18 de abril de 2023

Cesar Vallejo, la voz de los Andes contra el fascismo.

 

Por Esteban Zúñiga

 
FALLECIMIENTO DEL POETA COMUNISTA CÉSAR VALLEJO.
 
TESTIGO DE LA LUCHA DEL PUEBLO ESPAÑOL CONTRA EL FASCISMO Y LA REACCIÓN.
 
"Por primera vez, la razón de una guerra cesa de ser una razón de Estado, para ser la expresión, directa e inmediata, del interés del pueblo y de su instinto histórico, manifestados al aire libre y como a boca de jarro. Por primera vez se hace una guerra por voluntad espontánea del pueblo y, por primera vez, en fin, es el pueblo mismo, son los transeúntes y no ya los soldados, quienes sin coerción del estado, sin capitanes, sin espíritu ni organización militares, sin armas ni kepis, corren al encuentro del enemigo y mueren por una causa clara, definida, despojada de nieblas oficiales más o menos inconfesables." 
(César Vallejo. "Los enunciados populares de la guerra española").
 
En la mañana del 15 de abril de 1938 -hace 85 años-, fallecería en la Clínica del Boulevard de París, donde había ingresado extremadamente grave tres semanas antes, el poeta peruano y comunista CÉSAR VALLEJO, a causa de la reactivación del paludismo que había padecido cuando era niño. 
 
Muerte que siempre se ha dicho que él había anticipado en unos versos de su poema "Piedra negra sobre piedra blanca", que formaría parte de su libro póstumo "Poemas humanos":
 
"Me moriré en País con aguacero,
un día del cual tengo ya el recuerdo.
Me moriré en París -y no me corro-
tal vez un jueves, como es hoy, de otoño."
 
Porque, aunque era verdad que llovía sobre París, no era jueves sino viernes santo y no era otoño en París, aunque sí en su Perú natal.
 
En el año 1923, siendo incomprendido y atacado por el estilo de su producción poética en su Perú natal, resolvería viajar a Europa, fijando su residencia en París, donde moraría la mayor parte de su autoexilio, pasando también a vivir alguna temporada en Madrid y viajar en tres ocasiones a Moscú. Viviendo siempre entre estrecheces económicas siendo su principal fuente de ingresos la corresponsalía para diversos periódicos.
 
Su relación con España se iniciaría en 1925 al conseguir una beca de estudios, donde estaría durante dos años. Para volver cuatro años después, en la primera parte del año 1931 tras ser expulsado del territorio galo por repartir propaganda comunista, tras haber abrazado la ideología marxista.
 
Viviendo en Madrid, sería testigo del derrocamiento de la monarquía y de la proclamación de la II República español el 14 de abril de 1931. Año en el que publicaría dos obras editadas en Madrid, "El tungsteno" (1931) y un libro de crónicas soviéticas titulado "Rusia 1931. Reflexiones al pie del Kremlin" (1931), que tendría un gran éxito editorial. 
 
Se afiliaría, en 1932, al Partido Comunista de España (PCE) y entablaría relación y conocimiento, bajo el impulso de la instauración de la República, con otros intelectuales y poetas como Antonio Machado, Federico García Lorca y Rafael Alberti.
 
En 1932, tras ser amnistiado, volvería a París.
 
Al producirse el fallido golpe de Estado contra la República el 18 de julio de 1936, volvería a España, participando activamente en el Frente de Madrid en apoyo a los milicianos y a los brigadistas internacionales, defendiendo , tanto con su acción como con su palabra, la causa republicana. Destacando en sus escritos, que escondían su apoyo al pueblo español sumido en una guerra total y cruel, las arengas en las que dibujaría el sacrificio y las luchas épicas de los combatientes obreros.
 
Con la esperanza en la victoria contra el fascismo y la reacción. En un clima lleno de emotividad ante los bombardeos fascistas que cubrían las calles de muertos y heridos, los cuales quedarían, especialmente plasmados, en un poemario titulado "España, aparta de mi este cáliz".
 
En julio de 1937 volvería a España para participar, como delegado de Perú, en el II Congreso Internacional de Escritores en Defensa de la Cultura -de marcado carácter antifascista- que se inauguraría en Valencia, para después seguir en otras sedes como Madrid, Barcelona y, finalmente, París. 
 
