21 de noviembre de 2015

Para frenar el terrorismo los pueblos necesitan la victoria sobre los globalistas.

Por Guennadi Ziugánov, Presidente del CC del PCFR, dirigente de grupo del PCFR en la Duma Estatal de la Asamblea Federal de la Federación de Rusia

Declaración del Presídium del CC del PCFR


El mundo quedó estremecido por los sangrientos acontecimientos ocurridos en la capital de Francia. Murieron muchos ciudadanos inocentes. Esos acontecimientos despertaron los sentimientos del dolor y la indignación de millones de personas en diferentes países del mundo. Los comunistas rusos expresan su sincera condolencia a los familiares y amigos de los muertos en una serie de atentados terroristas infames planificados y perpetrados por los fanáticos radicales. Compartimos el dolor del pueblo de Francia que alumbró el mundo con la luz de la Gran Revolución y el progreso y que hoy día se ha convertido en el blanco de la barbarie y el obscurantismo reaccionario. Nosotros expresamos nuestra indignación por el cruel asesinato de las personas inocentes y exigimos que se castigue severamente a todos quienes organizaron y participaron en los crímenes de lesa humanidad.


Las consecuencias de esos acontecimientos pueden ser mucho más serias si no se hacen conclusiones acertadas en un tiempo corto. No es la primera vez que Europa se enfrenta con el terrorismo. Pero los acontecimientos de París son mucho más graves que cualquier atentado terrorista ordinario. La coordinación de las acciones de los autores del monstruoso crimen prueba que detrás de sus espaldas se oculta una fuerza poderosa, bien organizada y estructurada. No existen motivos para considerar que se parará por su buena voluntad.

El terrorismo siendo criatura de la etapa moderna de desarrollo capitalista, vestido con el ropaje religioso, representa una amenaza para toda la civilización. Niega las normas y los principios fundamentales elaborados durante la historia multisecular de la Humanidad. Este mal se convierte en la peste del siglo XXI. Al igual que el fascismo alemán del siglo XX, el terrorismo surgió en el curso de la crisis del sistema capitalista mundial. Fue una respuesta a la política de intromisión burda en los asuntos de los Estados soberanos, de su sojuzgamiento y saqueo. Al brotar sobre la ruinas de Iraq, Afganistán y Libia el terrorismo ha adquirido una inmensa fuerza destructiva de dimensiones globales.

Hoy es sumamente importante detener la ofensiva del terror por todas partes. Es posible conseguirlo solamente al entender sus profundas raíces. El terrorismo se ha convertido en uno de los principales temas de la modernidad debido a que los políticos occidentales recurren desde hace tiempo y de una manera gustosa a sus servicios. Ya están acostumbrados a clasificar a los terroristas en los “suyos” y en los “ajenos”. Los “suyos” son que les son útiles por diferentes motivos. Pero a los “ajenos” hay que eliminarlos incluso violando las normas de derecho internacional y destruyendo la soberanía de los Estados enteros.

El mundo iba avanzando hacia los acontecimientos en París durante las últimas décadas. Muchos países afrontaban ya los furiosos ataques terroristas. Con esas acciones empezaron las guerras civiles en Libia, Egipto y Siria. Sin embargo a los políticos occidentales les preocupaban otras cuestiones completamente diferentes. Estaban ocupados en derrocar a los gobiernos legítimos de esos paises obstaculizando su lucha contra las fuerzas del terror.

Rusia se acuerda de la guerra terrorista en el Cáucaso del Norte, las tragedias de Budiónovsk, Kizliar y Beslán. Sus organizadores utilizaron los mismos métodos que recientemente en Francia. Pero en aquel entonces, Estados Unidos y la Unión Europea ejercían presión sobre las autoridades rusas y llamaban las operaciones antiterroristas como “uso desproporcionado de la fuerza”. Además, los emisarios y organizaciones occidentales prestaban apoyo a las estructuras extremistas.

Un ejemplo ilustrativo del uso del terrorismo en intereses de EE.UU y la OTAN fue el golpe de Estado en Ucrania en 2014. 


Occidente prestó ayuda total a los amotinados en Maydán que usaron las armas contra las fuerzas del orden público. Se callaba cínicamente la tragedia de la “Jatyn de Odessa” cuando los extremistas quemaron vivas a decenas de personas en pleno centro de la ciudad. Los cabecillas de la OTAN hasta hoy día se hacen la vista gorda en cuanto a los bombardeos mortíferos de los barrios residenciales de las repúblicas populares de Donetsk y Lugansk. Es por la sencilla razón de que en opinión del Occidente la guerra fratricida corresponde completamente a sus intereses geopolíticos. Es por ello que no se crean tribunales internacionales para enjuiciar a los banderistas terroristas, no se implantan sanciones, ni tampoco se escuchan palabras de denuncia por parte de los políticos estadounidenses y sus aliados.

El terrorismo moderno es producto de la falta total de escrúpulos del capital global. Desde ya hace tiempo sus agentes empezaron a usar los métodos terroristas como arma en la pugna por el reparto de mercados mundiales y para sofocar la lucha de liberación nacional de los pueblos. Aspirando a apoderarse de los recursos de los países independientes, los globalistas sostenían activamente a los terroristas por todo el mundo. Fueron utilizados para crear el sistema neo-colonial en África y América Latina en los años 1960-70. Se armaba a los terroristas en Afganistán para luchar contra la URSS en la década de los 1980. En 1990-2000, fueron destruidos los sistemas de seguridad formados en el Cercano Oriente y creados ejércitos terroristas. Esos juegos tuvieron como efecto que la ola terrorista empezó a escapar al control de sus protectores. Sucedió lo mismo que a mediados del siglo XX сuando el Occidente se excedió en el juego de apoyar al fascismo.

