31 de diciembre de 2021

EN EN LA NOCHE DEL AÑO NUEVO DE 1943-44, SONÓ POR PRIMERA VEZ EL "HIMNO DE LA UNIÓN DE LA REPÚBLICA SOCIALISTA SOVIÉTICAS"

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Por Borís Arkadievich. Traducción N. G.

1 de enero de 1944 

Suena por primera vez sonó el himno de la URSS con la música de Alexander Alexandrov. 

El himno de la URSS adoptado en 1943, en sustitución de la Internacional

En el período comprendido entre la formación de la URSS en 1922 y 1943, se utilizó como himno la Internationale, la canción francesa dedicada al levantamiento de la Comuna de París. Música de Pierre Degeiter (1888), texto de Eugene Potier en traducción rusa de Arkady Kotz (1902). 

En la década de 1930, comenzó un concurso para escribir el himno de la Unión Soviética. En esta decisión, en 1938, fue escrito el "Himno del Partido Bolchevique" (letra de V. I. Lebedev-Kumach, música de A. V. Aleksandrov). 

A cada compositor se le asignó 1 millón de rublos de premio por participar en el concurso, más 3 millones adicionales por cada obra meritoria de llegar a la final. Numerosos compositores participaron en el concurso abierto. 

Entre los candidatos se encontraba la canción "Larga vida a nuestro poder" del compositor A. Alexandrov. 

Además, Dmitri Shostakovich, hizo su versión de la música de A. Alexandrov. 

En 1943 S.V. Mijalkov pulió las letras anteriores propuestas en otra versión, que fue aprobada el 14 de diciembre de 1943 mediante una resolución del Politburó del Comité Central del PCUS (b). 

Por primera vez, el nuevo himno se interpretó la noche del 1 de enero de 1944 en la versión para coro y orquesta sinfónica dirigidos por S. N. Vasilenko. 

Pero esta edición no gustó a la mayoría de los miembros del Comité Central. Y así en marzo del mismo año se completó rápidamente una segunda versión del himno (orquestado por D. R. Rogal-Levitsky). 

Esta versión, se transmitió públicamente por primera vez en todas las radios de la Unión Soviética, la noche del 17 al 18 de abril de 1944, y es la música del himno de la URSS que todavía se usa hoy en día, como la música del himno ruso.  

Oir himno con traducción:

16 de diciembre de 2021

Sobre la cosmonaútica soviética

¡Hemos nacido para hacer los sueños realidad!

La epopeya espacial soviética II

Por Nestor Guadaño

"La Tierra es la cuna de la Humanidad, pero no podemos vivir para siempre en la cuna” Konstantín Tsiolkovski (Rusia/URSS, 1857-1935), pionero de la cosmonáutica soviética.

"…Dando vueltas a la tierra en la nave orbital me maravillaba con la belleza de nuestro planeta. "Gente del mundo… ¡Permítannos salvaguardar y aumentar esta belleza, no destruirla!...". Yuri Gagarin, primer cosmonauta en salir al espacio, en la nave “Vostok 1”.

De acuerdo con las premisas de Tsiolkovski, Koroliov, etc… pasando por Efremov, a partir de un cierto momento histórico de la humanidad la conquista del espacio, yo diría la epopeya espacial de la humanidad, tiene que avanzar de acuerdo con el desarrollo de las relaciones de producción, y de las fuerzas productivas que se alcancen en la tierra.

El Programa Espacial Soviético empieza a gestarse pocos meses después de la Revolución de Octubre, a partir de las ideas y proyectos de Konstantin Tsiolkovsky, y su extraordinaria capacidad para desarrollar las ideas de los primeros cohetes de múltiples etapas, con sus desarrollos de los camarotes estancos y la reentrada en la tierra. Formula que el combustible debería ser líquido. Dejó la senda preparada de los científicos que deberían poner en la práctica dichos proyectos. También son importantes los trabajos del matemático Mstislav Kéldish.

- Ver este artículo de nuestra blog: http://amistadhispanosovietica.blogspot.com/2011/04/tsiolkovsky-forjador-de-la-cosmonautica.html

Así se continuó el programa el 18 de Agosto de 1933, cuando se lanzó el primer cohete Soviético, llamado GIRD. El 25 de Noviembre se vuelve a lanzar un cohete híbrido de combustible especial llamado GIRD-X.

La guerra frena los ensayos coheteriles, aunque no su proyección militar. En 1940 aparecieron los célebres cohetes múltiples de artillería llamados Katyusha, que cuando aparecieron en los primeros combates, sembraron el pánico entre el Ejército Nazi, quienes aterrados los llamaron “los órganos de Stalin”.

Tras la finalización de la IIª Guerra Mundial, una comisión formada por Sergei Koroliov, Dmitri Ustinov y el científico alemán Helmunt Gröttrup, lograron desarrollar y perfeccionar las V2 nazis, construyendo el cohete R1.

Siguieron realizándose pruebas para llevar propulsores más potentes, que llevasen una carga hasta 7.000 kms. Lo lograron bajo la dirección de Koroliov, el R7 (Semyorka). Con este cohete, y la consecución de la Bomba Atómica obtenida en 1949, la Unión Soviética convenció al imperialismo estadounidense que el proletariado soviético podía responder al chantaje nuclear, en que les había llevado la política belicista norteamericana.

Así durante cinco años, se construyen nuevos desarrollos de cohetes más potentes que transportasen al ser humano al espacio. En 1956 se desarrollan los programas Sputnik y Zenit.

