9 de diciembre de 2021

Matrioskas: el documental de las niñas soviéticas-españolas que vencieron a la guerra

 
Por Cuba Información y la AAHS. Materiales de Noticias de Navarra.

Cubainformación TV entrevista a quien fuera su redactora y presentadora, durante los primeros cuatro años de este medio, Helena Bengoetxea, periodista, diseñadora y documentalista. Precisamente, para hablar sobre el documental "Matrioskas: las niñas de la guerra", su último trabajo cinematográfico presentado en el Festival Internacional de Cortometraje y Documental de Bilbao (Zinebi) y que tiene mucho que ver con Cuba.

Como heroínas y referentes. Así define la realizadora navarra Helena Bengoetxea a las protagonistas del documental Matrioskas, niñas de la guerra. Ellas son Teresa, Alicia, Araceli y Julia, cuatro mujeres que, siendo niñas, durante la guerra civil española fueron enviadas a Rusia y que tras la Segunda Guerra Mundial, emigraron a Cuba. Y si bien quedaron marcadas por este exilio y por la pérdida de su identidad y raíces que conllevó, también se convirtieron en heroínas de su propia trayectoria, llegando a vivir cuatro vidas extraordinarias. La película de Bengoetxea, que se estrena hoy en el festival Zinebi de Bilbao, rescata del olvido a estas mujeres, desconocidas en nuestro país, y retrata su resistencia y capacidad de adaptación –y, en ocasiones, también nostalgia–, en un proyecto en el que la memoria es un elemento fundamental.

El estreno de este miércoles en Zinebi –al que acudirán varias de estas niñas de la guerra– es el broche a un recorrido de más de cinco años de trabajo. Fue en 2016 cuando Helena Bengoetxea, licenciada en Periodismo, se encontraba en Cuba realizando una maestría de cine en la Escuela de Cine y Televisión de San Antonio de Los Baños, y escuchó una historia que le atrajo: en los años 60, llegó a Cuba desde la URSS un grupo de voluntarios conocidos como "hispano-soviéticos" que en su momento habían sido niñas y niños de la guerra española.

Es decir, habían formado parte de los miles de niños y niñas que en 1937 viajaron a la URSS, vía marítima y partiendo de los puertos de Santurtzi y Gijón. Fueron niños y niñas que durante su estancia en la Unión Soviética, recibieron buena educación, estudiando en castellano, ruso... Y que siendo adolescentes les tocó afrontar otro conflicto bélico, el de la II Guerra Mundial. "Allá la conocen como la Gran Guerra Patria y pasaron muchas penurias", apunta la realizadora navarra que cita cómo algunos de ellos formaron parte del Ejército Rojo, mientras que otros, entre ellas dos de las protagonistas, Teresa Alonso y Alicia Casanova, sufrieron el cerco de Leningrado –donde murieron de hambre más de 700.000 personas– y finalmente fueron evacuadas en 1942.

Finalizada la guerra, el gobierno soviético reagrupó a estos niños y niñas en Moscú, donde siguieron con sus vidas, estudiaron carreras universitarias... Hasta que en los años 60 muchos se embarcaron en un nuevo exilio a una Cuba en la que había triunfado la revolución y demandaba profesionales, ya que muchos cubanos habían abandonado el país. Mediante las alianzas cubano-soviéticas, 200 personas viajaron a la isla, entre las que había traductores –dominaban el ruso–, asesores militares, aviadores, ingenieros, médicos, profesores... Y cuando años más tarde, en 2016 Bengoetxea desarrollaba su investigación, encontró que en Cuba residían 13 personas que eran exiliadas directas. De entre todas ellas, decidió poner el foco en las mujeres.

"El exilio fue el mismo para todos y todas, pero estamos hablando de mujeres que si no se hubieran marchado y se hubieran quedado aquí, no hubieran tenido la independencia económica y desarrollo personal y laboral que tuvieron", cuenta sobre esa "otra oportunidad que les ofreció la vida" lejos de España, sin olvidar toda la tragedia y trauma que supusieron las guerras y los exilios.