En los últimos decenios todo el mundo es testigo de tendencias extremadamente alarmantes. Después de la desintegración de la URSS, Estados Unidos y sus aliados desencadenaron un verdadero terror contra la población de varios países. Así fue en Yugoslavia e Iraq donde la población civil fue víctima de los ataques misilísticos de la OTAN. Las intervenciones armadas de la OTAN se realizaban a despecho de las resoluciones de la ONU. El derecho internacional abandonaba sus posiciones más y más ante la política de fuerza.

Los pueblos del Occidente se convierten en la víctima de política de sus gobernantes. Los sistemas de seguridad europeos mostraron su total incapacidad. La estrategia de multiculturalismo se hizo añicos. El problema de los refugiados escapa a todo control. La Unión Europea conoce en su propia experiencia el precio de la componenda con los capitostes de ultramar. Los representantes de la Unión Europea tienen todos los motivos para llevar a cabo una política más independiente e influir más activamente sobre Estados Unidos con tal de cambiar la política euroatlántica en general.

Sobre el fondo de esos acontecimientos es importante recordar la experiencia soviética de la lucha contra el terrorismo y el bandidismo. 


La Unión Soviética tropezó con fenómenos similares desde los primeros años de su existencia. Un apoyo activo a los terroristas les prestaban los círculos imperialistas de Europa Occidental, Estados Unidos y Japón. Consideraban que es posible usar cualquier medio en contra del primer Estado socialista. Occidente empezó con el patrocinio generoso de los guardias blancos que se pusieron en el sendero de la guerra contra su propio pueblo. Continuaba respaldando a los basmachí, Hermanos de los Bosques, banderistas y otros bandidos empedernidos. Las víctimas de esos especímenes infrahumanos no solamente fueron jefes militares y dirigentes del Estado y partido de la URSS sino también ciudadanos soviéticos de a pie.

En la lucha contra el país soviético todos los grupos antiestatales sufrieron el fracaso. Fue decisivo no sólo el trabajo eficiente de nuestros servicios especiales que empleaban estándares altísimos del profesionalismo. Lo principal es que la Unión Soviética extirpó las raíces alimentadoras del terrorismo. Eliminó la miseria y la división socio-clasista de la sociedad.

En la sociedad soviética el terrorismo no tenía opciones para el éxito puesto que su base social había desaparecido. El Estado soviético ofrecía oportunidades iguales a todos sus ciudadanos. Podían trabajar honestamente, crear familia y educar a los hijos gozando al mismo tiempo de amplias garantías sociales. Es sobre esta base que la URSS creó un sistema eficaz de seguridad gracias al cual cada persona se sentía protegida y segura del futuro.

No se puede esconder la cabeza en la arena: la fuente del terrorismo moderno es la división social, la miseria y la desolación de las masas populares multitudinarias en diferentes rincones del planeta. Es por eso que distintos grupos tienen la posibilidad de engrosar cada vez nuevos destacamentos de los terroristas. Es imposible vencer el terrorismo sin una fuerte política social. No se podrá lograrlo ni en Rusia, ni en Europa, ni en el mundo entero.

La situación en la sociedad rusa moderna se diferencia cardinalmente de la de la época soviética. 

El país lo divide la desigualdad económica terrible. La pobreza y la precariedad se han convertido en la realidad cotidiana para los ciudadanos. Solamente en Daguestán cada segundo un joven no tiene trabajo. En esta situación los cabecillas de las bandas tienen muy fácil el trabajo del reclutamiento de los nuevos partidarios a sus filas. Los extremistas nacionalistas y religiosos van desplegando la propaganda también entre los representantes de los pueblos autóctonos de Rusia y entre los gastarbeiter humillados por los burócratas y oprimidos por el capital.


La realidad literalmente dicho clama sobre la necesidad de armarse con la experiencia soviética. ¿Pero cómo responde a esta necesidad el poder? Se levanta de nuevo la ola del antisovietismo y la rusofobia, abre las heridas de la confrontación civil de las épocas pasadas. De esta forma, los mismos círculos gobernantes ahondan la división de la sociedad rusa y amplían el terreno para la acción de los grupos terroristas.

La cuestión de la lucha internacional contra el terrorismo debería ocupar un lugar central en la agenda de la política global. Pero esa lucha será realmente eficaz solamente cuando se arranquen las raíces del terrorismo. La opinión pública mundial tiene que revocar la confianza a todos los políticos y corporaciones que se han comprometido con el apoyo directo o indirecto a los terroristas. A los pueblos de todos los países les toca luchar por frenar al gran capital enloquecido que arrastra al mundo al nuevo conflicto global.

A la Humanidad fue lanzado un reto y ya no podemos permanecer apartados. Pero la lucha contra el terrorismo sólo será realmente exitosa si se relaciona con el rechazo del sistema económico actual basado en la explotación de los pueblos y el reparto injusto de los ingresos a nivel global. En otras palabras dicho, para vencer al terrorismo como atributo del capitalismo moderno es preciso superar el propio capitalismo. Es imposible aspirar a un éxito luchando contra los efectos, no la causa.

El PCFR aboga por una respuesta decidida y firme a los que atentan contra la vida y la salud de los ciudadanos e intentan imponer al mundo sus costumbres criminales. El carácter global de la amenaza presupone coordinar la lucha contra el terrorismo a la más amplia escala global. Al compartir el dolor junto con Francia, Rusia debe estar preparada a afrontar nuevos retos. Nuestra sociedad necesita un complejo de medidas eficaces para reformar las leyes nacionales, revisar una serie de tratados internacionales, sanear la economía y ampliar las garantías sociales.


¡Para afrontar dignamente los retos externos tenemos que hacernos más fuertes y sabios!
 

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