22 de febrero de 2022

Alerta por la paz y la amistad entre los pueblos

 

Crece la tensión política y militar entre Occidente y Rusia.  

Los trabajadores y los pueblos del mundo no tenemos nada que ganar con una nueva guerra entre nosotros y sí mucho que perder. Quienes tienen interés en la guerra son los grandes capitalistas, pues así se enriquecen vendiendo armas, conquistando recursos naturales, imponiendo indemnizaciones a los vencidos, financiando la reconstrucción, etc.  

¡No permitamos que su propaganda interesada, disfrazada de “patriotismo”, nos lleve al matadero por el indigno propósito de dominar y explotar a nuestros hermanos trabajadores de otros países! 

¡Tengamos conciencia y dignidad de clase!

Rusia ya no tiene un Estado obrero, sino capitalista, como es el de EE.UU. y los países de la Unión Europea. Tiene a la misma clase de parásitos al frente. Pero la diferencia es que lleva cediendo en todo desde hace decenas de años, mientras sus enemigos occidentales avanzan hacia sus fronteras, poniendo en peligro su integridad territorial y su propia existencia como nación. 

Decimos enemigos porque, en dos ocasiones -cuando formaba parte de la URSS y después, como Federación de Rusia- solicitó su ingreso en la OTAN y se le negó. La OTAN no es pues una alianza para la paz, sino un frente de Estados dominados por Washington contra Rusia y todos los países que quieran ser soberanos.

Nada más terminar la Segunda Guerra Mundial, los gobiernos estadounidense y británico rompieron la alianza con la Unión Soviética. Aunque ésta había puesto el mayor esfuerzo y la mitad de las víctimas de la victoria sobre el nazismo, le declararon la guerra fría: carrera armamentística nuclear, instalación de cientos de bases militares alrededor de este país y, desde 1949, constitución del bloque de la OTAN que no cesó de expandirse a lo largo de los años. En respuesta, la URSS y otros países socialistas de Europa se agruparon en el Tratado de Varsovia. Con la derrota del socialismo, aquél se disolvió, al igual que la Unión Soviética. Los nuevos dirigentes burgueses de Rusia esperaban que, con ello, Occidente dejara de buscar su destrucción, pero no fue así: además de saquear su economía y de alentar guerras secesionistas, incorporó dentro de la Alianza Atlántica a los antiguos miembros del Pacto de Varsovia.

Desde que Rusia ha pedido a la OTAN que no admita en su seno a Ucrania y Georgia, el gobierno de Estados Unidos, secundado por sus aliados y los poderes mediáticos, ha desatado una nueva guerra fría, denunciando machaconamente a Moscú por supuestos preparativos para invadir Ucrania. 

“Calumnia, que algo queda” o, como decía el propagandista nazi Goebbels, “repite una mentira cien veces y se convertirá en verdad”. Pero, además, movido por intereses económicos y de dominación geopolítica, intenta provocar a Rusia a cometer tal acción, animando al gobierno ucraniano, filo-fascista y rusófobo, a lanzarse contra los territorios rebeldes del Donbass, mayoritariamente poblados por rusoparlantes.

Las consecuencias pueden ser terribles, y no sólo para Ucrania y Rusia:  pueden desbordar fácilmente este lejano marco geográfico y extenderse a todo el planeta, teniendo en cuenta que EE.UU. y Rusia conservan un potencial de armas atómicas suficiente para destruir a la humanidad entera.

Como decía el socialista francés Jean Jaurès: “El capitalismo lleva en sí mismo la guerra como las nubes llevan la tormenta”. Y, en este preciso momento, el viento que trae la peor tormenta sopla desde Washington.

¡Exijamos al gobierno de España una política de paz, neutralidad y respeto a la seguridad de todas las partes confrontadas!

ASOCIACIÓN DE AMISTAD HISPANO-SOVIÉTICA

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