Pero es que no sin pelea, ellas desarrollaron grandes carreras profesionales: por ejemplo, Alicia era médico, experta en neumotisiología y ayudó a erradicar la tuberculosis en la isla –recibió una medalla del Ministerio de Salud–, o está el caso de Julia, ingeniera que llegó a tener un equipo de 40 hombres a su cargo y que dirigió importantes proyectos como puentes o la canalización del zoológico de la Habana. "Son referentes y aquí son auténticas desconocidas", lamenta y resalta su mentalidad en torno a temas como "su concepto de la maternidad, las relaciones de pareja y el matrimonio o qué tienen que hacer las mujeres o no". Y resume: "Estas mujeres, han sido protagonistas de la Historia, con mayúscula".

El papel de la memoria

Otro de los elementos fundamentales del filme, explica su directora y guionista, es la memoria. Por un lado están todas las vivencias y experiencias personales de estas mujeres, pero también se aborda el papel de la memoria desde el punto de vista de la nostalgia e incluso idealización: "La memoria es una construcción y desde el exilio más", opina, para recordar cómo cuando te han obligado a marcharte, "tu país y tu realidad forman parte de ese imaginario de lo que estaba cuando te fuiste". Como el propio país, o la República.

Esa idealización cayó cuando muchas regresaron a España, como Araceli, que viajó con su hija pequeña y que pese a contar con dos carreras, vio cómo no convalidaban sus títulos y se puso a trabajar en una casa de criada. Por ello muchos optaron por regresar de nuevo a Rusia, mientras que otros directamente nunca llegaron a volver. La vida de estas mujeres cambió también sustancialmente cuando en 1990 se reconoció una pensión vitalicia para niños y niñas de la guerra y se les otorgó la nacionalidad española, porque hasta entonces "no eran de ningún sitio, porque tenían pasaporte soviético, en Cuba no les dieron la nacionalidad, sino la residencia permanente...".

«¿Ves la insignia? Mírala bien. Es el contorno de España. Y las siglas M.A.E. en rojo, amarillo y morado. Significa ‘Mujeres Antifascistas Españolas’. ¡Esa no la tuvo todo el mundo!», exclama orgullosa Julia Delgado (Madrid, 1923) en su domicilio cubano. De familia de tradición comunista del barrio madrileño de Lavapiés, Julia escapó de España con 12 años a pie por el paso de La Junquera, acabó en un campo de refugiados de Francia y finalmente llegó a la Casa de Niños nº 2 de Stalingrado. Tras la guerra estudió Mecánica e Ingeniería Vial en Moscú, desde donde parte hacia Cuba en 1961 para trabajar. Dotada de una memoria y lucidez increíbles a sus 93 años, de costumbres espartanas y con una visión férrea de lo correcto, su seriedad y determinación se borran en presencia de Julio, su segundo marido con el que vive en La Habana. Julio y Julia conforman un universo particular en el barrio del Vedado: ella medio ciega y él sordo del todo en una cotidianidad de amor y mucho humor que han conseguido revivir a esta anciana tras conocer el sufrimiento, la lucha y los sinsabores.

Teresa Alonso (Donosti, 1925) de familia humilde, en julio del 37 es evacuada a la URSS desde Santurtzi en el carguero “Havana”, donde conoció al amor de su vida. Teresa pasó la guerra en el sitio de Leningrado recogiendo cadáveres y trabajando en las fábricas de munición. Tras 20 años de estancia en Rusia, se reencuentra con su familia en Barcelona, adonde habían desterrado a su padre. Su sueño antes de morir: visitar la tumba de su novio eibarrés que la guerra le arrebató y que está enterrado a orillas del lago Peipus, en Estonia.

No sale nunca a la calle sin su chapa con la bandera republicana. Hoy vive en Barcelona. Siendo niña sufrió el bombardeo de Gernika antes de ser evacuada, durante la guerra impuesta por los militares, junto con otros 35.000 niños. "Los que fueron a Rusia eran casi todos hijos de militantes del Partido Comunista", precisa Bengoetxea.

Teresa vivió esa experiencia limitadora en carne propia. Ella sí volvió, en la década de 1950, cuando Franco permitió el regreso de los niños de la guerra. Su formación, obtenida en la URSS, era de perito, experta en electricidad, pero sólo pudo trabajar de telefonista en un hotel de Barcelona. En cierta ocasión un músico soviético se alojó allí y cuando el director la vio hablando en ruso con él rebajó aún más su categoría. No sabía que estaba dando empleo a una comunista. Y encima divorciada. A partir de ese día fue camarera de piso. Tenía que hacer las camas de rodillas porque su espalda quedó dañada en una explosión durante el sitio de Leningrado. «Y además nadie le alquilaba un piso. Vivía con su hija en un portal, debajo de una escalera», nos cuenta la directora de Matrioskas. «Hemos estado olvidadas pero que se sepa por lo que hemos pasado. Para los que vienen detrás, porque se puede repetir», dice Teresa en la película.

