Por Esteban Zúñiga.
En 1933, BERTOLT BRECHT escribiría "LA CANCIÓN DEL ENEMIGO DE CLASE"; versos que serían musicalizados por el antifascista alemán Hans Eisler (1898-1962). Un poema, siempre presente, y con el que se enfrenta al interclasismo y al abandono de la lucha de clases.
En un mundo dominado por una democracia interclasista y en el que todos somos iguales cuando votamos cada cuatro años. Es el Vademecum de las democracias liberales al que Bertolt Brecht se enfrenta con estos versos, realizando un llamamiento a la necesidad de reconocer al enemigo de clase, y, en segundo lugar, a comprometerse con la idea esencial de que para ser libres era necesario e imprescindible luchar hasta derrotar al enemigo de clase.
Unos versos y un firme llamamiento a la resistencia frente a las falsedades, medias verdades y engaños de la ideología dominante, teniendo siempre en cuenta, que la última que oferta es la "paz", el recoger las miajas que caen de la mesa del capital y de la burguesía...
Siempre bajo la consigna del capital de que si ahora aguantamos calamidades más tarde recogeremos los frutos de nuestros sacrificios, pues "Después de una crisis mayor / ¡Viene un auge mayor!".
Y esta situación que se repite, y se repite en todas las crisis cíclicas de las sociedades capitalistas, cuando el enemigo de clase viene a recoger sus cuantiosas ganancias y beneficios... olvidando que cuando hablan del tiempo bueno y benefactor, se refieren a su tiempo.
Siempre nos quedará la posibilidad, mediante el "ascensor social", de trabajar y emular alcanzando a ser ¿¿¿¿"clase media"????
A continuación, compartimos este poema, entresacado de "El Viejo Topo", del jueves, 17 de diciembre de 2015:
"LA CANCIÓN DEL ENEMIGO DE CLASE.
-I-
Cuando pequeño, fui a la escuela
y aprendí,
lo que es mío y lo que es tuyo.
Y cuando todo se había aprendido,
me parecía que no era todo.
Y no tenía desayuno que comer,
y otros si tenían:
y así fue que sí,
lo aprendí todo,
sobre la naturaleza del enemigo de clase.
Y aprendí, por qué y debido a qué razón,
hay un desgarrón atravesando el mundo.
Y este perdura entre nosotros,
porque la lluvia
cae de arriba hacia abajo.
-II-
Y me dijeron: Si soy dócil,
entonces llegaré a ser como ellos.
Pero pensé: Si soy su oveja,
entonces jamás llegaré al carnicero.
Y vi más de uno de entre nosotros,
que tragó su anzuelo.
Y cuando le aconteció,
lo que nos aconteció a ti y a mí,
entonces me extraño.
Más a mí, a mi no me extraño,
pronto descubrí su fuego:
La lluvia, así es,
corre hacia abajo
y no corre, así es,
hacia arriba.
-III-
Por ahí escuché que redoblaron los tambores,
y todos hablaron de eso.
Ahora deberíamos conducir guerras
por un lugarcito en el sol.
Y voces enronquecidas nos prometían
cielo, mar y tierra.
Y cabecillas gordos y grasientos
gritaron: ¡no os postréis ahora!
Y creímos: no quedan más que unas horas,
luego tendremos esto y aquello.
Pero otra vez la lluvia corría hacía abajo,
y durante cuatro años tragamos hierba.
-IV-
Y una vez de repente se escuchó:
¡Ahora proyectemos la República!
Y ahí un hombre se parecerá al otro,
sea flaco o gordo.
Y los que estaban cansados por el hambre
jamás no habían estado
tan esperanzados.
Pero los que estaban saciados,
porque comían,
estaban esperanzados como ellos.
Y dije: Aquí hay algo,
que no puede ser cierto,
y estaba lleno de dudas turbadas.
Que sí, no es cierto,
lo de la lluvia que
parece que corre,
hacia arriba.
-V-
Nos dieron papelitos para votar,
entregamos las armas.
Nos dieron una promesa
y dimos nuestro fusil.
Y escuchamos:
que los que saben de las cosas,
ahora nos ayudarán.
