6 de julio de 2021

Crítica de los comunistas albaneses a la experiencia soviética (1)

Después de la publicación de «La restauración del capitalismo en la URSS» y «Crítica del Partido Comunista de China sobre la experiencia soviética», completamos la trilogía de estudio en la que ha estado embarcada la Asociación de Amistad Hispano-Soviética durante el curso pasado empezando a publicar este trabajo sobre la «Crítica de los comunistas albaneses a la experiencia soviética». Lo editaremos en tres partes: en la primera, se incluye la Introducción y el primer capítulo titulado «Albania, Yugoslavia y los consejos de Stalin»; la segunda parte, se corresponderá con el segundo capítulo, «Proceso de deterioro de las relaciones con la URSS (1956-1961); y la tercera estará compuesta del tercer capítulo, «Después de la ruptura: crítica a la experiencia soviética», unas palabras finales y la bibliografía. En esta primera entrada incluimos el índice para que se tenga como una referencia completa del trabajo.

ÍNDICE:

Introducción.

I. Albania, Yugoslavia y los consejos de Stalin.                                                  

Las relaciones con Yugoslavia.                                                                              

Los consejos de Stalin.                                                                                                       

Revisión de Jruschov de la condena a Yugoslavia.                                               

II. Proceso de deterioro de las relaciones con la URSS (1956-1961).                

El XX Congreso del PCUS (1956).                                                                         

Los desacuerdos se acentúan por la cuestión yugoslava.                                      

En discurso en la Conferencia de Partidos Comunistas y Obreros de 1960.                   

La ruptura y el XXII Congreso del PCUS.                                                            

III. Después de la ruptura: crítica a la experiencia soviética.                            

El plan de Jruschov.                                                                                               

Los revisionistas modernos siguen los pasos de la socialdemocracia.                              

El revisionismo moderno como peligro y enemigo principal del M.C.I.               

Causas de la degeneración de la URSS.                                                                 

¿Socialimperialismo y socialfascismo?                                                                  

La independencia nacional y el apoyo en sus propias fuerzas.                             

Dos cuestiones finales.                                                                                           

Bibliografía.                                                                                                           

INTRODUCCIÓN

La experiencia soviética es de una extraordinaria riqueza para toda la clase obrera internacional y su estudio puede representar una enorme fuente de aprendizaje para los comunistas, para toda la vanguardia de nuestra clase, en el camino de la revolución y de la necesaria históricamente construcción del socialismo. El estudio de la historia del socialismo en la Unión Soviética nos enseña que en su proceso de desarrollo se produjeron saltos cualitativos de progreso fundamentales, pero también otros involutivos que produjeron un proceso de transición hacia el capitalismo. La lucha de clases interna, principalmente, aunque también la lucha de clases internacional, tuvieron un papel determinante. Estas contradicciones tienen su reflejo a nivel teórico y político, en la búsqueda práctica de los intereses del proletariado y la confrontación con los intereses de otras clases o capas sociales, que pueden ser directamente fuerzas histórica y socialmente antagónicas, o, incluso, aliados en la construcción del socialismo, que en momentos determinantes separan sus intereses de los de la clase obrera y se convierten, aunque sea parcial o temporalmente, en posiciones antagónicas. 

Creemos que estas cuestiones son muy necesarias estudiarlas, no solamente para averiguar qué posiciones políticas dentro del Partido Comunista se tornan en revisionistas, se apartan del marxismo-leninismo, en una realidad concreta determinada, sino, por qué lo hacen y a qué clase o capa social representan. Llegar a conclusiones sobre estas cuestiones puede ser muy importante para poder desarrollar una línea estratégica marxista-leninista y unas adecuadas tácticas en cada momento que conduzcan al proletariado hacia el socialismo, desarrollen la dictadura del proletariado con las máximas garantías de triunfo y lleven a la humanidad hacia el comunismo. Esto tendrá que ser tarea no solamente de un grupo de ‘estudiosos’ de la Unión Soviética, sino del conjunto de las fuerzas comunistas en movimiento hacia su unificación.