A ella, tras pasar por tantas vicisitudes, no le extrañó que muchos de aquellos niños que regresaron se volvieran a marchar a la URSS. Vieron la España de Franco, esa que el NO-DO encuadraba sin asomo de vergüenza «en el mundo libre», y se marcharon por donde habían venido. Fue como el heroico salto del Muro de Berlín, pero al revés, hacia el Este. Es lógico que a muchos patriotas españoles, educados en los relatos oficiales (el franquista y el hollywoodense), les explote la cabeza con historias como estas.

Araceli Ruiz (Palencia, 1924), ella y sus hermanas partieron desde el puerto de El Musel de Gijón hacia la URSS en 1937. Vivió en la Unión Soviética más de cuarenta años, donde sufrió de nuevo la guerra y huyó de Leningrado hasta Samarcanda. Pasó hambre y trabajó duro como mano de obra bélica. Nada de eso acabó con su vitalidad y compromiso, que la llevaron a Cuba a trabajar como economista y traductora de español, «Mira, todo hombres. Yo soy la única mujer». Allí trabajó como traductora de los asesores militares soviéticos durante la crisis de los misiles. No volvió a su casa, en Gijón, hasta 1980. Tenía mucho trabajo en la URSS y no lo quería dejar. A sus 95 años, solo las arrugas y el paso lento la diferencian de aquella mujer decidida que prometió no volver a su Gijón natal hasta la muerte del dictador, ciudad en la que continúa viviendo desde entonces.

En la misma situación laboral estaba Alicia Casanoba (Barakaldo, 1925). Embarcó desde Santurtzi rumbo a la URSS con 12 años. Tras un breve paso por Kiev, la ubicaron en el colegio de niños de Leningrado. Al terminar la guerra estudia medicina en Moscú y marcha a Cuba a trabajar como neumotisióloga. Hoy, la doctora Casanova es una frágil anciana de 94 años que vive en la misma casa habanera a la que trajo a su desconocida madre tras 30 años de separación. A pesar de su pesimismo declarado, y su frágil memoria, Alicia sigue manteniendo una energía poco común para su edad y una fuerte voz que contrasta con su delicado aspecto. Su única ocupación actual consiste en limpiar frijoles, pero todavía sigue recibiendo visitas de algún colega en busca de asesoría médica. Se presentó voluntaria para trasladarse a Cuba en los primeros años de la Revolución. Allí llegó a dirigir varios hospitales y contribuyó a erradicar la tuberculosis de la isla a mediados de los años sesenta. «¿Qué hubiera pasado si vuelves a España?», le pregunta Bengoetxea. «Pues que no hubiera llegado a lo que llegué», contesta Alicia con una desarmante lucidez.

 

Rodaje pandémico

El rodaje de la producción, de carácter internacional y a cargo de Haruru Filmak, Sincro Produccion y Pyramide Production, se desarrolló entre julio de 2019 y octubre de 2020 en España, Cuba, Rusia, Ucrania y Estonia. El navarro Iñaki Alforja es el director de fotografía de un proyecto cuya grabación se vio alterada por la pandemia, ya que el confinamiento les pilló rodando en Cuba. "Fue el último rodaje de una producción extranjera allá", recuerda Bengoetxea. Tras su paso por el circuito de festivales, está previsto que la película llegue a salas comerciales, si bien antes se proyectará una versión reducida en los canales de televisión que han participado en la producción, como ETB.

«Vivir dos guerras y un exilio es un drama. Y eso es lo que vivieron estas niñas. Los niños también, por supuesto, pero yo tenía muy claro que quería contar la historia de las mujeres, mostrar esta memoria en forma de genealogía femenina», explica Bengoetxea. «Ellas, a pesar de la tragedia, de tener que dejar a sus familias, de ir a otro país, de tener que aprender otro idioma, de vivir otra guerra, a pesar de todo eso, se puede decir que hasta tuvieron suerte. Porque si llegan a quedarse aquí, ni hubieran estudiado ni hubieran conseguido desarrollar una carrera profesional. Aquí, para hacer cualquier cosa había que contar con el permiso del marido, del padre o del hermano. Una cosa de locos».

