cuba y no 
 evocar momentos históricos de la Asamblea General que lo son también de
  nuestra memoria más entrañable: Fidel Castro, Ernesto Che  
Guevara, Raúl Castro Ruz y el canciller de la dignidad, Raúl Roa, por  
sólo citar los más trascendentes, trajeron hasta aquí, no sólo la voz de
  nuestro pueblo, sino la de otros pueblos latinoamericanos y  
caribeños, africanos, asiáticos, no alineados, con los que hemos  
compartido más de medio siglo de batalla por un orden internacional  
justo, que aún está lejos de alcanzarse.
Es absurdo, pero coherente con la irracionalidad de un mundo en el  
que el 0,7% más rico de la población puede apropiarse del 46% de toda la
  riqueza, mientras el 70% más pobre sólo accede al 2,7% de la misma; 3 
 mil 460 millones de seres humanos sobreviven en la pobreza; 821 
millones  padecen hambre; 758 millones son analfabetos y 844 millones 
carecen de  servicios básicos de agua potable, cifras todas, por cierto,
 que  elaboran y manejan habitualmente los organismos globales, pero que
 al  parecer aún no alcanzan a movilizar suficientemente la conciencia 
de la  llamada comunidad internacional.
Esas realidades señora Presidenta, no son fruto del socialismo, como el Presidente de los Estados Unidos afirmó ayer en esta sala.
  Son consecuencia del capitalismo, especialmente del imperialismo y el 
 neoliberalismo; del egoísmo y la exclusión que acompaña a ese sistema, y
  de un paradigma económico, político, social y cultural que privilegia 
 la acumulación de riqueza en pocas manos a costa de la explotación y  
miseria de las grandes mayorías.
El capitalismo afianzó el colonialismo. Con él nació el  
fascismo, el terrorismo y el apartheid, se extendieron las guerras y  
conflictos, los quebrantamientos de la soberanía y la libre  
determinación de los pueblos; la represión de los trabajadores, las  
minorías, los refugiados y migrantes. Es opuesto a la solidaridad y a la
  participación democrática. Los patrones de producción y  
consumo que le caracterizan promueven el saqueo, el militarismo,  
amenazan a la paz; generan violaciones de los derechos humanos y  
constituyen el mayor peligro para el equilibrio ecológico del planeta y 
 la sobrevivencia de los seres humanos.
Que nadie nos engañe aduciendo que la humanidad no cuenta con  
recursos materiales, financieros y tecnológicos suficientes para  
erradicar la pobreza, el hambre, las enfermedades preveniblesy otros  
flagelos. Lo que no existe es la voluntad política de los países
  industrializados, quienes tienen el deber moral, la responsabilidad  
histórica y recursos abundantes para resolver los problemas globales más
  apremiantes.
La verdad es que al mismo tiempo que se alega insuficiencia de fondos
  para cumplir los objetivos y metas de la Agenda 2030 o enfrentar el  
creciente impacto del cambio climático, en el año 2017 se derrocharon en
  gastos militares 1,74 billones de dólares, la cifra más alta desde el 
 fin de la Guerra Fría.
El cambio climático es otra realidad ineludible y una cuestión de supervivencia para la especie humana,
  en particular para los Pequeños Estados Insulares en Desarrollo.  
Algunos de sus efectos son ya irreversibles. La evidencia científica  
indica un aumento de 1.1 grados Celsius respecto al periodo  
pre-industrial, y que 9 de cada 10 personas respiran aire contaminado.
Sin embargo, Estados Unidos, uno de los principales contaminantes de 
 ayer y de hoy, rechaza acompañar a la comunidad internacional en el  
cumplimiento del Acuerdo de París sobre cambio climático. Compromete así
  la vida misma de las generaciones futuras y la supervivencia de las  
especies, incluida la humana.
Más aún, como si no sobraran las amenazas sobre la humanidad y sus  
deslumbrantes creaciones, es un hecho que se perpetúa y expande el  
hegemonismo militar y nuclear, en detrimento de la aspiración  
mayoritaria de los pueblos a un desarme general y completo, ideal que  
Cuba comparte y, como prueba de su compromiso con este objetivo, el 31  
de enero pasado, se convirtió en el quinto Estado en ratificar el  
Tratado sobre la Prohibición de las Armas Nucleares.
