2 de agosto de 2013

XVIII Congreso del Partido Comunista Chino (PCCh): Hacia nuevas conquistas sociales y democráticas favorables a los trabajadores y los pueblos de China y del mundo

El autor, el franco-senegalés Diagne Fodé Roland, defiende el proceso de edificación socialista en China y rechaza la caracterización de China como "capitalista" y aún menos como "imperialista". Apoyándose en el socialismo científico, y utilizando citas de Lenin y del propio PCCh (cuya opinión se ha de tener en cuenta si se quiere hacer un análisis mínimamente serio de la propia naturaleza del PCCh), abogando por el capitalismo de Estado bajo control del Partido Comunista, como progreso frente al atraso secular inherente a la economía campesina y/o semi-feudal propia de los países colonizados, y como régimen socio-económico que posibilite la transición hacia el socialismo.

Fodé Roland es el portavoz de la plataforma de inmigrantes sin-papeles de la ciudad francesa de Lille (y a todas luces un marxista-leninista), y un ferviente activista político en Francia como en su país de origen, Senegal, de donde tuvo que emigrar en 1984 a raíz de las persecusiones del gobierno neocolonial de Abdou Diouf (que por cierto sigue gobernando el país). Es decir, no estamos hablando precisamente del típico intelectual aburguesado viviendo de las rentas del Estado. 



Por Diagne Fodé Roland Ferñent 




Mientras la prensa imperialista centraba su atención en la reelección del astuto Obama, en detrimento del mormón defensor de la poligamia Romney por los grandes electores de la potencia imperialista hegemónica en declive que son los EEUU, los grandes electores del PCCh elegían a los futuros dirigentes de la República Popular de China. China intriga a los más honestos, pero espanta a los imperialistas que emplean el palo y la zanahoria para llegar a su fin: derrotar a este gran país superviviente del difunto campo socialista.
Así es como el Monde Diplomatique afirma que “las potencias emergentes de hoy no son dignas herederas de los anticolonialistas y anti-imperialistas de ayer” porque, vean ustedes, “es un poco la era de los barones ladrones… dinastías industriales de legendaria rapacidad (John D. Rockefeller, J.P. Morgan, Cornelius Vanderbilt) suplantaron progresivamente a las familias europeas… los monarcas del golfo, los oligarcas chinos, indios o rusos sueñan con tomar el mismo relevo – y con las mismas alianzas… Pekín no está menos empeñado en defender las recetas liberales (sic!)” (Enero 2013).
El movimiento comunista de Occidente no está exento de este tipo de lecturas erróneas, metástasis del eurocomunismo, ese oportunismo chovinista, inconscientemente trotskista, según el cual la experiencia soviética habría sido un desastre aventurerista porque “el socialismo en un solo país, máxime en un país atrasado, no podía acabar sino en fracaso”.
Los elementos de izquierda en general, e incluso los comunistas africanos en particular, todavía dudan a la hora de deslindar clara y abiertamente con esta manipulación ideológica que consiste en reducir las experiencias inéditas de desarrollo nacional independiente de los países supervivientes del campo socialista, a una simple copia del capitalismo imperialista de la Unión Europea y los EEUU. Así, como China invierte en África y en otros lugares, se habría vuelto “imperialista”; como en China hay empresas privadas, y por lo tanto capitalistas, se habría vuelto “capitalista”.
La experiencia de transformación revolucionaria de China, de país semi-feudal, semi-colonial, en democracia popular socialista, es rechazada vehementemente por los “comunistas”, por las izquierdas sin base de investigación, sin un trabajo serio de análisis concreto de una situación concreta y sin un esfuerzo colectivo teórico de comprensión, sobre la base del marxismo-leninismo, del materialismo dialéctico e histórico, del socialismo científico.