Difundiendo en su discurso su reclamación de que nadie se podía sentir ajeno y mudo ante el drama que estaba sufriendo el pueblo español:
 
"Por desgracia, la conciencia de la responsabilidad profesional del escritor no está bastante desenvuelta entre la mayoría de los escritores del mundo. La mayor parte de los escritores están al lado del fascismo porque carecen de esta conciencia profesional, de esta conciencia de su acción histórica; pero nosotros tenemos de nuestro lado lo mejor del pensamiento del mundo, lo mejor en calidad. La prueba es que los mejores escritores, de mayor valor intrínseco han venido a este Congreso a manifestar su adhesión a la causa del pueblo español.
 
Otra prueba de que la conciencia de la responsabilidad del escritor no está bastante desarrollada es que en las horas difíciles por que atraviesan los pueblos, la mayor parte de los escritores se callan ante las persecuciones de los gobernantes imperantes; nadie pronuncia una palabra en contra y, esta es un actitud muy cómoda. De desear sería que en nuestras horas de lucha en que la policía, la fuerza armada, están amenazando la vida, la actividad de los escritores y del pueblo entero, que estos escritores levanten su voz en estas horas y que tengan el valor de protestar de esta tiranía, de esta actitud."
 
Tras pasar por Barcelona, Valencia, Jaén y el Frente de Madrid, volvería a París, donde fundaría un comité de Apoyo a la República española, causa que siempre tendría presente, y que en su agonía sus últimas palabras irían dirigidas a su querida España: "España... me voy a España."
 
Entre los meses de septiembre, octubre y noviembre de 1937, escribiría bastantes poemas dedicados a la guerra en España y a sus protagonistas republicanos, poemas dotados de gran fuerza y dramatismo, y que serían publicados, póstumamente, en dos libros: "Poemas humanos" y "España, aparta de mí este cáliz".
 
Un libro éste último, "España, aparte de mí este cáliz", publicado en Lima (Perú) en 1939, por iniciativa de su mujer, que constaría de quince poemas, de los cuáles, los que figuran entre paréntesis no tienen título, significados por los primeros versos:
 
I.- "Himno a los voluntarios de la República".
II.- "Batallas".
III.- ("Solía escribir con su dedo grande en el aire...").
IV.- ("Los mendigos pelean por España...").
V.- "Imagen española de la muerte".
VI.- "Cortejo tras la toma de Bilbao".
VII.- ("Varios días al aire, compañeros...").
VIII.- ("Aquí, Ramón Collar...").
IX.- "Pequeño responso a un héroe de la República".
X.- "Invierno en la batalla de Teruel".
XI.- ("Miré el cadáver, su raudo orden visible...").
XII.- "Masa".
XIII.- "Redoble fúnebre a los escombros de Durango".
XIV.- "¡Cuídate, España. de tu propia España!".
XV.- "España, aparta de mí este cáliz".
 
A continuación, transcribimos el poema titulado "BATALLAS", donde hace un especial referencia a los sufrimientos de los pueblos extremeño y malagueño, receptores, por su significación antifascista y proletaria, de la sangrienta venganza del fascismo y de la reacción.
 
BATALLAS
 
Hombre de Extremadura,
oigo bajo tu pie el humo del lobo,
el humo de la especie,
el humo del niño,
el humo solitario de dos trigos,
el humo de Ginebra, el humo de Roma, el humo de Berlín
y el de París y el humo de tu apéndice penoso
y el humo que, al fin, sale tu futuro.
 
¡Oh vida! ¡oh tierra! ¡oh España!
¡Onzas de sangre
metros de sangre, líquidos de sangre,
sangre a caballo, a pie, mural, sin diámetro,
sangre de cuatro en cuatro, sangre de agua
y sangre muerta de la sangre viva!
 
Extremeño, ¡oh, no ser aún ese hombre
por el que te mató la vida y te parió la muerte
y quedarse tan solo a verte así, desde este lobo,
cómo sigue arando en nuestros pechos!
 
¡Extremeño, conoces
el secreto de dos voces, popular y táctil,
del cereal: ¡qué nada vale tanto
como una gran raíz en trance de otra!
 
¡Extremeño acodado, representando al alma en su retiro,
acodado a mirar
el caber de una vida en una muerte!
 
¡Extremeño, y no haber tierra que hubiere
el peso de tu arado, ni más mundo
que el color de tu yugo entre dos épocas; no haber
el orden de tus póstumos ganados!
 
¡Extremeño, dejásteme
verte desde este lobo, padecer,
pelear por todos y pelear
para que el individuo sea un hombre,
para que los señores sean hombres,
para que todo el mundo sea un hombre, y para
que hasta los animales sean hombres,
el caballo, un hombre,
el reptil, un hombre,
el buitre, un hombre honesto,
la mosca, un hombre, y el olivo, un hombre
y hasta el ribazo, un hombre
y el mismo cielo, todo un hombrecito!
 