Pero la historia de la URSS no es solamente su propio desarrollo, sino también la crítica hacia el mismo dentro del movimiento comunista internacional. La lucha contra todo tipo de oportunismo político y contra todo tipo de revisionismo ideológico es una constante necesaria en los partidos comunistas y en el marxismo-leninismo. El triunfo de las posiciones revisionistas en la URSS en los años ’50, provocó la nefasta división del movimiento comunista internacional y la caída en un largo proceso de transición que condujo hacia el capitalismo en la Unión Soviética y en todos los países socialistas de Europa. La crítica realizada por los comunistas chinos y los comunistas albaneses a la desviación revisionista que se desarrollaba en la dirección soviética tuvo una gran importancia para los comunistas de todo el mundo. También es aleccionadora para el período actual, sobre todo para analizar la esencia del triunfo revisionista, sus contenidos, sus influencias, los aciertos de las críticas, las posibles exageraciones y las posibles desviaciones.

En este trabajo nos limitaremos a analizar modestamente las diversas críticas de los comunistas albaneses a la experiencia soviética. Por desgracia no podremos adentrarnos en el interesante análisis de la experiencia de la República Popular de Albania[1], solamente podremos dar unas pinceladas en el desarrollo que creemos que pudieron influir en el posicionamiento en la lucha contra el revisionismo soviético. Las críticas de los comunistas albaneses a la experiencia soviética tienen un indudable valor, no tienen la intensidad teórica expuesta por los comunistas chinos, pero aun así afrontaron una necesidad, sobre todo en los primeros años de la década de los ’60. Quizás después se volvieron en ciertos casos más escolásticas, más desviadas del materialismo dialéctico. No está de más recordar que los comunistas albaneses y la República Popular de Albania desarrollaron su historia envueltos, en lo que podríamos llamar, las tres rupturas, basadas las tres en la lucha por la soberanía y la lucha contra el imperialismo y el revisionismo: primera, proceso de amistad y ruptura con Yugoslavia; segunda, proceso de amistad y ruptura con la Unión Soviética; y, tercera, proceso de amistad y ruptura con China.

Las críticas chinas y albanesas, cuando actuaban como aliados, provocaron rupturas anti-revisionistas en partidos comunistas a lo largo de todo el mundo. Tras la ruptura entre chinos y albaneses, también se produjeron nuevas rupturas entre maoístas y pro-albaneses. Hoy en día continúa habiendo, por ejemplo, en nuestro país, diversas organizaciones de activistas comunistas que reclaman la herencia anti-revisionista de los comunistas albaneses y de Enver Hoxha, y que seguro que tienen mucho que aportar a una próxima reconstitución comunista en España.

La Albania socialista, a pesar de la lucha sin cuartel por la ‘pureza’[2] del marxismo-leninismo, incluso poniéndose ellos mismos como ejemplo de construcción del socialismo, volvió al capitalismo a principios de los años ’90, en el mismo proceso de caída del socialismo en toda Europa oriental: en 1989 se abre a las inversiones extranjeras, empiezan relaciones con USA y URSS; en 1990, abandona el monopolio del comercio exterior, se autorizan los partidos políticos; en 1991, se suspende la constitución de 1976, elimina las palabras ‘Popular’ y ‘Socialista’ del nombre del país, último gobierno del PTA, el cual cambia de nombre a Partido Socialista y renuncia al marxismo.

En este trabajo no analizaremos el proceso de ‘caída’ de Albania, ni tampoco hablaremos de la ruptura con China. Nos limitamos a comentar las críticas que realizan a la Unión Soviética y su experiencia en diversos períodos y cómo evolucionan las mismas, aunque para eso vimos necesario realizar un capítulo conciso que hablase sin mucho detalle de las relaciones entre Albania y Yugoslavia, puesto que pensamos que tiene relación con la posterior evolución. De antemano pedimos disculpas a los lectores por las largas citas que utilizamos, que, indudablemente, hacen más espesa la lectura, pero creímos necesario efectuar esta práctica en la exposición para intentar no desfigurar, en la medida de lo posible y de nuestro conocimiento, las opiniones de los comunistas albaneses sobre la Unión Soviética.