En esta institución que nació de la voluntad humana de superar la  
destrucción dejada por una guerra terrible con el diálogo entre las  
naciones, no es posible callar el peligro que se cierne sobre todos, con
  la exacerbación de conflictos locales, guerras de agresión disfrazadas
  de “intervenciones humanitarias”, derrocamiento por la fuerza de  
gobiernos soberanos, los denominados “golpes suaves”, y la intervención 
 en los asuntos internos de otros Estados, formas recurrentes de  
actuación de algunas potencias, con los más diversos pretextos.
La cooperación internacional para la promoción y protección  
de todos los derechos humanos para todos es un imperativo; pero su  
manipulación discriminatoria y selectiva con pretensiones de dominación,
  viola los derechos a la paz, a la libre determinación y al desarrollo 
 de los pueblos.
Cuba rechaza la militarización del espacio ultraterrestre y del  
ciberespacio, así como el empleo encubierto e ilegal de las tecnologías 
 de la información y las comunicaciones para agredir a otros Estados.
El ejercicio del multilateralismo y el respeto pleno a los principios
  y normas del Derecho Internacional para avanzar hacia un mundo  
multipolar, democrático y equitativo, son requerimientos para garantizar
  la convivencia pacífica, preservar la paz y seguridad internacionales,
 y  encontrar soluciones duraderas a los problemas sistémicos.
Contra esa lógica, el uso de la amenaza y de la fuerza, el  
unilateralismo, las presiones, represalias y sanciones, que caracterizan
  de modo cada vez más frecuente la conducta y la retórica del gobierno 
 estadounidense y su uso abusivo del veto en el Consejo de Seguridad,  
para imponer su agenda política, plantean enormes desafíos y amenazas  
dentro de las propias Naciones Unidas.
¿Por qué no acabamos de concretar el prometido  
fortalecimiento de la Asamblea General como principal órgano de  
deliberación, decisión y representación? No debe retardarse ni 
 impedirsela reforma del Consejo de Seguridad, urgida de ajustarse a los
  tiempos, democratizando su composición y métodos de trabajo.
Hoy venimos a reiterar lo que el Comandante en Jefe de la Revolución 
 Cubana, Fidel Castro Ruz, dijo en ocasión del quincuagésimo aniversario
  de la ONU y que resume la más noble aspiración de la mayoría de la  
Humanidad. Cito:
“Queremos un mundo sin hegemonismos, sin armas nucleares, sin intervencionismos, sin racismo, sin odios nacionales ni religiosos, sin ultrajes a la soberanía de ningún país, con respeto a la independencia y a la libre determinación de los pueblos, sin modelos universales que no consideran para nada las tradiciones y la cultura de todos los componentes de la humanidad, sin crueles bloqueos que matan a hombres, mujeres y niños, jóvenes y ancianos, como bombas atómicas silenciosas”.
Han pasado ya más de 20 años de esa demanda y ninguno de  
aquellos males ha tenido cura, más bien han empeorado. Tenemos todo el  
derecho a preguntar por qué. Y el deber de insistir en la búsqueda de soluciones efectivas y justas.
Señora Presidenta:
“Nuestra América” es hoy escenario de persistentes amenazas,  
incompatibles con la “Proclama de América Latina y el Caribe como Zona  
de Paz”, firmada en La Habana por los Jefes de Estado y Gobierno, en  
2014, en ocasión de la II Cumbre de la Comunidad de Estados  
Latinoamericanos y Caribeños.
La actual administración estadounidense ha proclamado la vigencia de 
 la Doctrina Monroe y en un nuevo despliegue de su política imperial en 
 la región, ataca con especial saña a Venezuela.
En ese amenazador contexto, queremos reiterar nuestro absoluto respaldo a la Revolución Bolivariana y chavista,
  a la unión cívico-militar del pueblo venezolano y a su gobierno  
legítimo y democrático, conducido por el presidente constitucional  
Nicolás Maduro Moros. Rechazamos los intentos de intervención y las  
sanciones contra Venezuela, que buscan asfixiarla económicamente y dañar
  a las familias venezolanas. Repudiamos los llamados a aislar a esa  
nación soberana que no hace daño a nadie.
Rechazamos igualmente los intentos de desestabilizar al gobierno de Nicaragua, un país de paz y donde se han conseguido notables avances sociales, económicos y de seguridad ciudadana en favor de su pueblo.
Denunciamos el encarcelamiento con fines políticos del expresidente Luiz Inácio Lula da Silva, y la decisión de impedir al pueblo votar y elegir a la Presidencia al líder más popular de Brasil.
Nos solidarizamos con las naciones del Caribe que  
solicitan legítima reparación por las horrorosas secuelas de la  
esclavitud así como el trato justo, especial y diferenciado que merecen.