Deberíamos emprender el trabajo,
ellos harían el resto.
Entonces me dejé conmover otra vez
y me quedé quieto,
conforme a lo pedido
y pensé: Que bueno la lluvia,
sigue queriendo,
correr hacia arriba.
-VI-
Y poco después escuché decir,
ahora ya está todo arreglado.
Si aguantamos,
la calamidad menor,
se nos dispensará la mayor.
Y tragamos,
al frailuco Brüning,
para que no sea el Papen.
Y tragamos,
al junker Papen,
puesto que de lo contrario,
sería el turno de Schleicher.
Y el frailuco,
cedió su puesto al junker,
y el junker lo cedió,
al general.
Y la lluvia,
corría hacia abajo,
corría copiosamente,
de verdad.
-VII-
Mientras anduvimos
con papeletas para votar,
cerraron las fábricas.
Cuando dormimos frente
a las agencias de empleo,
que nos sellan la constancia,
les evitamos,
la preocupación por nosotros.
Escuchamos dichos como estos:
¡Siempre tranquilo!
¡Qué esperáis, no más!
Después de una crisis mayor
¡viene un auge mayor!
Y dije a mis colegas:
¡Así habla el enemigo de clase!
Cuando él habla,
de buen tiempo,
se refiere a su tiempo,
al suyo.
La lluvia no puede ir,
hacia arriba,
aún cuando súbitamente
tenga buenas condiciones,
para nosotros.
Lo que puede ser:
puede acabar,
y será
cuando brille el sol.
-VIII-
Un día los vi marchando,
detrás de nuevas banderas.
Y muchos de los nuestros dijeron:
¡No más hay que
enemigos de clase!
Entonces vi,
encabezándolos,
jetas que ya conocía,
y escuché voces,
berreando,
en el antiguo tono del sargento.
Y tranquilo,
entre banderas y fiestas,
corría la lluvia noche y día.
Y cada uno,
que estaba acosado en la calle,
podía sentirla.
-IX-
Se entrenaban con aplicación,
para tirar,
y hablaban ruidosamente
del enemigo...
y señalaban furiosamente
más allá de la frontera.
Y es que se referían a nosotros.
Pues nosotros y ellos,
somos enemigos
en una guerra,
en que solo gana uno.
Pues viven de nosotros,
y revientan
si no somos más sus esclavos.
Y es por esto también que,
no debáis extrañaros,
cuando se echan sobre nosotros,
como la lluvia
se echa sobre el suelo.
-X-
Y ese de entre nosotros,
que falleció de hambre,
que cayó en una batalla.
Y ese de entre nosotros,
que murió,
ha sido asesinado.
Que recogieron con sus soldados,
tener hambre,
no le agradó.
Al que le rompieron,
la mandíbula a patadas,
había pedido pan.
Al que habían prometido el pan,
ahora le dan caza.
Y al que traen en el ataúd de zinc,
porque dijo la verdad.
Y ese que entonces
les daba confianza
cuando pretendían ser sus amigos,
lo que así imaginó
era que la lluvia
corría hacia arriba.
-XI-
Ya que somos enemigos de clase,
sea lo que sea,
lo que nos digan:
Ése de entre nosotros,
que no se atrevía a luchar,
pero se atrevía a morir de hambre.
¡Somos enemigos de clase, tamborilero!
Este, ¡tu soniquete no lo tapa!
Empresario, general y junker
nuestro enemigo
¡eres tú!
¡Por esto, nada será inmovible,
porque nada ahí,
será arreglado!
La lluvia no corre,
hacia arriba,
¡pues no se le exige tal cosa!
-XII-
Por más
que tu pintor retoque,
¡no va a tapar el desgarrón!
Uno de los dos perdura,
y el otro debe dejar su lugar,
o yo, o tú.
Y sea como sea,
aprenderé,
pues este sigue siendo,
el abecé:
¡Jamás nada tendré de común,
con las tramas del enemigo de clase!
No se encontrará
la palabra,
que un día nos pegue a ambos.
¡La lluvia
corre de arriba hacia abajo.
Y tú eres mi enemigo de clase!
Bertolt BRECHT, 1933".
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