22 de julio de 2019

Cuando Juan Ramón Jiménez se declaró comunista

Por Arturo del Villar

   Lo dijo, y tenía razón, otro grandísimo poeta republicano exiliado, Rafael Alberti, al escuchar el 25 de octubre de 1956 que la Academia Sueca otorgaba el premio Nobel de Literatura de ese año a Juan Ramón Jiménez, exiliado en Puerto Rico: “Les han dado el premio Nobel a los sobrinos de Juan Ramón.” Gran verdad, porque el poeta se hallaba hundido en una gravísima depresión que le impidió volver a escribir desde julio de 1954, agravada a consecuencia de la muerte de su compañera Zenobia Camprubí tres días después de hacerse pública la noticia.  

Juan Ramón Jiménez
Aunque es incuestionable que Juan Ramón declaró desde su juventud su compromiso con la izquierda republicana, y que murió en el exilio por no querer soportar la dictadura fascista en su patria, los sobrinos y herederos han intentado siempre disimular su ideología, porque está en las antípodas de la suya. El único sobrino de Juan Ramón que llevaba su apellido, por ser hijo de su único hermano varón, que además compartía su nombre por ser su ahijado de bautismo, llamado familiarmente Juanito Ramón, murió  en la batalla del Ebro luchando en las filas sublevadas, y en las Casa-Museo de Zenobia y Juan Ramón de Moguer se exhibe, o al menos se mostraba antes, ahora no puedo afirmarlo, la carta enviada por su jefe militar al padre, comunicándole la noticia y asegurándole que había caído como un héroe. Ellos calificaban de héroes a los traidores a la patria.

Los demás sobrinos y los sobrinos nietos disfrutan los beneficios económicos del premio Nobel, como supuso Alberti. Según la Ley de Propiedad Intelectual de 1879, vigente a la muerte de Juan Ramón, sus herederos cobrarán los derechos de autor generados por sus obras durante 80 años desde la muerte de su tío, es decir, hasta 2038, año en que entrarán en domino público. Cobran, aunque discrepan totalmente de la ideología política del autor de esas obras que ellos ni siquiera han leído. 


   Fueron y son los vivos, militares en el ejército rebelde, curas, una monja, numerarios de la secta del Opus Dei, y todos extremistas de la derecha, monárquicos ultraconservadores. Por ese motivo intentan falsificar la imagen del poeta, aduciendo la falsedad de que no le interesaba la política, y siempre vivió aislado en la ridícula torre de marfil de su poesía que se han inventado, sin preocuparles ridiculizar su imagen.


Republicano muy de izquierdas

   En mi libro Juan Ramón Jiménez, poeta republicano, editado por el Colectivo Republicano Tercer Milenio en la Biblioteca de Divulgación Republicana en 2006, aporto documentos juanramonianos demostrativos de su inequívoca ideología republicana y comunista. Sus familiares han impedido la difusión del ensayo, porque poseen los derechos de sus obras, y niegan su edición a quienes disienten de su probada ideología fascista.
   Para publicar sus primeras colaboraciones en la Prensa de carácter nacional, en marzo de 1899, a sus 17 años, eligió el semanario madrileño Vida Nueva, republicano, socialista y anticlerical. Sus primeros maestros en el Madrid de comienzos del siglo XX fueron don Francisco Giner de los Ríos y los demás profesores de la Institución Libre de Enseñanza, represaliados por la monarquía en 1876 debido a su republicanismo y ateísmo, y el doctor Luis Simarro, gran maestre grado 33 y último del Grande Oriente Español, que lo alojó en su domicilio particular incluso. Todos los documentos acumulados a lo largo de su vida sobre su ideología se reproducen en el ensayo citado, al que remito. Ahora vamos a reducirnos a leer la declaración de su comunismo, expuesto públicamente en 1936.

   Para ejecutar su propósito de popularizar la cultura entre el pueblo, facilitándole los conocimientos que le prohibieron la monarquía y la Iglesia catolicorromana, la República dedicó su empeño desde el primer día a la creación de escuelas públicas, a la formación de las Misiones Pedagógicas, a las representaciones del teatro clásico con La Barraca, y a la difusión del libro. Están publicados los testimonios demostrativos de la amistad del poeta con Manuel Azaña, jefe del Gobierno primero y presidente de la  República después, y con varios ministros, especialmente con el de Instrucción Pública y Bellas Artes, Fernando de los Ríos, una relación amistosa antigua, continuada durante su común exilio en los Estados Unidos.



   
Precisamente el Ministerio de Instrucción Pública y Bellas Artes inauguró el 15 de junio de 1936 el Instituto del Libro Español, con una conferencia encargada a Juan Ramón Jiménez. El acto se celebró en el Auditorium de la Residencia de Estudiantes, en Madrid, pero sin la presencia del poeta, que alegó una indisposición. Hasta que las circunstancias de la guerra le animaron a intervenir en mítines públicos en defensa de la República, Juan Ramón no quiso presentarse ante los espectadores.

La unidad poética

   Tampoco lo hizo en esta solemne ocasión, pero el texto titulado Política poética, fue impreso por cuenta del Ministerio en un folleto de 36 páginas, de modo que conocemos lo que aquel día comunicó a los oyentes y a los posteriores lectores. Posee una importancia especial, porque en aquellos momentos tan especiales para la historia de España, a un mes de la sublevación de los militares monárquicos contra la legalidad constitucional, Juan Ramón se declaró comunista, y eso está impreso y no lo pueden eliminar sus sobrinos fascistas.  
   Comenzó haciendo una alabanza de la paz universal, en unos instantes  en los que las naciones nazifascistas de Alemania e Italia preparaban la mayor guerra destructiva en toda la historia de la humanidad, con un preámbulo en España a punto de comenzar un mes después. El ideal de Juan Ramón era la fraternidad universal por la igualdad de todos los seres gracias a la libertad, según los lemas de la Revolución Francesa inspiradores de todas las revoluciones sociales posteriores. Las revoluciones se hacen precisamente para implantar esos ideales.  

   Sin duda Juan Ramón vivió en poeta, de modo que todos sus actos estuvieron bendecidos por la poesía, aunque los motivaran intentos sociales. Debido a ello adjetivó de poético su ideario comunista, desde la perspectiva de la Política poética que daba título a la conferencia. Y así declaró:
   El propósito de fusión es la norma suprema de la relación humana, fundirnos todos en todos lo que podamos, con amor o convencimiento si no es posible el amor, que todos tenemos distintos lados buenos para la fundición de carne y alma. Y aquí está ya la unidad poética, el comunismo. El comunismo ideal, el “comunismo poético”, que es el que yo pienso, sería aquel en que todos, iguales en principio, trabajásemos en nuestra vida, con nuestra vida y por nuestra vida por deber conciente, cada uno en su vocación, “en lo que le gustara”, y, entiéndase bien, con el ritmo conveniente y necesario a ese gusto. (Páginas 12 s. En las citas se respeta la peculiar ortografía juanramoniana.)

   Es un propósito es idealista y difícil por eso de implantar. La igualdad entre todos los seres humanos es desde siempre el afán de las revoluciones sociales, pero también desde siempre hay quienes desean impedirla para mantener unos privilegios. Suelen ser los patronos, que además cuentan con elementos disuasorios eficientes para hacerse convincentes. El programa juanramoniano se basa en que cada uno de los seres humanos integrados en una sociedad sin clases trabajara en lo que le gustase. Viene a ser lo que se canta en La internacional:
Ni en dioses, reyes ni tribunos
está el supremo salvador.
Nosotros mismos realicemos
el esfuerzo redentor.