China, Corea del Norte, Vietnam y Cuba son supervivientes del campo socialista temporalmente vencido

            Estos países, dirigidos por partidos comunistas que salieron victoriosos contra la burguesía compradora, el colonialismo y el imperialismo estadounidense y europeo, se unieron al campo socialista victorioso contra el nazismo e iniciaron experiencias de edificación de democracias populares con la perspectiva del socialismo. La existencia del campo socialista y de la URSS favoreció la socialización de los principales medios de producción e incluso una perspectiva de tránsito hacia el socialismo “saltándose la etapa capitalista”, tal como Lenin y Stalin lo hicieron en los países, naciones y pueblos oprimidos por el antiguo imperio zarista que fundaron la URSS como federación. En aquellos países, todo o parte de las fuerzas y medios de producción fueron así estatalizadas, socializadas bajo la forma de propiedad del Estado, propiedad colectiva de los trabajadores o bajo la forma de propiedad descentralizada a nivel comunal, municipal, regional, etc. La solidaridad y la ayuda mutua internacional se organizaban en el marco del CAME. Cada país contribuía a la comunidad socialista con sus propios recursos. Incluso China, que ya en los años 60 había roto con la URSS revisionista, se había beneficiado hasta el Gran Salto Adelante de una importante ayuda de la URSS, principalmente para el desarrollo de su industria pesada.
            Pero una vez vencidos la URSS y el campo socialista, y tomando en consideración la nueva y desfavorable correlación de fuerzas, estos países, así como los partidos comunistas que los dirigen, orientaron su desarrollo nacional mediante la asociación de varias formas de propiedad bajo control del partido comunista, la propiedad del Estado de los principales medios de producción y la planificación. De hecho, se puede considerar que la derrota del campo socialista ha impuesto a los supervivientes un largo periodo de NEP denominado “socialismo chino, coreano, vietnamita, cubano, etc.”.
            Todos estos “capitalismos de Estado o socialismo nacionales de mercado” que sirven al objetivo de edificar el socialismo como fase primera del comunismo, plantean la cuestión del “capitalismo de Estado o socialismo de mercado” como fase histórica de transición, determinada por el nivel de las fuerzas productivas en un país o en una serie de países.

            
En un texto poco conocido de Lenin, titulado “Sobre el infantilismo de de ‘izquierda’ y las ideas pequeñoburguesas”, he aquí lo que dice Lenin dice sobre el “capitalismo de Estado”: “No sabemos calcular dónde hay que colocar a tal o cual saboteadorno sabemos organizar nuestras propias fuerzas para la vigilancia, pongamos, de un centenar de saboteadores que vienen a trabajar con nosotros. En esta situación, pronunciar frases sobre la ‘más resuelta socialización, el ‘aplastamiento’, ‘romper definitivamente’, es meterse el dedo en el ojo. Es típico para un revolucionario pequeñoburgués el no darse cuenta de que al socialismo no le basta con culminar, romper, etc.; esto le basta al pequeño propietario exasperado por el grande, pero el revolucionario proletario no sabría caer en tamaño error. (…) Sin embargo, ellos [nuestros comunistas de izquierda] no han reparado en que el capitalismo de Estado supondría un paso adelante con respecto al estado actual de las cosas en nuestra República de los Soviets. (…) Ningún comunista ha negado tampoco, al parecer, que la expresión de República Socialista de los Soviets traduce la voluntad del poder de los soviets de asegurar la transición hacia el socialismo, pero no significa de ningún modo que el nuevo orden económico sea socialista. ¿Pero qué significa la palabra transición? ¿No significa que, aplicada a la economía, hay en el régimen en cuestión elementos, fragmentos, parcelas a la vez de capitalismo y socialismo? Todo el mundo convendrá en que esto es así. Pero aquellos que convengan en ello no se preguntan aún cuáles son, precisamente, los elementos que relevan de las diferentes categorías económicas y sociales que coexisten en Rusia. Sin embargo, ahí reside la cuestión. Enumeremos estos elementos: 1) economía patriarcal, es decir, en gran medida, economía natural campesina; 2) pequeña producción mercantil (en esta categoría, la mayor parte de los campesinos que venden trigo); 3) capitalismo privado; 4) capitalismo de Estado; 5) socialismo. Rusia es tan grande y tiene tanta diversidad que todas estas formas económicas y sociales se entrelazan estrechamente. Y esto es lo que hay de particular en nuestra situación. (…) No es el capitalismo de Estado quien está aquí en pugna con el socialismo, sino que son la pequeña burguesía y el capitalismo privado quienes luchan, codo con codo, a la vez contra el capitalismo de Estado y contra el socialismo. La pequeña burguesa se opone a toda intervención por parte del Estado, a todo inventario, todo control que emane de un capitalismo de Estado o de un socialismo de Estado”.
            Estas enseñanzas de Lenin prohíben toda conclusión precipitada y no científica que tienda a descalificar las actuales experiencias de desarrollo basadas en el capitalismo de Estado o el "socialismo de mercado" de ciertos países del antiguo campo socialista que resistieron a la avalancha contrarrevolucionaria burguesa contra China, Vietnam, Cuba, Corea del Norte, así como de las nuevas experiencias en curso en Venezuela, Ecuador, Nicaragua, Bolivia, etc. Experiencias de este comienzo de siglo XXI que nacieron de la matriz y prolongan de manera viva, y por tanto dialéctica, la Revolución Bolchevique de Octubre de 1917, y antes que ella la COMUNA.

