Por Alicia Simeoni. Enviado por La Joven Cuba. |
Mariela Castro Espín es protagonista de una revolución dentro de la Revolución Cubana: a través del Centro Nacional de Educación Sexual que ella dirige, empezaron a promoverse políticas de integración para personas Lgbtiq, defendiendo tanto su acceso al trabajo como a la protección integral de su salud. La tarea no es sencilla en un país donde durante ocho largos años se mantuvo aisladas a las personas viviendo con VIH y donde el machismo resiste casi tanto como el bloqueo que asfixia al pueblo cubano. Castro Espín recoge tantas quejas como felicitaciones por su trabajo, pero no es esto lo que la guía si no el convencimiento de que la Revolución se debilita si no están todxs incluidxs.
Pueden hacerse muchas conjeturas acerca de si ser hija de guerrilleros, de combatientes revolucionarios contra la dictadura de Fulgencio Batista, en Cuba, y de quienes fueron dirigentes y primeras figuras de la gestión y representación del nuevo gobierno que comenzó el 1° de enero de 1959 resulta un cierto peso, un desafío para una de las hijas de la pareja compuesta por Raúl Castro –hoy presidente del país– y Vilma Espín. Puede ser, en cambio, que Mariela Castro Espín haya vivido su historia con la naturalidad y la decisión de continuar los cambios revolucionarios.
Lo cierto es que la actual diputada a la Asamblea Nacional, y directora del Centro Nacional de Educación Sexual (Cenesex) aparece como la heredera del trabajo y la mirada lúcida de Espín en materia de género; pero además resulta una inteligente luchadora política por esos cambios que obtuvieron un triunfo legislativo: la aprobación por la Asamblea Nacional de la primera ley de protección de las personas LGBT (lesbianas, gays, bisexuales y trans) en el ámbito laboral, ley que será incorporada al Código de Trabajo. “Estoy sin resuello por tantas emociones vividas este viernes –dijo el 27 de diciembre pasado–, en el Parlamento. Ya tenemos la primera ley cubana que protege de manera explícita los derechos de las personas homosexuales, en este caso en el trabajo.” Mariela Castro propuso además incluir en el proyecto de Código de Trabajo la no discriminación por identidad de género, por padecer VIH o alguna capacidad diferente, e hizo la sugerencia de utilizar en la norma un lenguaje no sexista más un adicional para prevenir la violencia laboral. Es la primera vez que el Parlamento cubano, en el que hay una muy fuerte representación de mujeres, aprueba una ley con una expresión mayoritaria y otra minoritaria, y no a través del mecanismo de la unanimidad, muestra del constructivo debate del que más adelante habla la propia directora del Cenesex.
Mariela Castro Espín es maestra jardinera, licenciada en educación, especialista en pedagogía e investigadora en el área de psicología infantil, hizo luego un master en sexología y ahora cursa el doctorado en la misma materia. Como diputada a la Asamblea Nacional también trabaja contra el machismo y la discriminación para hacer posibles los cambios subjetivos y la superación del modelo de sociedad patriarcal con relaciones de dominación muy primitivas, ésas que fueron articuladas a lo largo de la historia de la humanidad y también de la de su país, Cuba, donde en La Habana recibió a Las12, en la sede del Cenesex, el lugar “donde tu sexualidad cuenta”.
“Desarticular y modificar esas relaciones de dominación, de poder, es difícil, porque todavía vivimos bajo el dominio de ellas, todavía predomina ese modelo patriarcal en casi todas las sociedades y en casi todas las formas de relación a nivel social e interpersonal... Por supuesto también en las relaciones de pareja. Si nos ponemos a pensar en la historia de la humanidad, nuestros 55 años de Revolución son muy pocos y lo importante es que estamos discutiendo de derechos humanos, el ser humano en un sentido general. En ese marco, los derechos de las mujeres son derechos generales, por eso hablo de derechos humanos”, dijo a Las12. Cuba tiene una historia de organizaciones de mujeres desde fines del siglo XIX y principios del XX. “Cuando triunfó la Revolución, había un trabajo previo que posibilitó que ellas se juntaran en la Federación de Mujeres Cubanas.”