   Se imponía entonces en la Unión Soviética ese ideario, generalmente exaltado por los mejores poetas unánimes en todos los idiomas. Por algo se consideró a la Unión Soviética la patria común de los trabajadores. Había trabajo para todos, sin discriminaciones de ninguna clase, y cada uno estaba  ocupado en hacer lo que le gustase, lo que Juan Ramón llamaba “el trabajo gustoso”, porque cuando se realiza con gusto no cansa, sino que se convierte en una distracción en la que cada uno pone lo mejor de sí mismo.
Trabajar con poesía




   Aunque la religión judeo-cristiana considera el trabajo un castigo divino, puede ser una alegría dentro de la organización socialista del trabajo. Durante siglos la palabra trabajo era equivalente a esclavitud, incluso en sociedades tan avanzadas en otros aspectos humanos como la griega y la romana clásicas. Todavía en las sociedades que abolieron teóricamente la esclavitud se mantuvo la opresión del garrote, cuando los trabajadores carecían de sindicatos que defendieran sus derechos, y podían ser despedidos por cualquier motivo sin indemnización. Todo ello quedó abolido en la sociedad socialista, en donde el trabajo dejó de ser un castigo capaz de dar lugar a la esclavitud, para convertirse en una ocupación libre en la que es imposible la explotación laboral, puesto que los beneficios redundan únicamente en los propios trabajadores, y por ende en la sociedad.  
   Sabía Juan Ramón que en la Unión Soviética de Lenin y Stalin la organización del trabajo se asentaba sobre un nuevo tipo, el trabajo social basado en la disciplina libre de los propios trabajadores. Gracias a ello se había conseguido incrementar la productividad, que es el fin de toda política laboral, debido a que los trabajadores se hallaban contentos en su puesto. Precisamente en 1935 Alexei Stajánov, minero en un pozo de carbón, superó con creces las cifras de extracción, lo que dio lugar al movimiento llamado en su honor estajanovista: los trabajadores sin amos se esforzaban con  gusto en su tarea, por saber que el beneficio era para ellos, no para un patrón tiránico. Es lo que Juan Ramón calificó de trabajar con poesía:

   Si todos, insisto en mi comunismo, trabajásemos con poesía, si todos tuvieran que pensar y sentir su trabajo, altavoces y otras armas permitidas de guerra vecinal nadie las utilizaría sino en forma conveniente, en metamórfosis simpática. Siempre he sido feliz trabajando y viendo trabajar a gusto y con respeto, y por dondequiera que he ido he ayudado y exaltado este poético trabajar a gusto. (Pág. 17.)

   Fue lo realizado por Stajánov, porque la revolución comunista suprimió las barreras existentes en el capitalismo para las relaciones de producción, lo que propició el crecimiento de las fuerzas productivas. Aquella Rusia zarista medieval dio paso a la Unión Soviética convertida en primera potencia industrial europea, gracias a los iniciales planes quinquenales impulsados por Stalin desde 1929. Todo ello debido a que los trabajadores aplicaban el plan leninista conocido, pero también el juanramoniano inducido. 
   Todos estaban comprometidos en la tarea de sacar a la Unión Soviética del atraso secular en que se hallaba, en comparación con los países europeos capitalistas. Lo hacían con gusto, al saber que trabajar para lograr una sociedad justa para ellos y sus hijos. Los esfuerzos y las privaciones se aceptaban como medio imprescindible para lograr el fin socialista. Y Stajánov dio nombre a una política laboral en la Unión Soviética que Juan Ramón Jiménez traducía al castellano como trabajar con poesía. 

La remuneración

   La Política poética abordó también el tema de la remuneración salarial. En la sociedad socialista es imposible la explotación del hombre por el hombre, necesaria en el capitalismo. En la Unión Soviética estaba implantado el derecho de todos los ciudadanos al trabajo garantizado y remunerado, con arreglo a su cantidad y calidad. Desaparecieron la mendicidad callejera y el desempleo, dos lacras comunes a las sociedades capitalistas. Los beneficios del trabajo en la sociedad socialista no van a manos de unos empresarios, sino que se aplican a favor de los mismos trabajadores. Debido a ello se preocupan por incrementar los buenos resultados de la producción. 
  
   El asunto le preocupaba a Juan Ramón, como andaluz conocedor de las angustias de los braceros, necesitados de ser contratados cada día por los capataces, para obtener un jornal mísero a cambio de un trabajo que solía denominarse “de sol a sol”, sin ningún derecho. La República intentó poner en marcha una reforma agraria, pero tropezó con la obstrucción de las fuerzas derechistas pagadas por los terratenientes. Juan Ramón abordó el tema salarial en su conferencia sobre poética, pero política:

    Subida su remuneración [a los trabajadores] necesaria a lo que merecían de veras, ¿qué no hubieran hecho estos trabajadores gustosos en la vida, en su vida y nuestra vida? Todos debemos ganar lo que merezcamos con la calidad de nuestro trabajo. (Pág. 26.)   

   Es exactamente el principio del socialismo leninista: “De cada cual, según su capacidad; a cada cual, según su trabajo”, lo que implica el deber de todos los ciudadanos de trabajar conforme a su capacidad, y el derecho a recibir el salario debido a la cantidad y la calidad del trabajo realizado. Así el trabajo individual de cada uno de los trabajadores redundaba en beneficio de toda la comunidad. En una sociedad que aplicara la teoría juanramoniana, el trabajo gustoso mejoraría la productividad, con lo que sería posible poner en práctica el principio del comunismo marxista-leninista: “De cada cual según capacidad, a cada cual según sus necesidades.” El comunismo poético descrito por Juan Ramón se basa en el comunismo político estructurado por Lenin y aplicado por Stalin en aquellos mismos años.  
   Al ser los medios de producción propiedad socialista, todos los ciudadanos aptos para el trabajo tienen acceso a ellos en la sociedad socialista. La remuneración debida a su esfuerzo no dependerá ya de los intereses del patrón, empecinado en aumentar sus ganancias, sino que estará en consonancia con su laboriosidad.  

Ventajas del comunismo

   Antes de terminar su conferencia quiso Juan Ramón remachar su idea del comunismo poético. Su propósito consistía en facilitar unas normas de conducta laboral que pudieran ayudar a los políticos republicanos a consolidar las reformas sociales que trataban de impulsar en el Congreso, pese a los impedimentos puestos por la derecha anticonstitucional. Desgraciadamente, la historia de España iba a retroceder a la Edad Media, con el triunfo de los militares monárquicos sublevados un mes después. 
  
   La conferencia fue una exaltación del trabajo, apellidado gustoso por el poeta, inspirado por el comunismo según se estaba poniendo en práctica en la Unión Soviética con éxito, a pesar también de las dificultades internacionales propiciadas por el capitalismo de los Estados Unidos y, mucho más cercanas, por el nazismo alemán deseoso de destruir al comunismo, según su dictador anunciaba a todas horas. Sin imaginar que todos los planes democráticos en España iban a quedar sepultados a consecuencia de la rebelión de los militares monárquicos, ayudados decisivamente por el nazifascismo internacional, Juan Ramón defendió su ideario comunista:
   La ventaja del trabajo, en mi comunismo poético, del trabajo repartido y retribuido noble y justamente, con arreglo a la vocación, y en una equilibrada exijencia, está en que se trabajaría por el trabajo, y aquí sí que se puede decir, sin pérdida ninguna, arte por el arte, poesía por la poesía, esfuerzo como premio, según la ley de los espartanos cuando pedían para honra máxima de su poder gustoso la rama lijera y fugaz del perejil. (Pág. 35.)

   La teoría poética juanramoniana es una adaptación de la tesis leninista acerca de la construcción del comunismo. La premisa necesaria partía de la elevación de la productividad, cosa que se lograría cuando el trabajador estuviese satisfecho en su puesto, como lo estaba Stajánov en la mina de carbón. Merced a la política socialista era posible economizar los costes de la producción, lo que se dedicaba a mejorar el nivel de vida de los trabajadores. Ellos sabían que trabajaban para ellos mismos.   

Español en exilio





   La conocida ideología comunista de Juan Ramón hizo que se convirtiera en un enemigo a abatir para las derechas. Comenzada la sublevación de los militares monárquicos, el presidente Manuel Azaña le encargó una misión diplomática en los Estados Unidos, en donde residía la familia de Zenobia muy bien situada. Consistía en explicar a la opinión pública la realidad de la guerra en España. Lo hizo en mítines y artículos, y ante la victoria de los sublevados no quiso volver a su patria, pese a estar necesitado de escuchar el castellano porque era su herramienta de trabajo.
   Su casa en Madrid fue asaltada al caer la capital en poder de los sublevados. Una banda falangista acaudillada por Carlos Sentís, Carlos Martínez Barbeito y Félix Ros la saqueó, y entre otros objetos valiosos robó un retrato de Juan Ramón realizado por su amigo Daniel Vázquez Díaz, que ha desaparecido. En el aspecto literario, las publicaciones del régimen, que estaban todas sometidas a la censura, lanzaron campañas difamatorias contra el poeta republicano y comunista exiliado. 

