23 de diciembre de 2023

Preguntas de Bertolt y Miguel..."PREGUNTAS DE UN OBRERO, QUE TIENE UN LIBRO EN LA MANO" "Y CANTAR Y REPETIR A QUIEN ESCUCHARME DEBE, CUANTO A PENAS, CUANTO A POBRES, CUANTO A TIERRA SE REFIERE"...

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Por Esteban Zúñiga y Nestor Guadaño

"¿Quién construyó Tebas, la de las Siete Puertas?
En los libros figuran los nombres de sus reyes.
 
¿Arrastraron los reyes los grandes bloques de piedra?
Y Babilonia, en varias ocasiones destruida
¿quién la volvió a levantarla otras tantas? 
 
¿En qué casas de la dorada Lima moraban sus albañiles?
La noche en que se acabó la construcción de la Muralla China,
¿qué fue de sus canteros? 
 
Roma Imperial está llena de arcos de triunfo. 
¿Quiénes los levantó? 
¿Sobre quién triunfaron los Césares? 
 
 Bizancio, tan cantada,
¿tenía solamente palacios para sus habitantes? Incluso
en la legendaria Atlántida,
la noche en que el mar se la tragó,
los que se ahogaban, llamaban a gritos a sus esclavos.
 
El joven Alejandro conquistó la India.
¿Él solo?
César abatió a los galos.
¿Ni siquiera llevaba un cocinero en su ejército?
 
Felipe II lloró cuando su flota
fue hundida. ¿No hubo otras lágrimas?
Federico II venció en la guerra de los siete años.
¿Quién triunfó, además de él?
 
Cada página una victoria.
¿Quién cocinaba los banquetes?
Cada diez años, un gran hombre.
¿Quién pagaba los gastos?
Tantas historias.
Tantas preguntas."
 
(Fuente: Omegalfa Biblioteca Virtual. Colección Antológica de Poesía Social. Volumen 4: BERTOLT BRECHT. Página 51).
 
Un poema en el que Bertolt Brecht llama la atención sobre los hechos y los trabajos invisibilizados de las personas anónimas que son actores esenciales en los grandes hechos históricos; contraponiendo a la historiografía que alaba y significa a los héroes legendarios, la existencia de un esfuerzo colectivo para alcanzar las grandes metas. Reflexionando sobre la narrativa imperante de la historia sustentada en reyes, dioses, grandes dirigentes, líderes y personas poderosísimas.
 
Así hace un repaso de diversos momentos históricos, desde los cuales Bertolt Brecht nos invita a reflexionar con cierta profundidad sobre como los hechos y las historias, desde la perspectiva de que la historia la escriben tanto los vencedores como los dueños de los medios de producción literaria. 
 
Apartando cualquier posibilidad de centrar la historia de los pueblos y de los hechos históricos, económicos, sociales y culturales, a través de hombres y de mujeres sencillas que han sido protagonistas en ellos. 
 
En un intento de individualizar la historia y hacer desaparecer, con el olvido, tantas los conquistas como los logros colectivos.
 
Una idea que ya repetiría el mismo Bertolt Brecht en su poema "Canción de la rueda hidráulica":
 
"Los poemas épicos nos dan noticia
de los grandes de este mundo:
suben como astros,
como astros caen.
 
Resulta consolador y conviene saberlo.
Pero para nosotros, los que tenemos que alimentarlos,
siempre ha sido, ay, más o menos igual.
Suben y bajan, pero ¿a costa de quién? ...".
 
Una historiografía que esconde un interés de clase, no figurando en la historia oficial aquellos que apoyaron, sufrieron, construyeron y llegaron a morir en los hechos publicados. 
 
De nuestra parte está el adquirir conciencia de los hechos que hemos protagonizado, y de dar publicidad a todos los sectores y las personas que han tomado parte, en un determinado hecho histórico. 
 
Loa al estudio
 

¡Estudia lo elemental!
Para aquellos cuya hora ha llegado
no es nunca demasiado tarde.
¡Aprende el «abc»! No basta, pero
estúdialo. ¡No te desanimes!
¡Empieza! ¡Tienes que aprenderlo todo!
Estás llamado a ser un dirigente.

