Por Harold Cárdenas Lema, en La Joven Cuba.
El otro día me avisaron de una buena noticia:
 Miguel Colina era promovido a Primer Secretario del Partido en Santa 
Clara. Es buena porque mientras asumió la sección ideológica en la Unión
 de Jóvenes Comunistas (UJC) lo hizo bien, incluso cuando debió sortear 
momentos difíciles lo vimos hacerlo con profesionalismo. Este ejemplo 
del relevo generacional en cargos de dirección no es momento para la 
crítica sino de aportar ideas que permitan hacerlo mejor.
En
 países vecinos, cualquier demagogo que no ha frito un huevo en su vida 
es presentado como héroe popular. Podemos ver las fotos, niños graduados
 en escuelas privadas que vienen de sus vacaciones en Egipto y al entrar
 en política un mes después se muestran como alguien más del pueblo, con
 camisa arremangada sosteniendo un niño pobre. Si los medios 
internacionales decidieron darnos mala imagen poco podemos hacer al 
respecto, pero que nosotros no sepamos mostrar las cuotas de sacrificio 
de los nuestros, o estas parezcan menos que las de otros, no debe ser. 
No sé a cuántos trabajos voluntarios habrá ido Colina en su vida, pero 
estoy seguro que son muchos más que Enrique Peña Nieto, que incluso 
habló en la Plaza de la Revolución cuando murió Fidel.
Nuestro Partido, que es tan celoso sobre quién habla de nuestros dirigentes, debería dedicarle
 igual energía a cómo y con qué frecuencia se habla de ellos en sus 
medios. Mientras la prensa extranjera se obsesiona con quién será el 
próximo presidente de Cuba y nosotros no dedicamos una línea al 
respecto, siquiera de opinión, ya el relevo va ocurriendo. Aunque los 
caminos de nuestra política de cuadros a veces me parezcan 
inescrutables, noticias como esta son alentadoras, incluso si se pueden 
hacer mejor, mucho mejor. 
Recuerdo
 una vez más a ese profesor de marxismo que me decía en la universidad 
que no basta con ser, hay que parecer. Y yo creyendo que lo primero era 
más difícil que lo segundo.
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