   Hasta que la concesión del premio Nobel en 1956 motivó un cambio de estrategia, para intentar que regresara a la patria, porque después de la muerte de Zenobia se quedaba solo en Puerto Rico. Las adulaciones y halagos que se le hicieron llegar no movieron su firme decisión de no volver a España mientras estuviera sometida a la dictadura fascista. Por eso murió en el exilio, como republicano, comunista y ateo, aunque monárquicos, fascistas y clérigos se apoderasen de su cadáver, con permiso de su familia. Pero lo publicado por él no admite discusión, por mucho que intenten disfrazarlo.   


ARTURO DEL VILLAR
Presidente del Colectivo Republicano Tercer Milenio.

18 de julio de 2019

La imprescindible de Stalingrado


Por Alberto Cruz

Conocemos muchas historias de Stalingrado, la mayoría colectivas. 

Pocas individuales, como la casa de Pavlov.
 
Tuve la suerte, y el privilegio, de conocer a Ekaterina (Catalina, en castellano) en el año 2000 y su historia es tanto fascinante como desconocida. Como la de la mayoría de las mujeres luchadoras y, en la Unión Soviética, fueron millones. En muchos otros sitios también, las hubo y las hay. Pero en la Unión Soviética, durante el combate contra el fascismo, fueron determinantes.
 
 
Ekaterina se alistó voluntaria con 17 años, con 19 se convirtió en la salvadora de miles de vidas durante la defensa de Stalingrado. Uno de los aspectos menos conocidos de la guerra es que el tráfico fluvial por el Volga, la última frontera entre los nazis y la Unión Soviética no ocupada, estuvo en manos de mujeres. Capitaneaban, eran la tripulación y la defensa de centenares de barcazas que desafiaban una y otra vez a los bombarderos nazis, a los cazas nazis.
 
Esas barcazas transportaban alimentos, municiones, soldados… para la defensa de Stalingrado, la primera ciudad tras el Volga, la primera ciudad en esa frontera.  
 
Ekaterina mandaba una de ellas, la que se convirtió en la principal para la salvación de millares de personas, civiles y militares, heridas en Stalingrado. 
 
Ekaterina fue voluntaria a Stalingrado. Insisto, tenía 19 años. Todos los días, durante más de un año (desde enero de 1942 a febrero de 1943), se jugó la vida, ella y su tripulación, todas mujeres, transportando heridos del frente de Stalingrado. 
 
Ekaterina era enfermera también. Sus cuidados, exquisitos, fueron determinantes en las primeras curas. Fue herida en tres ocasiones por los ametrallamientos producidos por los aviones nazis. Pero siguió, y siguió combatiendo en otros frentes después de la victoria contra los nazis en Stalingrado, ya como enfermera.

Ekaterina Mijailova recibió el título de Heroína de la Unión Soviética y su última misión fue en Austria.
 
Se ha ido otra mujer irrepetible. Hasta siempre.
 

17 de julio de 2019

1936-1953: La URSS en la encrucijada (el legado de Stalin)

Charla-coloquio

Sábado 20 de julio, a las 18.30 horas, en la Sede Central del PCPE: C/ Mendívil 33 B de Madrid.

ASOCIACIÓN DE AMISTAD HISPANO-SOVIÉTICA

12 de julio de 2019

ULTIMO MENSAJE DE SALVADOR ALLENDE, A SU PUEBLO Y CRONICAS PERIODISTICAS ( CHILE 11 septiembre 1973), Y EL ASESINATO DE ALBERTO BACHELET

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Por Federico Rubio Herrero *.
"Compatriotas: 
Esta será seguramente la última oportunidad en que pueda dirigirme a ustedes. La fuerza aérea ha bombardeado las Torres de transmisión de radio Portales y radio Corporacion. Mis palabras no tienen amargura, sino decepción y serán ellas el castigo moral para los que han traicionado el juramento que hicieron. Soldados de Chile, Comandantes en Jefe titulares y el Almirante Merino, que se ha auto designado, más el señor Mendoza, general rastrero, que solo ayer manifestara su fidelidad y lealtad al Gobierno y que también se ha auto designado director general de Carabineros. 
Ante estos hechos, solo me cabe decir a los trabajadores: Yo no voy a renunciar.

Colocado en un trance histórico pagaré con mi vida la lealtad del pueblo, y les digo que tengan la certeza que la semilla que entregamos a la conciencia de miles y miles de chilenos, no podrá ser segada definitivamente.

Tienen la fuerza, podrán avasallarnos, pero no se detienen los procesos históricos ni con el crimen ni con la fuerza. 
La historia es nuestra y la hacen los pueblos.
  Salvador Allende firma el decreto promulgatorio de la reforma constitucional que da inicio a la nacionalización del cobre.

Trabajadores de mi patria: 
Quiero agradecerles la lealtad que siempre tuvieron, la confianza que depositaron en un hombre que solo fue intérprete de grandes anhelos de justicia, que empeñó su palabra en que respetaría la Constitucion y la ley y así lo hizo. En este momento definitivo, el último en que yo puedo dirigirme a ustedes, espero que aprovechen la lección. El capital foráneo, el imperialismo unido a la reacción, creó el clima para que las Fuerzas Armadas rompieran su tradición, la que les enseñara el general Schneider y que reafirmara el Comandante Araya, víctimas del mismo sector social que hoy estará en sus casas esperando con mano ajena reconquistar el poder para seguir defendiendo sus granjerias y sus privilegios.

Me dirijo, sobre todo, a la modesta mujer de nuestra tierra, a la campesina que creyó en nosotros, a la obrera que trabajó más, a la madre que supo de nuestra preocupación por sus hijos. Me dirijo a los profesionales de la patria, a los profesionales patriotas, a los que hace días están trabajando contra la sedición, auspiciada por los Colegios Profesionales -Colegios de clase-  para defender también las ventajas que la sociedad capitalista les dio a unos pocos. Me dirijo a la juventud, a aquellos que cantaron, entregaron su alegría y su espíritu de lucha. Me dirijo a la clase obrera, en general, al campesino, al intelectual, a aquellos que serán perseguidos porque en nuestro país el fascismo ya estuvo hace muchas horas presente en los atentados terroristas volando puentes, cortando las líneas férreas, destruyendo los oleoductos y los gasoductos.

Seguramente, radio Magallanes será acallada y el metal tranquilo de mi voz no llegada a ustedes. No importa, lo seguirán oyendo, siempre estaré junto a ustedes. Por lo menos, mi recuerdo será el de un hombre digno que fue leal a la lealtad de los trabajadores. El pueblo debe defenderse, pero no sacrificarse. El pueblo no debe dejarse arrastrar ni acribillar, pero tampoco debe humillarse.

Trabajadores de mi patria: 
Tengo fé en Chile y su destino. Superaran otros hombres este momento gris y amargo donde la traición pretende imponerse. Sigan ustedes sabiendo que, mucho más temprano que tarde, abrirán las grandes alamedas por donde pase el hombre libre para construir una sociedad mejor.

¡Viva Chile!

¡Viva el pueblo!

¡Vivan los trabajadores!".



A mediodía las tropas bombardearon el Palacio de La Moneda y lo asaltaron. 

Allende, murió en los enfrentamientos. Esta mañana las tropas han ocupado, encontrando una resistencia heroica a pesar de la falta de armas de la población, los cordones industriales que rodean Santiago, feudo de las fuerzas populares. Lo mismo ha ocurrido en los barrios más pobres de la ciudad, donde los partidarios de la Unidad Popular son inmensa mayoría. Las personalidades políticas y gubernamentales que han sido capturadas por las tropas se encuentran detenidas en instalaciones improvisadas, los estadios de fútbol de Santiago sin utilizados para concentrar en ellos a gran cantidad de presos politicos.

El testimonio es dramático. Su autor es el periodista soviético Chernyshov, ex corresponsal en Santiago del diario moscovita "Pravda".

"Por las calles de Santiago, tras breves intervalos, pasaban camiones repletos de detenidos y presos. Desde los pisos superiores de las casas se podía ver que algunos de esos camiones iban llenos de cadáveres a medio cubrir con telas de lona. Esos cuerpos sin vida eran trasladados al cementerio para ser arrojados en fosas comunes improvisadas. La Junta fascista -expresa-  convirtió el Estadio Nacional de Santiago en un enorme campo de concentración. Lo mismo hizo con el estadio Chile, un recinto deportivo cerrado, ubicado muy cerca del centro de la capital. Ya por la tarde grupos de soldados rodearon el edificio de la Embajada Sovietica, no permitiendo entrar ni salir de ella a nadie.