El comandante Fidel Castro incluía la problemática de las mujeres en el programa político que levantaba en su calidad de líder de la Revolución...
–Justamente en ese programa político, donde tenía identificadas las distintas problemáticas de la isla, la situación de las mujeres estaba incluida. Cuando Fidel hizo su defensa, en La historia me absolverá –durante el juicio que le hizo la dictadura, en 1953, y en el que fue su propio abogado–, explicó esa terrible realidad que vivía el pueblo cubano, de fuerte explotación femenina. Cuando triunfó la Revolución, Fidel favoreció la creación de un movimiento unido de todas las fuerzas feministas y de mujeres para trabajar junto a los hombres, identificando los necesarios procesos de transformación revolucionarios. Mi mamá era una de las mujeres que habían estado participando de la lucha clandestina, en las guerrillas, y el pueblo identificaba a los jóvenes como quienes querían hacer los cambios y terminar con tantos sufrimientos. Ella tenía 27 años cuando triunfó la Revolución y se creó la Federación de Mujeres Cubanas. ¿Quiénes eran? Las viudas, las madres, las hermanas de los mártires, las intensas protagonistas de las guerrillas. El congreso en Chile las puso más en contacto, todavía, con los derechos de las mujeres. En ese momento se hablaba de avances, de los avances de ellas. Después, en la década de los ’70 se comenzó a hablar de igualdad de derechos y empezaron a aparecer políticas mucho más claras. En los años ’90 mi madre entró en el mundo académico en los estudios con perspectiva de género...
¿Cuál es ahora el status de la prostitución en la isla?
–El fenómeno de la prostitución en Cuba requiere de la total atención del gobierno cubano y de las instituciones no gubernamentales, en un serio empeño para actuar sobre sus causas, evaluar las vías de erradicación y perfeccionar los procedimientos en el trabajo común para atenderlo. En Cuba no es penalizada la persona que se prostituye, tampoco el cliente, pero sí es sancionado el proxeneta, sujeto explotador y violento.
En fecha reciente, el Centro Nacional de Educación Sexual organizó el Primer Simposio Internacional sobre Violencia de Género, Prostitución, Turismo Sexual y Tráfico de Personas, precisamente, para analizar qué se ha hecho respecto de estas problemáticas hasta el momento, y formular propuestas de nuevas estrategias de atención.
¿Cuál es la situación actual de las personas con VIH? En un momento se las mantuvo aisladas. ¿Cuál es, entonces, la política respecto de la salud y la inclusión social de esas personas?
–El llamado aislamiento de las personas que vivían con VIH respondió a un momento histórico concreto, en el que no existían los conocimientos necesarios sobre el virus, sus formas de transmisión y las maneras de ofrecer una adecuada atención a quienes se les diagnosticaba la enfermedad. Fue una respuesta inmediata que trató de ofrecer protección ante una emergencia relacionada con la salud de estas personas, aunque quizá no se hizo de la manera más efectiva. Inicialmente se consideró que aislándolas, y en un centro de asistencia médica especializado, se les podía garantizar las condiciones materiales necesarias para el cuidado de su salud. Afortunadamente, esta práctica sólo se mantuvo por un período de ocho años. Se decidió que la permanencia de las personas que vivían con VIH en estos centros de atención especializada partiera, en principio, de su propia voluntad. En la actualidad, y desde hace varios años, no existe ningún tipo de segregación o aislamiento en este sentido. Con esta experiencia, el Estado cubano obtuvo un aprendizaje importante: su obligación de garantizar los derechos de los ciudadanos no puede hacerse desde una posición paternalista, pues esa práctica puede lesionar derechos de los involucrados. Asimismo, es meritorio el esfuerzo del Estado cubano para garantizar el acceso gratuito a los medicamentos necesarios, así como determinadas condiciones básicas de alimentación. En Cuba todas las personas diagnosticadas con VIH reciben tratamiento antirretroviral de modo gratuito. En la actualidad, más de 9000 personas se encuentran bajo ese régimen. En los últimos tres años se ha mantenido estable el número de infecciones por VIH, lo que se conoce como etapa meseta. Además, no puede obviarse, que en Cuba existe un marco legal idóneo para la protección de los derechos humanos de las personas que viven con VIH, teniendo en cuenta el principio de igualdad consagrado en el texto constitucional y la alusión expresa a la prohibición de la discriminación por cualquier motivo, también contenida en la Carta Magna. En nuestro ordenamiento jurídico, por ejemplo, no existe la exigencia u obligación de presentar resultados de test de VIH para obtener empleos, y por otra parte, no se considera que las personas que viven con VIH estén limitadas para la realización de cualquier actividad laboral. En el ámbito escolar, no existe limitación alguna por esta causa para acceder y permanecer en los diferentes niveles de enseñanza, ya que se tiene en cuenta su universalidad, cuestión sancionada en nuestra ley fundamental. Tampoco hay restricciones para el acceso de las personas diagnosticadas a los diferentes servicios de salud.