I

ALBANIA, YUGOSLAVIA Y LOS CONSEJOS DE STALIN

Con el apoyo del Partido Comunista de Yugoslavia, en 1941, en guerra mundial y plena invasión y colonización de Albania por parte de la Italia fascista, se crea el Partido Comunista de Albania, resultado de la unificación de los tres grupos comunistas albaneses: el grupo de Skodra, el grupo de Korce y el “grupo de los jóvenes”. Enver Hoxha fue elegido Secretario General provisional del Partido. A partir de ahí, hubo una muy importante colaboración entre los comunistas yugoslavos y los comunistas albaneses, primero durante la guerra de liberación y, posteriormente, en los primeros años de la revolución antimperialista y socialista albanesa. De hecho, tanto el Frente Democrático y el Consejo Antifascista de Liberación Nacional de Albania, se crearon de forma semejante y con la influencia de Yugoslavia. Durante la lucha de liberación, primero frente a los fascistas italianos y, después, frente a la invasión de los nazis alemanes, el Partido Comunista se ganó a la mayoría de las masas y con el apoyo de éstas consiguió vencer las resistencias de otros grupos guerrilleros burgueses, nacionalistas y colaboracionistas con los alemanes, y tomar el poder. Las relaciones con Yugoslavia y su influencia fueron claves en los primeros años de la historia de la República Popular de Albania, hasta la ruptura en 1948.

Las relaciones con Yugoslavia

El nuevo gobierno dirigido por los comunistas tenía después de la guerra una complicada labor para poder reconstruir y desarrollar un país muy poco desarrollado, con una mayoría aplastante de campesinos y con muchos restos de feudalismo. Para conseguirlo, la ayuda yugoslava, tanto económica, como con técnicos, era fundamental. En 1945 llegan las primeras ayudas. Posteriormente, en 1946, se firma el ‘Tratado de Amistad y Ayuda Mutua entre Albania y Yugoslavia’. En dicho tratado se especifica un sistema de defensa militar mutua y “se establecen las bases para un ulterior desarrollo de los vínculos económicos, culturales y políticos entre ambos países”[3].

A finales de este mismo año la cooperación económica se concreta en el ‘Acuerdo de Coordinación Económica y Monetaria Yugoslavo-Albanés’, cuyos objetivos principales eran: la interrelación entre los planes económicos de ambos países, la supresión de las barreras aduaneras y la fijación de la paridad de las monedas. En consecuencia, el acuerdo iba dirigido hacia la unión económica, aduanera y monetaria[4]. Concretando este acuerdo, Yugoslavia realizaría en los dos próximos años, préstamos ventajosos a Albania por valor de unos cuantos cientos de millones de dólares y se formarían empresas mixtas albano-yugoslavas en la minería, ferrocarril, petróleo, electricidad, comercio internacional,…

El camino hacia la unidad económica, tenía como objetivo final la unidad política. Desde finales de 1944, Dimitrov y Tito, en nombre de los partidos búlgaro y yugoslavo, negociaban la creación de la Federación Balcánica, con dos propuestas distintas. Dimitrov proponía la federación basada en dos estados en igualdad (Bulgaria y Yugoslavia) y la propuesta de Tito era que Bulgaria se uniese en igualdad a cada una de las repúblicas yugoslavas. El papel de Albania sería el de su integración en Yugoslavia como una república más. En 1947 se retomaron las conversaciones con el apoyo soviético[5] a la propuesta búlgara, incluida la inclusión de Albania en Yugoslavia. A principios de 1948, el Comité Central del PCA aprobó el plan de unificación con Yugoslavia y la adhesión a la creación de un solo Estado junto a Bulgaria.

Este plan aparentemente podría ser ventajoso para Albania por la posibilidad de unificación de los albaneses en una sola república. En este sentido, Hoxha le habría comentado a Tito que:

“Kosovo y las otras zonas de población albanesa en Yugoslavia son territorios albaneses que fueron arrancados injustamente a Albania por las grandes potencias, esos territorios corresponden a Albania y deben ser restituidos. Ahora que nuestros dos países son países socialistas, las condiciones están dadas para que este problema sea resuelto de una forma correcta”[6].