La guerra civil fue, durante décadas, un tabú en la mayoría de hogares españoles. La excusa era vivir en paz y salir adelante. Así que sobre aquello se extendió un manto de silencio. 

Pero eso no vale para ellas. «Es que son más abiertas, porque han sido educadas así y porque no vivieron aquí –explica la directora–. Ellas emprendieron un exilio político con 12 años y sabían perfectamente lo que pasó: un golpe de Estado, una guerra y una dictadura. Y vivieron otra realidad. Y más aún: para ellas su país es la España de la República. Aunque este país, el país ideal de su memoria, no existe»

Helena Bengoetxea hace un paralelismo entre la locuacidad de la que hacen gala Araceli, Teresa, Alicia y Julia y el silencio que ha marcado a tantas familias españolas que vivieron la dictadura: «En Navarra, de donde soy yo, no hubo frente de guerra. El general Mola y los carlistas se hicieron con el territorio en los primeros días de la contienda. No hubo guerra como tal. Lo que sí hubo fue una represión terrible. Asesinaron a casi 4.000 personas. Y, claro, aquí sí que no se habla. Hay pueblos en los que las familias de los verdugos y las familias de las víctimas se conocen, y eso no se ha solucionado jamás».

‘Matrioskas’, un trabajo a contrarreloj

Por pura ley de vida, el rodaje de Matrioskas fue una carrera contrarreloj. Sus protagonistas, que superan con creces los noventa años, convertían el tiempo en algo precioso. Quien pone a Helena Bengoetxea en la pista de estas mujeres es una contemporánea de ellas, Isabel Álvarez Morán, otra de aquellas niñas de la guerra. La conoció en Cuba en 2016, mientras realizaba un máster de Documental Creativo en la Escuela de Cine y Televisión de San Antonio de los Baños. Isabel formó parte del grupo de 200 voluntarios españoles que a principios de la década de 1960 cambió la URSS por Cuba para ayudar a la revolución naciente. También iba a participar en Matrioskas, pero su estado de salud se deterioró rápidamente y no pudo ser.

Sobre Bengoetxea pendía, pues, la espada del tiempo. Sin embargo, sacar un rodaje adelante es algo especialmente lento. Conseguir la financiación y los permisos no fue una tarea fácil ni ágil, lo que provocó cambios inevitables en el proyecto original. Y a esas dificultades se le sumó la pandemia, que restringió la capacidad del equipo para desplazarse a Cuba y a Rusia. Con todo y con eso, el resultado es un documental conmovedor que hace justicia a unas mujeres que merecían un homenaje.

'Matrioskas, las niñas de la guerra'
Teresa Alonso mantiene viva su curiosidad a los 97 años. Detrás, la directora de ‘Matrioskas’, Helena Bengoetxea, durante el rodaje en Barcelona. NUEVE CARTAS

Así como cada año, en Europa, se homenajea a los héroes de la Primera y la Segunda Guerra Mundial, España podía haber hecho lo mismo con los suyos. Pero no ha sido así. Ni con los hombres y mujeres que lucharon contra los nazis ni con los reprimidos y asesinados durante la dictadura franquista. «Bueno, a mí no me extraña», dice Bengoetxea. «¿Sabes cuál es la diferencia? Que la Resistencia francesa ganó la guerra. Aquí los republicanos la perdieron. Tuvimos 40 años de dictadura y lo que vino después: que el franquismo se quedó en las instituciones. ¿Tenemos una democracia formal? Pues supongo que sí… pero con un rey que puso ahí un dictador y que no se cuestiona. Y con un partido que se llama ‘socialista’, que gobernó desde 1982, durante 14 años, y que hizo bien poco por toda esta gente».

Este retardismo de nuestra memoria histórica es un tema que le duele especialmente: «No se ha hecho una valoración justa de lo que significaron el PCE y el PSOE en los gobiernos de la República. Sé que el PCE de hoy no es el PCE de entonces, pero es más grave aún lo del PSOE. Hay muertos en las cunetas que son suyos y no han hecho nada»

Este desencanto llega hasta la misma Transición: «La recuperación de la llamada memoria histórica se ha hecho tarde y mal. Y eso hablando de la guerra civil. Si hablamos de otras recuperaciones posteriores, de la represión de los años sesenta y setenta, apaga y vámonos. A ver si prospera la diligencia contra Martín Villa en Argentina. ¿Pero de qué democracia estamos hablando si te tienes que ir hasta Argentina para que juzguen a este señor?».