Reafirmamos nuestro compromiso histórico con la libre determinación y la independencia del hermano pueblo de Puerto Rico.
Apoyamos el legítimo reclamo de soberanía de Argentina sobre las Islas Malvinas, Sandwich del Sur y Georgia del Sur.
Reiteramos el apoyo irrestricto a una solución amplia, justa y duradera para el conflicto israelo-palestino,
  sobre la base de la creación de dos Estados, que permita al pueblo  
palestino ejercer el derecho a la libre determinación y a disponer de un
  Estado independiente y soberano en las fronteras anteriores a 1967, 
con  Jerusalén Oriental como su capital. Rechazamos la acción unilateral
 de  Estados Unidos de establecer su representación diplomática en la 
ciudad  de Jerusalén, lo que agudiza aún más las tensiones en la región.
  Condenamos la barbarie de las fuerzas israelíes contra la población  
civil en Gaza.
Reafirmamos nuestra invariable solidaridad con el pueblo saharaui;
  y el apoyo a la búsqueda de una respuesta definitiva a la cuestión del
  Sahara Occidental, que le permita el ejercicio del derecho a la  
autodeterminación y a vivir en paz en su territorio.
Apoyamos la búsqueda de una solución pacífica y negociada a la situación impuesta a Siria,
  sin injerencia externa y con pleno respeto a su soberanía e integridad
  territorial. Rechazamos cualquier intervención directa o indirecta, 
que  se lleve a cabo sin el acuerdo de las autoridades legítimas de ese 
país.
La continuada expansión de la OTAN hacia las fronteras con Rusia provoca serios peligros, agravados por la imposición de sanciones arbitrarias, que rechazamos.
Demandamos el cumplimiento del denominado Acuerdo Nuclear con la República Islámica de Irán.
Damos la bienvenida al proceso de acercamiento y diálogo intercoreano,
  que constituye la vía para el logro de una paz duradera, la  
reconciliación y la estabilidad de la Península Coreana. Al propio  
tiempo, condenamos enérgicamente la imposición de sanciones unilaterales e injustas contra la República Popular Democrática de Corea y la injerencia externa en los asuntos coreanos.
Las violaciones de las reglas del comercio internacional y las medidas punitivas contra China, también contra la Unión Europea y otros países tendrán dañinas consecuencias, en especial para los Estados en desarrollo.
Abogamos por el diálogo y la concertación, gracias a lo cual podemos informar hoy que el Acuerdo de Diálogo Político y Cooperación entre la Unión Europea y Cuba ha entrado provisionalmente en vigor y constituye una buena base para desarrollar los provechosos vínculos entre las partes.
Señora Presidenta:
El gobierno de los Estados Unidos mantiene hacia Cuba una retórica  
agresiva y una política dirigida a subvertir el sistema político,  
económico, social y cultural de mi país.
Contrario a los intereses de ambos pueblos y cediendo a las  
presiones de sectores minoritarios, el gobierno de Estados Unidos se ha 
 dedicado a fabricar artificialmente, con falsos pretextos, escenarios 
de  tensión y hostilidad que a nadie benefician.
Ello contrasta con el hecho de que mantenemos relaciones diplomáticas
  formales y programas de cooperación mutuamente beneficiosos, en un  
grupo limitado de áreas.
Entre nuestros pueblos disfrutamos de vínculos históricos y  
culturales cada vez más cercanos, con expresiones en las artes, el  
deporte, las ciencias, el medio ambiente, entre otros. Las  
potencialidades para una relación comercial fluida son conocidas y un  
entendimiento genuino y respetuoso beneficiaría los intereses de toda la
  región.
Sin embargo, el elemento esencial y definitorio de la  
relación bilateral sigue siendo el bloqueo, que pretende estrangular la 
 economía cubana, con el propósito de generar penuria y alterar el orden
  constitucional. Se trata de una política cruel, que castiga a las familias cubanas y a toda la Nación.
Consiste en el sistema de sanciones económicas más abarcador y  
prolongado que se haya aplicado jamás contra país alguno. Ha constituido
  y sigue siendo un obstáculo fundamental al desarrollo del país y a la 
 realización de las aspiraciones de progreso y bienestar de varias  
generaciones de cubanos.
Como se ha dicho por tantos años en este mismo escenario, el bloqueo 
 daña gravemente también, por su agresiva aplicación extraterritorial, 
la  soberanía y los intereses de todos los países.
En nombre del pueblo cubano, agradezco a esta Asamblea  
General por su rechazo casi unánime al bloqueo económico, comercial y  
financiero impuesto por Estados Unidos contra mi país.
