
Foto del libro autobiográfico de Ignacio Hidalgo de Cisneros
Por Arturo del Villar
El pacto de no intervención
Es cierto que la Unión Soviética se
adhirió al vergonzoso pacto de no intervención en la guerra de España,
consumado el 9 de setiembre de 1936, cuando se celebró en Londres la primera reunión
del Comité de No Intervención, integrado por 22 países: para entonces se
hallaba más que probada la intervención de Alemania e Italia con hombres y
equipamiento militar.
El 8 de
octubre el delegado soviético, Iván Maisk, denunció la descarada injerencia
nazifascista, y anunció que la Unión Soviética no podía permanecer impasible
ante esa continuada agresión extranjera al pueblo español. Naturalmente, sabían
muy bien todos los firmantes del pacto de no intervención quiénes estaban interviniendo,
pero se mantuvieron las apariencias. La política internacional la marca el más
fuerte.
Connie explica
en sus memorias la actitud de la Unión Soviética con relación al pacto, y sus
razonamientos son tan lógicos que no pueden ser discutidos:
"El Pacto de No-Intervención, aquel invento
de León Blum, salido de los laboratorios británicos, había sido creado para
"impedir" y "detener" la invasión armada de España por
Hitler y Mussolini. Todo el mundo sabía ya, que habían llegado tropas italianas
a la península; que los nazis habían formado con personal escogido su famosa
Legión Cóndor, para combatir en España; que aviones alemanes e italianos
bombardeaban los pueblos, antes de que entrasen en ellos los rebeldes; pero, ¿y
si la URSS se hubiese negado a
firmar el Pacto de No-Intervención? ¡Qué más hubiera querido el Gobierno
Británico para acabar de pintar nuestra guerra como una lucha entre dos
ideologías, entre fascismo y comunismo!
No; la Unión Soviética no
tenía ninguna ambición de dominar España, ni ninguna necesidad de intervenir,
como lo estaban haciendo Italia y Alemania […] y al adherirse al Comité de
No-Intervención esperaba todavía poder obligar a los demás firmantes a que
cumpliesen las condiciones del Pacto". (P. 339.)
Es una
valoración exacta de lo sucedido: Stalin no abandonó a la República Española,
porque mientras se adhería al pacto de no intervención encargaba a sus
ayudantes que reclutaran unas Brigadas Internacionales para combatir en España,
y que organizasen el envío cauteloso de material bélico a puertos españoles.
Ningún historiador demócrata será capaz de censurar ese doble juego político,
encaminado a mantener la democracia en España y por derivación en Europa.
La astucia
política de Stalin le permitió ir armando a su patria y colaborando con la República Española,
al mismo tiempo, en tanto entretenía a su inquietante vecino alemán. Esa
sutileza quedó demostrada una vez más el 23 de agosto de 1939, vencida ya la República Española,
cuando consiguió firmar un pacto de no agresión con Alemania, en vísperas del
comienzo de la guerra europea.
De ese modo
logró unos meses de respiro, para continuar la fabricación de material bélico
estajanovistamente, con el que armar a su ejército y organizar la defensa de su
país, antes de que se produjera la invasión nazi: sabía que era inevitable,
porque Hitler la había anunciado sin tapujos, y su locura, secundada por la mayoría
del pueblo alemán, le hacía soñar con el dominio de todo el mundo.
La
URSS y
la República Española
De manera que
la Unión Soviética
expedía material de guerra al Ejército leal, aunque el Frente Popular de la República Francesa
detenía en la frontera el que pasaba por su territorio, y muchos mercantes
fueron hundidos por los submarinos nazis y fascistas con absoluta impunidad.
Además, la Unión Soviética
mandaba a los puertos leales barcos cargados de alimentos y de medicamentos,
que se repartían entre los milicianos y la población civil, venciendo las
dificultades de abastecimiento en una economía de guerra.
Además, la Unión Soviética
encargó a la Komintern
la organización de las Brigadas Internacionales, que permitieron venir a España
a hombres y mujeres de cincuenta y tres países, para combatir junto al Ejército
leal por la libertad en el mundo.
Además, la Unión Soviética
envió a España asesores militares, que transformaron a las milicias
desorganizadas y desabastecidas en el Ejército Popular de la República.
