Por J. M. Olarieta
El revisionismo expresa la influencia de la ideología burguesa dentro en las filas del marxismo-leninismo. De ahí que para saber lo que es el revisionismo hay que definir antes el marxismo-leninismo, lo que no es tan sencillo como parece.
Hay quien opina que el m-l es una teoría, es decir, un cuerpo de conocimientos. Podríamos decir que el otra teoría más de las varias que se pueden encontrar en el supermercado de cualquier facultad de ciencias políticas: liberalismo, socialdemocracia, etc.
Tambien hay quien piensa que el m-l es una práctica, un movimiento que pretende cambiar el actual estado de cosas, el programa de una nueva sociedad.
El m-l se ha entendido de esas dos maneras. En la época se Marx y Engels se consideró la segunda, el marxismo como una práctica revolucionaria y luego se impuso el primero, el marxismo como una teoría.
No obstante, el m-l es ambas cosas y ninguna al mismo tiempo. Es la unión dialéctica, es decir, contradictoria, de la teoría y la práctica. Posiblemente alguno recuerde aquella frase de Lenin que resume esta concepción: “Sin teoría revolucionaria no hay movimiento revolucionario”.
Para una concepción, como la nuestra, incubada bajo la inflencia secular del pensamiento burgués, no es fácil coprender la unidad de la teoría y la práctica, a la que siempre nos presentan por separado. Quizá el mejor ejemplo que se pueda poner sea la medicina, que no es sólo una teoría, por ejemplo, la anatomía, sino una práctica terapéutica al mismo tiempo. La medicina trata de curar a un enfermo como el m-l trata de crear una nueva sociedad. No podemos decir que un buen cirujano es quien ha sacado buenas notas en la facultad de medicina sino quien, ademś, tiene experiencia en el manejo del bisturí. Lo mismo debemos decir del marxista.
Si reducimos el m-l a una teoría, por más que hablemos de una teoría “revolucionaria”, caeremos en el izquierdismo y en el dogmatismo, en repetir frases y consignas más o menos acertadas.
Si reducimos el m-l a una práctica caeremos en el revisionismo, en el pragmatismo, en una política sin principios y sin objetivos.
La historia del movimiento obrero demuestra que este segundo error es mucho más importante y más duradero que el primero, el izquierdismo, lo cual es necesario explicar para poder entenderlo.
La ideología burguesa se incuba a partir del Renacimiento en lucha contra la ideología feuda, que era fundamentalmente religiosa, por lo que tiene una dilatada historia y ya era muy fuerte antes de la burguesía llevara a cabo su revolución en varios países. La ideología burguesa se afianzó en numerosos terrenos y dispuso de numerosos y muy importantes ideólogos en la filosofía (Spinoza), la política (Montesquieu), la economía (Smith) o la ciencia (Newton).
El proletariado no ha tenido esa fuerza ideológica y después de un siglo y medio sólo un grupo reducido de pensadores pueden calificarse como marxistas-leninistas. Se trata, pues, de una ideología joven y débil y, por lo tanto, fácilmente influenciable por la burguesía.
El revisionismo no es, pues, más que expresión de esa debilidad ideológica del proletariado ante la burguesía.
Pero esa debilidad no es sólo ideológica sino pricipalmente económica. La burguesía ya era una clase fuerte económica y socialmente antes de su revolución. En este punto una serie de concepciones erróneas supone que, por su carácter científico, el m-l debería haberse expandido, como si el conocimiento se abriera camino por sí mismo, por su propia validez científica. Pero eso no es así. El conocimiento necesita del poder político, económico y social para difundirse. Las concepciones burguesas de Montesquieu o Rousseau no triunfaron por su propia validez sino porque eran expresión de las necesidades de una clase poderosa, de una clase que ya había triunfado económicamente frente a la aristocracia feudal.
El proletariado no ha vivido ese proceso, salvo en muy pocos momentos de la historia, lo que ha situado al m-l a la defensiva, sometido al acoso de la ideología burguesa.
Por otro lado, el proletariado se ha ido formando históricamente sobre la ruina de los artesanos y campesinos, es decir, de sectores sociales pequeño-burgueses que han llevado a las filas del proletariado su propia ideología, la primera de las cuales fue el socialismo utópico. El m-l se ha nutrido históricamente de esta ideología utópica, forma parte de su propia historia y, al mismo tiempo, rompe con ella. Este tipo de tareas dialécticas son complejas y no siempre se articulan correctamente. ¿Cómo romper con algo que se continúa? Sin embargo, el socialismo científico continúa al utópico y rompe con él, del mismo modo que continúa al idealismo alemán y rompe con él, del mismo modo que continúa a la economía política burguesa y rompe con ella.
Un clase social, como el proletariado, necesita tiempo para formarse, es decir, no sólo para convertirse en una clase “en sí”, como decía Marx, sino para adquirir conciencia “de sí” y la conciencia “de sí” no es una conciencia individual sino de clase, una conciencia de masas, de pertenencia colectiva a una misma clase.
A diferencia del pensamiento burgués, que sólo pretende influir en la clase dominante e inclso sólo en determinados sectores de ella, el marxismo es una ideología de las masas obreras porque son ellas las que, de manera consciente, tienen que dirigir la revolución. En esta situación, en el siglo XIX el marxismo se encontró con que los obreros eran analfabetos y en el siglo XX, cuando dejaron de serlo, su alfabetización corrió a cargo de la burguesía y sus aparatos de dominación ideológica: escuela, radio, cine, prensa, etc.
Finalmente, el imperialismo, al mismo tiempo que ha conducido al capitalismo a las puertas del socialismo, desde otro punto de vista también ha supuesto un obstáculo para el desarrollo de la ideología del proletariado al crear en su seno a un sector privilegiado, al aristocracia obrera, que es la correa de transmisión de la burguesía en las filas del movimiento obrero revolucionario.
El revisionismo tiene muchas facetas, tantas como países y épocas históricas, aunque hay algunos elementos comunes, que hay que poner en primer plano, especialmente uno de ellos, que es el fundamental: el revisionismo surge por el propio triunfo del marxismo como teoría revolucionaria del proletariado. Por lo tanto, le revisionismo surge en Alemania porque es allá donde el marxismo triunfó entre la clase obrera, creando una poderosa organización de clase: el partido socialdemócrata y la II Internacional.
Una vez vencida la fuerza de la ideología burguesa en la filas proletarias, el objetivo del revisionismo consistió en tergiversar el marxismo, en hacer pasar por marxismo algo diferente, reformista, en prolongar el dominio burgués bajo una forma renovada.
Frente al revisionismo surgió el leninismo que demostró en la práctica la verdadera naturaleza de clase del revisionismo construyendo el primer país socialista de la historia que, a su vez, paradójicamente desapareció por lo mismo, por el desarrollo del revisionismo en su propio seno. Lo mismo ha sucedido con la mayor parte de los partidos comunistas del mundo: todos ellos nacen en la lucha contra el revisionismo para caer en el finalmente. ¿Cómo ha sido eso posible? ¿Es inevitable el desarrollo del revisionismo dentro de las propias filas del proletariado y de los partidos comunistas?
No es inevitable, siempre que se tenga en cuenta la experiencia historica, es decir, la lucha ideológica dentro del partido comunista y, singularmente, dentro del partido bolchevique, que ha sido la experiencia más concluyente.
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