Pero ya a mediados de 1947, habían comenzado las fricciones dentro del Comité Central del PTA entre dos líneas distintas en cuanto al desarrollo de Albania. La parte mayoritaria (dirigida por Koci Xoxe), pro-yugoslava, aceptaba los planes concertados. En contra estaba la parte minoritaria en ese momento (a cuya cabeza estaba Hoxha y Nako Spiru, director de la Comisión de Planificación). Estos últimos se quejaban de que Yugoslavia pretendía aprovecharse de Albania, dedicarla a la producción de materias primas y de agricultura, no dejarla que desarrollase la industria, y también que la paridad de la moneda perjudicaba a Albania, que el acuerdo comercial era desigual y que en las empresas mixtas los yugoslavos no invertían. Por eso, pedían la revisión de los acuerdos. Hoxha y Spiru consiguen a mediados de 1947 un acuerdo comercial con la URSS muy ventajoso, su ayuda para construir industrias textiles y azucareras, y la entrega de maquinaria agrícola e industrial.

Al poco tiempo de la aprobación en febrero de 1948 por parte del Comité Central del PCA[7] de los planes de unificación, comienza la disputa soviético-yugoslava, con el intercambio de cartas entre ambos partidos. En la primera carta, firmada por Stalin y Molotov, se plantea el cómo los yugoslavos denigraban a la Unión Soviética que serán de un tono parecido a las acusaciones posteriores realizadas en las disputas albano-soviética y chino-soviética:

“En los medios dirigentes del Partido Comunista de Yugoslavia circulan declaraciones antisoviéticas, como por ejemplo: el Partido Comunista (bolchevique) degenera; en la URSS reina el chovinismo de gran potencia; la URSS aspira a subyugar económicamente a Yugoslavia; el Kominform es un instrumento del PC(b) para avasallar a otros partidos comunistas” […] “Estas declaraciones antisoviéticas se disimulan, por lo general, tras frases izquierdistas, como que ‘el socialismo en la URSS ha cesado de ser revolucionario’”[8].

Enver Hoxha durante un discurso

La deriva revisionista de Yugoslavia llega hasta el Kominform, en donde se decide expulsar al Partido Comunista de Yugoslavia de ese organismo internacional el 28 de junio de 1948. La resolución del Kominform explica las razones de la exclusión y en la parte final asegura:

“Los dirigentes yugoslavos por lo visto no comprenden, o quizá hacen como que no comprenden, que semejante posición nacionalista sólo puede conducir a la degeneración de Yugoslavia en una república burguesa ordinaria, a la pérdida de la independencia de Yugoslavia y a su transformación en colonia de los países imperialistas”[9].

La reacción en el PCA fue inmediata y al día siguiente su Comité Central sacó un comunicado condenando a “la dirección antimarxista yugoslava”[10]. En el proceso de disputa soviético-yugoslava fueron expulsados en Yugoslavia miles de comunistas ‘pro-soviéticos’. También en Albania tuvo sus consecuencias con la sanción a una buena parte de dirigentes del CC del PTA por sus posiciones pro-yugoslavas, de actividades anti-albanesas, trotskistas, de organizar un complot con los yugoslavos contra Albania desde 1944,… La Resolución del I Congreso del PCA, celebrado en noviembre de 1948, decía que los dirigentes pro-yugoslavos, que habían tenido la mayoría en el CC, Koci Xoxe y Pandi Kristo, “en plena colaboración y en coordinación con el grupo nacionalista trotskista de Tito y Rankovic intentaron destruir a nuestro Partido, acabar con la independencia de nuestro país y hacer degenerar nuestra República Popular en una colonia yugoslava y en una república burguesa vasalla del imperialismo”[11]

Albania rompió todos los acuerdos con Yugoslavia, se centró en concertar y desarrollar con la URSS las relaciones comerciales y las ayudas económicas, en tecnología y en técnicos, que impulsaron la colectivización mesurada de la agricultura, la electrificación y la industrialización rápida.

Los consejos de Stalin

Después de la condena a Yugoslavia por el movimiento comunista internacional y de la, en consecuencia, ruptura de Albania con Yugoslavia, los comunistas albaneses tuvieron una serie de encuentros con Stalin y la dirección soviética que Enver Hoxha cuenta en su libro “Con Stalin”[12]. Solamente uno de estos encuentros se produjo antes de la condena-ruptura, precisamente cuando el mismo Hoxha y el responsable del Plan albanés, Nico Spiru, negociaron el acuerdo comercial y la ayuda soviética a Albania, en julio de 1947.

