9 de octubre de 2019

Memoria contra la deriva fascista


Cuando se acerca el 75º aniversario del fin de la Segunda Guerra Mundial, la mayoría derechista y socialdemócrata del Parlamento Europeo ha aprobado una resolución instando a la persecución del comunismo. Repitiendo la absurda idea de que el nazismo y el estalinismo son igualmente totalitarios, quiere borrar del recuerdo de los pueblos la heroica gesta de la Unión Soviética que liberó al mundo de la dominación fascista. El final de esta pesadilla no comenzó con el desembarco anglo-norteamericano en Normandía, sino en las calles de Stalingrado, más de un año antes. No, señorías burguesas revanchistas, no conseguirán que los trabajadores repudien por igual una ideología opresora como el nazi-fascismo y una ideología liberadora como el comunismo.

La “novedad” de su arsenal de mentiras con el que machacan las conciencias, desde la más tierna infancia, es responsabilizar de la última guerra mundial al pacto germano-soviético de 1939. ¡Tendrán poca vergüenza! Pretenden eludir así la responsabilidad de sus predecesores, los gobiernos “democráticos” que, con su política de “no intervención” ayudaron al Eje nazi-fascista a anegar en sangre la República española entre 1936 y 1939; que, con su política de “apaciguamiento” pactaron en Múnich la entrega a Hitler de Checoslovaquia para facilitarle la invasión de la URSS; que, junto a los dirigentes fascistas de Polonia, rechazaron todo acuerdo de defensa colectiva con la Unión Soviética contra el expansionismo germano; que, en el momento de la liberación, dejaron a España en las garras del franquismo porque, según ellos, era “un asunto interno de los españoles”.

Pero, ¿a qué viene esta vuelta de tuerca en la revisión de la historia, este hipócrita coqueteo con el anticomunismo fascista?

Hace mucho que el capitalismo euro norteamericano se convirtió en imperialismo y que ambiciona dominar el mundo. Creía haberlo conseguido con el derrumbe de la Unión soviética. Sin embargo le han salido competidores como China y Rusia que, además, ayudan a los países subyugados cómo Siria y Venezuela a defender su soberanía nacional y a prosperar económicamente. Esto acelera la crisis económica capitalista que empuja nuevamente a los imperialistas a la guerra y al fascismo. En el fondo, el fascismo siempre ha sido el sueño dorado de los capitalistas financieros para explotar sin límite a los trabajadores y aplicar una dictadura terrorista contra el movimiento obrero y los anhelos democráticos de las capas populares.

La fanatización reaccionaria y militarista de la población que está promoviendo la burguesía en su lucha de clase contra el proletariado se apoya en la tergiversación de la historia. Se concentra en ignorar los progresos que alcanzó la URSS precisamente gracias a la lucha de clase que, desde el poder político, desplegó el proletariado soviético contra los burócratas y demás explotadores, a los que la Unión Europea presenta ahora como “víctimas”.

Puesto que estamos inmersos en una lucha de clases, la Asociación de Amistad Hispano-Soviética se complace en aportar munición teórica e histórica contra el fuego enemigo. Podemos aportar los resultados del trabajo de estudio y divulgación que hemos desarrollado durante este año y que ya tenemos editado, dedicado al último y menos conocido período de la dictadura del proletariado en la Unión Soviética y que abarca desde la Constitución de 1936 hasta la Guerra Fría y el legado político de Stalin.

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