Los países latinos y caribeños se caracterizan por un exacerbado machismo como resultado del devenir histórico-cultural. ¿Cómo describiría ese machismo en los hombres cubanos? ¿Hubo cambios con el recorrido de la Revolución?
–Las mujeres cubanas hemos avanzado en un proyecto participativo y parte de los hombres fueron avanzando a partir de nuestro cambio y no parecen tener un proyecto propio. Por esto desde el Cenesex se promueve que se desarrollen los estudios y los talleres de masculinidad, en los que los hombres (heterosexuales) también puedan ser orientados y encontrar su proyecto de transformación. La Federación de Mujeres Cubanas identificó que no se podía avanzar en los derechos de las mujeres si no se avanzaba en las realidades de los hombres y así se los involucró mucho más conscientemente en estos temas, como política de Estado. Me refiero a los cambios que debemos hacer justamente en la búsqueda de un modelo emancipador y superador de los estereotipos de hombre y de mujer. Hay que aprender que no solamente los genitales nos dicen si somos hombres o mujeres. Y es interesante ver el recorrido y comportamiento de los hombres cubanos, en las distintas etapas del proceso social que fue reflejado en la cinematografía, en canciones, en poesías, en chistes, como siempre pasa con toda nuestra vida. Es interesante ver las reacciones violentas que tenían en los años ’60, un momento del que podría decirse que tenían una mirada de “empedramiento” hacia las mujeres. Como nuestra presencia fue cada vez mayor en la vida pública, la reacción de los hombres era casi de pataleta machista. Todo fue pasando, se fue superando, y además el discurso de nuestros líderes siempre fue de reconocimiento público hacia el rol de las mujeres en la sociedad cubana. No obstante, el machismo se resiste. La relaciones de dominación se resisten, entonces hay que agudizar los mecanismos para seguir cambiando.
En Cuba trabajan mucho con el Día Internacional contra la Homofobia y la Transfobia, el 17 de mayo...
–Cuando empezamos a trabajar hubo mucha resistencia, fue en 2007, y en el tema de las personas trans, en quienes decidían someterse a operaciones, la gente cedió más porque las miraba como a quienes están enfermas y necesitan de la prestación de salud. Pero en el caso de las travestis, las consideraban unas descaradas, y en el caso de las personas bisexuales más descaradas todavía. Por eso desde el Cenesex se trabaja con la premisa de que es un lugar totalmente abierto y con la consigna de “que tu sexualidad cuenta”. Mayo es, entonces, el momento más ágil de nuestra campaña sobre estos temas. Hay muchas personas que mandaron cartas de protesta al gobierno cubano por nuestro trabajo y también recibimos cartas y mensajes muy lindos de la sociedad por lo que estamos haciendo. Hay integrantes de algunas familias que agradecen porque no habían tenido oportunidad de reflexionar ni de tener claridad para con algún integrante de su familia; se lamentaban por los sufrimientos creados y pudieron replantearse esa relación con respeto y amor. También suelen decirnos que quieren colaborar con lo que hacemos desde el Cenesex. Muchos artistas lo hacen sin cobrar un centavo y además muchas instituciones. Por lo tanto, hay resistencias, pero también avances, y el apoyo del Partido Comunista fue fundamental.