Crisis del capitalismo mundial, del capitalismo liberal contra el capitalismo de Estado o socialismo de mercado

            Una característica peculiar de la actual crisis del imperialismo mundial es que los países imperialistas liberales – los de la triada EEUU, UE, Japón – están siendo ahogados por la deuda, se desindustrializan a golpe de deslocalizaciones por parte de la empresas multinacionales que buscan bajos salarios, se “financiarizan” hasta el punto de que la especulación bursátil y el capital ficticio aplastan la economía real, se hunden en la regresión social con desempleo masivo, la extensión del trabajo ilegal en sectores de actividades no deslocalizables, la reducción de salarios y por tanto del precio de la fuerza de trabajo, etc. Las burguesías de las potencias imperialistas construyeron su colosal fortuna durante siglos de genocidio contra los indios de América, trata de esclavos negros, expolio y sobreexplotación colonial y después con el sistema semi o neo-colonial establecido en la segunda mitad del siglo XX. De esta depredación imperialista sobre el mundo entero, nacieron las empresas multinacionales de los EEUU, de la UE y Japón que obtienen sus ganancias en las bolsas financieras y las agencias de calificación de riesgos, que hoy fijan los tipos de interés de los préstamos de los Estados y dictan las políticas de austeridad que se abaten sobre los países de la UE, los EEUU y Japón al igual que ayer el FMI y el Banco Mundial lo hacían para los países del Tercer Mundo. Estos imperialistas de EEUU y la UE han elaborado las reglas liberales de la Organización Mundial del Comercio (OMC) y los principios liberales del “libre mercado del consenso de Washington” que han impuesto al mundo entero desde los años 80 al menos.
            El desastre económico y social engendrado por el liberalismo y la crisis del capitalismo también lleva consigo su cortejo de regresión de la democracia política en los países imperialistas con el auge de los partidos fascistas racistas y las decisiones políticas cada vez más antidemocráticas, como la usurpación de los parlamentos al voto del pueblo y la sumisión y la liquidación de los Estados-nación ante el poder supranacional de la UE.
            Sin embargo, es preciso constatar que, ante el dictado mundial del “menos Estado” liberal, se opone el “consenso de Pekín” y las políticas del “mercado controlado y regulado por el Estado” dirigidas por los Partidos Comunistas de los países supervivientes del campo socialista.
            He aquí como resume Hu Jintao en el XVIII Congreso del PCCh las etapas del desarrollo económico de China: “El grupo dirigente central de la primera generación, unido en torno al camarada Mao Zedong, condujo a nuestro partido y a nuestro pueblo multiétnico hacia la victoria de la revolución de nueva democracia, consiguió la transformación socialista y estableció finalmente el régimen fundamental del socialismo, lo que supuso la transformación social más profunda y más vasta que China haya conocido jamás en su historia, y puso en pie, en el plano político e institucional, las bases sólidas sobre las que descansan el desarrollo y el progreso de la China contemporánea. Pese a sufrir graves reveses en su proceso de tanteo y error, durante la construcción del socialismo nuestro partido adquirió conocimientos teóricos del todo originales y obtuvo logros importantes, que tenían que servir de preciosas experiencias, apoyo teórico y base material para la inauguración del socialismo con características chinas en el nuevo periodo histórico. El grupo dirigente central de la segunda generación, unido en torno al camarada Deng Xiaoping, guió a nuestro partido y nuestro pueblo multiétnico a la hora de hacer un balance profundo de la experiencia positiva y negativa adquirida durante la construcción del socialismo, e inspirándose en la experiencia de desarrollo socialista en otros países, adoptó la decisión histórica de desplazar el eje de actividades del partido y del Estado hacia la edificación económica, aplicar la política de reformas y de apertura hacia el exterior. Señaló la naturaleza del