Ya en la década de los años 60, envía la primera sonda a Marte con el satélite Marsnik1, y al año siguiente a Venus con el cohete Venera1. Las primeras plataformas de los vuelos tripulados en naves espaciales más perfeccionadas, se consigue con la serie Vostok, que quiere decir “Este”. Estas naves estaban formadas por una cabina esférica de una persona, con una masa de 2,46 toneladas, y diámetro de 2,3 metros y un módulo cónico para el equipamiento. La cabina fue montada encima de un módulo del instrumento que contenía el sistema del motor. Para validar los sistemas de la nave, en preparación para el primer vuelo de un ser humano al espacio, se realizaron misiones con perros como tripulantes entre julio de 1960 y marzo de 1961, entre ellos los vuelos exitosos de Laika y Zviózdochka, Belka y Strelka, Chernushka, y la exitosa recuperación de Kometa y Shutka tras el fallo del cohete portador después del lanzamiento. También hubo pruebas de altura con la capsula Rossiya tripulada por el piloto Vladimir Ilyushin. Cuando todo estuvo preparado se envió la primera Vostok.

Las esencial diferencia del Programa Espacial Soviético

La etapa imperialista es un obstáculo para esta epopeya. Ahora los programas espaciales están estancados, pues los países que siguen esa fase social terminal del capitalismo, el imperialismo, no tiene objetivos de evolución, no tienen futuro salvo repetir, los viajes anteriormente realizados.

El impulso espacial de la URSS, se logró en los años 50, los éxitos de los primeros años 60, fueron apagándose  en los años 70, cuando el revisionismo ideológico social por desarrollar el socialismo en la URSS, instalado en el gobierno del Kremlin, implementó solamente el programa espacial desarrollado entre 1950-56, a saber hasta la “estación orbital permanente”.

Para el siguiente paso, la colonización, diáspora y desarrollo integral de las relaciones humanas a nivel planetario, exige que el paradigma económico social, se transforme o revolucione hacia el socialismo y el comunismo.

De hecho el “plan de desarrollo de la naturaleza del año 48”, iba por ese camino,  hacer de la URSS una sociedad más humanizada, independiente en su autoalimentación, dando un salto cualitativo sin precedente de sus fuerzas productivas, de la alimentación de su población y por sus principios, de mejoramiento de la alimentación mundial, y el avance social en todas las esferas económicas-políticas.

El materialista investigador Iván Efremov

Siguiendo estas tesis, el lanzamiento del ser humano al espacio, era la culminación de una primera etapa en la conquista del cosmos. Durante finales de los años cincuenta, y hasta finales de los sesenta uno de los escritores de artículos de anticipación científica, convertidos en novelas, desarrolla de forma muy novedosa los avances para el futuro de este programa espacial.

Partiendo de los éxitos que se van logrando en la tierra, en todos los ámbitos económico-políticos-culturales desarrollados por el socialismo, presupone que las primeras etapas se han conseguido (la implementación del Plan del 48 a toda la Unión y el planeta, llevar sus conclusiones a las naves espaciales, crear las estaciones estelares intermedias, crear colonias lunares y planetarias, etc..).

En sus obras de forma muy didáctica, hace continuas vueltas al pasado de los siglos anteriores (la historia de la lucha de las ideas colectivas, como se desarrollará la unidad entre la ciencia y el desarrollo social colectivo en el futuro), y las apreciaciones de lo que llama las sociedad presocialistas, precomunistas y “sus luchas porque la mayoría trabajadora se liberase de las ataduras de la propiedad privada y la producción de mercancías”.

Toca todas las etapas del socialismo al comunismo, las dificultades que tiene el socialismo de retroceso hacia esas sociedades pretéritas dominadas por la explotación de la población trabajadora, entre los siglos XX y XXI. Pero a la vez se centra en las ideas de clase, de cómo se va abriendo con éxito la vida colectiva, cuales son los escalones de avance social que van resolviendo los  problemas para llegar dentro del socialismo hacia el comunismo, estando muy presente la consigna “de cada cual según su capacidad, a cada cual según sus necesidades”.

Estas tres joyas de la novela soviética de anticipación, sobre el futuro de la humanidad comunista consciente en avanzar por la senda de la conquista de nuestro universo, son:

-      “La nebulosa de Andrómeda”.

-      “El corazón de la serpiente”.

-      “La hoja de afeitar”.

-      “La hora del toro”.

Especialmente es su última novela, inclusive censurada en su edición para la población en época de Brézhnev, es donde indica indirectamente en una crítica muy severa, a los entonces dirigentes revisionistas que gobernaban la URSS. Los tacha de “regresores”, de formas pretéritas que solamente se mantenían por la fuerza. Y en un acto de internacionalismo proletario, son los propios constructores  hacia el comunismo, quienes mediante una revolución expulsan a los “acaparadores”, logrando recomponer las ideas de avance social.

Todas estas novelas, son escasamente conocidas por las sociedades donde el capitalismo se ha impuesto. Inclusive la última, ha sido traducida al español en Argentina en el año 2020. Pero sus referencias científicas, por el avance cultural que supone para toda la humanidad este programa espacial, son un legado impresionante.

Es innegable que este paso cultural es posible, si se acaba con una sociedad tan degradada como la imperialista. El imperialismo siempre ha desarrollado los conceptos bélicos, como principal acicate de su motor económico, nunca el bienestar de la población y mucho menos del planeta.

El envío de un ser humano, hombre o mujer, a la luna, era secundario para la URSS, pues era un peldaño posterior de un desarrollo más específico de colonización de nuestro satélite, de ahí el envío de naves de investigación lunar del programa Lunajod.

Carrera espacial imperialista

Pero en los EEUU dar un golpe de efecto propagandístico ante su público, era en sus conceptos mercantiles “de carrera espacial”, un producto a vender, para tapar los logros conseguidos por la Unión Soviética, pues convirtieron en un victoria “llegar a la luna”. Los EEUU, llevaron varias misiones tripuladas a la Luna, y después… ¿Qué ha supuesto?: un programa de vuelos ruinosos e irrelevantes, que han sido abandonados, hasta la actualidad, pues no tienen un programa científico, cultural, ni por supuesto social ni civilizatorio.