Por tanto, no fueron infundadas las preocupaciones en torno a que las Fuerzas Armadas pudieran ser arrastradas a la aventura golpista. Pese a que, hasta el momento, se desconocen exactamente los hechos, lo que está claro es que las fuerzas reaccionarias, con ayuda de sectores subversivos externos, hicieron todo lo posible para que la crisis que ellos mismos habían provocado, culminara con la participación militar."

* (Extracto de su libro: Cronologia mundial durante el tardofranquismo y la transicion 1973-1979, pags 35, 36 y 37).




LA "ASOMBROSA" PSICOPATIA DE MICHELLE BACHELET   

Psicopatia es el término, generalmente, usado para indicar las características de la personalidad que se desvía de lo que, aparentemente, es normal en las esferas de la voluntad y de las emociones. No existe una clara definición de este termino, y a veces se usa, simplemente, para indicar personas de mentalidades peculiares, débiles, y, por tanto, fácilmente manejables en su entorno social más cercano. Michelle Bachelet, en su extenso "curriculum" desde que decidió, junto a su madre, regresar a Chile en 1979 ha dado muestras sobradas de ello. Pero este, ahora, no es el caso.



Veamos cómo describía la agencia "Orbis" (Checoslovaquia) el asesinato de Alberto Bachelet (padre de Michelle), el 13 de marzo de 1974.

"Víctima de las bárbaras torturas a que fue sometido en prisión, dejó de existir ayer en Santiago, el General de la Fuerza Aerea de Chile, Alberto Bachelet, según informa nuestro corresponsal en Buenos Aires.

La versión oficial indicó que el deceso del alto oficial se produjo a causa de un infarto cardíaco.

El General Alberto Bachelet, fue un leal colaborador del gobierno constitucional chileno y se negó a tomar parte en el golpe militar de septiembre, razón por la cual fue arrestado.
 Imagen relacionada 
En los días previos a la asonada militar, Bachelet, sufrió dos infartos, relativamente leves, de miocardio, a pesar de lo cual, los militares fascistas lo obligaron, el 11 de septiembre, a presenciar el ataque aéreo al Palacio de La Moneda, como una forma de minar su ya resentida salud y su moral.

A petición del Presidente Salvador Allende, el año 1971 pasó a ocupar el cargo de Secretario General de Distribucion, desde donde organizó y dirigió intensas campañas contra el mercado negro y la especulación.

Cuando en agosto de 1973, el General Gustavo Leigh asumió el cargo de Comandante en Jefe de la Fuerza Aerea, intentó vanamente alejar al General Bachelet de sus funciones de gobierno.

Fue el propio Gustavo Leigh, quien ordenó el arresto de Alberto Bachelet y de otros 64 oficiales que se negaron a participar en la asonada golpista."

8 de julio de 2019

La esencia del trotskismo y sus manifestaciones en el comunismo de hoy (IX)



13º) El trotskismo se convierte en una autoridad política para las fuerzas contrarrevolucionarias

             La oposición criticaba la política de la dirección bolchevique en todos los campos, proponiendo a cambio medidas que habrían colocado al poder soviético al borde del precipicio, como la “superindustrialización” a costa de aumentar impuestos a los campesinos, de elevar el precio de los artículos industriales y de retirar las inversiones a favor del comercio estatal y cooperativo. Apoyándose en hechos falseados o exagerados, denunciaban que el proletariado se debilitaba y que el Estado soviético, los soviets, los sindicatos, el Komsomol, el Partido y todas las instituciones del país degeneraban y se burocratizaban y, por eso, luchaban contra ellos que se consideraban a sí mismos como la vanguardia proletaria. La demagogia seductora de los oposicionistas sólo pudo ser desbaratada porque tenía enfrente al partido que gozaba de la confianza de la vanguardia proletaria y que había sido forjado muchos años antes de la revolución por los leninistas en una larga lucha contra el menchevismo y su variante “de izquierda”, el trotskismo.

Para mediados de 1926, el CC del Partido había comprobado que la oposición trotskista y zinovievista estaba celebrando reuniones clandestinas en diversas localidades, haciendo agitación entre los especialistas y organizando un partido paralelo, que incorporaba a los restos de grupos derrotados en debates anteriores y que enseñaba a sus miembros a practicar la doblez y el engaño para eludir las sanciones disciplinarias y continuar saboteando la ejecución de la política bolchevique. Así, a espaldas del Comité Central, promovieron la discusión de sus posiciones en las organizaciones territoriales del PC (b) de la URSS. Pero, al comprobar el nulo respaldo que estaban consiguiendo (a pesar de que la mayoría de la dirección se abstenía de participar en la discusión cumpliendo el acuerdo colectivo que la estimaba inoportuna), en vísperas de la reunión del CC, el 16 de octubre de 1926, enviaron una declaración prometiendo cesar la lucha fraccional y someterse a la disciplina del partido. Sin embargo, volvieron a la carga en las semanas siguientes, durante la XV Conferencia del Partido de noviembre y el VII Pleno ampliado de la Internacional Comunista de noviembre-diciembre. Los informes y proyectos de resolución presentados por Stalin para estos eventos analizaron, clarificaron y resolvieron el significado del bloque de oposición: “En esencia, el trotskismo actual es un falseamiento del comunismo en el sentido de aproximarlo a los modelos ‘europeos’ de seudomarxismo, o sea, en resumidas cuentas, en el sentido de la socialdemocracia ‘europea’.”[1]

            En los meses siguientes, se sucedieron los mítines y manifestaciones de miembros del bloque, animados por la consigna de “¡Abajo Termidor!”, como si la dirección política bolchevique estuviera traicionando la revolución proletaria. En junio de 1927, los oposicionistas presentaron al CC la llamada “declaración de los 83”, en la que exigían la apertura de una discusión de todo el partido, se presentaban como “la izquierda leninista proletaria del partido” y calumniaban al gobierno soviético atribuyéndole intenciones falsas (abolir el monopolio del comercio exterior, renunciar a la nacionalización de la tierra y pagar las deudas contraídas por el zarismo con las potencias extranjeras). Pocos días después, el “grupo de los 15” envió su propia plataforma en términos similares. Justo antes de la sesión plenaria del CC de agosto de 1927, los oposicionistas volvieron a emitir una declaración en la que prometían cesar la lucha fraccional y cumplir todos los acuerdos del partido, evitando así que Trotski y Zinoviev fueran destituidos de sus cargos en dicho órgano. Pero, en septiembre, ambos estaban entre quienes suscribieron y publicaron la “plataforma de los 13”, lo que provocó que el CC acordara en octubre excluirlos de su seno. En dicha plataforma, los oposicionistas se quejaban de que el “grupo Stalin” los atacaba “no con nuestras opiniones reales, sino con opiniones imaginarias que no sustentamos ni hemos sustentado jamás”; sin embargo, unas pocas líneas después, insistían en “que para la construcción de una sociedad socialista en nuestro país es necesaria la victoria de la revolución proletaria en uno o más de los países capitalistas avanzados, que la victoria final del socialismo en un país, y sobre todo en un país atrasado, es imposible”[2].

Al tener conocimiento de que habían organizado imprentas clandestinas para difundir esta plataforma junto a otros materiales, el periódico de los demócratas-constitucionalistas emigrados Poslednie Nóvosti expresó su satisfacción por el hecho de que la “oposición bolchevique haya entrado en la fase de la prensa clandestina. Tenemos la esperanza de que la seguirán otras fases”. Y así sería.

El 7 de noviembre, con motivo del décimo aniversario de la Revolución de Octubre, organizaron manifestaciones con propósitos insurreccionales contra el Partido y el Gobierno, pero las masas de comunistas y obreros las disolvieron con firmeza. La transformación del bloque trotskista-zinovievista en una organización antisoviética y antibolchevique obligó al pleno del Comité Central y de la Comisión Central de Control a expulsar a Trotski y Zinóviev del partido y a excluir de aquellos órganos a otros dirigentes oposicionistas[3]. El XV Congreso del PC (b) de la URSS se reunió en diciembre con un balance inequívocamente claro de la discusión en las semanas previas: las propuestas de la mayoría fueron apoyadas por 724.000 militantes y las de la oposición conjunta por sólo 4.000. Acordó expulsar a un centenar de miembros de la oposición y adoptar “las medidas de influjo ideológico sobre los miembros de filas de la oposición trotskista con el fin de convencerles, depurando al mismo tiempo el partido de todos los elementos evidentemente incorregibles de la oposición trotskista”.