Además, la Unión Soviética
aceptó que unos cientos de jóvenes españoles se trasladaran a sus propias
escuelas de aviación, para que se formaran, mediante cursillos acelerados de
seis meses, como pilotos de los aviones que proporcionaba al Gobierno legítimo.
Además, la Unión Soviética
acogió a 2.895 niños españoles evacuados a consecuencia de la guerra, y llevó a
300 maestros españoles para que los educaran en su idioma, creando unos albergues
para ellos, adornados con recuerdos de España. Con el tiempo, estos niños
ingresaron en universidades soviéticas y se graduaron en las especialidades de
su preferencia.
Además, los
trabajadores soviéticos destinaron un día de su salario, en agosto de 1936,
para ayudar a los trabajadores españoles enfrentados al nazifascismo. Gracias a
este gesto de solidaridad se recaudaron catorce millones de rublos, invertidos
en armamento que se envió a la zona leal.
Por todas
estas razones se comprende la determinación tomada por Connie e Ignacio de
afiliarse al Partido Comunista, la misma que inspiró a otros muchos españoles
sensatos. Fue también el motivo de que adoptaran la decisión de enviar a su
hija Luli a la Unión
Soviética, en un barco que partió de Alicante rumbo a Odessa.
Querían librarla de los riesgos inevitables en una guerra, y asegurarse de que
tendría una educación completa en todos los órdenes. El tiempo les demostró que
estuvieron acertados, porque Luli se lo agradeció cuando llegó a ser una mujer
con excelente formación intelectual y moral.
Breves biografías de Connie e Ignacio
Sobre Ignacio Hidalgo de Cisneros.
Sobre Constancia de la Mora.
CONNIE, CONSTANCIA DE LA MORA.
Sus padres eran Constancia
Maura Gamazo y Germán de la Mora Abarca. Su abuelo, el político Antonio Maura.
Su hermana, Marichu de la Mora y Maura, decana de la prensa de moda en España
(primera mujer con carné de periodista) y, antes, secretaria general de la
Sección Femenina. Su segundo marido, Ignacio Hidalgo de Cisneros, un héroe de
la aviación y jefe de la Fuerza Aérea Republicana.
DOBLE
ESPLENDOR (en inglés, In Place of
Splendor)
En la portada de su versión
inglesa, subtitulada “La autobiografía de una mujer española”, palabras de Ernest Hemingway (“Fue una leyenda
y este libro muestra por qué”) y de Vincent Sheean, periodista y novelista
estadounidense (“Nunca me he adentrado en un relato mejor sobre la naturaleza
de la mujer en la guerra”).
Sus memorias fueron uno de
los primeros relatos publicados sobre la guerra civil. Aparecieron en 1939 en
inglés en Nueva York y en México escribe la versión española en 1944.
La traducción literal del
título en inglés, “En lugar del esplendor”, queda explicado por las palabras de
Lini de Vries en su entierro: “En lugar
del esplendor, optó por formar parte de la República de España…”.
De
Connie a Constancia
En 1924, con 18 años, fue a
estudiar a St Mary´s en Cambridge (quizá ahí Constancia/Constance se
convirtiera en Connie…).
El 17 de mayo de 1926, con
20 años, se casa en Los Jerónimos de
Madrid con Manuel Bolín Bidwell, un señorito andaluz. “Estaba harta de fiestas
y harta de “obras caritativas”. Mi madre y yo cada vez discutíamos más…casi
desesperada, conocí al joven con quien me iba a casar”, cuenta en sus memorias.
Un año después, el 26 de
febrero de 1927, nace en Málaga su única hija Lourdes/Luli Bolín de la Mora.
Al poco, se trasladan a
Madrid y Constancia decide ponerse a trabajar. Zenobia Camprubí, mujer de Juan
Ramón Jiménez, le da la oportunidad de hacerlo en su tienda de artesanía “Arte
Popular Español”. En enero de 1931, la pareja se separa legalmente.
Por entonces, conoce al
matrimonio Allen, Ruth y Jay (este, corresponsal estadounidense que le ayudará
en muchos momentos). También al que será su segundo marido el 16 de enero de
1933 -tras conseguir el divorcio-, Ignacio Hidalgo de Cisneros, aviador y,
posteriormente, jefe de la Fuerza Aérea Republicana. En sus círculos, los
llamaban “los bolcheviques”.