Esa mentalidad caótica científica nace en 1945, tras el fin de la segunda guerra mundial: la identificación de todas y cada una de las ciencias con la sociedad implantada en los Estados Unidos, como ejemplo social para el resto del mundo, cuando se trata justamente al contrario,  de cambiar un modelo de sociedad fracasado, a nivel planetario.

Y así lo hicieron al revés en su imitación de los logros soviéticos espaciales, creando una especie de “carrera espacial”: pusieron como modelo impulsor científico unas señas de identidad que les llevaba al fracaso, siguieron militarizando la ciencia en torno a ARPA, de donde nació la NASA, la Comisión de Energía Atómica, los ordenadores e internet.

En Estados Unidos la ciencia se mueve en un círculo vicioso, alrededor del beneficio de las multinacionales, del engaño propagandístico y recreativo de la población, el negocio del entretenimiento de la humanidad, ya que ellos mismos ciegamente se creen sus propias mentiras.

Para el imperialismo el despilfarro y el caos lo es todo.

La deshechos acumulándose, el mantenimiento de combustibles agresivos con el planeta, la destrucción de las relaciones entre los trabajadores, la descolocación de las diferentes fábricas de los países buscando solamente el beneficio y los mínimos costes y pagos de salarios, el mantenimiento de fuertes inversiones en industrias militares, de seguridad y control de la población, esperpénticas producciones solo para el lujo, etc…

Otro paradigma de civilización humana

Todas estas actuaciones inciden esencialmente contra el avance de la humanidad hacia su liberación social. Y para ello son necesarios otros paradigmas civilizatorios, que extirpen esa mentalidad apropiadora, esquilmatoria y de barbarie social.

Por el contrario, el programa espacial soviético tenía otras premisas para los años 60 y 70:

-      Hombres y  Mujeres en órbita espacial.

Tras el envío de Yuri Gagarin en la Vostok 1. Desarrollaron este importantísimo avance social-cultural de futuro, que Valentina Tereshkova fuese la primera mujer que circunnavegó la tierra, bajo el nombre clave de “Chaika-Gaviota”, en la nave “Vostok 6.

Su vuelo duró dos días, veintidos horas y cincuenta minutos. Realizó 48 órbitas a la tierra, realizando continuas fotografías. A la vez realizaba comunicaciones espaciales con su nave hermana “Vostok 5”. Demostrando que las mujeres tienen la misma resistencia física que los hombres en la permanencia en el espacio.

Y así continuó durante dos décadas:

-      Comunicaciones estables tierra/nave, nave/naves.

-      1º Acoplamiento entre naves.

-      1º Paseo espacial.

-      Pruebas de adaptación del ser humano al espacio durante días, meses, años.

-      Misiones a Venus, Marte, Mercurio y Júpiter, mediante sondas automáticas.

-      Acercamiento y estudio de la Luna con vehículos no tripulados.

-      Estación orbital espacial.

-      Envío del primer equipo a la Luna, para preparar el segundo escalón, una estación lunar permanente.

-      Viajes de comunicación constantes Tierra/Luna-Luna/Tierra.

Pero si analizamos concienzudamente lo que aquellos años hubo conseguido el programa espacial soviético, silenciado en occidente, es simplemente espectacular:

•1957: Lanzamiento del primer misil intercontinental el R-7, Semyorka.
•1957: Primer satélite en órbita, Sputnik
•1957: Primer ser vivo en órbita la perra Laika, en el Sputnik 2.
•1959: Lanzamiento de un misil, el primer objeto hecho por el hombre en salir de la órbita de la tierra, Luna 1
• 1959: Primera comunicación de telemetría desde y hacia fuera de la tierra, Luna 1.
• 1959: Primer objeto en pasar cerca de la luna, y primer objeto en órbita solar Luna 1.
• 1959: Primer satélite en impactar la luna, Luna 2
• 1959: Primeras imágenes del lado oscuro de la luna, Luna 3.
• 1960: Primer satélite en ser lanzado hacia Marte, Marsnik 1.
• 1961: Primer satélite hacia Venus, Venera 1.
• 1961: Primera persona en entrar en órbita alrededor de la Tierra, Yuri Gagarin en el Vostok 1.
• 1961: Primera persona en pasar 1 día en órbita Gherman Titov, Vostok 2.
• 1962: Primer vuelo doble tripulado (aproximación), Vostok 3 y Vostok 4.
• 1963: Primera mujer en el espacio, Valentina Tereshkova, Vostok 6.
• 1964: Primer vuelo multitripulado (3), Vosjod 1.
• 1965: Primera caminata espacial EVA, por Alexéi Leonov, Vosjod 2.
• 1965: Primera sonda en impactar otro planeta Venus, Venera 3.
• 1966: Primera sonda en descender en la luna y transmitir las primeras imágenes de la superficie lunar, permaneciendo en funcionamiento durante tres días, Luna 9.
• 1966: Primera sonda en órbita lunar, Luna 10.
• 1967: Primer encuentro no tripulado y acoplamiento, Cosmos 186/Cosmos 188 (hasta 2006 esta hazaña no fue imitada por Estados Unidos).
• 1969: Primer acoplamiento e intercambio de tripulación en órbita, Soyuz 4 y Soyuz 5.

• 1970: Primeras muestras de la luna regresadas por Luna 16.
• 1970:
El “Luna 17” alunizó el 17 noviembre de 1970 transportando el vehículo teledirigido “Lunojod 1”. Este robot exploró ampliamente el Mar de las Lluvias, realizando en casi un año de actividad: más de 10 kms. de recorrido y transmitiendo a la Tierra más de 20.000 imágenes televisivas y 200 vistas panorámicas de una zona de más de 80.000 metros cuadrados.

• 1970: Primeros datos recibidos de una sonda en otro planeta (Venus), Venera 7.
• 1971: Primera estación espacial, Salyut 1.
• 1971: Primer satélite en orbitar Marte y hacer un descenso, Mars 2.