Stalin explicaba cómo había transcurrido el debate con el trotskismo: “El ejercicio de la democracia en el seno del Partido, admitiendo la crítica práctica de las deficiencias y errores del Partido, pero sin tolerar el menor fraccionalismo y eliminando todo fraccionalismo so pena de expulsión del Partido”[4]. Y señalaba que, después de cinco largos años de debate permanente, “El Partido quiere terminar con la oposición y pasar a una labor constructiva. El Partido quiere disolver, por fin, la oposición para poder dedicarse por entero a nuestra gran obra de edificación.” El XV Congreso encargó al CC unir estrechamente bajo esta bandera “a masas cada día mayores de trabajadores del país, reforzar los lazos de solidaridad fraternal con el proletariado de todos los países y hacer que la URSS sea la vanguardia cada año más poderosa de la revolución socialista mundial”. Sin embargo, Trotski respondía a su apabullante derrota vaticinando que “después del XV Congreso, la oposición será incomparablemente más fuerte que ahora dentro del partido”[5].

La lucha de los trotskistas contra la dirección bolchevique tuvo un alcance internacional, no sólo porque buscaban partidarios suyos en otros partidos y en la Internacional Comunista[6], sino porque reanimó a las fuerzas antisoviéticas en el exterior. Cuando en un discurso en Suecia, el 4 de diciembre de 1927, el menchevique Tsereteli, ministro del gobierno provisional burgués, relataba de manera denigratoria la situación de los obreros en la URSS, apostilló: “no lo decimos solamente nosotros, los enemigos de los bolcheviques, sino los propios jefes bolcheviques más respetables: Trotski, Zinóviev, Kámenev y otros”[7]. El órgano de prensa de los emigrados mencheviques Sotsialistícheski Véstnik decía, el 20 de junio de 1927: “La labor de zapa de la oposición, trasladada hace ya mucho fuera de los límites de la Rusia Soviética, ha acelerado, en efecto, el desmoronamiento y la muerte del ‘bolchevismo mundial’.” En este mismo periódico, el líder de los emigrados mencheviques, Dan, afirmaba: “Con su crítica del régimen existente, que repite casi palabra por palabra la crítica de la socialdemocracia, la oposición bolchevique prepara las mentes… para la aceptación de las tesis que contiene la plataforma de la socialdemocracia”.[8]

En Alemania, el miembro del partido socialdemócrata, Paul Levi, afirmaba que: “Nuestras opiniones coinciden con las de la oposición”, mientras que los trotskistas y “ultraizquierdistas” difamaban a la URSS y a las delegaciones obreras que regresaban de este país explicando los progresos del socialismo.

En Italia, los mismos fascistas que prohibían las obras de Marx, Engels y Lenin, traducían las publicaciones trotskistas para influir con ellas a los presos políticos. Cuando lo intentaron con Gramsci, éste comentó: “Trotski es la prostituta del fascismo” y, en sus Cuadernos de la cárcel, escribió: “Bronshtéin (Trotski), que aparece como un ‘occidentalista’, era en verdad un cosmopolita, es decir, superficialmente nacional y superficialmente occidentalista o europeo. Ilich (Lenin), por el contrario, era profundamente nacional y profundamente europeo”[9]. El dirigente comunista italiano se mostraba alarmado por las repercusiones negativas que podía tener para el partido bolchevique y para la Internacional Comunista el hecho de que la oposición no aceptara la disciplina y rechazara la democracia como medio de lucha. Analizaba que “desde el punto de vista del espíritu corporativo y no desde el leninista (…) se encuentra la raíz del error del bloque de oposición (…). En la ideología y en la práctica del bloque de oposición renace plenamente toda la tradición de la socialdemocracia y el sindicalismo (…). Y concluía que “sólo una firme unidad y una firme disciplina en el partido que gobierna el Estado obrero puede asegurar la hegemonía proletaria (…). Los camaradas Zinóviev, Trotski y Kámenev: a ellos especialmente nos dirigimos, como a los mayores responsables de esta situación”[10].

Los capitalistas se envalentonaron 

Creyendo que la acción de los oposicionistas sería capaz de desestabilizar al Poder Soviético, el 27 de mayo de 1927, el gobierno británico con el apoyo de EE.UU. y Francia rompió relaciones con la URSS. Estuvo también detrás del asesinato del embajador soviético en Varsovia al mes siguiente. Por esas fechas, explosionó una bomba en la sede del partido bolchevique en Leningrado que segó la vida de decenas de militantes y sufrió un atentado mortal el máximo dirigente de la NKVD (Comisariado del Pueblo para Asuntos Internos) en Bielorrusia[11]. En esta situación que coincidía con una gran huelga de los obreros ingleses, Trotski reprochó al gobierno bolchevique que no entrara en guerra y esgrimió la “tesis Clemenceau” (nombre del más reaccionario representante de la burguesía francesa) según la cual “en interés de la auténtica defensa de la URSS, la vanguardia proletaria podría estar obligada a destruir el gobierno de Stalin y reemplazarlo por el suyo propio”[12].

Entretanto, la política de industrialización socialista comenzaba a dar sus frutos y la economía soviética rebasaba ya el nivel anterior a la Primera Guerra Mundial. También crecía su sector socialista, en detrimento del privado, así como la cantidad de obreros y sus retribuciones. Simultáneamente, la prensa soviética empezaba ya a publicar las evidencias de que los trotskistas estaban pasando de la lucha política abierta a la conspiración con vistas a derrocar al gobierno soviético por todos los medios necesarios y con todos los aliados posibles. Trotski, junto a una parte de sus colaboradores, incrementó su actividad antisoviética, por lo que fue deportado a Alma-Ata (Kazajstán) y,  finalmente, expulsado de la URSS a principios de 1929[13]. En los meses siguientes, la mayoría de los trotskistas y zinovievistas pidieron su readmisión, declarando públicamente su ruptura con el trotskismo, su aceptación de la política del Partido y su sumisión a los acuerdos del mismo. Les fueron restituidos sus derechos de afiliados y, pasado un tiempo, se les volvieron a confiar puestos en el partido y en el gobierno.

14º) El trotskismo se convierte en el centro dirigente de los intentos de derrocamiento violento del gobierno soviético

En este período, ocurrieron acontecimientos que precipitaron el gran viraje de la Unión Soviética desde la NEP a la ofensiva del socialismo en todos los frentes: la producción agrícola desmenuzándose en pequeñas haciendas que no producían lo suficiente para la ciudad y la industria, las inclemencias climáticas del año 1928, la necesidad de pasar a la agricultura colectiva como remedio, la resistencia de los campesinos acomodados a este cambio, la crisis internacional de 1929 y la perspectiva cada vez más cercana de una nueva guerra de agresión contra la URSS, llevaron a la dirección bolchevique a tomar la decisión de colectivizar y mecanizar el campo soviético en tiempo récord, a partir de lo cual el país se asentaría sobre una base económica plenamente socialista. Todo esto sucedía al mismo tiempo que se ejecutaba el primer plan quinquenal de la economía nacional de la Unión Soviética. La lucha de clase del proletariado y del campesinado trabajador por la realización de estas transformaciones fue muy dura, con enorme resistencia de los kulaks, nepmen y otros elementos explotadores. La población sufrió muchas privaciones, pero, al mismo tiempo, trabajó con gran entusiasmo. En el PC (b) de la URSS, un grupo de dirigentes encabezado por Bujarin formó una oposición de derecha a este rumbo exigiendo frenar el ritmo de la industrialización y de la cooperativización agraria. Esta línea atrajo pronto la adhesión de funcionarios arribistas y de los campesinos ricos más extremistas.

Simultáneamente, Trotski ya exiliado había empezado a colaborar con la propaganda antisoviética occidental. Sus soflamas contra el gobierno soviético atrajeron enseguida el interés y el apoyo de los nazis, del aristócrata británico Lord Rothermere y del estadounidense William Randolph Hearst, ambos magnates de la prensa amarilla en sus respectivos países. Escribió en 1929 su autobiografía titulada Mi vida, la cual fue ampliamente difundida por aquéllos. El propio Hitler la leyó inmediatamente después de ser publicada y, calificándola de “brillante”, manifestó a un grupo de amigos en 1930: “mucho he aprendido en él tanto como pueden aprender ustedes también”[14]. Las obras de Trotski eran difundidas legalmente bajo los regímenes fascistas de Italia, Alemania, España y Polonia[15]. En aquel momento, Trotski había cambiado bruscamente el sentido de su crítica hacia el gobierno soviético: ya no exigía más, sino menos ritmo de industrialización y menos lucha contra el kulak.