¡Estudia, hombre en el asilo!
¡Estudia, hombre en la cárcel!
¡Estudia, mujer en la cocina!
¡Estudia, sexagenario!
Estás llamado a ser un dirigente.

¡Aun sin techo, asiste a la escuela!
¡Persigue el saber, muerto de frío!
¡Empuña el libro, hambriento! ¡Es un arma!
Estás llamado a ser un dirigente.

¡No temas preguntar, compañero!
¡No te dejes convencer!
¡Compruébalo tú mismo!
Lo que no aprendas por ti,
no lo sabrás.

Comprueba la cuenta:
tú tienes que pagarla.
Apunta con tu dedo a cada cosa
y pregunta: «Y ésto, ¿de qué?»
Estás llamado a ser un dirigente.

 
Por lo que es siempre necesario explicar el contexto, en que acaecen los hechos históricos, para poder entender mejor el por qué de sus causas.
 
Siempre con la premisa que es verdad que la historia enseña, pero teniendo siempre en cuenta nuestra disposición de aprender de ella y realizar, más o menos profundamente, un análisis de los protagonistas y de los sectores que se conforman como unos elementos esenciales en los hechos históricos.
 
Llamando la atención sobre como finaliza el poema,
"PREGUNTAS DE UN OBRERO ANTE UN LIBRO EN LA MANO", que hoy presentamos:
"... TANTAS HISTORIAS.
TANTAS PREGUNTAS."
 

 
Y volviendo a este reino.... El hambre de Miguel Hernández
 
Tened presente el hambre: recordad su pasado
turbio de capataces que pagaban en plomo.
Aquel jornal al precio de la sangre cobrado,
con yugos en el alma, con golpes en el lomo.
 
El hambre paseaba sus vacas exprimidas,
                                          sus mujeres resecas, sus devoradas ubres,
                                          sus ávidas quijadas, sus miserables vidas
                                          frente a los comedores y los cuerpos salubres.
 
Los años de abundancia, la saciedad, la hartura
                                     eran sólo de aquellos que se llamaban amos.
                                     Para que venga el pan justo a la dentadura
                                     del hambre de los pobres aquí estoy, aquí estamos.
 
Nosotros no podemos ser ellos, los de enfrente,
                                     los que entienden la vida por un botín sangriento:
                                     como los tiburones, voracidad y diente,
                                     panteras deseosas de un mundo siempre hambriento.
 
Años del hambre han sido para el pobre sus años.
Sumaban para el otro, su cantidad los panes.
                                       Y el hambre alobadaba sus rapaces rebaños
                                   de cuervos, de tenazas, de lobos, de alacranes.
 
Hambrientamente lucho yo, con todas mis brechas,
                                      cicatrices y heridas, señales, y recuerdos
                                 del hambre, contra tantas barrigas satisfechas:
                                      cerdos, con un origen peor que el de los cerdos.
 
Por haber engordado tan baja y brutalmente,
                                           más abajo de donde los cerdos se solazan,
                                       seréis atravesados por esta gran corriente,
                                       de espigas que llamean, de puños que amenazan.
 
No habéis querido oír, con orejas abiertas,
                                          el llanto de millones de niños jornaleros.
                                          Ladrábais, cuando el hambre llegaba a vuestras puertas,
                                          a pedir con la boca de los mismos luceros.
 
En cada casa, un odio como una higuera fosca,
                                     como un tremante toro con los cuernos tremantes,
                                     rompe por los tejados, os cerca, y os embosca,
                                     y os destruye a cornadas, perros agonizantes.
 
El hambre es el primero de los conocimientos:
tener hambre es la cosa primera que se aprende. 
Y la ferocidad de nuestros sentimientos, 
allá donde el estómago se origina, se enciende. 
 
Uno no es tan humano que no estrangule un día 
pájaros, sin sentir herida la conciencia:
que no sea capaz de ahogar en nieve fría,
palomas que no saben, si no es de la inocencia. 
 
El animal influye sobre mí con extremo, 
la fiera late en todas mis fuerzas, mis pasiones. 
A veces, he de hacer un esfuerzo supremo 
para acallar en mí la voz de los leones. 
 