Y a pesar del estancamiento lograron importantes avances:

·         1973: El “Luna 21” transportaría el vehículo teledirigido “Lunojod 2

·         1975: Primer satélite en orbitar Venus y mandar datos a la Tierra, Venera 9.

·         Luna 24” que tras alunizar en el Mare Crisium (Océano de crisis), volvió exitosamente a la tierra con 170 gramos de muestras lunares.

·         1984: Primera mujer en caminar en el espacio, Svetlana Savitskaya (en la Salyut 7).

·         1985: Primera tripulación totalmente femenina de la historia, formada por Svetlana Savitskaya, Yekaterina Ivanova y Yelena Dobrokvashina (Soyuz T15).

·         1986: Primera tripulación en visitar dos estaciones espaciales (Mir y Salyut 7).

·         1986: Primera estación espacial permanente en orbitar la Tierra, la MIR que orbitó desde 1986 hasta 2001.

·         1987: Primera tripulación en pasar más de un año en la Mir, Vladimir Titov y Musa Manarov.

Durante toda la década fueron lanzándose al cosmos, satélites militares (Zenit), meteorológicos (Meteor), científicos (Foton), de navegación (Tsicada), de comunicaciones (Molniya).

Pero una nefasta involución tuvo lugar, que tuvo como antecedente  el golpe de estado de Jruschov, en los aspectos ideológico-sociales-científicos.

Como sabemos en los años 70, el programa espacial soviético fue interrumpido, yendo a rebufo de los avances occidentales, pues se desecharon su propio programa, a partir del año 67 en que se postulaba la segunda etapa.

Todas las misiones desde aquel año, fueron importantes pero que no se podían avanzar más porque el sistema político-social que había en la URSS no continuaba el ascenso hacia el socialismo avanzado, sino un estancamiento de las relaciones sociales, de las inversiones en la ciencia y la cultura

Por ello, este estancamiento afectó gravemente al desarrollo de la construcción del socialismo, al empoderamiento de la clase obrera. El avance de las conquistas científicas, en beneficio de las condiciones de vida de los trabajadores soviéticos, fueron sistemáticamente suprimidas.

Antes de fallecer Koroliov (14/01/66), diseñaría el enorme cohete N1, enfocado en colonizar la luna, para llevar los equipos, los cosmonautas, y los componentes de la estación lunar permanente. Pero no se desarrolló este proyecto. Fueron paralizados al año siguiente todos los proyectos preparados desde hacía décadas.

Se hizo lo contrario al impulso social que necesitaba la clase obrera. Esta realidad de independencia, corresponsabilidad y progreso humano se había desarrollado en los logros del programa espacial, pero no se adecuaban con lo que sucedía en la sociedad soviética.

Para comprenderlo, hay que analizar las ideas de los años cincuenta sobre la sociedad que avanzaba desde el socialismo al comunismo.

Es necesario que la mercancía, el salario a destajo, la propiedad privada, fueran desechados como factores determinantes de la economía, sino obstáculos para el desarrollo de la conciencia soviética. Premisas fundamentales, que durante decenios de construcción de una sociedad alternativa al imperialismo se estuvieron construyendo en la patria soviética.

“De hecho la equiparación de la trabajadora al obrero en todos los aspectos sociales se logró en los años cincuenta, pero tenía que haberse plasmado más en las décadas siguientes”, en palabras de Valentina Tereshkova.

Como comprobamos por los hechos posteriores de la desaparición de la URSS, en el año 91, las premisas cambiaron mucho antes.

Tenía que haberse logrado un salto social cualitativo, que no se correspondió con el acceso del pueblo soviético y posteriormente del resto de países, a que sus sociedades  vivieran, para y por obtener la satisfacción de sus necesidades alimenticias, culturales y políticas, para la mayoría de la población: los trabajadores.

Y esto en la URSS fue ignorado, pues se eliminó las ideas importantes de acceso de la clase obrera hacia el avance del socialismo (la dictadura del proletariado que hiciese imposible la vuelta al pasado capitalista).

Pero como hemos analizado, todo pasaba porque la propia sociedad de trabajadores soviéticos pudiese gobernarse, dejando al partido como motor únicamente del cambio de mentalidad hacia el socialismo, en las constumbres, ideas en pro del comunismo. Así se emprendía el camino en la época cuando el secretario general del Partido bolchevique era José Stalin, hasta el año 53 (como aparecen en los escritos del propio Stalin, Málenkov, del 19º Congreso, de la Constitución del 36, de Zdánov, etc…)

Implicación de la población soviética en la epopeya espacial

Para llevar a cabo este proceso de desarrollo social, hay que ser consciente que la búsqueda de otras fuentes primarias de energía son necesarias en un momento dado (materiales, combustibles, alimentación, ralentización de la muerte y las enfermedades, respuestas del materialismo  a la vida humana, etc…).

Pero si el avance del modo de producción, y las relaciones productivas, se revolucionarizan constantemente, tienden a desarrollarse inequívocamente hacía el comunismo, pues las contradicciones de clase, de lucha por terminar con la contradicción del trabajo manual/intelectual. Y así el uso de los beneficios conseguidos por el trabajo de todos, eliminarán el arcaico dique de la apropiación privada de los medios de producción.

Por todo ello la culminación hasta las últimas consecuencias del Programa Espacial Soviético, es de singular importancia, pues rompe los fracasados conceptos del capitalismo e imperialismo.

De hecho, si tenemos en cuenta los postulados de Tsiolkovsky, desde la salida de los cohetes espaciales de la tierra, los siguientes pasos solamente pueden ser posibles si en la tierra triunfan las sociedades basadas en el objetivo de llegar al comunismo, para que sus frutos redunden en beneficio de toda la humanidad, a saber:

7. Uso experimental de plantas para crear una atmósfera artificial en las naves espaciales.

8. Uso de trajes presurizados para realizar tareas en el exterior de las naves espaciales.

9. Construcción de invernaderos orbitales para las plantas.

10. Construcción de colonias orbitales alrededor de la Tierra.

11. Uso de la radiación solar para cultivar alimentos en el espacio, calentar los espacios habitables y proporcionar energía para los viajes dentro del Sistema Solar.

