Por Red Youth
Una pequeña y extraña revista digital que se hace llamar 'La Conversación', con un subtítulo intencionalmente engañoso que dice 'Rigor académico, estilo periodístico', ha influido en la lucha del imperialismo occidental para demonizar a Rusia, que en última instancia tiene como objetivo conseguir que las poblaciones masivas de Gran Bretaña, Europa y EE. UU. apoyen cualquier aventurerismo militar de los líderes de dicho Reino Unido, la UE y EE. UU. en el que decidan participar.
En un artículo muy defectuoso y escandalosamente deshonesto, (Hambruna, subyugación y consecuencias nucleares: cómo la experiencia soviética ayudó a sembrar resentimiento entre los ucranianos hacia Rusia) publicado el 27 de enero de 2022 por dos académicos estadounidenses (Jacob Lassin y Emily Channell-Justice), publicado en dos universidades estadounidenses, una financiada por varias organizaciones reaccionarias y educación burguesa, mientras que la otra está vinculada a una organización nacionalista ucraniana, el artículo está destinado a convencer a sus lectores de la asquerosidad de todo lo soviético y ruso, y la inocencia y el victimismo, de todos aquellos asociados con el nacionalismo ucraniano contemporáneo.
Los dos comienzan por insistir en las mentiras ya desacreditadas y transparentes, de sus infames predecesores periodísticos burgueses (Robert Conquest, Anne Applebaum y prácticamente cualquier patraña de la prensa 'amarilla' de Hearst) sobre el llamado Holodomor, que realizaron los ruos en Ucrania, un relato construido sobre pura ficción y desvergonzada bilis antisoviética que hemos refutado efectivamente en muchos artículos y otros materiales .
Estos dos últimos pastiches, de una larga lista de pusilánimes tinteros antirrusos, siguen revisando lo sucedido durante la Segunda Guerra Mundial, algo que no es muy brillante si estás impulsando el nacionalismo ucraniano, pero los dejamos ahorcarse si es necesario.
Lassin y Channell-Justice nos informan, que “el movimiento nacional ucraniano se concentró en las partes occidentales de la actual Ucrania, parte de Polonia, hasta la invasión nazi en 1939....”
¿Será por eso que los nacionalistas ucranianos bajo el liderazgo de Stepan Bandera, quien de forma directa apoyaron el fascismo de Hitler, matando a tantos polacos de todas las edades, de formas tan viles e inhumanas? También son conocidos por asesinar a ucranianos que se casaban con polacos, después de hacerles ver cómo torturaban hasta la muerte a sus esposas y familias. Judíos, gitanos y cualquier persona sospechosa de tener la más mínima simpatía por la Unión Soviética, también fueron objetivos de su bestial sed de sangre.
Luego, para agregar a su completa falta de rigor periodístico que han mostrado hasta ahora, nuestros dos 'escritores del nacionalismo ucraniano', arrastran otra vieja desgastada mentira: “La Unión Soviética y la Alemania nazi firmaron un acuerdo secreto, bajo la apariencia del pacto de no agresión Molotov-Ribbentrop, que describía las esferas de influencia alemanas y soviéticas sobre partes de Europa central y oriental. ”
El pacto de no agresión que fue firmado por Molotov por parte de la URSS y Ribbentrop por la Alemania nazi, del 23 de agosto de 1939 no fue un reparto de otros estados sino, como sugiere el nombre, un pacto que prometía que ninguno atacaría al otro.
Ni I. V. Stalin, ni ningún otro líder soviético esperaba que los nazis cumplieran su promesa, pero este tratado le dio tiempo a la URSS para construir sus fuerzas y organizar su defensa. Esta comprensión práctica de la situación por parte de los líderes soviéticos, contrasta marcadamente con el 'trozo de papel' que enseñó con alivio petulante Neville Chamberlain en el aeródromo de Heston, 11 meses antes, el 30 de septiembre de 1938, cuando informó del -acuerdo de no agresión que había firmado con Hitler-, proclamando: “¡conseguimos la paz para nuestra época!”
Los soviéticos lucharon contra el fascismo tanto del estado alemán como de los nacionalistas ucranianos, y fueron tratados genuinamente como héroes cuando tomaron Kiev de manos nazis.
Cuando en 1986, un reactor nuclear en la central nuclear de Chernobyl, administrada por los soviéticos en el norte de Ucrania, se derrumbó parcialmente, transmitiéndose como un desastre, y de inmediato, personal de rescate y bomberos soviéticos acudiendo al lugar de toda la Unión Soviética, muchos dando su vida para evitar un desastre mayor.
Casi 200.000 personas en las áreas que rodean la planta de energía fueron evacuadas del área y se brindó ayuda a todos.
Esta tragedia podría haber ocurrido en cualquier lugar, pero los escritores que apoyan el nacionalismo ucraniano de The Conversation ven solo una oportunidad de intentar atacar a los soviéticos, acusándolos de no proporcionar el equipo o la capacitación adecuados para lidiar con el material nuclear. Sugiriendo que debido a que el sitio estaba en Ucrania, solo tenía una importancia secundaria para los líderes de la URSS.
Esa sugerencia no solo es repugnante, sino que derrama desprecio por los miles de trabajadores soviéticos que corrieron allí para ayudar y por los muchos que también perdieron la vida, sin importarles si salvaban a un ucraniano o a alguien de otro lugar de la URSS, estos héroes solo vieron que eran camaradas soviéticos que necesitaban ayuda.
La cuña de división forzada, que intentan crear entre ucranianos y rusos siempre parece provenir de Occidente, y hoy no es diferente de lo que propagan el imperialismo británico y estadounidense, haciendo todo lo posible para empujar al gobierno fascista de Ucrania, que Occidente impuso, a una acción militar contra Rusia.
Al final del artículo se escribe la siguiente palabrería descarada: “Si tiene dificultades para saber en quién o en qué confiar, no es de extrañar. Las consecuencias son reales: la democracia se ve amenazada y, en algunos casos extremos, estallan disturbios civiles e incluso conflictos armados. Ahora, más que nunca, las personas deben poder recurrir al periodismo confiable, basado en evidencia y no partidista. Ayudo a seleccionar nuestro correo electrónico diario y esto es lo que ofrece: noticias confiables escritas por académicos y expertos”.
¡Esto seguramente debe traer la risa homérica de nuestros lectores!
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