ASOMBROSAMENTE
Lucía Etxebarria ha acusado a Pablo Neruda de machista. Ella,
acusada con pruebas fehacientes de plagiaria en verso (Estación
de infierno) y
en prosa (Amor,
curiosidad, prozac y dudas),
califica de machista el decimoquinto de los Veinte
poemas de amor y una canción desesperada, uno
de los más populares del conjunto, glosado y hasta plagiado muchas
veces, que aprenden de memoria los jóvenes enamorados hablantes en
castellano, y yo lo recuerdo todavía, cuando ni soy joven ni estoy
enamorado.
Lo cuenta el diario El
Dínamo, editado en
el municipio de Providencia (Santiago de Chile), fechado el 11 de
abril de 2018. La actriz Leticia Dolera propuso a través de Twitter
que se indicaran los poemas de contenido machista incluidos en los
programas escolares, para solicitar su revisión. La plagiaria
convicta Lucía Etxebarria respondió a la invitación con este
mensaje así escrito: “El famoso ‘me gustas cuando callas porque
estás cómo ausente’ no tiene desperdicio”, así, con tilde en
el adverbio relativo, que cualquier estudiante de parvulario sabe que
no la tiene. Lo que sí tiene la premiada escritora y profesora es
una incultura soberbia.
Ese poema estuvo dedicado a
uno de los amores de juventud, Albertina Rosa Azócar, a la que amaba
fogosamente, según demuestra la correspondencia de aquel tiempo,
publicada precisamente en Madrid en 1975 por la editorial Rodas, con
el título Cartas de
amor de Pablo Neruda.
Los dos enamorados eran pobres y se hallaban distanciados
geográficamente, así que su amor no tuvo un final románticamente
feliz. Además, a la familia de la muchacha no le inspiraba simpatía
el entonces bohemio escritor. Nada de machismo puede encontrarse en
estas 111 amorosas cartas, que con seguridad Lucía Etxebarria
desconoce.
El decimoquinto de los
Veinte poemas de
amor describe esa
realidad: “y me oyes desde lejos, y mi voz no te toca”, debido a
la separación. Ella le oía en la distancia al leer sus cartas, pero
aquella voz estaba escrita, no sonaba en el aire. Por eso tampoco él
podía escuchar lo que Albertina pensaba: “Tu silencio es de
estrella, tan lejano y sencillo”, lejano como las estrellas
celestes, y sencillo porque se refería a un solo tema, el amor. Es
inimaginable descubrir machismo en el silencio.
Como si estuviera muerta
Era un amor intenso volcado
solamente en la escritura de cartas y poemas. Tan separados se
encontraban que al joven Neruda le parecía que su amada estaba
muerta: “Distante y dolorosa como si hubieras muerto”, escribió
en un lamento angustiado, ya que no era factible el encuentro físico,
por hallarse cada uno de los enamorados en un lugar distinto, y sin
esperanzas de conseguir enseguida un encuentro. Sin embargo, aunque
equiparase la lejanía de la amada con su muerte, saber que eso no
era cierto, sino que vivía y le aguardaba, le permitía sentirse
alegre y esperanzado, por imaginar que alguna vez se solucionaría el
problema, según advierte el verso final: “Y estoy alegre, alegre
de que no sea cierto.”
Fue un amor adolescente
concluido en la desesperación, como relata la canción final.
Solamente una persona perversa puede calificar de machista esta
historia de amor puro, irrealizable debido a las circunstancias en
que se hallaba la pareja. Aunque Neruda otras veces fue un gran poeta
erótico, según corresponde a un gran amador real, en este poema no
se aprecia ningún deseo carnal, sino espiritual, como acertadamente
describen dos versos: “Mariposa de sueño, te pareces a mi alma, /
y te pareces a la palabra melancolía.” El alma, por ser
inmaterial, se halla incapacitada para albergar sentimientos
lujuriosos, y el poeta la compara con una mariposa, el ser vivo más
etéreo de los existentes. Ni siquiera le bastó con fijarla en esa
imagen, sino que además la hizo más ingrávida todavía,
calificándola de “Mariposa de sueño”, una entelequia irreal,
una quimera lírica.
Por todo ello esa
ambientación conduce a resumir la imagen ausente de la amada en una
palabra, muy gustosa para los románticos, y este libro primerizo de
Neruda se encuentra dominado por el romanticismo, palabra dilapidada
por sus herederos los modernistas: “y te pareces a la palabra
melancolía.” No comprendo cómo ninguna mente descerebrada es
capaz de atreverse a identificar la melancolía con el machismo. Para
cualquier ser razonador parecen términos incompatibles. Pero si
Lucía Etxebarria fuera capaz de razonar sabría que es un delito
plagiar a otros escritores, como hace ella en prosa y en verso, según
está documentado.
El
escritor es un ser humano
Las personas que han
respondido a su disparate, según publica El
Dínamo, se dividen
en dos grupos: uno la insulta por su estupidez, aunque sin
demostrarla, como pretende aclarar esta nota, y el otro la apoya,
basándose en la vida privada del poeta, que estuvo unido a varias
mujeres sucesivas, y en algún momento a la vez. Eso es histórico, y
para relacionarse con una nueva debió separarse de la anterior.
Aceptemos que esa actitud es machista, pero lo será el poeta, no su
poesía. Lo que importa de un escritor es su escritura, de un músico
su música, de un pintor su pintura, no su vida privada, sometida al
cotilleo de los envidiosos.
Seguro que Lucía
Etxebarria quiere quemar toda la obra de Shakespeare, porque se
comportó de una manera que ella calificará de machista, y puede que
con razón, respecto a su legítima esposa. Sin embargo, la obra de
Shakespeare resiste al tiempo, sus tragedias nos emocionan, sus
sonetos nos maravillan, y a los espectadores y a los lectores nos
tienen sin cuidado los líos de alcoba protagonizados por su autor.
En cambio, los plagios de Lucía Etxebarria son ya una miseria
ridícula.
Conviene que nos preguntemos
por qué la escritura de Pablo Neruda encuentra tantos detractores, y
la respuesta se ve también en los comentarios a su mensaje
publicados en El
Dínamo. Lo que
molesta a mucha gente, del jaez de Lucía Etxebarria, es que Neruda
fuese el más grande cantor de la Revolución Soviética en lengua
castellana. Lo dijo él mismo en un resumen general de su vida: “Nací
para cantar a Stalingrado”, y a todo lo que representó la Unión
Soviética, que liberó a Europa del horror nazi. No le perdonan que
pusiera su escritura al servicio de la Revolución, y permaneciera
fiel a su ideario hasta su muerte ejemplar, cuando su patria caía
bajo el terror del fascismo militar que allanó su casa para
asesinarle, sin conseguirlo porque había muerto a causa del dolor
promovido por el golpe de Estado. Aquel momento parecía una
representación de la canción
desperada en su
tremendo final: “Es la hora de partir. Oh abandonado!”
Cuando se confunde la
escritura con la biografía, se cae en disparates como el perpetrado
por Lucía Etxebarria, y secundado por algunos de los que
respondieron a su mensaje. Un escritor es un ser humano, dominado por
las miserias inevitables en nuestra condición. Ni Shakespeare ni
Neruda fueron ángeles, sino hombres, que han dejado a la posteridad
sendas 0bras literarias admirables. Eso es único valioso que debe
interesarnos, y no espiar por un agujero histórico para comprobar
con quién compartían la cama.
¡Llibertat presos polítics!
Notas.
* Arturo del Villar es Presidente del Colectivo Republica Tercer Milenio.
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