Al comienzo de la Guerra
Civil, Ignacio y Constancia se afilian al Partido Comunista. Su primer trabajo
(de Connie) es dirigir las colonias infantiles de Madrid y Alicante. En
diciembre de 1936 manda a su hija Luli a Odessa, a orillas del mar Negro.
Durante la guerra, su conocimiento de idiomas la convierte en imprescindible en la
Oficina de Prensa Extranjera.
En febrero de 1939 vuela a
Nueva York en misión diplomática, en busca de ayuda, pero ya hay “problemas
mucho más amenazadores” en la agenda estadounidense. El corresponsal Jay Allen
le propone que escriba su historia. Y así, en noviembre, se publica en Nueva
York In Place of Splendor.
Con el paso de los años, ha
quedado claro que el libro (su primer y único libro, de 426 páginas, escrito en
tiempo récord) no lo escribió ella, sino una escritora profesional: Ruth McKenney, autora por aquella época
de sus memorias Mi hermana Elena
(luego convertidas en famosa película y musical) y Valle Industrial, sobre la huelga en la fábrica de caucho de Akron,
Ohio, entre 1932 y 1936.
Olvidos
intencionados en sus memorias
“El comunismo no se menciona…y
omitió cuidadosamente los nombres de muchos de sus amigos y colaboradores…para
evitar que su nombre se asociara al partido comunista”. “No menciona que los
Alberti eran comunistas…”. "Ni lo dice sobre la fotógrafa italiana Tina Modotti".
"No habla de sus viajes a Moscú
en 1938, donde conoce a Stalin y otros políticos/militares rusos".
También quedan puntos
oscuros como la desaparición del traductor José Robles o el asesinato de Andreu
Nin (no se menciona ni su nombre ni su muerte).
Han
dicho de ella y sus memorias
Milton
Wolff (1915-2008), último comandante de la Brigada Lincoln
(autor de la novela autobiográfica Another
Hill/Otra colina, en 1994): “…eran muy pocos los de su clase social…que
permanecieron leales al gobierno elegido…Doble
esplendor es uno de los mejores
libros sobre la guerra y esa época…”.
Louis
Fischer (1896-1970), periodista, autor de la autobiografía Men and Politics, en 1941: “…era
brillante. Conocía idiomas y la psicología de los extranjeros, y a los
corresponsales les gustaba”.
Kate
Mangan y Jan Kurzke, en sus memorias inéditas The Good Comrade/El buen camarada:…"una
joven aristocrática, inteligente y encantadora…la segunda al mando [en la
Oficina de Prensa Extranjera]”.
Arturo Barea (1897-1957), censor, en La forja de un rebelde (1941-1944), su trilogía autobiográfica:
“…era una organizadora eficiente y una aristócrata que se había unido a la
izquierda por voluntad propia…tenía la actitud imperiosa de una matriarca,
la mente simple de una niña de colegio de monjas y la arrogancia de ser la
nieta de Antonio Maura”.
En
la actualidad
“La lápida diseñada por Rodolfo Ayala bajo un gran laurel indio en el
cementerio de Acapantzingo (en Cuernavaca) que señalaba su tumba en México, ha
desaparecido…”.
En 1946, Richard Collins realizó
la adaptación cinematográfica del libro, pero la película nunca llegó a
producirse. Los informes de análisis del FBI la catalogan como “Propaganda
comunista”.
Sobre
la autora de la biografía
Soledad
Fox Maura (Nueva York, 1968), nieta de Manuel Maura Salas, es catedrática en el Williams College de Massachusetts, en Estados Unidos. Está
especializada en la historia y la literatura de la Guerra Civil Española. “…Se
reconstruye la historia de su exilio [en México]”, aporta entrevistas,
materiales de archivo, correspondencia (cartas en la Fundación Antonio Maura) y
memorias inéditas recogidas en México, Estados Unidos, España y Rusia.
https://www.youtube.com/watch?v=ytrc99oCUTo&t=340s
Documental The Spanish Earth, 1937, subtitulada en español.
Enlaces:
https://www.gasteizhoy.com/ignacio-hidalgo-de-cisneros-aviador-ii-republica/
http://www.elindependientedegranada.es/blog/cambio-rumbo-i-parte-memorias-ignacio-hidalgo-cisneros-jefe-aviacion-republicana-durante-guerra
http://quefluyalainformacion.blogspot.com/2019/07/constancia-de-la-mora-fantasma-de-la.html