Habían surgido las condiciones para un nuevo acercamiento entre Trotski y Bujarin, y para la formación de un bloque que agrupara a toda la oposición, de “izquierda” y de derecha. Este bloque se constituiría en 1932, con un programa conocido como la “plataforma Riutin”[16]. En él, participaban quienes se habían arrepentido de su pasada labor opositora trotskistas y zinovievistas sólo por conveniencia conspirativa, y también otros que quizás apoyaron sinceramente el gran viraje pero que luego se vieron superados por los retos del mismo y se dejaron influir por la propaganda difamatoria y derrotista de Trotski. En esta ocasión, ya no sería un bloque anunciado públicamente y destinado a convencer al Partido, puesto que sus impulsores ya habían comprobado su incapacidad para ganarse a la militancia bolchevique y a las masas obreras. Sería un bloque clandestino para derribar violentamente al gobierno, por medio del sabotaje, el terrorismo y la alianza con potencias extranjeras hostiles. Como explicaron Sayers y Kahn, “mediante golpes en perfecto sincronismo y de extensa repercusión”, la oposición se preparaba para “lanzar al gobierno de Stalin a un estado de desmoralización y de desconcierto irremediables. Entonces podrá tomar el poder”[17]. Trotski lo expresó abiertamente en sus escritos sucesivos dirigidos al público extranjero y, sobre todo, a personalidades y funcionarios soviéticos vacilantes[18]

 Se reproducen a continuación algunas citas de esos escritos que preceden o acompañan a nuevos episodios de violencia contra el Poder Soviético:
“La política del gobierno actual del reducido grupo de Stalin está conduciendo velozmente a la nación a crisis y colapsos muy peligrosos”[19].
“La crisis que amenaza la economía soviética será inevitable y, en un futuro no lejano, hará trizas la melosa leyenda de que el socialismo puede ser implantado en un solo país; no cabe duda de que ocasionará muchas muertes… La economía soviética funciona sin reservas materiales y sin cálculos… La burocracia descontrolada ha comprometido su prestigio con la sucesiva acumulación de errores… es inminente una crisis en la Unión Soviética, con su secuela de hechos tales como el cierre forzoso de empresas y el inmediato desempleo”[20].
“El primer choque social, externo o interno, puede precipitar a la atomizada sociedad soviética en una guerra civil”[21].
“Sería infantil creer que la burocracia de Stalin pueda ser suprimida por medio de un Congreso del Partido o del Soviet. No hay medios normales, constitucionales, para eliminar a la camarilla gubernamental… Se les puede obligar a ceder el poder a manos de la vanguardia proletaria únicamente por la FUERZA”[22].

Al año siguiente, es asesinado Serguéi Kírov, secretario del Partido en Leningrado y miembro del Buró Político del CC. A partir de ese momento, se registran nuevos atentados y sabotajes por todo el país, que Trotski valora de la manera siguiente:
“La crisis política converge hacia la crisis general que se avecina”[23]. “Si supiésemos que Nikolaev (el asesino de Kírov) ha golpeado intencionadamente en un intento de vengar a los obreros cuyos derechos pisoteaba Kírov, nuestras simpatías irían sin reservas para el terrorista”[24].

En una entrevista concedida al New York Evening Journal el 6 de enero de 1937, manifiesta que “Dentro del Partido, Stalin se ha colocado por encima de toda crítica y por encima del Estado y es imposible desplazarlo a menos que se le asesine. Cada oposicionista se convierte ipso facto en terrorista”[25].

Trotski utilizaba a menudo la acusación de “totalitarismo” contra el socialismo soviético y lo equiparaba al fascismo, como ahora hacen todos los defensores del capitalismo, ya sean burgueses o pequeñoburgueses. Se le puede considerar un adelantado, un vanguardista, del anticomunismo actual.

En plena guerra civil española, en 1937, denunciaba que “el llamado gobierno republicano sirve como escudo legal a las bandas criminales del estalinismo”.[26]

En esos años, Trotski alentaba a los hitlerianos a agredir a la Unión Soviética al predecir la derrota inevitable de ésta en la guerra mundial que se aproximaba. Aseguraba que esta derrota sería “solamente un corto episodio en caso de triunfar el proletariado en otros países” y declaraba que “ninguna victoria militar podrá salvar la herencia de la Revolución de Octubre si el imperialismo continúa en el poder en el resto del mundo”. “¿Podemos esperar que la Unión Soviética escape a la derrota en la futura gran guerra? A esta pregunta, hecha con franqueza, respondemos también francamente. Si la guerra no llega a ser más que guerra, la derrota de la Unión Soviética es inevitable. El imperialismo es incomparablemente más fuerte en el aspecto técnico, económico y militar. Si no se ve paralizado por la revolución en Occidente, barrerá el régimen social engendrado por la Revolución de Octubre”[27].

            Al mismo tiempo, a Trotski, no le quedaba más remedio que reconocer los progresos de la URSS: “Los inmensos resultados obtenidos por la industria, el comienzo prometedor de un florecimiento de la agricultura, el crecimiento extraordinario de las viejas ciudades industriales, la creación de otras nuevas, el rápido aumento del número de obreros, la elevación del nivel cultural y de las necesidades, son los resultados indiscutibles de la Revolución de Octubre en la que los profetas del viejo mundo creyeron ver la tumba de la civilización. Ya no hay necesidad de discutir con los señores economistas burgueses: el socialismo ha de mostrado su derecho a la victoria, no en las páginas de El Capital, sino en una arena económica que constituye la sexta parte de la su perficie del globo; no en el lenguaje de la dialéctica, sino en el del hierro, el cemento y la electricidad. Aun en el caso de que la URSS, por culpa de sus dirigentes, sucumbiera a los golpes del exterior —cosa que esperamos firmemente no ver— quedaría, como prenda del porvenir, el hecho indestructible de que la revolución proletaria fue lo único que permitió a un país atrasado obtener en menos de veinte años resultados sin precedentes en la historia.”[28]

Pero, curiosamente, consideraba esos progresos como una consecuencia de la Revolución de Octubre, a pesar de la dirección supuestamente desastrosa y burocrática de los “estalinistas”. Pareciera como si esa revolución ocurrida veinte años atrás tuviera una inercia a prueba de sus “enterradores termidorianos”, cuando en realidad los progresos fueron el fruto de los aciertos y de los titánicos esfuerzos tanto del pueblo como de los dirigentes soviéticos. Algo similar plantearía Jruschov viente años más tarde al alabar los logros históricos de la URSS, a la vez que denigraba a su máximo dirigente.

La tarea fundamental de los partidarios de Trotski en territorio soviético era derrocar por la violencia al Gobierno, con la ayuda de las potencias del Pacto Anti-Comintern, y utilizar la “derrota inevitable” de la URSS en la futura guerra contra el fascismo para fortalecer las posiciones del trotskismo en la palestra mundial. Esta fue la realidad de las conspiraciones en las que Trotski participó y que lideró en parte. Aunque negó haber participado en ellas, cosa comprensible en toda actividad conspirativa, los hechos están acreditados por las deposiciones de otros participantes y testigos[29] en los cuatro grandes juicios de 1936 a 1938, por los testimonios de observadores ajenos a la investigación (los ingenieros John Littlepage y John Scott, el coronel Tokaiev[30], Humbert-Droz[31], etc.), por las pocas pruebas materiales que no destruyeron y por las nuevas pruebas ahora conocidas gracias a la desclasificación parcial de los archivos soviéticos tras la disolución de la URSS. No podemos detenernos en esta cuestión que no es determinante para el objeto del presente artículo, remitiendo al lector interesado a la consulta de los libros mencionados en este artículo y a las fuentes en ellos reseñadas.

