29 de abril de 2015

A propósito de la nueva página "Cultura Nuestra", y algunos desafíos de la comunicación

Por Marco Teruggi.

Ante la pronta aparición del portal venezolano Cultura Nuestra (laculturanuestra.com), que comenzará a funcionar el 1 de mayo, un aporte a la caracterización del actual escenario de la comunicación bolivariana y algunas necesidades urgentes.

                                   “Si uno se descuida, el lenguaje es una de las jaulas más terribles que no se está siempre esperando”
Julio Cortázar, 1980


1- Las revoluciones, al igual que la poesía, deben abrir y no cerrar. Ése es el intento, la necesidad. Hacerlo en cada plano, incluido el del lenguaje, como decía Julio Cortázar esa tarde en una clase. De lo contrario, la palabra puede ser una jaula, una contradicción en la búsqueda política de devolución de los poderes al pueblo, tal como ha sido planteado el horizonte inmediato en el camino venezolano.
No parecen existir recetas para lograrlo, para garantizar no caer en el descuido. Sin embargo, puede haber una guía de acción, una posible pregunta orientadora: ¿cómo transmitir de manera revolucionaria ideas/propuestas revolucionarias? Si seguimos a Cortázar, ¿cómo evitar, por ejemplo, “las mismas repeticiones incansables de frases estereotipadas”? Allí parece existir una primera pista: se debe ir cambiando, buscando nuevas formas, aceptando que no existe un punto acabado, una fórmula definitiva.
Un lenguaje, una comunicación, haciéndose al tiempo de los cambios en la sociedad, de las etapas y los tiempos que va atravesando el proceso político, allí podría estar una clave. Un antídoto para seguir abriendo, para ensayar las respuestas a dos preguntas: qué/quién y cómo contar, aspectos que en la actualidad venezolana merecen ser debatidos.
Qué/quién: un Gobierno obrando por un pueblo, y un pueblo disfrutando de esas políticas, así podría resumirse la matriz oficial de comunicación. Verdadera –porque, por ejemplo, haber inaugurado 700.000 viviendas en cuatro años es un aporte real a la dignidad/felicidad popular–, pero recortada. Y, sobre todo, portadora de dos concepciones muchas veces cuestionadas: la lógica de campaña electoral permanente, y la construcción de un protagonismo casi exclusivo de algunos dirigentes del Gobierno y de la institucionalidad.
Cómo: sucede que muchas veces al abrir un periódico no solamente es posible intuir qué noticias figurarán, sino también cómo serán redactadas, con qué palabras y adjetivos. La repetición de fórmulas y sentencias –frases que parecen haberse tornado estereotipadas­– ha sido puesta como un pilar comunicativo. El resultado es que muchas veces la comunicación se torna predecible y binaria: el bien de un lado y el mal del otro. Y si es cierto que el mal es mal; el bien, por su parte, es una construcción atravesada de contradicciones –no podría ser de otra manera– y debates necesarios.
2- Entonces, existen realidades que desbordan esa comunicación, que crecen en sus lados y muchas veces no aparecen, o lo hacen de manera limitada en tiempo, espacio y palabra. Y hay en esos lados una riqueza, un nudo principal de la apuesta revolucionaria: el protagonismo popular, su creación cotidiana y estratégica, su conformación como Gobierno de clase, y la creación de su propia institucionalidad. Y ante eso, preguntas, desafíos: ¿cómo narrar esas realidades, esos lados, que son el centro?
Allí el qué, el quién: el pueblo haciendo. Sin subestimar ni dejar de lado el papel del Gobierno, y particularmente del presidente Nicolás Maduro, ni las futuras elecciones legislativas, más bien destacando la importancia de trabajar en una dinámica comunicacional para una crucial victoria. ¿Pero sólo es posible hacerlo desde una mirada propagandística directa? ¿Adentrarse en los cotidianos hondos y en la transformación del país no es una manera de evidenciar los avances revolucionarios y desmontar las campañas mediáticas nacionales e internacionales de la oposición?
Construir el relato de la alegría, no enunciarlo. La propaganda sin propaganda. Y sobre esto existen muchos ensayos, pero que hoy se encuentran dispersos. Y un desafío sobre el cómo, una pregunta ante la cual una herramienta ha venido emergiendo con fuerza: la crónica con su tiempo, sus formas cruzadas –periodísticas, literarias, investigativas–, su capacidad de adentrarse donde otros géneros no pueden. Pero también los retratos, entrevistas cercanas a las crónicas, tanto escritos como fotográficos, ilustrados, filmados.
Un abanico de posibilidades, de desafíos para evitar los lugares comunes de un determinado lenguaje chavista repetido, su construcción de jaulas invisibles, pero reales, escapar a la ley de gravedad/comodidad de decir lo mismo –el oficio de la obviología– apelando una y otra vez a la misma pólvora mojada.
3- Esa nueva comunicación ya emergió en parte y está existiendo. Uno de los ejemplos es el reciente libro Crónicas de Comunas. Donde Chávez vive, un trabajo colectivo, recorrido por el proceso comunal venezolano, ese borde que es el centro. Uno de varios, de la búsqueda de poner la mirada en otras partes y con otras formas. Para narrar esas realidades no como realizaciones del socialismo y la felicidad, sino como construcciones, apuestas que traen enseñanzas, y también debates necesarios sobre la actualidad, cuestionamientos y propuestas.
¿No es necesario relatar la experiencia de trabajadoras y trabajadores de las fábricas recuperadas para aportar sus análisis sobre el actual modelo de producción, sus límites y necesidades? ¿Su síntesis y práctica es menos importante y certera que la de un ministro?
Entre otras cosas, para aportar a la consolidación de estos nuevos relatos y de esta línea de comunicación, se trata de conformar una herramienta que trabaje para nuclearlos, reunirlos en su diversidad. Para eso se ha creado un nuevo espacio: Cultura Nuestrauna plataforma que estará abierta a la participación, a las propuestas que se adentren y den cuenta de las múltiples realidades populares venezolanas, todas aquéllas que formen parte del proceso de descolonización, de construcción del nuevo modelo, de la transición al socialismo que “exige el desarrollo de un conjunto de praxis capaces de desarticular la dominación, la opresión y la explotación”, según analiza Miguel Mazzeo.
Buscar romper las jaulas que amenazan, ensayar formas y maneras de cruzar investigaciones con literatura, fotografías con relatos, ensayos, dibujos. Crear a la par que dar cuenta de la creación, ese será el intento.
Así, andando sobre el doble tiempo de la Revolución –el que se defiende de la guerra mediática, económica, política, cultural y violenta, y el que busca profundizar la transición– comenzará a construirse Cultura Nuestra. De a poco, con prueba y error, y la certeza de la necesidad de alejar el descuido que hace a la jaula, de poner el lenguaje al servicio del proceso popular de liberación.

Fuente:
Resumen Latinoamericano.
Fotografía: Verónica Canino Vázquez.

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