12. Colonización del Cinturón de Asteroides.

13. Colonización del Sistema Solar completo y más allá de él.

14. Logro de la perfección individual y social.

15. Superpoblación del Sistema Solar y colonización de la Vía Láctea.

16. El Sol comienza a morir y los últimos humanos abandonan el Sistema Solar para vivir alrededor de otros soles.

Hacer partícipe a toda la población, de los progresos científicos en su bienestar, no habiendo diferencias de clase e incluso extinguiéndolas, es un factor determinante. Ese punto 14 de la integración individual y social que para cada ser humano exigirá dar todo lo que pueda según su capacidad (Comunismo). Es el desarrollo armónico de todos, para que conjuntamente todas las necesidades se vean satisfechas.

El primer hito se ha realizado con la Revolución de Octubre y la creación de la Unión Soviética. El segundo periodo comprende la extinción del imperialismo, por parte de la mayoría de la población, la clase obrera, compuesta de asalariados y trabajadores, para que la revolución social y económica se realice en todo el planeta.

Marx, Engels, Lenin y Stalin han calificado al socialismo como una ciencia de la humanidad. La URSS no solamente puso a la ciencia en el primer plano de sus propias prioridades políticas, sino que obligó al mundo entero a proceder de la misma manera.

 

Nota:

Para la redacción del presente artículo he traducido y desarrollado artículos de la Voz de Rusia, Rusia Hoy, Yuriesfera.net, astronautix.com, centennialofflight.gov, Gravedad cero, Eureka, espanarusa.com, The Truth Behind the Legend of Yuri Gagarin Doran, Jamie; Bizony, Piers -1998-, Ria Novosti, Wordpress.com.

9 de diciembre de 2021

Matrioskas: el documental de las niñas soviéticas-españolas que vencieron a la guerra

 
Por Cuba Información y la AAHS. Materiales de Noticias de Navarra.

Cubainformación TV entrevista a quien fuera su redactora y presentadora, durante los primeros cuatro años de este medio, Helena Bengoetxea, periodista, diseñadora y documentalista. Precisamente, para hablar sobre el documental "Matrioskas: las niñas de la guerra", su último trabajo cinematográfico presentado en el Festival Internacional de Cortometraje y Documental de Bilbao (Zinebi) y que tiene mucho que ver con Cuba.

Como heroínas y referentes. Así define la realizadora navarra Helena Bengoetxea a las protagonistas del documental Matrioskas, niñas de la guerra. Ellas son Teresa, Alicia, Araceli y Julia, cuatro mujeres que, siendo niñas, durante la guerra civil española fueron enviadas a Rusia y que tras la Segunda Guerra Mundial, emigraron a Cuba. Y si bien quedaron marcadas por este exilio y por la pérdida de su identidad y raíces que conllevó, también se convirtieron en heroínas de su propia trayectoria, llegando a vivir cuatro vidas extraordinarias. La película de Bengoetxea, que se estrena hoy en el festival Zinebi de Bilbao, rescata del olvido a estas mujeres, desconocidas en nuestro país, y retrata su resistencia y capacidad de adaptación –y, en ocasiones, también nostalgia–, en un proyecto en el que la memoria es un elemento fundamental.

El estreno de este miércoles en Zinebi –al que acudirán varias de estas niñas de la guerra– es el broche a un recorrido de más de cinco años de trabajo. Fue en 2016 cuando Helena Bengoetxea, licenciada en Periodismo, se encontraba en Cuba realizando una maestría de cine en la Escuela de Cine y Televisión de San Antonio de Los Baños, y escuchó una historia que le atrajo: en los años 60, llegó a Cuba desde la URSS un grupo de voluntarios conocidos como "hispano-soviéticos" que en su momento habían sido niñas y niños de la guerra española.

Es decir, habían formado parte de los miles de niños y niñas que en 1937 viajaron a la URSS, vía marítima y partiendo de los puertos de Santurtzi y Gijón. Fueron niños y niñas que durante su estancia en la Unión Soviética, recibieron buena educación, estudiando en castellano, ruso... Y que siendo adolescentes les tocó afrontar otro conflicto bélico, el de la II Guerra Mundial. "Allá la conocen como la Gran Guerra Patria y pasaron muchas penurias", apunta la realizadora navarra que cita cómo algunos de ellos formaron parte del Ejército Rojo, mientras que otros, entre ellas dos de las protagonistas, Teresa Alonso y Alicia Casanova, sufrieron el cerco de Leningrado –donde murieron de hambre más de 700.000 personas– y finalmente fueron evacuadas en 1942.

Finalizada la guerra, el gobierno soviético reagrupó a estos niños y niñas en Moscú, donde siguieron con sus vidas, estudiaron carreras universitarias... Hasta que en los años 60 muchos se embarcaron en un nuevo exilio a una Cuba en la que había triunfado la revolución y demandaba profesionales, ya que muchos cubanos habían abandonado el país. Mediante las alianzas cubano-soviéticas, 200 personas viajaron a la isla, entre las que había traductores –dominaban el ruso–, asesores militares, aviadores, ingenieros, médicos, profesores... Y cuando años más tarde, en 2016 Bengoetxea desarrollaba su investigación, encontró que en Cuba residían 13 personas que eran exiliadas directas. De entre todas ellas, decidió poner el foco en las mujeres.

"El exilio fue el mismo para todos y todas, pero estamos hablando de mujeres que si no se hubieran marchado y se hubieran quedado aquí, no hubieran tenido la independencia económica y desarrollo personal y laboral que tuvieron", cuenta sobre esa "otra oportunidad que les ofreció la vida" lejos de España, sin olvidar toda la tragedia y trauma que supusieron las guerras y los exilios.