Es de interés en este primer encuentro señalar el consejo que da Stalin sobre el cambio de nombre del PCA, de Comunista pasarse a llamar del Trabajo. ¿Por qué da este consejo?  Por la explicación que da Hoxha sobre la composición del partido albanés, pues aunque el partido se base en el marxismo-leninismo, la inmensa mayoría de los militantes son campesinos. Hoxha manifesta que “refleja fielmente la estructura social de nuestro pueblo”, insistiendo en que “esta es la razón por la cual comunistas de origen campesino actualmente conforman la gran mayoría de miembros de nuestro Partido. La política de nuestro partido en esta dirección es que, paso a paso, paralelamente con el crecimiento de la clase obrera, el número de trabajadores comunistas debe aumentar respectivamente”[13]

Hoxha interpreta erróneamente la relación entre el Partido Comunista y las masas y el carácter de clase del Partido, al señalar que debe evolucionar su composición como reflejo de la estructura social del país. No es correcto confundir un partido o movimiento democrático nacional que puede acoger y representar al conjunto de las capas populares, y su composición puede ser el reflejo de la estructura social, con el Partido Comunista. Por otro lado, el carácter de clase del Partido, en general, no puede basarse solamente en el elemento subjetivo, sino también sustentarse en una base objetiva. Por eso, Stalin en una visión mucho más acertada, “expresó la opinión –cuenta Hoxha- de que al ser campesinos la mayoría de nuestros miembros, nuestro Partido Comunista debería llamarse ‘Partido del Trabajo de Albania’”[14]. En el I Congreso del PCA, celebrado en noviembre de 1948, se cambió la denominación del partido aceptando el consejo de Stalin.

Un segundo encuentro se realiza ya después de la ruptura con Yugoslavia, en marzo de 1949. En esta reunión, después de hablar de las relaciones albano-yugoslavas, Stalin expone que en Albania “no deben apurarse en establecer cooperativas agrícolas” pues “Albania es un país atrasado y montañoso”, por tanto no se necesitan en este momento. El Estado debe ayudar a los campesinos mediante maquinaria, tractores, fertilizantes, molinos,…, a cambio de un pago en especie, de esta manera se “dará a los campesinos la posibilidad de ver la tecnología y evaluar su importancia” y enseñará “a los campesinos pobres a actuar en conjunto”[15].

Después, al preguntar Stalin sobre si existe burguesía mercantil en Albania, Hoxha contesta que sí existe, pero no tiene fábricas, talleres o almacenes, “se les ha quitado todo”. La opinión de Stalin es la siguiente: “[…] eso no está bien. La burguesía nacional puede ayudar a producir uno que otro bien y realizar algún comercio hasta que el Estado se fortalezca. […] Lenin siempre pensó que si la revolución tiene un carácter antimperialista, de protección de la libertad del país que está bajo amenaza, los comunistas pueden lograr la cooperación de la burguesía nacional […] en la conocida primera etapa. […] Lo mismo puede decirse de la intelectualidad que no tiene simpatía por los comunistas pero que ven  que sólo los comunistas pueden defender la independencia del país”[16].

Tras una dura crítica de Hoxha a los comunistas griegos por no enfatizar el papel del Partido Comunista en la lucha guerrillera, Stalin responde “[…] que los camaradas griegos no están enfatizando el papel del Partido Comunista cuando apelan a las masas democráticas y quieren demostrar que todo el pueblo está realizando la guerra. Están en lo correcto al hacerlo”[17].

Por último, Hoxha relata sobre las amenazas que tiene Albania, y Stalin le tranquiliza exponiendo:

“Si los albaneses se comportan correctamente, sin mostrarse demasiado ofensivos con los imperialistas, sin asustarlos mucho y conduciéndose con más humildad, entonces nadie tocará Albania. Estados Unidos y Gran Bretaña no desean que Albania esté bajo poder de Italia, ya que fortalecerá a Italia; no quieren que esté bajo poder de los griegos, ya que fortalecerá a los griegos; no quieren que esté bajo poder de los yugoslavos. Más aún, Estados Unidos no quiere que Albania esté bajo poder de Gran Bretaña. Por eso está a favor de la independencia de Albania”[18].