Pero la actuación del gobierno de los Estados Unidos contra Cuba va  
más lejos. Incluye programas públicos y encubiertos de grosera  
intromisión en nuestros asuntos internos, fin para el cual utiliza  
decenas de millones de dólares que son oficialmente aprobados en su  
presupuesto, en violación de las normas y principios sobre los que  
descansa esta Organización y en particular, de la soberanía de Cuba como
  nación independiente.
Cuba mantiene la disposición de desarrollar una relación  
respetuosa y civilizada con el gobierno de los Estados Unidos, sobre la 
 base de la igualdad soberana y el respeto mutuo. Esa es la  
voluntad del pueblo cubano y sabemos que se trata de una aspiración  
compartida por la mayoría de los ciudadanos estadounidenses y,  
particularmente, por los cubanos que residen en ese país.
Seguiremos reclamando sin descanso, el fin del cruel bloqueo  
económico, comercial y financiero, la devolución del territorio  
ilegalmente ocupado por la Base Naval norteamericana en Guantánamo y la 
 compensación justa a nuestro pueblo por los miles de muertos y 
mutilados  y por el daño económico y material ocasionado en tantos años 
de  agresión.
Cuba siempre estará dispuesta a dialogar y a cooperar desde el respeto y el trato entre iguales.
  Nunca realizaremos concesiones que afecten la soberanía e 
independencia  nacional, no negociaremos nuestros principios, ni 
aceptaremos  condicionamientos.
A pesar del bloqueo, la hostilidad y las acciones que ejecuta Estados Unidos para imponer un cambio de régimen en Cuba, ¡aquí está la Revolución Cubana, viva y pujante, fiel a sus principios!
Señora Presidenta:
El cambio generacional en nuestro gobierno no debe ilusionar a
  los adversarios de la Revolución. Somos la continuidad, no la ruptura.
  Cuba ha proseguido dando pasos para perfeccionar su modelo de  
desarrollo económico y social, con el objetivo de construir una nación  
soberana, independiente, socialista, democrática, próspera y sostenible.
  Ese es el camino que escogimos libremente.
El pueblo cubano jamás regresará al pasado oprobioso del que se  
liberó con los mayores sacrificios, durante 150 años de lucha por la  
independencia y la dignidad plena. Por decisión de la abrumadora mayoría de las cubanas y los cubanos, daremos continuidad a la obra emprendida casi 60 años atrás.
Con esa convicción, comenzamos un proceso de reforma de la  
Constitución, ejercicio genuinamente participativo y democrático,  
mediante discusión popular del proyecto que se aprobará finalmente en  
referendo. Tengo la convicción de que no habrá cambios en  
nuestros objetivos estratégicos y que el carácter irrevocable del  
socialismo será ratificado.
Los principios de nuestra política exterior permanecerán inalterables.
 Como expresara el Primer Secretario de nuestro Partido, Raúl Castro  
Ruz, en su intervención en ocasión del 70 Aniversario de la Organización
  de las Naciones Unidas, y cito: “podrá contar siempre la comunidad  
internacional con la sincera voz de Cuba frente a la injusticia, la  
desigualdad, el subdesarrollo, la discriminaciónylamanipulación; y por  
el establecimiento de un orden internacional más justo y equitativo, en 
 cuyo centro se ubique, realmente, el ser humano, su dignidad y  
bienestar”.
La Cuba en nombre de la cual hablo hoy es orgullosa  
continuadora de esa política independiente, soberana, fraternal y  
solidaria con los pobres de la tierra, productores de toda la  
riqueza del planeta, aunque el injusto orden global los castigue con la 
 miseria, en nombre de palabras como democracia, libertad y derechos  
humanos, que los poderosos en la realidad han vaciado de contenido.
Ha sido emocionante hablar en la misma tribuna donde 58 años 
 atrás Fidel expresó verdades tan poderosas que todavía nos estremecen  
frente a los representantes de las más de 190 naciones que, rechazando  
chantajes y presiones, cada año llenan la pizarra de votaciones de  
dignos símbolos verdes de aprobación a nuestra demanda de fin del  
bloqueo.
Me despido con la esperanza de que las nobles aspiraciones de la  
mayoría de la Humanidad terminen por realizarse antes de que nuevas  
generaciones vengan a ocupar este podio reclamando lo mismo que hoy  
reclamamos nosotros y ayer reclamaron nuestros históricos predecesores.
Muchas gracias.
 
 
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