No
 hay nada más falso, más ruin, más soberbio en Estados Unidos que 
celebrar el Día de Acción de Gracias. La celebración más importante 
después del 4 de julio, la tercera viene siendo la Navidad.
Amparados
 en una historia falsa, escrita por los genocidas que invadieron este 
país y exterminaron a los nativos del norte del continente, se celebra 
cada noviembre el Día de Acción de Gracias. Peregrinos, dicen los libros
 de texto, peregrinos inmigrantes que fueron socorridos por los nativos.
 No cuentan que se impusieron, que los torturaron, que violaron a sus 
mujeres, que los exterminaron en uno de los genocidios más sangrientos 
que han vivido los Pueblos Originarios y que después, satisfechos se 
sentaron a celebrar la matanza a la que llamaron Día de Acción de 
Gracias. Este día debería ser recordado como el del genocidio caucásico 
contra los nativos del norte del continente. Debería reivindicarse como 
así mismo como el 12 de octubre. Debería reescribirse la historia y 
dejar claro que lo vivieron los Pueblos Originarios por parte de los 
invasores europeos fue un genocidio.
Millones
 de estadounidenses se sientan a la mesa a celebrar la unidad, el amor, 
los valores humanos y la familia. Hipocresía tan grande empezando por el
 abuso que realizan a sus empleados a quienes no les dan el día como 
manda la ley y tampoco se los pagan doble. Esclavizados porque su 
condición de indocumentados no les permite reclamar derechos que les 
corresponden por humanidad. Agradecen los estadounidenses pero no son 
capaces de compartir un plato de comida con esos empleados que están ahí
 día y noche a su servicio, prefieren tirar lo que sobre del festín 
antes que compartirlo con ellos. El empleado comienza el día a primera 
hora y se va hasta que la fiesta acaba y hasta dejar todo limpio. ¿Hay 
Día de Acción de Gracias para el empleado indocumentado? No.
Si
 es niñera le toca estar ahí, cuidando a los niños porque los papás ni 
siquiera ese día se quieren hacer cargo de ellos. Es noche de gala, no 
arrugarán sus trajes cuidando niños. Los niños en este país tienen el 
papel decorativo en las familias, como los osos de peluche en los 
dormitorios o en los cuartos de juego. Se tienen porque sí, porque se 
necesita un heredero o porque así toca, porque no se puede ir contra las
 normas del sistema y el patriarcado. Pero de que los quieran, de que 
los cuiden, de que los guíen, de que les dediquen tiempo, eso no sucede 
con millonarios a quienes lo único que les importa es aumentar la 
fortuna y codearse con gente bien. Y crecen los niños desamorados, 
insensibles, manipuladores porque lo único que tienen es dinero y el 
desprecio sutil de sus padres que los ven como lujosos objetos de 
exhibición.
Como
 hay que hablar claro también está la otra parte de la población 
estadounidense, que es la mayoría, también caucásica pero pobre, no 
tienen qué llevarse a la boca el Día de Acción de Gracias. Como tampoco 
los afro descendientes y los latinoamericanos indocumentados. Estas tres
 parte de la población que habita este país no tiene siquiera 
calefacción en sus apartamentos, mucho menos dinero para comprarse una 
cena de lujo.
Estados
 Unidos ya no es ese país de millonarios por docenas, buena parte de su 
población vive en la pobreza. Pero si dejamos el pasado donde está (como
 manda la comodidad y la impunidad) y nos basamos en el presente, 
también es una hipocresía la celebración puesto que no puede sentarse a 
la mesa un población y celebrar el amor y agradecer, si ésta misma abusa
 de otros. Si ésta misma guarda silencio, oprime, manipula y se aventaja
 de las circunstancias de otros. Si ésta misma apoya guerras, que en 
realidad son invasiones a otros países. Si ésta misma aplaude cada vez 
que Estados Unidos asesina a un inocente o invade un país. Si ésta misma
 idolatra a veteranos de guerra que en realidad son asesinos, 
torturadores y violadores sexuales de niñas, niños y mujeres. Porque a 
Estados Unidos no lo amenaza ningún país con invadirlo, en cambio él sí 
va e invade, y roba y mata y extermina. Y ésta población lo aplaude y lo
 celebra.
Millones
 se sentarán a agradecer, a degustar exquisiteces y a compartir en 
familia y entre amigos, mientas que Siria es invadida y también familias
 enteras son masacradas, a la misma hora en que ellos se llevan el 
bocado a la boca. Y agradecerán por tener un gobierno y un ejército que 
los defienda y que los libre de las invasiones y del “terrorismo”. Y 
mientras unos hablan de refugiados europeos y de abrirles las puertas o 
cerrárselas, explotan a los latinoamericanos indocumentados que también 
son refugiados. ¿Por ellos qué población estadounidense aboga para que 
el gobierno les permita tener los beneficios laborales y la tarjeta 
verde? Jamás lo harán porque de esa invisibilidad también ellos se 
benefician.
Millones
 se sentarán a agradecer mientras que la policía estadounidense sigue 
matando afro descendientes a diestra y siniestra, en una opresión racial
 que no ve de tener fin.
Y
 millones enloquecerán con el Viernes Negro, Estados Unidos cuna del 
consumismo, son corderos que van al matadero y no se percatan. El 
consumismo los tiene dopados, tan drogados que no tienen la capacidad de
 percatarse que son objetos, marionetas en manos del poderío oligárquico
 mundial.
Mucho
 se puede decir del Día de Acción de Gracias, no debería existir y en su
 lugar debería ser reivindicado y esta población estadounidense armarse 
valor y tener la humanidad de devolverle la tierra a los Pueblos 
Nativos, y este gobierno pedirles perdón en nombre de los genocidas que 
tanto daño hicieron. Pero nunca sucederá, este gobierno también como 
fiel capitalista sigue los pasos de sus ancestros: invadiendo y 
cometiendo genocidio en cada país que puede. ¡Qué jodidos, celebremos la
 hipocresía!
 

 
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