Pero es que no sin pelea, ellas desarrollaron grandes carreras profesionales: por ejemplo, Alicia era médico, experta en neumotisiología y ayudó a erradicar la tuberculosis en la isla –recibió una medalla del Ministerio de Salud–, o está el caso de Julia, ingeniera que llegó a tener un equipo de 40 hombres a su cargo y que dirigió importantes proyectos como puentes o la canalización del zoológico de la Habana. "Son referentes y aquí son auténticas desconocidas", lamenta y resalta su mentalidad en torno a temas como "su concepto de la maternidad, las relaciones de pareja y el matrimonio o qué tienen que hacer las mujeres o no". Y resume: "Estas mujeres, han sido protagonistas de la Historia, con mayúscula".

El papel de la memoria

Otro de los elementos fundamentales del filme, explica su directora y guionista, es la memoria. Por un lado están todas las vivencias y experiencias personales de estas mujeres, pero también se aborda el papel de la memoria desde el punto de vista de la nostalgia e incluso idealización: "La memoria es una construcción y desde el exilio más", opina, para recordar cómo cuando te han obligado a marcharte, "tu país y tu realidad forman parte de ese imaginario de lo que estaba cuando te fuiste". Como el propio país, o la República.

Esa idealización cayó cuando muchas regresaron a España, como Araceli, que viajó con su hija pequeña y que pese a contar con dos carreras, vio cómo no convalidaban sus títulos y se puso a trabajar en una casa de criada. Por ello muchos optaron por regresar de nuevo a Rusia, mientras que otros directamente nunca llegaron a volver. La vida de estas mujeres cambió también sustancialmente cuando en 1990 se reconoció una pensión vitalicia para niños y niñas de la guerra y se les otorgó la nacionalidad española, porque hasta entonces "no eran de ningún sitio, porque tenían pasaporte soviético, en Cuba no les dieron la nacionalidad, sino la residencia permanente...".

«¿Ves la insignia? Mírala bien. Es el contorno de España. Y las siglas M.A.E. en rojo, amarillo y morado. Significa ‘Mujeres Antifascistas Españolas’. ¡Esa no la tuvo todo el mundo!», exclama orgullosa Julia Delgado (Madrid, 1923) en su domicilio cubano. De familia de tradición comunista del barrio madrileño de Lavapiés, Julia escapó de España con 12 años a pie por el paso de La Junquera, acabó en un campo de refugiados de Francia y finalmente llegó a la Casa de Niños nº 2 de Stalingrado. Tras la guerra estudió Mecánica e Ingeniería Vial en Moscú, desde donde parte hacia Cuba en 1961 para trabajar. Dotada de una memoria y lucidez increíbles a sus 93 años, de costumbres espartanas y con una visión férrea de lo correcto, su seriedad y determinación se borran en presencia de Julio, su segundo marido con el que vive en La Habana. Julio y Julia conforman un universo particular en el barrio del Vedado: ella medio ciega y él sordo del todo en una cotidianidad de amor y mucho humor que han conseguido revivir a esta anciana tras conocer el sufrimiento, la lucha y los sinsabores.

Teresa Alonso (Donosti, 1925) de familia humilde, en julio del 37 es evacuada a la URSS desde Santurtzi en el carguero “Havana”, donde conoció al amor de su vida. Teresa pasó la guerra en el sitio de Leningrado recogiendo cadáveres y trabajando en las fábricas de munición. Tras 20 años de estancia en Rusia, se reencuentra con su familia en Barcelona, adonde habían desterrado a su padre. Su sueño antes de morir: visitar la tumba de su novio eibarrés que la guerra le arrebató y que está enterrado a orillas del lago Peipus, en Estonia.

No sale nunca a la calle sin su chapa con la bandera republicana. Hoy vive en Barcelona. Siendo niña sufrió el bombardeo de Gernika antes de ser evacuada, durante la guerra impuesta por los militares, junto con otros 35.000 niños. "Los que fueron a Rusia eran casi todos hijos de militantes del Partido Comunista", precisa Bengoetxea.

Teresa vivió esa experiencia limitadora en carne propia. Ella sí volvió, en la década de 1950, cuando Franco permitió el regreso de los niños de la guerra. Su formación, obtenida en la URSS, era de perito, experta en electricidad, pero sólo pudo trabajar de telefonista en un hotel de Barcelona. En cierta ocasión un músico soviético se alojó allí y cuando el director la vio hablando en ruso con él rebajó aún más su categoría. No sabía que estaba dando empleo a una comunista. Y encima divorciada. A partir de ese día fue camarera de piso. Tenía que hacer las camas de rodillas porque su espalda quedó dañada en una explosión durante el sitio de Leningrado. «Y además nadie le alquilaba un piso. Vivía con su hija en un portal, debajo de una escalera», nos cuenta la directora de Matrioskas. «Hemos estado olvidadas pero que se sepa por lo que hemos pasado. Para los que vienen detrás, porque se puede repetir», dice Teresa en la película.

A ella, tras pasar por tantas vicisitudes, no le extrañó que muchos de aquellos niños que regresaron se volvieran a marchar a la URSS. Vieron la España de Franco, esa que el NO-DO encuadraba sin asomo de vergüenza «en el mundo libre», y se marcharon por donde habían venido. Fue como el heroico salto del Muro de Berlín, pero al revés, hacia el Este. Es lógico que a muchos patriotas españoles, educados en los relatos oficiales (el franquista y el hollywoodense), les explote la cabeza con historias como estas.