En noviembre de 1949 se produjo la siguiente reunión en la que principalmente se habló de las disputas entre el partido albanés y el griego y sobre la actitud de los yugoslavos hacia los albaneses que viven en su territorio. El encuentro de enero de 1950 fue realmente una reunión en Moscú entre los líderes comunistas albaneses y griegos para solucionar sus diferencias, en la que intervinieron los dirigentes soviéticos. Por último, en abril de 1951, tuvo lugar la última reunión, en la que interesa destacar  el consejo de Stalin sobre el desarrollo de la agricultura en Albania, en el cual insiste sobre lo manifestado en 1949 sobre no apresurarse en la creación de nuevas cooperativas, consolidar las existentes, que prueben que son un provecho para los campesinos y así querrán colectivizarse.

Los consejos que Stalin da a los dirigentes albaneses son altamente positivos, pues aplican el marxismo-leninismo a la realidad concreta, sin una rigidez mecánica ni considerando cualquier verdad como inmutable. Stalin sabía analizar muy bien las realidades, las contradicciones y las necesidades para dar soluciones prácticas para poder avanzar en el desarrollo hacia el socialismo.

Revisión de Jruschov de la condena a Yugoslavia

En mayo de 1955, Jruschov envía una carta a los dirigentes de los países socialistas para que diesen el visto bueno a la rehabilitación de Yugoslavia y supresión de las condenas realizadas a la política de este país por parte de las resoluciones de 1948 y 1949 del Kominform. Jruschov consideraba la condena totalmente injustificada, por eso iba a realizar, junto con Bulganin, un encuentro en Belgrado con el líder yugoslavo Tito para recuperar las relaciones entre los dos países. La respuesta del CC del PTA fue casi inmediata y es la primera crítica a la política del PCUS.

“Nosotros estimamos que hay mucha diferencia entre el contenido de su carta del 23 de mayo de 1955 y las tesis principales de nuestra actitud comúnmente observada hasta el presente para con los yugoslavos […] La experiencia diaria de nuestro Partido en las relaciones con los yugoslavos, tanto antes de la ruptura con ellos en 1948 como posteriormente hasta hoy, demuestra en forma clara y completa, con numerosos hechos concretos, que el contenido de principios de todas las resoluciones del Kominform relativas a la cuestión yugoslava ha sido enteramente justas, con alguna excepción de importancia táctica. El procedimiento que se nos propone seguir para aprobar la abrogación de la resolución de la reunión del Kominform de noviembre de 1949 no nos parece justo […]. En nuestra opinión, una decisión tan rápida (y precipitada) sobre una cuestión de tanta importancia de principios sin un profundo análisis previo, junto con todos los partidos interesados en esta cuestión, y con mayor razón su publicación y su proclamación en las conversaciones de Belgrado, sería no sólo prematura, sino que causaría graves perjuicios en la orientación general […]. Estamos convencidos de que salvo alguna que otra excepción de importancia secundaria, esta línea general de nuestro Partido en las relaciones con Yugoslavia es justa”[19].

La respuesta del PTA es totalmente acertada, sobre todo por el método utilizado por la dirección soviética que se convertiría en una habitual política de imposición durante la dirección de Jruschov. La pretensión de revocar una decisión colectiva de todos los partidos que conformaban el Kominform mediante un simple aval por escrito a la toma de posición unilateral de los dirigentes soviéticos, se saltaba las normas colectivas que regían en la propia Kominform, distorsionaba las relaciones entre los partidos y los menospreciaba.  Lo correcto sería, si el PCUS quisiera exponer de nuevo la cuestión y rectificar la línea hacia Yugoslavia, organizar una nueva reunión de la Kominform, analizar ahí la nueva propuesta y llegar a una resolución al respecto. Tanto si se considerase la condena inadecuada o exagerada, como si conviniese una nueva táctica, como decían los soviéticos, para no dejar en manos del imperialismo a Yugoslavia, la decisión que fue colectiva unos años antes, debería volver a ser colectiva. De la manera arbitraria realizada, los soviéticos pusieron en una situación complicada a los demás partidos y, en realidad, rompieron con la Kominform. De hecho, en abril de 1956 este organismo colectivo fue disuelto.