socialismo, estableció la línea fundamental para la fase primaria del socialismo, indicó claramente que hacía falta seguir nuestro propio camino para edificar un socialismo con características chinas, y dio respuestas científicas a las cuestiones fundamentales que conciernen la construcción del socialismo con características chinas. Gracias a todo esto, la era de construcción de un socialismo con características chinas se abrió ante nosotros. Bajo la dirección del grupo dirigente central de la tercera generación unido en torno al camarada Jiang Zemin, nuestro partido y nuestro pueblo multiétnico mantuvieron firmemente la teoría y la línea fundamentales del partido, y, frente a una situación compleja, tanto en lo interior como en lo exterior, y las duras pruebas tras los graves reveses sufridos por el socialismo en el mundo entero, consiguieron defender el socialismo con características chinas. En las condiciones de la nueva práctica, nuestro partido definió su programa fundamental, aisló la experiencia fundamental, definió claramente el objetivo de la reforma que es el establecimiento del sistema económico de economía de mercado socialista y el marco general de éste, así como el sistema económico y el sistema de distribución fundamentales durante la fase primera del socialismo. Sobre esta base, inauguró una nueva era de reformas y  de apertura a todos los niveles, hizo avanzar la nueva y vasta empresa de edificación del partido y permitió que la construcción del socialismo con características chinas pudiera seguir en el siglo XXI. En la nueva etapa del nuevo siglo, aprovechando un importante periodo rico en oportunidades estratégicas, el Comité Central del Partido se lanzó, a lo largo del proceso de edificación in extenso de una sociedad con un nivel de vida medio, a la innovación en el plano práctico, teórico e institucional. Fiel a los principios de primacía del hombre y del desarrollo completo, coordinado y estable, insistió en la necesidad de edificar una sociedad socialista armoniosa y hacer progresar más rápidamente la civilización ecológica, esbozando así las disposiciones generales del desarrollo del socialismo con características chinas” (Informe de actividades al XVIII Congreso del PCCh).
            Estimulado y orientado hasta ahora por los planes quinquenales y el comercio exterior, el nuevo giro que produce pesadillas para los imperialistas es que el consumo interior tenga que ser la locomotora del desarrollo nacional: “Conviene actuar por todos los medios para darle una nueva vitalidad de desarrollo a los distintos actores del mercado, estimular una nueva fuerza motriz de desarrollo con la innovación como motor principal, establecer un nuevo sistema de desarrollo de la industrias modernas, favorecer el surgimiento de nuevas oportunidades de desarrollo de la economía abierta sobre el exterior y hacer que el desarrollo económico sea motivado en mayor medida por la demanda interior, en particular por el consumo, así como por las industrias de servicios modernos y la industrias emergentes de importancia estratégica, y que se apoye en mayor medida en los progresos técnico-científicos, una mejor formación de los trabajadores, la innovación en materia de gestión, el ahorro de recursos y la economía circular, y el desarrollo interactivo y coordinado campo-ciudad y entre las distintas regiones. Todo ello contribuirá a acrecentar de manera continua las fuerzas de reserva del desarrollo a largo plazo" (informe de Hu Jintao al XVIII Congreso del PCCh).
        Todos estos procesos de desarrollo económico y social de la China Popular se han realizado sacando a más de 700 millones (sobre alrededor de 1300 millones) de Chinos de la hambruna y la miseria, entre 1949 y la actualidad, evitando las depredaciones inherentes al capitalismo y a su práctica de extracción de plusvalía y ganancias mediante el empobrecimiento de los trabajadores en el interior de un país y el expolio de los pueblos a base de genocidios, colonias y guerras. Éstos son los logros admirables del Partido Comunista Chino que todo comunista que sea digno de este nombre debe saludar objetivamente. 