La directora

Helena Bengoetxea es realizadora, diseñadora y periodista. Máster en estudios feministas (UB – DUODA) y máster en Comunicación Audiovisual (EHE-UPV ), estudió cine documental creativo en la EICTV (Cuba) y ha completado su formación audiovisual en distintos seminarios referenciales con Robert McKee, Mercedes Álvarez, Carmen Guarini, Nicolas Philipbert, Pedro Costa o Patricio Guzmán, entre otros. Forma parte de la productora Haruru Filmak desde sus inicios. Colabora en diferentes proyectos audiovisuales del Centre La Bonne (BCN) desde 2005, actualmente en el LAB-FEM, coordinado por Lola Mayo.

Matrioskas, las niñas de la guerra es su primer largometraje, pero tiene experiencia en la realización de piezas audiovisuales por encargo para ONGs, museos y entidades en temáticas como feminismo, memoria histórica, solidaridad internacional o educación para el desarrollo. Algunas de estas obras han sido seleccionadas en diferentes festivales internacionales, entre los que destacan:

  • “La agenda setting. Palestina en los medios” (2012, 86 min.)
    • 15º Festival Internacional de Cine de DDHH
    • 5º Festival Internacional de Cine Invisible “Filme Sozialak”
    • Xº Al Jazeera International Documentary Film Festival
    • 8º DocsMX, Mención Especial del Jurado
    • Festival Internacional de Documentales “Santiago Álvarez in memoriam”, Premio Especial de Jurado.
  • “Ingreso de las mujeres de Beriain en el mercado laboral: testimonios” (2012, 31 min.)
    • XI Muestra de Cine sobre Igualdad de Género “Mujer en Escena” (Festival de Málaga)

Malditos comunistas

Si muchos países europeos disfrutaron de un Estado del bienestar y hoy sacan pecho por sus democracias liberales, fue gracias al esfuerzo y la sangre derramada por los comunistas, muchos de ellos españoles. Y aún hoy, en el Congreso de los Diputados, se sigue usando el término «comunista» como insulto. «Tampoco me extraña. Es otra consecuencia lógica del desarrollo de nuestra historia», afirma la directora.


'Matrioskas, las niñas de la guerra'
Julia Delgado y su compañero posan en su domicilio de La Habana, donde vive rodeada de recuerdos. El más querido de todos es un dibujo que Antonio Buero Vallejo le hizo a su padre, histórico dirigente comunista, cuando compartieron presidio en Madrid. NUEVE CARTAS

El caso de Julia y de Alicia, las que se quedaron en Cuba, es un poco diferente. «Su posición política es casi una metáfora de lo que es el país. Son comunistas de pro, de las de aquellos años, y viven en un país que también está, ideológicamente hablando, en aquellos años. Ellas fueron a ayudar a la Revolución Cubana, esa fue su manera práctica de llevar a cabo sus ideales. Y cumplieron. Para ellas la revolución estaba hecha. Por eso se quedaron allí. Julia lo dice claramente: ‘Yo soy una cubana más’».

«Si muchos cubanos murieron en España peleando por la República, ¿por qué yo no podía pelear aquí?», se pregunta Julia en el documental. «Por eso vine. Tenía que ayudar. Y no me sentí nunca extranjera. Yo siempre me sentí cubana».

Cerca ya de los 100 años, Julia afirma que no le tiene miedo a la muerte. Simplemente no piensa en ella. Después de vivir dos guerras, de sentir cómo le caían las bombas encima, y habiendo salido de aquello por su propio pie, opina que ya es tarde para tener miedo. Así y todo, Bengoetxea la interroga:

–¿Tú a qué le tienes miedo, Julia?

–¿A qué voy a tener miedo? A los fascistas.


Enlaces:

- Diario de noticias de Navarra: 

https://www.noticiasdenavarra.com/cultura/2021/11/16/matrioskas-ninas-vencieron-guerra/1201262.html 

https://www.lamarea.com/2021/11/18/matrioskas-nonagenarias-antifascistas-de-hierro/

Video de presentación del Documental:

https://www.youtube.com/watch?v=7hH14gFE--8

 

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