Luego, retrocediendo desde Talavera,
en grupos de a uno, armados de hambre, en masas de a uno,
armados de pecho hasta la frente,
sin aviones, sin guerra, sin rencor,
el perder a la espalda
y el ganar
más abajo del plomo, heridos mortalmente de honor,
locos de polvo, el brazo al pie,
amando por las malas,
ganando en español toda la tierra,
retroceder aún, y no saber
dónde poner su España,
dónde ocultar su beso de orbe,
dónde plantar su olivo de bolsillo!
 
Más de aquí, más tarde,
desde el punto de vista de esta tierra,
desde el duelo al que fluye el bien satánico,
se ve la gran batalla de Guernica.
 
¡Lid a priori, fuera de la cuenta,
lid en paz, lid de las almas débiles
contra los cuerpos débiles, lid en que el niño pega,
sin que le diga nadie que pegara,
bajo su atroz diptongo
y bajo su habilísimo pañal,
y en que la madre pega con su grito, 
con el dorso de una lágrima
y en que el enfermo pega con su mal, 
con su pastilla y su hijo,
y en el que el anciano pega,
con sus canas, sus siglos y su palo,
y el que pega el presbítero con dios!
 
¡Tácitos defensores de Guernica!
¡oh débiles! ¡oh suaves ofendidos,
que os eleváis, crecéis,
y llenáis de poderosos débiles el mundo!
 
¡En Madrid, en Bilbao, en Santander,
los cementerios fueron bombardeados,
y los muertos inmortales,
de vigilantes huesos y hombro eterno, de las tumbas,
los muertos inmortales, de sentir, de ver, de oír
tan bajo el mal, tan muertos a los viles agresores,
reanudaron entonces sus penas inconclusas,
acabaron de llorar, acabaron
de esperar, acabaron
de sufrir, acabaron de vivir,
acabaron, en fin, de ser mortales!
 
¡Y la pólvora fue, de pronto, nada,
cruzándose los signos y los sellos,
y la explosión salióle al paso, un paso,
y al vuelo a cuatro patas, otro paso
y al cielo apocalíptico, otro paso
a los siete metales, la unidad,
sencilla, justa, colectiva, eterna.
 
¡Málaga sin padre ni madre,
ni piedrecilla, ni horno, ni perro blanco!
¡Málaga sin defensa, donde nació mi muerte dando pasos
y murió de pasión mi nacimiento!
 
¡Málaga caminando tras de tus pies, en éxodo,
bajo el mal, bajo la cobardía, bajo la historia cóncava,
indecible,
con la yema en tu mano, tierra orgánica
y la clara en la punta del cabello: todo el caos!
 
¡Málaga huyendo
de padre a padre, familiar, de tu hijo a tu hijo,
a lo largo del mar que huye del mar,
a través del metal que huye del plomo,
al ras del suelo que huye de la tierra
y a las órdenes ¡ay!
de la profundidad que te quería!
 
¡Málaga a golpes, a fatídico coágulo, a bandidos, a
infiernazos,
a cielazos,
andando sobre duro vino, en multitud,
sobre la espuma lila, de uno en uno,
sobre el huracán estático y más lila,
y al compás de las cuatro órbitas que aman,
y de las costillas que sé, se matan!
 
¡Málaga de mi sangre diminuta
y mi coloración a gran distancia,
la vida sigue con el tambor a tus honores alazanes,
con cohetes, a tus niños eternos
y con silencio a tu último tambor,
con nada, a tu alma,
y con más nada, a tu esternón genial!
 
¡Málaga no te vayas con tu nombre!
 
¡Que si te vas,
te vas toda, 
hacia ti, infinitamente toda, en son total,
concorde con tu tamaño fijo en que me aloco,
con tu suela feraz y su agujero,
y tu navaja antigua atada a tu hoz enferma,
y tu matadero atado a un martillo!
 
¡Málaga literal y malagueña,
huyendo a Egipto, puesto que estás clavada,
alargando en sufrimiento idéntico tu danza,
resolviéndose en ti el volumen de la esfera,
perdiendo tu botijo, tus cánticos, huyendo
con tu España exterior y tu orbe innato!
 
¡Málaga por derecho propio
y en el jardín biológico, más Málaga!
 
¡Málaga en virtud
del camino, en atención al lobo que te sigue
y en razón de lobezno que te espera!
 
¡Málaga, que estoy llorando!
 
¡Málaga, que lloro y lloro!
 
 
CÉSAR VALLEJO

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