Sí merece la pena hacer constar que los conspiradores eran, en parte, cuadros del partido y del Estado con posiciones prominentes, incluso en el NKVD encargado precisamente de desbaratar las intentonas contrarrevolucionarias. Yagoda y Yezhov, sus máximos dirigentes entre 1934 y 1938, resultaron condenados como partícipes de la conspiración de las derechas encabezada por Bujarin. El segundo de ellos, al fracasar el complot principal que iba a ser ejecutado por Tujachevski y otros militares, promovió la extensión del radio de la represión a masas inocentes, con el objeto de debilitar el apoyo popular al gobierno soviético. Esta última conspiración concluyó en 1939, cuando fue sustituido por Beria, lo que concedió a la URSS un breve período de estabilidad política de dos años que le permitió construir sus defensas sobre unas bases saneadas para hacer frente con éxito a la agresión nazi-fascista.

            Después del desmantelamiento de las conspiraciones, Trotski seguía prediciendo la derrota de la URSS. Así, el 4 de septiembre de 1939, sostiene que “Stalin no puede hacer la guerra con obreros y campesinos descontentos y un Ejército Rojo decapitado”[32]. El 4 de diciembre de ese mismo año, escribe que “El nivel de sus fuerzas productivas [de la URSS] le prohíbe una gran guerra… El factor subjetivo, que no es menos importante que el factor material, ha empeorado profundamente en el curso de estos últimos años… El [Stalin] no puede emprender una guerra ofensiva con alguna esperanza de alcanzar la victoria. En el caso en que la URSS entrara en guerra, con las innumerables víctimas y privaciones que esto implica, todo el carácter fraudulento del régimen en el poder, sus ultrajes y su violencia provocarían inevitablemente una violenta reacción de parte de un pueblo que ya había conseguido realizar tres revoluciones en el curso de este siglo… La guerra actual puede derrocar la burocracia del Kremlin mucho antes que el desencadenamiento de la revolución en los países capitalistas”[33].

La práctica sería, una vez más, el criterio último de la verdad: la unidad política, la firmeza y la valentía de los pueblos soviéticos, los progresos de la economía socialista planificada y el poderío del Ejército Rojo consiguieron derrotar a los ejércitos comandados por la Alemania hitleriana y desbaratar los cálculos de Trotski, cálculos basados en su defectuosa teoría de la “revolución permanente”. La industrialización socialista y la colectivización agraria fueron las que produjeron tanto los famosos tanques y aviones soviéticos, como quienes habían aprendido a pilotar la versión civil y pacífica de esas máquinas en fábricas, koljoses y sovjoses. La mayoría del campesinado estaba tan identificada con el régimen colectivista que, durante la Segunda Guerra Mundial, las autoridades nazis de las regiones ocupadas no consiguieron restaurar las explotaciones individuales[34].

El embajador de los EE.UU. en Moscú envió el 6 de junio de 1938 un memorándum a su gobierno con cifras explicativas del salto experimentado por las fuerzas productivas soviéticas tras la ejecución de los dos primeros planes quinquenales: el número de tractores se había multiplicado por casi 20 y la Unión Soviética era ya el primer productor mundial de máquinas agrícolas; la producción de trigo representaba un tercio del total mundial; la de avena, la mitad; la de centeno, el 80%; el país era el primero en producción de remolacha; la flota mercante se había triplicado; el salario medio había aumentado de 1427 rublos en 1932 a 2371 rublos en 1935; etc.[35]

Pero, ¿acaso la “decapitación” y purga en el Ejército Rojo significaba un debilitamiento absoluto de la capacidad defensiva de la URSS? El mismo embajador, en sus memorias posteriores, opina lo contrario: “Era justamente tres días después de que Hitler hubiera invadido a Rusia. Alguien en la reunión preguntó: ‘¿Qué hay sobre las quintas columnas en Rusia?’ Inmediatamente respondí: ‘No existen; sus miembros fueron fusilados’. No hubo o no se produjo la tan mentada agresión interna en Rusia, cooperando con el Alto Mando germano. La marcha de Hitler sobre Praga, en 1939, fue seguida del activo apoyo militar que le prestaron las organizaciones de Henlein en Checoslovaquia. De la misma manera fue invadida Noruega. En la vida interna de Rusia no hubo Henlein de los Sudetes, Tisos eslovacos, ni Degrelles belgas, ni Quislings noruegos. Ninguno de nosotros en Rusia en 1937 y 1938 daba importancia a la significación de las actividades de la Quinta Columna. La frase no era corriente. Es relativamente reciente el empleo en nuestro idioma de frases tan descriptivas de la técnica nazi, tales como ‘Quinta Columna’ y ‘Agresión Interna’. (…) El gobierno soviético, aparece claro ahora, ya estaba entonces sutilmente atento a los planes germanos y al trabajo interno que se venía desarrollando en Rusia como preparatorio para el futuro ataque alemán. Los anuncios de los procesos y ejecuciones (purgas) en toda Rusia durante ese año (1938) imputaban invariablemente a los acusados de ser causantes de una actividad desleal y subversiva, en pro de una ‘potencia extranjera’ que deseaba la caída del Estado Soviético”[36].

            Incluso para un historiador trotskista como Isaac Deutscher, “(…) no hay que creer que la mayoría de la nación fuera hostil al gobierno. Si hubiera sido el caso, ningún llamamiento patriótico, ninguna promesa o ninguna medida de coerción hubieran evitado el desmoronamiento político de Rusia, que Hitler esperaba. La gran transformación que había experimentado el país durante los años que habían precedido a la guerra había (…) reforzado la moral de la nación. La mayoría estaba convencida del progreso social y económico y estaba decidida a defenderlo con determinación contra todo peligro que viniera del exterior (…)

[Stalin] alcanzó sin embargo algunos de sus objetivos vitales. Resistió bastante firmemente a la presión occidental para desanimar todo proyecto americano de extensión de la guerra; la industria nuclear soviética avanzó a saltos y produjo su primera bomba de hidrógeno en 1953, poco después que los americanos. Los sectores fundamentales de la economía soviética, que habían recuperado su nivel de ante-guerra en cuanto a rendimiento en los años 1948-49, lo sobrepasaron en un cincuenta por ciento durante los últimos años de Stalin. La modernización y la urbanización de la Unión Soviética fueron acelerándose. Al principio de los años cincuenta, la población urbana había aumentado en aproximadamente unos 25 millones de almas. Las escuelas secundarias y las universidades instruían dos veces más alumnos que antes de 1940. Después de las ruinas de la guerra mundial, estaban puestos los cimientos para la renovación industrial y militar de Rusia, renovación que pronto deslumbraría al mundo. (…)
(…) es un hecho que ‘Stalin se encontró una Rusia trabajando con arados de madera y la dejó equipada con pilas atómicas’ (…). Resumir así la dominación de Stalin es, sin duda, homenajear su éxito (las palabras citadas por Deutscher proceden de la nota necrológica sobre Stalin publicada en el Manchester Guardian del 6 de marzo de 1953)”[37].

Domenico Losurdo resume impecablemente la situación en la que se desarrolló la prolongada lucha entre los partidarios del marxismo-leninismo y los partidarios del trotskismo para decidir el rumbo a seguir tras la victoria de la Revolución de Octubre de 1917:
            “Entre el período histórico que va de 1918 hasta la invasión nazi, la URSS es arrastrada de un estado de excepción a otro, de una guerra civil a otra: la guerra de intervención imperialista (1918-1921), la guerra contra la colectivización agraria, y la guerra de la oposición dentro del partido bolchevique, guerra atravesada por sabotajes, actos terroristas, complots, injerencia y conspiración de las potencias capitalistas, contrarrevolucionarios blancos, etc. Éste es el contexto de la formación de la URSS bajo la dirección de Stalin en el PCUS, contexto que en la lucha de clases contempla lo más importante de los triunfos de la revolución, la colectivización del campo, la industrialización socialista, la alfabetización de las masas, pueblos y naciones enteras, la creación de un bienestar social gratuito, la creciente popularidad de la URSS en el movimiento obrero internacional y la intelectualidad progresista, la participación creciente de las masas en la defensa y construcción de la nueva civilización socialista y la victoria sobre el nazismo donde las potencias capitalistas europeas fracasaron. Es en este contexto y entre bastidores donde se dirimía el conflicto con la oposición dentro del propio partido bolchevique”[38].