Araceli Ruiz (Palencia, 1924), ella y sus hermanas partieron desde el puerto de El Musel de Gijón hacia la URSS en 1937. Vivió en la Unión Soviética más de cuarenta años, donde sufrió de nuevo la guerra y huyó de Leningrado hasta Samarcanda. Pasó hambre y trabajó duro como mano de obra bélica. Nada de eso acabó con su vitalidad y compromiso, que la llevaron a Cuba a trabajar como economista y traductora de español, «Mira, todo hombres. Yo soy la única mujer». Allí trabajó como traductora de los asesores militares soviéticos durante la crisis de los misiles. No volvió a su casa, en Gijón, hasta 1980. Tenía mucho trabajo en la URSS y no lo quería dejar. A sus 95 años, solo las arrugas y el paso lento la diferencian de aquella mujer decidida que prometió no volver a su Gijón natal hasta la muerte del dictador, ciudad en la que continúa viviendo desde entonces.

En la misma situación laboral estaba Alicia Casanoba (Barakaldo, 1925). Embarcó desde Santurtzi rumbo a la URSS con 12 años. Tras un breve paso por Kiev, la ubicaron en el colegio de niños de Leningrado. Al terminar la guerra estudia medicina en Moscú y marcha a Cuba a trabajar como neumotisióloga. Hoy, la doctora Casanova es una frágil anciana de 94 años que vive en la misma casa habanera a la que trajo a su desconocida madre tras 30 años de separación. A pesar de su pesimismo declarado, y su frágil memoria, Alicia sigue manteniendo una energía poco común para su edad y una fuerte voz que contrasta con su delicado aspecto. Su única ocupación actual consiste en limpiar frijoles, pero todavía sigue recibiendo visitas de algún colega en busca de asesoría médica. Se presentó voluntaria para trasladarse a Cuba en los primeros años de la Revolución. Allí llegó a dirigir varios hospitales y contribuyó a erradicar la tuberculosis de la isla a mediados de los años sesenta. «¿Qué hubiera pasado si vuelves a España?», le pregunta Bengoetxea. «Pues que no hubiera llegado a lo que llegué», contesta Alicia con una desarmante lucidez.

 

Rodaje pandémico

El rodaje de la producción, de carácter internacional y a cargo de Haruru Filmak, Sincro Produccion y Pyramide Production, se desarrolló entre julio de 2019 y octubre de 2020 en España, Cuba, Rusia, Ucrania y Estonia. El navarro Iñaki Alforja es el director de fotografía de un proyecto cuya grabación se vio alterada por la pandemia, ya que el confinamiento les pilló rodando en Cuba. "Fue el último rodaje de una producción extranjera allá", recuerda Bengoetxea. Tras su paso por el circuito de festivales, está previsto que la película llegue a salas comerciales, si bien antes se proyectará una versión reducida en los canales de televisión que han participado en la producción, como ETB.

«Vivir dos guerras y un exilio es un drama. Y eso es lo que vivieron estas niñas. Los niños también, por supuesto, pero yo tenía muy claro que quería contar la historia de las mujeres, mostrar esta memoria en forma de genealogía femenina», explica Bengoetxea. «Ellas, a pesar de la tragedia, de tener que dejar a sus familias, de ir a otro país, de tener que aprender otro idioma, de vivir otra guerra, a pesar de todo eso, se puede decir que hasta tuvieron suerte. Porque si llegan a quedarse aquí, ni hubieran estudiado ni hubieran conseguido desarrollar una carrera profesional. Aquí, para hacer cualquier cosa había que contar con el permiso del marido, del padre o del hermano. Una cosa de locos».

La guerra civil fue, durante décadas, un tabú en la mayoría de hogares españoles. La excusa era vivir en paz y salir adelante. Así que sobre aquello se extendió un manto de silencio. 

Pero eso no vale para ellas. «Es que son más abiertas, porque han sido educadas así y porque no vivieron aquí –explica la directora–. Ellas emprendieron un exilio político con 12 años y sabían perfectamente lo que pasó: un golpe de Estado, una guerra y una dictadura. Y vivieron otra realidad. Y más aún: para ellas su país es la España de la República. Aunque este país, el país ideal de su memoria, no existe»

Helena Bengoetxea hace un paralelismo entre la locuacidad de la que hacen gala Araceli, Teresa, Alicia y Julia y el silencio que ha marcado a tantas familias españolas que vivieron la dictadura: «En Navarra, de donde soy yo, no hubo frente de guerra. El general Mola y los carlistas se hicieron con el territorio en los primeros días de la contienda. No hubo guerra como tal. Lo que sí hubo fue una represión terrible. Asesinaron a casi 4.000 personas. Y, claro, aquí sí que no se habla. Hay pueblos en los que las familias de los verdugos y las familias de las víctimas se conocen, y eso no se ha solucionado jamás».

‘Matrioskas’, un trabajo a contrarreloj

Por pura ley de vida, el rodaje de Matrioskas fue una carrera contrarreloj. Sus protagonistas, que superan con creces los noventa años, convertían el tiempo en algo precioso. Quien pone a Helena Bengoetxea en la pista de estas mujeres es una contemporánea de ellas, Isabel Álvarez Morán, otra de aquellas niñas de la guerra. La conoció en Cuba en 2016, mientras realizaba un máster de Documental Creativo en la Escuela de Cine y Televisión de San Antonio de los Baños. Isabel formó parte del grupo de 200 voluntarios españoles que a principios de la década de 1960 cambió la URSS por Cuba para ayudar a la revolución naciente. También iba a participar en Matrioskas, pero su estado de salud se deterioró rápidamente y no pudo ser.

Sobre Bengoetxea pendía, pues, la espada del tiempo. Sin embargo, sacar un rodaje adelante es algo especialmente lento. Conseguir la financiación y los permisos no fue una tarea fácil ni ágil, lo que provocó cambios inevitables en el proyecto original. Y a esas dificultades se le sumó la pandemia, que restringió la capacidad del equipo para desplazarse a Cuba y a Rusia. Con todo y con eso, el resultado es un documental conmovedor que hace justicia a unas mujeres que merecían un homenaje.