Me enorgullece el título de animal en mi vida, 
pero en el animal humano persevero.
Y busco por mi cuerpo lo más puro que anida, 
bajo tanta maleza con su valor primero. 
 
Por hambre vuelve el hombre sobre los laberintos 
donde la vida habita siniestramente sola.
Reaparece la fiera, recobra sus instintos, 
sus patas erizadas, sus rencores, su cola. 
 
Arroja los estudios y la sabiduría, 
y se quita la máscara, la piel de la cultura, 
los ojos de la ciencia, la corteza tardía 
de los conocimientos que descubre y procura.
 
Entonces sólo sabe del mal, del exterminio. 
Inventa gases, lanza motivos destructores, 
regresa a la pezuña, retrocede al dominio 
del colmillo, y avanza sobre los comedores. 
 
Se ejercita en la bestia, y empuña la cuchara,
dispuesto a que ninguno se le acerque a la mesa. 
Entonces sólo veo sobre el mundo de la piara 
de tigres, y en mis ojos la visión duele y pesa. 
 
Yo no tengo en el alma tanto tigre admitido, 
tanto chacal prohijado, que el vino que me toca, 
el pan, el día, el hambre no tenga compartido 
con otras hambres puestas notablemente en la boca. 
 
Ayudadme a ser hombre: no me dejéis ser fiera 
hambrienta, encarnizada, sitiada eternamente. 
Yo, animal familiar, con esta sangre obrera 
os doy la humanidad que mi canción presiente.
 

Y presiente, como al final de su célebre poema "El herido"...y "Sentado sobre los muertos".
 
"Porque soy como el árbol talado, 
que retoño: porque aún tengo la vida".
 
Sentado sobre los muertos
 
Sentado sobre los muertos
que se han callado en dos meses,
beso zapatos vacíos
y empuño rabiosamente
la mano del corazón
y el alma que lo mantiene.

Que mi voz suba a los montes
y baje a la tierra y truene,
eso pide mi garganta
desde ahora y desde siempre.

Acércate a mi clamor,
pueblo de mi misma leche,
árbol que con tus raíces
encarcelado me tienes,
que aquí estoy yo para amarte
y estoy para defenderte
con la sangre y con la boca
como dos fusiles fieles.

Si yo salí de la tierra,
si yo he nacido de un vientre
desdichado y con pobreza,
no fue sino para hacerme
ruiseñor de las desdichas,
eco de la mala suerte,
y cantar y repetir
a quien escucharme debe
cuanto a penas, cuanto a pobres,
cuanto a tierra se refiere.

Ayer amaneció el pueblo
desnudo y sin qué comer,
y el día de hoy amanece
justamente aborrascado
y sangriento justamente.
En su mano los fusiles
leones quieren volverse:
para acabar con las fieras
que lo han sido tantas veces.

Aunque le faltan las armas,
pueblo de cien mil poderes,
no desfallezcan tus huesos,
castiga a quien te malhiere
mientras que te queden puños,
uñas, saliva, y te queden
corazón, entrañas, tripas,
cosas de varón y dientes.

Bravo como el viento bravo,
leve como el aire leve,
asesina al que asesina,
aborrece al que aborrece
la paz de tu corazón
y el vientre de tus mujeres.
No te hieran por la espalda,
vive cara a cara y muere
con el pecho ante las balas,
ancho como las paredes.

Canto con la voz de luto,
pueblo de mí, por tus héroes:
tus ansias como las mías,
tus desventuras que tienen
del mismo metal el llanto,
las penas del mismo temple,
y de la misma madera
tu pensamiento y mi frente,
tu corazón y mi sangre,
tu dolor y mis laureles.
Antemuro de la nada
esta vida me parece.

Aquí estoy para vivir
mientras el alma me suene,
y aquí estoy para morir,
cuando la hora me llegue,
en los veneros del pueblo
desde ahora y desde siempre.
Varios tragos es la vida
y un solo trago es la muerte.

 

Miguel Hernández. Poesías Completas. Editorial Aguilar. 1979

 

 
 

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