Tras el fracaso del complot del bloque en la URSS, Trotski formalizó finalmente, en 1938, la constitución de la “IV Internacional” cuya misión principal sería combatir al “estalinismo”, considerado por él como el obstáculo principal a la revolución internacional. Profetizó que “En el transcurso de los próximos diez años, el programa de la IV Internacional conquistará millones de partidarios”[39]. Sin embargo, la temprana escisión en su mayor sección nacional, su muerte y la victoria de la URSS y sus aliados en la II Guerra Mundial dejaron muy debilitada esta “IV Internacional”. Fue después, con la ayuda del imperialismo durante la “guerra fría” y sobre todo a partir de los ataques de Jruschov contra Stalin, que el trotskismo se fue reanimando.

Desde entonces hasta hoy, esta corriente apoya algunas reivindicaciones inmediatas de las masas oprimidas, no para llevarlas a la revolución en su propio país, sino para combatir a los partidos comunistas, a los países socialistas y a los gobiernos soberanos, colaborando sin reparos con el imperialismo, puesto que, para los trotskistas, el desarrollo del imperialismo es la fuente de igualación y homogeneización social necesaria para que pueda haber una revolución internacional. Todas las revoluciones victoriosas del siglo XX y sus dirigentes han tenido que hacer frente a las actividades hostiles de los trotskistas: Mao en China, Ho Chi Min en Indochina, Kim Il Sung en Corea, Fidel Castro y Che Guevara en Cuba, etc.

Notas:

[1] El bloque de oposición en el PC (b) de la URSS, así como La desviación socialdemócrata en nuestro partido (ambos en https://www.marxists.org/espanol/stalin/obras/oe15/Stalin%20-%20Obras%2008-15.pdf) y Una vez más sobre la desviación socialdemócrata en nuestro partido (en https://www.marxists.org/espanol/stalin/obras/oe15/Stalin%20-%20Obras%2009-15.pdf).
[2] La Plataforma de la Oposición, Editorial Fontamara, capítulo XI, págs. 135-136.
[3] La experiencia de la guerra civil había mostrado que el Poder Soviético tenía enemigos demasiado poderosos y agresivos, dentro y fuera del país, como para permitir la actividad de partidos hostiles que acababan auxiliando a la contrarrevolución armada, como ocurrió con los kadetes, los eseristas y los mencheviques.
[4] https://www.marxists.org/espanol/stalin/obras/oe15/Stalin%20-%20Obras%2010-15.pdf, pág. 54.
[5] XV Congreso del PC (b) de la URSS, Actas taquigráficas, t. II, pág. 1285; citado en La lucha del partido bolchevique contra el trotskismo.
[6] Los trotskistas polemizaron con particular vehemencia contra la táctica para la revolución china promovida por la Internacional Comunista. Básicamente, forzaban la analogía con la revolución rusa de 1905-07 y obviaban el carácter colonial de China, además de minimizar la existencia de vestigios feudales en este país y el papel revolucionario del campesinado, como era de esperar en ellos.
[7] Pravda, 6-12-27.
[8] La lucha del partido bolchevique contra el trotskismo, t. 2, págs. 246-247.
[9] Vita di Antonio Gramsci, Lucio Lombardo Radice y G. Garbone, Roma, ed. di Cultura Sociale, 1952.
[10] Stalin, historia y crítica de una leyenda negra, Domenico Losurdo. Citado en Stalin, ¡insólito!, Ricardo E. Rodríguez Sifrés, tomo 2, págs. 236-7, Ed. Templando El Acero.
[11] Stalin, ¡insólito!, Ricardo E. Rodríguez Sifrés, tomo 2, págs. 225-6, Ed. Templando El Acero.
[12] https://www.marxists.org/espanol/trotsky/1940s/dm/07.htm
[13] “Considerando: el caso del ciudadano Trotski, Lev Davidovich, de acuerdo con el artículo 5810 del Código Criminal, por acusación de actividad contrarrevolucionaria expresada por medio de la organización de un partido ilegal antisoviético, cuya actividad se ha dirigido últimamente a la provocación de actos antisoviéticos y a la preparación de una lucha armada contra el poder soviético, resolvemos que el ciudadano Trotski, Lev Davidovich, sea deportado del territorio de la URSS” (Directiva de la OGPU [Directorio Político Unificado del Estado] de 18 de enero de 1929, citada en Stalin, ¡insólito!, pág. 240)
[14] Der Führer, Konrad Heiden; citado en Stalin, ¡insólito!, pág. 242.
[15] From Trotsky to Tito, James Klugmann, Lawrence & Wishart Ltd., Londres, 1951. Citado en Trotskisme ou léninisme, pág. 550.
[16] Según reconoce el historiador trotskista Pierre Broué, “El conjunto del material muestra que el ‘bloque’ o, al menos, una de sus partes constitutivas, estaba en contacto con el grupo Riutin-Slepkov”. (“Trotsky et le bloc des oppositions de 1932”, Cahiers Léon Trotsky (enero-marzo de 1980), págs. 5-37. Citado en Les amalgames de Trotsky, Grover Furr, Editions Delga,  p. 58.
[17] La gran conspiración contra Rusia, Michael Sayers y Albert Kahn, pág. 209, Ed. Templando El Acero. Versión original en inglés en https://mltheory.files.wordpress.com/2017/06/great-conspiracy-against-russia.pdf
[18] Véase el capítulo “El papel de Trotski en vísperas de la Segunda Guerra Mundial” del libro de Ludo Martens Otra mirada sobre Stalin, págs. 113-9, en https://asturiesdixebra.files.wordpress.com/2014/08/otra-mirada-sobre-stalin.pdf
[19] Carta a los miembros del Partido Comunista de la Unión Soviética, marzo de 1930. Citado en La gran conspiración contra Rusia, Michael Sayers y Albert Kahn, pág. 204, Ed. Templando El Acero. Versión original en inglés en https://mltheory.files.wordpress.com/2017/06/great-conspiracy-against-russia.pdf
[20] La economía soviética en peligro, 1932. Ibídem, p. 205.
[21] La Unión Soviética y la Cuarta Internacional. Ibídem.
[22] Boletín de la oposición, octubre de 1933, Ibídem.
[23] El asesinato de Kírov, 1935, Ibídem.
[24] Domenico Losurdo, citado en Stalin, ¡insólito!, tomo 2, pag. 238.
[25] Entrevista con William Randolph Hearst. Citado en La gran conspiración contra Rusia, pág. 205.
[26] http://www.ceip.org.ar/Es-hora-de-lanzar-una-ofensiva-mundial-contra-el-stalinismo
[27] Artículo en American Mercury, marzo de 1937.
[28] La revolución traicionada, Trotski, http://www.fundacionfedericoengels.net/images/PDF/La%20revolucion%20traicionada.pdf, pág. 18.
[29] Por ejemplo, la declaración de Valentin Astrov de 1937, confirmada por él mismo en 1989 y en 1993, citada en el reciente libro de Grover Furr, Las amalgamas de Trotski, “Les amalgames de Trotsky”, Editions Delga, págs. 317-8
[30] http://www.communisme-bolchevisme.net/download/Trotskisme_ou_leninisme_Harpal_Brar.pdf, págs. 267 a 270 y 597 a 602.
[31] Antiguo dirigente del movimiento comunista internacional retirado en su Suiza natal, Jules Humbert-Droz relata, en sus Memorias escritas en 1971, que se encontró por última vez con Bujarin en 1928 y éste le confió: “que habían decidido utilizar el terror individual para deshacerse de Stalin” (pág. 379). Citado en Les amalgames de Trotsky,
pág. 151.
[32] Le pacte germano-soviétique, Oeuvres, vol. 21, EDI, Paris, 1986, p. 390. Citado en Trotskisme ou léninisme de Harpal Brar.
[33] Hitler et Staline, étoiles jumelles, Oeuvres, vol. 22, EDI, Paris, 1985, págs. 176, 177 y 183. Citado en Trotskisme ou léninisme de Harpal Brar.
[34] Critique de Bettelheim, Claude Varlet, Ed. NBE, pág. 264.
[35] Stalin, ¡insólito!, tomo 2, págs. 325-7.
[36] Stalin, ¡insólito!, tomo 2, págs. 310-1.
[37] Staline, Gallimard, Paris, 1973, págs. 487, 598 y 620. Citado en Trotskisme ou léninisme, pags. 50 a 52.
[38] Domenico Losurdo, citado en Stalin, ¡insólito!, tomo 2, pág. 235.
[39] Citado en La lucha del partido bolchevique contra el trotskismo, t. 2, pág. 281.