¿Cómo definiría la relación entre feminismo y marxismo?
–Hay una excelente relación entre feminismo y marxismo, con independencia de los ajustes que se haya tenido que hacer en el camino. El marxismo genera una plataforma teórica y metodológica para que las oprimidas y oprimidos encontremos recursos que nos permitan delinear las estrategias, de transformación social, frente a la relación de dominación y explotación. Es un excelente recurso teórico y metodológico para la búsqueda de la verdadera emancipación del ser humano; ahora, si se lo utiliza como dogma se pierde su esencia. Las herramientas que nos brinda el marxismo deben ser utilizadas con el espíritu dialéctico e histórico, debe hacerse el análisis de la historia en sus situaciones concretas. Por eso creo que el feminismo tiene sus puntos de contacto, muy estrechos, con el marxismo en su proceso evolutivo. El feminismo también aporta a la transformación social, y si lo hace desde una mirada marxista, creo que aporta aún más. Si se trabaja al feminismo desde esa única mirada no se lograrán transformaciones profundas; trabajado desde la clase, desde la clase social, creo que se aporta mucho más, porque la condición humana está históricamente vinculada a su condición de clase y estatuto social. Y más aún, creo que la categoría clase social debe estar en todos los análisis, porque el mismo, o los mismos problemas, se viven en todas las clases sociales. Feminismo y clase me parecen bien, luchar desde el feminismo con las herramientas del marxismo. Esa es la manera en que yo lo hago con los recursos que aprendí.
¿El acceso al aborto está garantizado en Cuba?
–Cuando triunfa la Revolución, éramos el único país del continente donde el aborto era legal, pero en clínicas privadas, muy costosas, por lo que la mayoría de las mujeres no podía acceder a este recurso tan costoso. Aquí no era clandestino, pero lo hacían sólo las mujeres ricas. Entonces, las pobres lo realizaban de forma oculta. Cuando triunfó la Revolución era la primera causa de muerte entre las mujeres. Así fue que las acciones que empezó a desarrollar la Federación de Mujeres Cubanas, junto con el sistema de salud pública, era para atender ese punto de urgencia, además de todas las acciones para facilitar la participación de las mujeres y la labor en salud reproductiva. En 1962 se creó una revista con charlas sobre estos temas, en 1964 se preparó un programa de planificación familiar, además de charlas, para el uso de anticonceptivos y el espaciamiento de los embarazos, todo lo que ayudaría a las mujeres en el mejor desenvolvimiento de sus procesos reproductivos. Y en 1965, se estableció el aborto como un servicio seguro del sistema nacional de salud. Aquí no hubo que hacer una ley, no hubo que hacer nada, sólo se estableció como un servicio seguro y gratuito, realizado por manos expertas en las instituciones de ese sistema y siempre con el consentimiento de la mujer. Esto se decidió en respeto al derecho humano de las mujeres a decidir sobre su propio cuerpo, para que no siguieran siendo los hombres o las instituciones quienes lo hicieran por ellas. Me parece espantoso que en pleno siglo XXI todavía ocurra esta forma de genocidio y esta discriminación a través de leyes y políticas macabras.
¿Se evidenciaron cambios a nivel de la salud pública a partir de garantizar el aborto gratuito y seguro?
–En el momento del triunfo revolucionario, la mortalidad era de 120 a 150 mujeres en un año; después de 1965, cuando se introdujo el aborto en el sistema de salud, ese número bajó a 60, y unos años después a 30. En estos momentos es muy raro que suceda, pero a veces ocurren uno o dos casos, y cuando eso pasa ni te puedo contar el problema que se arma en la institución que corresponda. Es por eso, y para garantizar la mayor información que los ministerios de Salud y Educación ya tienen sus programas de educación sexual, en la educación superior también se trabaja con las universidades y lo está tomando el Ministerio de Cultura.
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