'Matrioskas, las niñas de la guerra'
Teresa Alonso mantiene viva su curiosidad a los 97 años. Detrás, la directora de ‘Matrioskas’, Helena Bengoetxea, durante el rodaje en Barcelona. NUEVE CARTAS

Así como cada año, en Europa, se homenajea a los héroes de la Primera y la Segunda Guerra Mundial, España podía haber hecho lo mismo con los suyos. Pero no ha sido así. Ni con los hombres y mujeres que lucharon contra los nazis ni con los reprimidos y asesinados durante la dictadura franquista. «Bueno, a mí no me extraña», dice Bengoetxea. «¿Sabes cuál es la diferencia? Que la Resistencia francesa ganó la guerra. Aquí los republicanos la perdieron. Tuvimos 40 años de dictadura y lo que vino después: que el franquismo se quedó en las instituciones. ¿Tenemos una democracia formal? Pues supongo que sí… pero con un rey que puso ahí un dictador y que no se cuestiona. Y con un partido que se llama ‘socialista’, que gobernó desde 1982, durante 14 años, y que hizo bien poco por toda esta gente».

Este retardismo de nuestra memoria histórica es un tema que le duele especialmente: «No se ha hecho una valoración justa de lo que significaron el PCE y el PSOE en los gobiernos de la República. Sé que el PCE de hoy no es el PCE de entonces, pero es más grave aún lo del PSOE. Hay muertos en las cunetas que son suyos y no han hecho nada»

Este desencanto llega hasta la misma Transición: «La recuperación de la llamada memoria histórica se ha hecho tarde y mal. Y eso hablando de la guerra civil. Si hablamos de otras recuperaciones posteriores, de la represión de los años sesenta y setenta, apaga y vámonos. A ver si prospera la diligencia contra Martín Villa en Argentina. ¿Pero de qué democracia estamos hablando si te tienes que ir hasta Argentina para que juzguen a este señor?».

La directora

Helena Bengoetxea es realizadora, diseñadora y periodista. Máster en estudios feministas (UB – DUODA) y máster en Comunicación Audiovisual (EHE-UPV ), estudió cine documental creativo en la EICTV (Cuba) y ha completado su formación audiovisual en distintos seminarios referenciales con Robert McKee, Mercedes Álvarez, Carmen Guarini, Nicolas Philipbert, Pedro Costa o Patricio Guzmán, entre otros. Forma parte de la productora Haruru Filmak desde sus inicios. Colabora en diferentes proyectos audiovisuales del Centre La Bonne (BCN) desde 2005, actualmente en el LAB-FEM, coordinado por Lola Mayo.

Matrioskas, las niñas de la guerra es su primer largometraje, pero tiene experiencia en la realización de piezas audiovisuales por encargo para ONGs, museos y entidades en temáticas como feminismo, memoria histórica, solidaridad internacional o educación para el desarrollo. Algunas de estas obras han sido seleccionadas en diferentes festivales internacionales, entre los que destacan:

  • “La agenda setting. Palestina en los medios” (2012, 86 min.)
    • 15º Festival Internacional de Cine de DDHH
    • 5º Festival Internacional de Cine Invisible “Filme Sozialak”
    • Xº Al Jazeera International Documentary Film Festival
    • 8º DocsMX, Mención Especial del Jurado
    • Festival Internacional de Documentales “Santiago Álvarez in memoriam”, Premio Especial de Jurado.
  • “Ingreso de las mujeres de Beriain en el mercado laboral: testimonios” (2012, 31 min.)
    • XI Muestra de Cine sobre Igualdad de Género “Mujer en Escena” (Festival de Málaga)

Malditos comunistas

Si muchos países europeos disfrutaron de un Estado del bienestar y hoy sacan pecho por sus democracias liberales, fue gracias al esfuerzo y la sangre derramada por los comunistas, muchos de ellos españoles. Y aún hoy, en el Congreso de los Diputados, se sigue usando el término «comunista» como insulto. «Tampoco me extraña. Es otra consecuencia lógica del desarrollo de nuestra historia», afirma la directora.


'Matrioskas, las niñas de la guerra'
Julia Delgado y su compañero posan en su domicilio de La Habana, donde vive rodeada de recuerdos. El más querido de todos es un dibujo que Antonio Buero Vallejo le hizo a su padre, histórico dirigente comunista, cuando compartieron presidio en Madrid. NUEVE CARTAS

El caso de Julia y de Alicia, las que se quedaron en Cuba, es un poco diferente. «Su posición política es casi una metáfora de lo que es el país. Son comunistas de pro, de las de aquellos años, y viven en un país que también está, ideológicamente hablando, en aquellos años. Ellas fueron a ayudar a la Revolución Cubana, esa fue su manera práctica de llevar a cabo sus ideales. Y cumplieron. Para ellas la revolución estaba hecha. Por eso se quedaron allí. Julia lo dice claramente: ‘Yo soy una cubana más’».

«Si muchos cubanos murieron en España peleando por la República, ¿por qué yo no podía pelear aquí?», se pregunta Julia en el documental. «Por eso vine. Tenía que ayudar. Y no me sentí nunca extranjera. Yo siempre me sentí cubana».

Cerca ya de los 100 años, Julia afirma que no le tiene miedo a la muerte. Simplemente no piensa en ella. Después de vivir dos guerras, de sentir cómo le caían las bombas encima, y habiendo salido de aquello por su propio pie, opina que ya es tarde para tener miedo. Así y todo, Bengoetxea la interroga:

–¿Tú a qué le tienes miedo, Julia?

–¿A qué voy a tener miedo? A los fascistas.


Enlaces:

- Diario de noticias de Navarra: 

https://www.noticiasdenavarra.com/cultura/2021/11/16/matrioskas-ninas-vencieron-guerra/1201262.html 

https://www.lamarea.com/2021/11/18/matrioskas-nonagenarias-antifascistas-de-hierro/

Video de presentación del Documental:

https://www.youtube.com/watch?v=7hH14gFE--8