Jruschov fue a Belgrado a comienzos de junio de 1955 y allí, en comunicado público deplora las resoluciones de la Kominform sobre Yugoslavia, proclama la absoluta paridad en las relaciones entre los dos países por ser países socialistas y, en septiembre de ese año, la URSS y Yugoslavia firman un importante acuerdo económico. Ante esta situación, el PTA, y todos los partidos comunistas, se vieron obligados a reestablecer las relaciones diplomáticas con Yugoslavia y abandonar la propaganda anti-yugoslava. 

¿Es incorrecto dentro del sistema de contradicciones a nivel internacional y de la lucha antagónica entre el imperialismo y el socialismo recuperar las relaciones políticas y económicas con Yugoslavia? Probablemente no, como tampoco lo es dejar de considerarlo como un enemigo principal aunque la dirijan revisionistas, pero sin necesidad tenerlo como un igual en el plano del socialismo como hizo Jruschov y sin necesidad de dejar de criticar[20] su desarrollo económico y sus desviaciones nacionalistas y burguesas.

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Notas:

[1] A partir de 1976, República Popular Socialista de Albania y a partir de 1991, República de Albania.

[2] Así lo expresaban ellos mismos. El término no resulta inadecuado si contemplamos su significado como la primera acepción que da la RAE, o sea, ‘libre y exento de toda mezcla de otra cosa’. Si entendemos el marxismo-leninismo como una concepción del mundo, no cabe el eclecticismo.

[3] Rafael Calduch Cervera: “La política exterior yugoslava entre 1941 y 1953: génesis y desarrollo del conflicto soviético-yugoslavo”. Ed. Universidad Complutense de Madrid, 1983, pág. 428.

[4] Id. págs. 428-429.

[5] Id. pág. 453. El autor comenta “… la defensa que haría el dirigente soviético, durante una entrevista mantenida con Djilas en enero de 1948, de la integración de Albania en Yugoslavia, así como de la formación de una federación entre estos dos países y Bulgaria”.

[6] Enver Hoxha: “Con Stalin”. Ed. Templando el Acero, 2016, pág. 133.

[7] En la “Historia del Partido del trabajo de Albania”, realizada veinticinco años más tarde, se comenta que: “Se puso directamente en peligro la independencia y la soberanía nacional. El VIII Pleno creó un terreno favorable al plan yugoslavo de colonización de Albania”. Pág. 240.

[8] Mencionado en Fernando Claudín: “La crisis del movimiento comunista”. https://www.marxistarkiv.se/espanol/komintern/claudin-crisis_del_movimiento_vol2.pdf , pág. 98.

[9] Id. pág. 181.

[10] “Historia del Partido del Trabajo de Albania”. Ed. Templando el Acero, 2018, pág. 242.

[11] “Historia del PTA”, pág. 249.

[12] En esta obra, Hoxha relata sus encuentros con Stalin, aunque en alguno de ellos, lo relatado por él no está muy en concordancia con alguna de las actas conocida de los encuentros, por eso nos atendremos al acta conocida para uno de los encuentros y, para el resto, a lo relatado por Hoxha.

[13] “Con Stalin”, pág. 64.

[14] Id.

[15] “Estenograma de la reunión entre J. V. Stalin y E. Hoxha sobre las relaciones albano-yugoslavas y la política externa e interna de Albania”. http://criticamarxista-leninista.blogspot.com/2013/02/reunion-stalin-hoxha-marzo-1949.html

[16] Id.

[17] Id.

[18] Id.

[19] Carta del CC del PTA al CC del PCUS, del 25/05/1955, mencionada en la “Historia del Partido del Trabajo de Albania”. Ed. Templando el Acero, 2018, pág. 298.

[20] Aunque no sea tan bruscamente como se hizo en las resoluciones de la Kominform, pues lo que provocaron fue la eliminación de miles de comunistas en Yugoslavia que eran los que podían tener la posibilidad de revertir, en dirección al socialismo, la línea política del partido yugoslavo. En realidad, el problema principal de la crítica del Kominform a la línea de los yugoslavos no son sus relaciones internacionales y su antisovietismo, sino que lo principal es la cuestión interna, o sea, el mantenimiento del poder económico de la burguesía y el fortalecimiento de los capitalistas. Esto provoca la desviación nacionalista de la dirección yugoslava, sus relaciones internacionales y su antisovietismo.

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