Los comunistas y las nuevas condiciones de las experiencias de edificación socialista en curso 



¿Que no oímos acerca de China, Corea del Norte desde las propias filas de los elementos, partidos y fuerzas comunistas a lo largo del mundo? No solamente la mayor parte sucumbe ante la propaganda burguesa imperialista repitiendo hasta la saciedad que China es "capitalista", véase "imperialista", sino que algunos permanecen prisioneros de la época de los "debates ideológicos y políticos entre "jruschovianos, maoístas, hoxhaístas, castristas o guevaristas" de los años 60 y 70. Pero mientras  tanto la vida, en su dialéctica histórica, ha zanjado buena parte de un gran número de aspectos de este debate histórico con la derrota del campo socialista y la restauración capitalista en la URSS en los años 90. 
Con el retroceso, podemos decir que los imperialistas habían logrado instrumentalizar las contradicciones en el seno del Movimiento Comunista Internacional (MCI) habidas tras las dos declaraciones de Moscú en 1957 y 1960 para dividir aquel en "prosoviéticos" y "prochinos", hasta el punto de que los "prochinos" habían llegado a considerar que "el social-imperialismo soviético se había vuelto fascista y el enemigo principal". Lo opuesto parece ocurrir hoy en ciertos sectores comunistas y de las izquierdas de los EEUU, la UE y Japón, y también en África notablemente, como si "el enemigo principal, el peligro principal" fuera la "China capitalista", véase "imperialista". 
La pregunta es: ¿para quien es China un "peligro, un enemigo"?. Si no lo es para las burguesías imperialistas, cuyo programa de preservación del capitalismo hegemónico parasitario, rentista, en putrefacción y muribundo es el liberalismo, y para las burguesías neocoloniales de las semi-colonias "Françafricanas", Eurafricanas y Usafricanas. Es contra este capitalismo liberal que China, Coreal del Norte, Vietnam, Cuba, y también los países de la Alianza Bolivarian (Venezuela, Ecuador, Bolivia, Nicaragua, etc.) e incluso los países emergentes como India, Brasil y Rusia, resisten para salir de siglos de esclavitud colonial y semi-colonial y promover el desarrollo en base al capitalismo de Estado. 
Los logros económicos y sociales de los "países emergentes" no son una amenaza para los obreros, trabajadores, y los pueblos de los EEUU, la UE y Japón, sino para las burguesías imperialistas de la Triada que hacen sufrir a los trabajadores la barbarie de la austeridad y la destrucción de las conquistas sociales y democráticas de las generaciones precedentes de trabajadores. 
El desarrollo nacional independiente de los "países emergentes", particularmente de los supervivientes del campo socialista, demuestra a los pueblos oprimidos por los EEUU y la UE que la primera fase de las luchas de independencia fecundó poderes populares dirigidos por partidos comunistas cuyo proyecto de edificación del socialismo pasa por el desarrollo de las fuerzas productivas, el conocimiento popularizado del saber científico y técnico y la descolonización mental y cultural de la intelectualidad
Los comunistas y las izquierdas del mundo entero deberían estás más bien orgullosas de que a la cabeza de estas resistencias nacionales anti-liberales y anti-imperialistas estén colocados los países supervivientes del campo socialista derrotado a finales de los años 80. Es en este marco que, cumpliendo con nuestras obligaciones internacionalistas respecto de las experiencias de edificación socialista en curso en China, Corea del Norte, Vietnam y Cuba, tenemos que estudiar éstas para inspirarnos en nuestras propias luchas para la conquista del poder de la clase obrera y de sus aliados de las fuerzas populares. 
En estas experiencias progresistas y revolucionarias en curso, sigue y seguirá siendo planteada la inevitable gran pregunta acerca de QUIEN VENCERÁ FINALMENTE DE ENTRE EL PROLETARIADO Y LA BURGUESÍA, de entre el socialismo y el capitalismo mientras subsista la cohabitación de las formas de propiedad socialista, capitalista, individual, etc., bajo la dirección de un Estado dirigido por un Partido Comunista que declara abiertamente su objetivo de construir el socialismo, fase inferior del comunismo. 
Cabe destacar que esta cuestión también está siendo planteada por el agresivo y belicista cerco capitalista e imperialista contra los "países emergentes", en especial los países socialistas y sobre todo contra el más poderoso de éstos, China. Cosa que nos interpela para nuestros deberes internacionalistas de solidaridad con el poder popular en China. 
Es lo que en cualquier caso afirma en su discurso del 1º de octubre de 2009 el Presidente Hu Jintao, primer secretario del PCCh: "el desarrollo y el progreso de la nueva China desde hace sesenta años han demostrado plenamente que sólo el socialismo puede salvar el país y que sólo la reforma y la apertura pueden asegurar el desarrollo de China, del socialismo y del marxismo". 
Así, debemos dejar de repetir como papagayos lo que dicen los imperialistas y los liberales sobre las experiencias en curso de los países emergentes, y dedicarnos al estudio objetivo de éstas en el combate por la liberación social de los trabajadores y la liberación nacional de los pueblos. 

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